Termina la rehabilitación de la Torre del Espolón y las murallas del Castillo (Lorca, Murcia)
3/6/12 .- www.laverdad.es
El Instituto de Patrimonio Cultural fija en cinco años la recuperación de todos los monumentos dañados por los seísmos
A poco de cumplirse el primer año de los terremotos de mayo de 2011, las previsiones establecidas en el Plan Director de Recuperación del Patrimonio Cultural de Lorca, creado especialmente tras los seísmos, se están cumpliendo, como manifestó ayer el director del Instituto del Patrimonio Cultural de España, Alfonso Muñoz, que ayer, en unión del alcalde, Francisco Jódar, y del director general de Bienes Culturales de la Comunidad Autónoma, Francisco Jiménez, presidieron la comisión de control de dicho Plan.
Muñoz recordó que se empezó a trabajar desde los primeros días posteriores a los seísmos y que era «optimista» en cuanto al cumplimiento de los plazos que se habían establecido para que todos los monumentos dañados en la ciudad estuvieran rehabilitados en un plazo de cinco años.
«Solo ha pasado uno y ya se ha reunido casi la mitad del dinero necesario para las obras, que son unos 22 millones de euros. Según las valoraciones iniciales la recuperación de la totalidad de los inmuebles con daños superará los 45 millones de euros», explicó Muñoz.
El director del Instituto de Patrimonio Cultural añadió que el dinero reunido procede de las aportaciones de las tres administraciones, del Consorcio de Seguros y de mecenas privados, entre los que incluyó a la Conferencia Episcopal y a la Fundación Cajamurcia.
Previa a la reunión de la comisión de control del Plan Director de Recuperación del Patrimonio, se presentó el resultado de los trabajos de restauración de la Torre del Espolón, que resultó gravemente dañada y que ha precisado de una inversión de algo más de un millón de euros. También ha sido necesario restaurar algunos tramos de la muralla de la fortaleza en las cercanías de la torre que se hundieron tras los temblores.
El arquitecto director de los trabajos, Francisco Jurado, se convirtió en guía para explicar a las autoridades e invitados los detalles de los daños que había sufrido la torre y cómo se había hecho su rehabilitación. Primero, sobre unos paneles con fotografías y después en un recorrido por el interior que ya está en condiciones de reabrirse a los turistas.
Es bien visible la grieta exterior, consecuencia del desgajamiento de una de las esquinas del torreón, que va desde los diez centímetros en la parte superior, hasta los 30 a 40 en la inferior. Ese desplazamiento, que se ha mantenido tras asegurar la estabilidad de la torre, es bien visible en el interior, tanto en la escalera como en la sala del primer piso, en la que se puede apreciar con claridad ese desplazamiento de los muros.
Jurado explicó que se ha dejado todo así «por no desmotar la torre que se había mantenido en pie. Los muros, los nervios de la bóveda se desgajaron y adoptaron otra disposición geométrica. Ahora miden distinto, la curvatura de los nervios ha cambiado, entró material en las grietas y no es posible dejarlo todo como antes de los terremotos».
En opinión de Jurado «era mejor consolidar la geometría posterior al seísmo, congelar esa opción, lo cual era más sostenible a nivel económico, menos lesivo para el edificio y más conservacionista con todos los elementos constructivos originales».
En cuanto a las murallas hubo que actuar en unos 700 metros cuadrados que se habían desmoronado, utilizando técnicas propias de la época de la construcción.
A poco de cumplirse el primer año de los terremotos de mayo de 2011, las previsiones establecidas en el Plan Director de Recuperación del Patrimonio Cultural de Lorca, creado especialmente tras los seísmos, se están cumpliendo, como manifestó ayer el director del Instituto del Patrimonio Cultural de España, Alfonso Muñoz, que ayer, en unión del alcalde, Francisco Jódar, y del director general de Bienes Culturales de la Comunidad Autónoma, Francisco Jiménez, presidieron la comisión de control de dicho Plan.
Muñoz recordó que se empezó a trabajar desde los primeros días posteriores a los seísmos y que era «optimista» en cuanto al cumplimiento de los plazos que se habían establecido para que todos los monumentos dañados en la ciudad estuvieran rehabilitados en un plazo de cinco años.
«Solo ha pasado uno y ya se ha reunido casi la mitad del dinero necesario para las obras, que son unos 22 millones de euros. Según las valoraciones iniciales la recuperación de la totalidad de los inmuebles con daños superará los 45 millones de euros», explicó Muñoz.
El director del Instituto de Patrimonio Cultural añadió que el dinero reunido procede de las aportaciones de las tres administraciones, del Consorcio de Seguros y de mecenas privados, entre los que incluyó a la Conferencia Episcopal y a la Fundación Cajamurcia.
Previa a la reunión de la comisión de control del Plan Director de Recuperación del Patrimonio, se presentó el resultado de los trabajos de restauración de la Torre del Espolón, que resultó gravemente dañada y que ha precisado de una inversión de algo más de un millón de euros. También ha sido necesario restaurar algunos tramos de la muralla de la fortaleza en las cercanías de la torre que se hundieron tras los temblores.
El arquitecto director de los trabajos, Francisco Jurado, se convirtió en guía para explicar a las autoridades e invitados los detalles de los daños que había sufrido la torre y cómo se había hecho su rehabilitación. Primero, sobre unos paneles con fotografías y después en un recorrido por el interior que ya está en condiciones de reabrirse a los turistas.
Es bien visible la grieta exterior, consecuencia del desgajamiento de una de las esquinas del torreón, que va desde los diez centímetros en la parte superior, hasta los 30 a 40 en la inferior. Ese desplazamiento, que se ha mantenido tras asegurar la estabilidad de la torre, es bien visible en el interior, tanto en la escalera como en la sala del primer piso, en la que se puede apreciar con claridad ese desplazamiento de los muros.
Jurado explicó que se ha dejado todo así «por no desmotar la torre que se había mantenido en pie. Los muros, los nervios de la bóveda se desgajaron y adoptaron otra disposición geométrica. Ahora miden distinto, la curvatura de los nervios ha cambiado, entró material en las grietas y no es posible dejarlo todo como antes de los terremotos».
En opinión de Jurado «era mejor consolidar la geometría posterior al seísmo, congelar esa opción, lo cual era más sostenible a nivel económico, menos lesivo para el edificio y más conservacionista con todos los elementos constructivos originales».
En cuanto a las murallas hubo que actuar en unos 700 metros cuadrados que se habían desmoronado, utilizando técnicas propias de la época de la construcción.
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