Se pone en marcha el proyecto museístico y urbano de la plaza de la Almoina (Valencia)

14/10/05 .- Las Provincias Digital/M. Domínguez

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Después de largos años de espera, por fin el proyecto museístico y urbano de la plaza de la Almoina ve la luz.


Y lo hace con el esplendor arquitectónico que merece el lugar histórico en el que nació la ciudad de Valencia. Ha sido un camino costoso, sobre todo porque las investigaciones arqueológicas de esta magnitud necesitan de mucho tiempo para su estudio y puesta en valor, a lo que hubo que sumar la complejidad de su ubicación en pleno corazón de Ciutat Vella. Pero ahora llegamos al final de este minucioso y largo camino, con una solución urbanística de gran calado que quedará perfectamente integrada en el entorno monumental de esta plaza. Un conjunto arquitectónico que con el tiempo estoy convencido será premiado y reconocido por su belleza y originalidad.

La Almoina se convertirá de nuevo en una ágora pública. Un espacio de reunión y encuentro ciudadano, abierto y singular, en el que además será posible adentrarse y conocer las entrañas de la Valencia más primitiva. Un proyecto en el que sus creadores han logrado conjugar la elegancia y la funcionalidad, preservando al mismo tiempo, con suma delicadeza, un yacimiento arqueológico en el que será posible contemplar los vestigios de la Valencia romana, visigoda, musulmana, y la cristiana medieval.

La propuesta arquitectónica de la plaza y museo de La Almoina no es superficial ni anónima, como algunos han intentado dar a entender. Se trata de un proyecto elegido en concurso público entre otras cosas por su efectividad y sensibilidad con la trama urbana de La Seu. Con el cubrimiento del yacimiento arqueológico, - con piedra natural y no con cemento – se gana una plaza pública y se consiguen las mejores condiciones técnicas posibles de preservación del tesoro arqueológico. Una superficie transparente de cristal de 300 m2, con una lamina de agua para evitar que se empañe, permitirá también contemplar el yacimiento desde el exterior.

Las críticas que han recibido la Almoina están más basadas en intereses políticos que en concepciones historicistas, prácticas, o estéticas. Ineludiblemente, y muy al pesar de algunos, esta plaza se convertirá muy pronto en una de las principales referencias culturales y turísticas de Valencia. Una vez acabadas las obras, su impacto acallará rápidamente las injustificadas dudas que ahora provoca en ciertos mentideros políticos que en el pasado se distinguieron por su aprobación de la aberrante actuación en el castillo romano de Sagunt y su beneplácito al fortín de cemento del Vetges-Tu en el jardín del Turia.

Con una concepción de la arquitectura y del urbanismo siempre constreñida por pautas políticas, tienen claro que si son ellos los responsables de la administración, las construcciones son armoniosas, respetuosas con la historia y de gran belleza. Ahora bien, si les toca estar en la oposición, no hay alternativa posible y todo se hace de forma irrelevante y destruyendo el patrimonio cultural.

No obstante, lo mejor que tiene este proyecto es que no necesita demasiada defensa. Por si mismo tiene suficiente fuerza y contenido como para desmontar cualquier interpretación contraria, más todavía si ésta se hace sin ninguna otra argumentación que la de estar en desacuerdo simple y llanamente porque quien al final ha sido capaz de dar una solución al yacimiento arqueológico y a la plaza de la Almoina ha sido el equipo de gobierno liderado por Rita Barberá.

Una vez acabadas las obras el próximo año, los valencianos podrán comprobar como tras varios lustros, la plaza de la Almoina resurge con esplendor guardando en su interior el resultado de los trabajos y la investigación de unos restos arqueológicos que muestran la historia fundacional de la ciudad de Valencia.

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