La muralla y la puerta de Burgos, piedra a piedra (Alcalá de Henares)
1/11/11 .- http://www.diariodealcala.es/
El Ayuntamiento edita los proyectos de recuperación de los vestigios de la Alcalá medieval
Más de 3 millones de euros y casi un lustro de trabajos han permitido lavarle la cara a las valiosas huellas de piedra que quedan de la Alcalá de San Justo o Burgo de Santiuste, como fue conocida Alcalá en la Edad Media. Y los detalles de estos complejos proyectos de recuperación acaban de ser plasmados en los cuadernos 5 y 6 de la serie ‘Restaurando el patrimonio histórico de Alcalá’ que edita el Ayuntamiento.
El viejo hospital de Santa María la Rica ha acogido la presentación de estos cuadernos, con una tirada de un millar de ejemplares cada uno y disponibles ya en las bibliotecas municipales y en las librerías de la ciudad al precio de 6 euros. El concejal de Patrimonio, Gustavo Severien, fue el encargado de dar a conocer estas publicaciones, destinadas “al gran público, aunque también está abierta a recoger informes de restauración que sin duda serán apreciados por los especialistas.” Le acompañaron los arquitectos responsables de estas actuaciones, Juan de Dios de la Hoz y José Luis González.
El primero fue el responsable de los trabajos de rehabilitación en el lienzo de la muralla, recogidos en el cuaderno titulado ‘Recinto amurallado. Torreones III al XVI’. Aunque muy ‘remendados’ con el paso de los siglos, el adarve y los cubos que hoy vemos son la herencia de una muralla que empezó a levantarse a finales del siglo XII, como parte de la fortaleza arzobispal, antecedente del actual palacio; y sufrió ampliaciones y reformas hasta el siglo XVI.
A rescatar y conservar los elementos más antiguos de estas edificaciones y consolidar todo el conjunto, han ido encaminadas básicamente las labores capitaneadas por De la Hoz, que destacó el trabajo de “canteros y especialistas en cal, entre otros oficios artesanales, ya que no podíamos utilizar aditamentos ni técnicas modernas”. Parte del resultado de esta intervención, en la que se han invertido más de 2,8 millones de euros procedentes de fondos europeos, puede disfrutarlo el público desde diciembre pasado, cuando se abrió para las visitas turísticas la torre XIV, en la calle Cardenal Sandoval y Rojas.
Pendiente de abrir está la puerta de Burgos, la única de las viejas entradas de la muralla medieval que queda en pie. Intervenida de urgencia tras sufrir un derrumbe en las vísperas de la Navidad de 2005, José Luis González lideró un equipo de técnicos con la misión de asegurar la estructura de la edificación, la más antigua de la ciudad. Las labores realizadas han permitido conocer las distintas fases constructivas de esta entrada, originaria de siglo XIII y con ampliaciones hasta el siglo XVI.
Con una inversión de 250.000 euros, queda pendiente mucha faena para los arqueólogos: “Nos falta saber bastantes cosas sobre esta puerta, su relación con el resto de la muralla o el posible uso fiscal”, explicó González, que se muestra favorable, como el edil Severien, de que recupere su condición de puerta, una función que dejó de tener en el siglo XVII cuando quedó dentro del recinto del monasterio de San Bernardo.
Más de 3 millones de euros y casi un lustro de trabajos han permitido lavarle la cara a las valiosas huellas de piedra que quedan de la Alcalá de San Justo o Burgo de Santiuste, como fue conocida Alcalá en la Edad Media. Y los detalles de estos complejos proyectos de recuperación acaban de ser plasmados en los cuadernos 5 y 6 de la serie ‘Restaurando el patrimonio histórico de Alcalá’ que edita el Ayuntamiento.
El viejo hospital de Santa María la Rica ha acogido la presentación de estos cuadernos, con una tirada de un millar de ejemplares cada uno y disponibles ya en las bibliotecas municipales y en las librerías de la ciudad al precio de 6 euros. El concejal de Patrimonio, Gustavo Severien, fue el encargado de dar a conocer estas publicaciones, destinadas “al gran público, aunque también está abierta a recoger informes de restauración que sin duda serán apreciados por los especialistas.” Le acompañaron los arquitectos responsables de estas actuaciones, Juan de Dios de la Hoz y José Luis González.
El primero fue el responsable de los trabajos de rehabilitación en el lienzo de la muralla, recogidos en el cuaderno titulado ‘Recinto amurallado. Torreones III al XVI’. Aunque muy ‘remendados’ con el paso de los siglos, el adarve y los cubos que hoy vemos son la herencia de una muralla que empezó a levantarse a finales del siglo XII, como parte de la fortaleza arzobispal, antecedente del actual palacio; y sufrió ampliaciones y reformas hasta el siglo XVI.
A rescatar y conservar los elementos más antiguos de estas edificaciones y consolidar todo el conjunto, han ido encaminadas básicamente las labores capitaneadas por De la Hoz, que destacó el trabajo de “canteros y especialistas en cal, entre otros oficios artesanales, ya que no podíamos utilizar aditamentos ni técnicas modernas”. Parte del resultado de esta intervención, en la que se han invertido más de 2,8 millones de euros procedentes de fondos europeos, puede disfrutarlo el público desde diciembre pasado, cuando se abrió para las visitas turísticas la torre XIV, en la calle Cardenal Sandoval y Rojas.
Pendiente de abrir está la puerta de Burgos, la única de las viejas entradas de la muralla medieval que queda en pie. Intervenida de urgencia tras sufrir un derrumbe en las vísperas de la Navidad de 2005, José Luis González lideró un equipo de técnicos con la misión de asegurar la estructura de la edificación, la más antigua de la ciudad. Las labores realizadas han permitido conocer las distintas fases constructivas de esta entrada, originaria de siglo XIII y con ampliaciones hasta el siglo XVI.
Con una inversión de 250.000 euros, queda pendiente mucha faena para los arqueólogos: “Nos falta saber bastantes cosas sobre esta puerta, su relación con el resto de la muralla o el posible uso fiscal”, explicó González, que se muestra favorable, como el edil Severien, de que recupere su condición de puerta, una función que dejó de tener en el siglo XVII cuando quedó dentro del recinto del monasterio de San Bernardo.
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