Hallada la piedra de Rosetta del Rec Comtal en Glòries (Barcelona)
9/3/16 .- http://www.lavanguardia.com/
Hallada la piedra de Rosetta del Rec Comtal en Glòries (Barcelona)
Nuevos hallazgos en la plaza de las Glòries obligan a replantear la antigüedad de una de las mayores joyas hidráulicas de la ciudad
Nunca un descubrimiento tan previsible ha sido tan sorprendente. El servicio de arqueología del Ayuntamiento de Barcelona, que dirige Carme Miró, sabía que un tramo del Rec Comtal pasaba por Glòries, pero lo que han destapado las recientes excavaciones supera todas las expectativas. Es como si a Howard Carter le hubieran dicho dónde encontrar una tumba, sin que le dijeran que era la del faraón Tutankamón.
Podría ser una pieza clave para desentrañar los orígenes de esta infraestructura hidráulica, más antiguos de los que se creía. “Es un descubrimiento importantísimo que dará que hablar”, reconoce la siempre prudente Carme Miró. Resulta inevitable pensar en la piedra de Rosetta que permitió a Champollion (1790-1832) traducir los jeroglíficos egipcios. Las excavaciones, en la confluencia de la calle Dos de Maig con la plaza de las Glòries, han hecho aflorar anexos del siglo XIX, como un puente “enorme, con el ancho de la calle”, escaleras y una caseta para distribución del agua.
Pero, junto a estos hallazgos, han aparecido otros antiquísimos, como dos tramos del Rec de diferente anchura, y que podrían remitir al canal original, del siglo X o de incluso antes. Los arqueólogos se muestran eufóricos ante las posibilidades que abren estos dos diferentes modelos constructivos. El Ayuntamiento, que ha pedido ayuda al doctor Santiago Riera, del departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universitat de Barcelona, encargará estudios de bioarqueología y análisis de carbono 14 para la correcta datación.
El Rec Comtal, que aprovechó un antiguo acueducto romano, tiene más de mil años de historia. Fue una de las mayores joyas hidráulicas de Catalunya, que sigue viva en la memoria colectiva de Barcelona, donde muchos recuerdan los lavaderos que alimentaba. También llamada la Sèquia Comtal, estuvo en activo desde al menos el siglo X –una fecha que ahora se podría reconsiderar– hasta mediados del XX. Canalizó agua del río Besòs desde una mina de Montcada i Reixac hasta Barcelona, a lo largo de 12 kilómetros, tras cruzar los entonces municipios independientes de Sant Andreu de Palomar y Sant Martí de Provençals. Llegó a abastecer, incluso, la fuente de Canaletes, pero el consumo humano no era su principal función.
Movió decenas de molinos y propició actividades artesanales que estropearon la salubridad del agua. También regó tierras de cultivo, como aún hace en pleno siglo XXI –libre de las industrias que la contaminaron en el pasado– en La Ponderosa, la última finca agrícola de la capital catalana. Ahora desemboca en el Besòs, pero durante centenares de años lo hizo en la Barceloneta, después de atravesar el Clot y entrar en la ciudad amurallada por el Portal Nou. Aún hoy los clientes de la tienda Arxé, en la plaza del Doctor Serrat, que se dedica a la alta costura y al prêt-à-porter desde 1960, pueden extasiarse ante un vestigio del Rec: un pozo, del que se muestra muy orgullosa la propietaria del comercio, Assumpta Arxé. Apareció a raíz de unas reformas y desde entonces está a la vista, protegido e iluminado.
Se trata sólo de una prueba más de que el Rec Comtal sigue vivo. Y no sólo por los nuevos hallazgos o por el tramo a cielo abierto entre Montcada i Reixac y Vallbona, en Nou Barris, recientemente restaurado. Infinidad de detalles revelan la importancia del canal, que da nombre a la estación de Sant Andreu Comtal y se refleja en numerosas calles de la ciudad, como las de oficios y gremios de Ciutat Vella u otras como Basses de Sant Pere, Pou de la Figuera, Banys Vells... y Rec Comtal. La calle Regomir es, dice el historiador y bloguero Enric H. March, autor del mejor cuaderno de bitácora sobre el canal, la contracción de Rec d’en Mir, el conde (954-966) a quien se atribuía la construcción de esta conducción de agua. Hasta ahora.
