Hallan restos medievales inéditos en uno de los templos más antiguos de Vizcaya
23/4/06 .- El correo digital
Los arqueólogos descubren en la ermita de Santa Lucía, en Munitibar, el primer silo localizado en el territorio y un horno para fundir campanas
La restauración de la ermita de Santa Lucía en Munitibar, uno de los templos más antiguos de Vizcaya, ha deparado gratas sorpresas para los arqueólogos de la Diputación. Y es que los recientes trabajos desarrollados por el Departamento foral de Cultura han posibilitado el descubrimiento de restos medievales desconocidos hasta la fecha en el territorio. Así, los expertos han desenterrado el primer horno para fundir campanas del que se tiene conocimiento en la zona, así como el silo o almacén de grano comunitario más antiguo de cuantos han sido hallados en Vizcaya.
Este último elemento ha despertado un gran interés entre los especialistas por su valor histórico. La estructura, de 1,10 metros de diámetro y más de dos metros de profundidad, se empleaba para el almacenamiento de los excedentes agrarios de la comunidad de aldeanos que residían en el barrio de Gerrika en los siglos X y XI. En el agujero se acumulaba el diezmo que se pagaba a la iglesia, con la particularidad de que los dueños del templo eran los vecinos, por lo que ellos mismos mantenían la propiedad del alimento. Algo inédito hasta la fecha.
«El silo se empleó como una forma de escapar a la presión que ejercían los señores feudales de entonces. Es importante porque refleja el papel desempeñado por las iglesias en la organización de los procesos productivos. Teníamos constancia de que existieron, pero nos faltaba la confirmación material que ahora hemos obtenido en este templo», explicaron fuentes del departamento de Cultura de la institución foral.
Pero ésta no ha sido la única sorpresa que ha deparado la ermita, que hace cerca de diez siglos contaba con la catalogación de iglesia. El subsuelo se ha convertido en un verdadero centro de estudios para los arqueólogos. En la excavación efectuada sobre toda la superficie interior del templo, de 100 metros cuadrados, también se han destapado otros elementos de diferentes épocas del medievo.
De la más antigua -siglos VIII y IX-, los investigadores han encontrado varias sepulturas excavadas, además de agujeros tallados en la roca de difícil interpretación porque estaban muy alterados por sucesivas transformaciones, «pero que no son extraños en las necrópolis cristianas de la alta Edad Media. Se hacían a modo de cazoletas rituales», añadieron.
Un esqueleto con anillo
También existen evidencias de que sobre esta superficie, en el siglo X, se construyó una pequeña iglesia de planta rectangular, como corroboran los muros hallados. Además se conserva una ventana de tradición mozárabe que fue reutilizada en la estructura actual. «En Vizcaya existen sólo 17 de estas características», apuntaron.
Entonces, la construcción estaba rodeada de sepulturas en fosa simple. Por ello, se han descubierto algunos esqueletos. Uno de ellos portaba un anillo que ha comenzado a restaurarse. «No tiene una decoración especial. Se trata de un aro de bronce. En esta época normalmente no se enterraba con ajuar, salvo que fuera una persona destacada. En el cementerio de Momoitio, ubicado en la vertiente opuesta del monte Oiz, aparecieron tres de plata con motivos astrales», detallan los expertos.
En el siglo XI, el cementerio se abandonó y la iglesia se convirtió en una ermita dependiente de la colegiata de Zenarruza, en Bolibar. Posteriormente se excavó en su interior, en el sustrato natural, un horno para fundir campanas, que ahora ha aparecido en las prospecciones. «Es el primero de Vizcaya y se trata de uno de los más antiguos del País Vasco. En Guipúzcoa existen tres y también aparecieron piezas similares en la catedral de Vitoria». Su datación no es muy clara y los técnicos están a la espera de obtener los resultados de las pruebas de carbono 14.
