Desenterrando la arqueología

Desenterrando la arqueología

La caída de la construcción ha provocado una debacle para la rama más visible de la profesión, que ha retrocedido en la conquista de sus derechos pero busca nuevas salidas
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La paralización de la obra de nueva construcción ha provocado un efecto en cadena que también se ha cebado con la apasionante profesión de la arqueología, y con lo que esto supone para el descubrimiento de nuevos capítulos de nuestra historia. Pero en medio de este panorama de profunda transformación, en esta selva donde los derechos del trabajador caen en el abismo de este efecto dominó, los arqueólogos también sacan sus garras para desenterrar nuevas salidas que les permitan sobrevivir en un terreno más competitivo. Una parcela en la que los profesionales siguen avanzando, tras un evidente paso atrás.

Esperanza Mata, presidenta de ASPHA (Asociación Profesional del Patrimonio Histórico Arqueológico de Cádiz) analiza la situación y pone el toque de esperanza y positivismo para un sector que ha sabido diversificarse. "La actividad más visible del arqueólogo es la vinculada a la construcción y obra pública. Pero la realidad es que nos dedicamos a otras muchas tanto del ámbito de la investigación como de la difusión, pues se ha diversificado nuestra actividad", explica Mata de una profesión que también abarca otros campos de la industria cultural como la conservación, investigación, turismo, difusión ...etc. "Con el boom inmobiliario, se visualizó mucho la labor del arqueólogo, aunque no siempre ha sido así, pero afortunadamente tocamos otros palos". Puntualiza asimismo que "hay posibilidades fuera de la provincia y, sobre todo, fuera de España. De hecho, tenemos compañeros haciendo trabajos interesantes en Perú o Australia".

En este sentido, Esperanza Mata apunta que fue el año pasado cuando se notó una caída más apabullante vinculada a la construcción en la provincia de Cádiz en general. Si bien, en Cádiz capital ha sido este año cuando se ha percibido este gran parón, pero una vez finalizada la puesta en valor del yacimiento Cómico, poca actividad puede verse, salvo el control arqueológico que a bordo de las dragas desempeña un buen equipo de arqueólogos al hilo de las obras de la nueva terminal de contenedores, y que hasta el momento ha permitido localizar restos de tres pecios. Tanto es así que ahora no existe ni una sola excavación en la ciudad, y sus arqueólogos se ven en la tesitura de buscar nuevas salidas más allá de nuestro propio subsuelo, nuestra propia historia.

No obstante asevera que algo se mueve en la provincia de Cádiz en general. "Hemos notado que la inversión privada, la obra pequeña de promotores privados ha comenzado a moverse de nuevo. Son proyectos que estaban paralizados y que se han retomado, reactivando algo la arqueología". Nada que ver con las grandes excavaciones que durante años ha desvelado importantes acontecimientos de nuestro pasado, siendo ésta la faceta más atractiva del sector, pero que de alguna manera permite seguir en contacto con el competitivo mercado laboral al nivel de pequeños sondeos, control de movimiento de tierra, análisis de estructuras emergentes, prospecciones arqueológicas... "Son distintas variedades de la modalidad arqueológica".

En esta tesitura se encuentra Juan Miguel Pajuelo, uno de los arqueólogos que ha afrontado la ambiciosa excavación del Cómico, hoy convertida en Yacimiento Gadir, uno de los grandes hitos alcanzados en la arqueología gaditana en los últimos tiempos. El arqueólogo comenta que nada es como antes, pero que sigue trabajando en pequeños proyectos en la provincia. "Se está reajustando todo, pero a fin de cuentas es volver a la misma situación de hace 10 años, antes del boom".



UN PASO ATRÁS

Esperanza Mata (presidenta de ASPHA) puntualiza, eso sí, que la lucha comienza en muchos frentes tras producirse un contundente paso atrás. Se queda con lo que queda por hacer y explorar en el amplio abanico que abarca la profesión, pero reconoce cada uno de los obstáculos a los que se han enfrentado en los últimos tiempos. En este apartado asegura que lo más duro ha sido asumir las deudas millonarias que la crisis ha cargado sobre sus espaldas, "esto nos ha golpeado en varios frentes", confirma también por experiencia propia.

Pero uno de los aspectos que más le preocupa es el hecho de volver a empezar de cero. "Nos ha costado mucho que comprendieran que nuestra actividad tenía un coste económico. Llegamos a tener niveles dignos de ingresos, en nuestros honorarios, pero ahora se está viviendo un retroceso, hay mucha competencia y se ofrecen honorarios mucho más bajos", comenta.

Esta situación revierte en la consecuente pérdida para el patrimonio. Mata explica que "la falta de inversión y de personal propicia el abandono del patrimonio". De esta forma, asegura que se están viviendo situaciones en las que los yacimientos no tienen recursos para el guarda, ni presupuestos para la conservación y resalta la desaparición de la figura del arqueólogo municipal en algunas localidades. "Hemos luchado mucho para que los ayuntamientos asumieran su parte de la responsabilidad en la protección del patrimonio, y que tuviera un arqueólogo entre su personal. Pero ahora vuelve a desaparecer esta importante figura en municipios como Tarifa, Jerez -donde se ha reducido la plantilla de arqueólogos del área de Urbanismo-o El Puerto".

Juan Miguel Pajuelo, que puntualiza que un 90 o 95 por ciento de arqueólogos trabajan para empresas privadas, comenta que "en la Junta de Andalucía no quedan arqueólogos, sólo dedicados a la gestión; en los ayuntamientos se cuentan con los dedos de las manos, y en la Universidad se adhieren a proyectos de investigación".

"La crisis -concluye Esperanza Mata- ha llevado al regreso de los detectores de metales", ilustra de esta forma gráfica el retroceso que vive el sector de la arqueología en particular, y de la cultura en general, siempre situada en los puestos más perjudicados y enterrados