Un informe detecta la aparición de musgo, termitas y hierbas en el museo de la Almoina
23/8/10 .- http://www.levante-emv.com
El ayuntamiento solicita asesoramiento al Instituto de Conservación para mejorar las condiciones ambientales del recinto
El Centro Arqueológico de la Almoina tiene problemas para garantizar unas condiciones ambientales óptimas para las piezas y ruinas de época romana, árabe, visigoda y medieval que expone así como para controlar el riesgo biológico. El museo, inaugurado a finales de 2007 y en el que se han invertido más de 12 millones de euros, tiene termitas, musgo e incluso malas hierbas en puntos como las termas republicanas o el horreum.
Todo ello derivado de problemas estructurales y de un sistema de climatización mal calibrado. Así al menos lo apunta el informe de un experto en restauración y conservación del patrimonio histórico elaborado por encargo del Instituto Valenciano de Conservación. El ayuntamiento ha pedido a este instituto que les asesore para la conservación de las ruinas de la Almoina.
El citado informe, fechado en junio de 2009, constata la aparición de musgo en el Pozo de Ritos, problema asociado a los altos niveles de humedad, al estancamiento del aire y a la escasa incidencia de la luz. Se trata, explica el experto, de "un espacio de difícil acceso por estar cubierto por unos cristales en cuyas paredes se han desarrollado varias colonias de musgo". Las mediciones realizadas registraron en la zona del pozo votivo romano humedades relativas superiores al 90% y temperaturas en torno a los 24 ºC, parámetros que se ponen en cuestión.
Los parámetros de humedad y temperatura fueron fijados por la dirección de obra con una humedad relativa del aire del 65% durante todo el año y con dos consignas térmicas 16 grados en invierno y 25 en verano. Unos valores que, según el experto en conservación, "pueden entrar en contradicción con los recomendados para ciertos materiales arqueológicos", como los objetos de metal y las colecciones numismáticas.
El experto constató que en el interior del museo se estaban produciendo "condiciones ambientales particulares que han contribuido a la aparición de musgos como consecuencia de la menor ventilación, la mayor oscuridad y los niveles elevados de humedad".
En otra zona del museo con mayor insolación como son las termas -ubicadas justo debajo de la alberca-lucernario por la que entra luz natural al museo- "se ha podido comprobar la presencia de hierbas en las estructuras constructivas".
Así mismo se ha detectado "actividad entomológica" ocasionada por termitas en la instalación del Horruem, el almacén de época romana.
Medidores que no funcionan
Los técnicos a los que el ayuntamiento pidió asesoramiento no pudieron comprobar si los problemas detectados estaban asociados a un mal funcionamiento del sistema de climatización porque los "dos registradores de altas prestaciones" instalados en el museo "no estaban operativos al no contar con la aplicación informática correspondiente". El técnico advierte en su informe que para el diagnóstico de los problemas del museo y para establecer medidas correctoras se necesitan más datos. "Evidentemente, el registro sistemático de la temperatura y humedad relativa desde la entrada en funcionamiento del museo hubiese permitido conocer en detalle el grado de fiabilidad técnica del sistema de climatización", apunta.
El Museo de la Almoina se ha convertido en un quebradero de cabeza para el ayuntamiento. En mayo de 2008, al poco de su inauguración, se hacía público un informe del jefe del servicio de arqueología que ponía en solfa los errores y falsos históricos del proyecto museográfico.
El Ayuntamiento de Valencia destinó 600.000 euros al plan de actuación para mejorar la información arqueológica del museo de la Almoina. El dinero estaba destinado a modificar los audiovisuales, rehacer maquetas y reajustar espacios expositivos, como el mundo funerario, entre otras actuaciones.
El estado de abandono en el que se encuentra la alberca situada sobre las termas y que hace las veces de regulador de la temperatura da a entender que los problemas de mantenimiento del recinto no han terminado de subsanarse. Como informó Levante-EMV, el lucernario está cubierto por una espesa capa de polvo. El concejal de Fuentes reconocía que estaba sucia porque aún no se ha traspasado su mantenimiento a su delegación.
Las goteras y charcos que han aparecido en algunos puntos del museo dejan en entredicho la calidad arquitectónica del edificio. El hecho de estar a una cota inferior del nivel de la calle sumado a las estrictas condiciones ambientales que requieren las ruinas hacían especialmente complicado el proyecto de puesta en valor de las ruinas de la Almoina.