Nuevos hallazgos en la plaza de las Glòries obligan a replantear la antigüedad de una de las mayores joyas hidráulicas de la ciudad
Nunca un descubrimiento tan previsible ha sido tan sorprendente. El servicio de arqueología del Ayuntamiento de Barcelona, que dirige Carme Miró, sabía que un tramo del Rec Comtal pasaba por Glòries, pero lo que han destapado las recientes excavaciones supera todas las expectativas. Es como si a Howard Carter le hubieran dicho dónde encontrar una tumba, sin que le dijeran que era la del faraón Tutankamón.
Podría ser una pieza clave para desentrañar los orígenes de esta infraestructura hidráulica, más antiguos de los que se creía. “Es un descubrimiento importantísimo que dará que hablar”, reconoce la siempre prudente Carme Miró. Resulta inevitable pensar en la piedra de Rosetta que permitió a Champollion (1790-1832) traducir los jeroglíficos egipcios. Las excavaciones, en la confluencia de la calle Dos de Maig con la plaza de las Glòries, han hecho aflorar anexos del siglo XIX, como un puente “enorme, con el ancho de la calle”, escaleras y una caseta para distribución del agua.
Pero, junto a estos hallazgos, han aparecido otros antiquísimos, como dos tramos del Rec de diferente anchura, y que podrían remitir al canal original, del siglo X o de incluso antes. Los arqueólogos se muestran eufóricos ante las posibilidades que abren estos dos diferentes modelos constructivos. El Ayuntamiento, que ha pedido ayuda al doctor Santiago Riera, del departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universitat de Barcelona, encargará estudios de bioarqueología y análisis de carbono 14 para la correcta datación.
El Rec Comtal, que aprovechó un antiguo acueducto romano, tiene más de mil años de historia. Fue una de las mayores joyas hidráulicas de Catalunya, que sigue viva en la memoria colectiva de Barcelona, donde muchos recuerdan los lavaderos que alimentaba. También llamada la Sèquia Comtal, estuvo en activo desde al menos el siglo X –una fecha que ahora se podría reconsiderar– hasta mediados del XX. Canalizó agua del río Besòs desde una mina de Montcada i Reixac hasta Barcelona, a lo largo de 12 kilómetros, tras cruzar los entonces municipios independientes de Sant Andreu de Palomar y Sant Martí de Provençals. Llegó a abastecer, incluso, la fuente de Canaletes, pero el consumo humano no era su principal función.
Movió decenas de molinos y propició actividades artesanales que estropearon la salubridad del agua. También regó tierras de cultivo, como aún hace en pleno siglo XXI –libre de las industrias que la contaminaron en el pasado– en La Ponderosa, la última finca agrícola de la capital catalana. Ahora desemboca en el Besòs, pero durante centenares de años lo hizo en la Barceloneta, después de atravesar el Clot y entrar en la ciudad amurallada por el Portal Nou. Aún hoy los clientes de la tienda Arxé, en la plaza del Doctor Serrat, que se dedica a la alta costura y al prêt-à-porter desde 1960, pueden extasiarse ante un vestigio del Rec: un pozo, del que se muestra muy orgullosa la propietaria del comercio, Assumpta Arxé. Apareció a raíz de unas reformas y desde entonces está a la vista, protegido e iluminado.
Se trata sólo de una prueba más de que el Rec Comtal sigue vivo. Y no sólo por los nuevos hallazgos o por el tramo a cielo abierto entre Montcada i Reixac y Vallbona, en Nou Barris, recientemente restaurado. Infinidad de detalles revelan la importancia del canal, que da nombre a la estación de Sant Andreu Comtal y se refleja en numerosas calles de la ciudad, como las de oficios y gremios de Ciutat Vella u otras como Basses de Sant Pere, Pou de la Figuera, Banys Vells... y Rec Comtal. La calle Regomir es, dice el historiador y bloguero Enric H. March, autor del mejor cuaderno de bitácora sobre el canal, la contracción de Rec d’en Mir, el conde (954-966) a quien se atribuía la construcción de esta conducción de agua. Hasta ahora.
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