En un momento aún por determinar, el templo fue desmantelado hasta sus cimientos y se igualó el terreno con una capa de arcilla sobre la que se construyó la ermita actual. Ahora comienzan a aflorar los secretos que celosamente guardan sus entrañas.
La restauración de la ermita de Santa Lucía en Munitibar, uno de los templos más antiguos de Vizcaya, ha deparado gratas sorpresas para los arqueólogos de la Diputación. Y es que los recientes trabajos desarrollados por el Departamento foral de Cultura han posibilitado el descubrimiento de restos medievales desconocidos hasta la fecha en el territorio. Así, los expertos han desenterrado el primer horno para fundir campanas del que se tiene conocimiento en la zona, así como el silo o almacén de grano comunitario más antiguo de cuantos han sido hallados en Vizcaya.
Este último elemento ha despertado un gran interés entre los especialistas por su valor histórico. La estructura, de 1,10 metros de diámetro y más de dos metros de profundidad, se empleaba para el almacenamiento de los excedentes agrarios de la comunidad de aldeanos que residían en el barrio de Gerrika en los siglos X y XI. En el agujero se acumulaba el diezmo que se pagaba a la iglesia, con la particularidad de que los dueños del templo eran los vecinos, por lo que ellos mismos mantenían la propiedad del alimento. Algo inédito hasta la fecha.
«El silo se empleó como una forma de escapar a la presión que ejercían los señores feudales de entonces. Es importante porque refleja el papel desempeñado por las iglesias en la organización de los procesos productivos. Teníamos constancia de que existieron, pero nos faltaba la confirmación material que ahora hemos obtenido en este templo», explicaron fuentes del departamento de Cultura de la institución foral.
Pero ésta no ha sido la única sorpresa que ha deparado la ermita, que hace cerca de diez siglos contaba con la catalogación de iglesia. El subsuelo se ha convertido en un verdadero centro de estudios para los arqueólogos. En la excavación efectuada sobre toda la superficie interior del templo, de 100 metros cuadrados, también se han destapado otros elementos de diferentes épocas del medievo.
De la más antigua -siglos VIII y IX-, los investigadores han encontrado varias sepulturas excavadas, además de agujeros tallados en la roca de difícil interpretación porque estaban muy alterados por sucesivas transformaciones, «pero que no son extraños en las necrópolis cristianas de la alta Edad Media. Se hacían a modo de cazoletas rituales», añadieron.
Un esqueleto con anillo
También existen evidencias de que sobre esta superficie, en el siglo X, se construyó una pequeña iglesia de planta rectangular, como corroboran los muros hallados. Además se conserva una ventana de tradición mozárabe que fue reutilizada en la estructura actual. «En Vizcaya existen sólo 17 de estas características», apuntaron.
Entonces, la construcción estaba rodeada de sepulturas en fosa simple. Por ello, se han descubierto algunos esqueletos. Uno de ellos portaba un anillo que ha comenzado a restaurarse. «No tiene una decoración especial. Se trata de un aro de bronce. En esta época normalmente no se enterraba con ajuar, salvo que fuera una persona destacada. En el cementerio de Momoitio, ubicado en la vertiente opuesta del monte Oiz, aparecieron tres de plata con motivos astrales», detallan los expertos.
En el siglo XI, el cementerio se abandonó y la iglesia se convirtió en una ermita dependiente de la colegiata de Zenarruza, en Bolibar. Posteriormente se excavó en su interior, en el sustrato natural, un horno para fundir campanas, que ahora ha aparecido en las prospecciones. «Es el primero de Vizcaya y se trata de uno de los más antiguos del País Vasco. En Guipúzcoa existen tres y también aparecieron piezas similares en la catedral de Vitoria». Su datación no es muy clara y los técnicos están a la espera de obtener los resultados de las pruebas de carbono 14.
En un momento aún por determinar, el templo fue desmantelado hasta sus cimientos y se igualó el terreno con una capa de arcilla sobre la que se construyó la ermita actual. Ahora comienzan a aflorar los secretos que celosamente guardan sus entrañas.
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