El Centro Arqueológico de la Almoina tiene problemas para garantizar unas condiciones ambientales óptimas para las piezas y ruinas de época romana, árabe, visigoda y medieval que expone así como para controlar el riesgo biológico. El museo, inaugurado a finales de 2007 y en el que se han invertido más de 12 millones de euros, tiene termitas, musgo e incluso malas hierbas en puntos como las termas republicanas o el horreum.
Todo ello derivado de problemas estructurales y de un sistema de climatización mal calibrado. Así al menos lo apunta el informe de un experto en restauración y conservación del patrimonio histórico elaborado por encargo del Instituto Valenciano de Conservación. El ayuntamiento ha pedido a este instituto que les asesore para la conservación de las ruinas de la Almoina.
El citado informe, fechado en junio de 2009, constata la aparición de musgo en el Pozo de Ritos, problema asociado a los altos niveles de humedad, al estancamiento del aire y a la escasa incidencia de la luz. Se trata, explica el experto, de "un espacio de difícil acceso por estar cubierto por unos cristales en cuyas paredes se han desarrollado varias colonias de musgo". Las mediciones realizadas registraron en la zona del pozo votivo romano humedades relativas superiores al 90% y temperaturas en torno a los 24 ºC, parámetros que se ponen en cuestión.
Los parámetros de humedad y temperatura fueron fijados por la dirección de obra con una humedad relativa del aire del 65% durante todo el año y con dos consignas térmicas 16 grados en invierno y 25 en verano. Unos valores que, según el experto en conservación, "pueden entrar en contradicción con los recomendados para ciertos materiales arqueológicos", como los objetos de metal y las colecciones numismáticas.
El experto constató que en el interior del museo se estaban produciendo "condiciones ambientales particulares que han contribuido a la aparición de musgos como consecuencia de la menor ventilación, la mayor oscuridad y los niveles elevados de humedad".
En otra zona del museo con mayor insolación como son las termas -ubicadas justo debajo de la alberca-lucernario por la que entra luz natural al museo- "se ha podido comprobar la presencia de hierbas en las estructuras constructivas".
Así mismo se ha detectado "actividad entomológica" ocasionada por termitas en la instalación del Horruem, el almacén de época romana.
Medidores que no funcionan
Los técnicos a los que el ayuntamiento pidió asesoramiento no pudieron comprobar si los problemas detectados estaban asociados a un mal funcionamiento del sistema de climatización porque los "dos registradores de altas prestaciones" instalados en el museo "no estaban operativos al no contar con la aplicación informática correspondiente". El técnico advierte en su informe que para el diagnóstico de los problemas del museo y para establecer medidas correctoras se necesitan más datos. "Evidentemente, el registro sistemático de la temperatura y humedad relativa desde la entrada en funcionamiento del museo hubiese permitido conocer en detalle el grado de fiabilidad técnica del sistema de climatización", apunta.
El Museo de la Almoina se ha convertido en un quebradero de cabeza para el ayuntamiento. En mayo de 2008, al poco de su inauguración, se hacía público un informe del jefe del servicio de arqueología que ponía en solfa los errores y falsos históricos del proyecto museográfico.
El Ayuntamiento de Valencia destinó 600.000 euros al plan de actuación para mejorar la información arqueológica del museo de la Almoina. El dinero estaba destinado a modificar los audiovisuales, rehacer maquetas y reajustar espacios expositivos, como el mundo funerario, entre otras actuaciones.
El estado de abandono en el que se encuentra la alberca situada sobre las termas y que hace las veces de regulador de la temperatura da a entender que los problemas de mantenimiento del recinto no han terminado de subsanarse. Como informó Levante-EMV, el lucernario está cubierto por una espesa capa de polvo. El concejal de Fuentes reconocía que estaba sucia porque aún no se ha traspasado su mantenimiento a su delegación.
Las goteras y charcos que han aparecido en algunos puntos del museo dejan en entredicho la calidad arquitectónica del edificio. El hecho de estar a una cota inferior del nivel de la calle sumado a las estrictas condiciones ambientales que requieren las ruinas hacían especialmente complicado el proyecto de puesta en valor de las ruinas de la Almoina.
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