Valencia: La ciudad de los 2 almudines
12/7/10 .- http://www.levante-emv.com
¿Y si la Valencia medieval no centralizaba la distribución de trigo —esencial en la época— en un solo almudín? Esta es una de las incógnitas sobre el pasado abierta tras el descubrimiento de un almacén de grano del siglo XIV en el palacio de Vallvert.
El almudín de Valencia, el que hace cien años se convirtió en Museo Paleontológico y hoy es una reformada sala de exposiciones, no está solo. Los trabajos de restauración del palacio de Vallvert —en la calle del Mar— han sacado a la luz recientemente los restos de un segundo almacén de grano del siglo XIV. Y de un tamaño considerable, que es lo primero que llama la atención: unos 23 metros de largo por 13 de ancho y 12 de altura, lo que dibuja una planta algo así como la mitad del almudín conocido.
El hallazgo abre nuevas vías de investigación sobre el comercio y la distribución del trigo en la Edad Media, tarea controlada por la Administración pública dada la importancia de esta materia prima y su escasez en el Mediterráneo. Así pues, ¿existió no sólo un almudín central?, ¿fue el de la calle del Mar una alhóndiga provisional —se sabe que hubo alguna otra— hasta que el grande adquirió toda su potencia en el siglo XV?, ¿era un almacén de un gremio?
El tiempo y una investigación histórica más profunda deben dar respuesta a lo que ahora son incógnitas nacidas de los descubrimientos en el subsuelo. Por lo pronto, lo que se sabe es que en la documentación antigua el edificio de lo que fue luego el palacio del barón de Vallvert aparece citado como un almacén de granos, como apunta la arqueóloga responsable de la excavación, Paloma Berrocal. Las evidencias arqueológicas indican que la construcción se ejecutó en el siglo XIV y los documentos revelan asimismo que en 1573 el Gremi de Barreters (los sombrereros eran los propietarios entonces) lo vendieron a la iglesia anexa (la del Pouet de Sant Vicent). Para entonces debía estar ya en desuso, porque los restos muestran que el inmueble se compartimentó de otra manera y se cegaron los arcos.
Justo unos años antes (1571) se tiene constancia de la finalización de una de las reformas importantes del almudín de la ciudad, que adquiriría ya una gran trascendencia en la vida de la ciudad hasta el siglo XIX. Así, una posibilidad es que durante el siglo XV se viviera un período de transición con varios almacenes funcionando al tiempo en la urbe, hasta que la distribución del grano se centralizó de forma total en el gran edificio levantado sobre el antiguo alcázar musulmán.
Tres graneros musulmanes
Se sabe que en época islámica hubo tres alhóndigas en funcionamiento (una en lo que hoy es el Palacio Arzobispal, otra en la calle de Tejedores y otra en el entorno de la actual vía de Santa Teresa) y que a mediados del siglo XIV —ya en etapa cristiana—funcionaba un «Almodí Vell» junto a las carnicerías de la ciudad (la plaza Redonda de ahora).
Según algunos historiadores del siglo XIX —los cita Inmaculada Aguilar en un estudio publicado por la reforma del gran almudín—, había otros graneros que no estaban en edificios cerrados, sino que eran más bien pórticos. Así hasta que a finales del XIV o principios del XV empieza a operar, según algunas de estas referencias, el almudín central, aunque posiblemente no a toda potencia, ya que en 1455 se decide su ampliación y adquiere ya su planta actual.
Dos naves con pasos diáfanos
En el caso del almacén de la calle del Mar —no existían referencias hasta ahora— está claro que no se trata de un simple pórtico. Como explica Berrocal, la planta es la de un edificio distribuido a lo largo de dos naves longitudinales, con pasos diáfanos en su interior a través de amplios vanos, lo que sugiere un trasiego grande de materias.
El inmueble debía tener dos o tres plantas además del bajo —se han documentado muros que alcanzan hasta 12 metros— con «escaleras livianas, tolvas y poleas», explica la arqueóloga, con las que se subiría y bajaría el grano en función de las necesidades de la parroquia (la estructura menor en que se dividía la ciudad).
La nave del este (junto a la iglesia del Pouet de Sant Vicent) serviría para el aprovisionamiento y almacenamiento del cereal hasta su distribución. La nave del oeste sería la de acceso, con una entrada —han aparecido dos grandes arcos cegados— por lo que hoy es un edificio de viviendas y que en el siglo XIV tuvo que ser una calle, apunta Berrocal.
El trigo era un bien esencial en la Edad Media. Su detallada reglamentación no se limitó a los tiempos de crisis y escasez, sino que en el momento de esplendor económica de la ciudad en pleno siglo XV la necesidad del grano era también muy alta. Incluso se llegaron a dar ayudas económicas a quienes se comprometieran a traerlo a la ciudad. En el almudín se organizaba, así, la venta de trigo, la reserva para el municipio, la regulación de precios, el préstamo de semillas, la distribución de harina o el crédito para los agricultores.
En este panorama de un comercio tan regulado hay que encajar ahora la aparición del nuevo almudín de Vallvert. Para la arqueóloga Paloma Berrocal, debieron existir posiblemente más almacenes y quizás «hay algún otro ahora bajo las capas del tiempo». Por ahora, son sólo hipótesis. El tiempo y la investigación dirán si la Valencia medieval fue distinta de lo que se pensaba hasta ahora.
El almudín de Valencia, el que hace cien años se convirtió en Museo Paleontológico y hoy es una reformada sala de exposiciones, no está solo. Los trabajos de restauración del palacio de Vallvert —en la calle del Mar— han sacado a la luz recientemente los restos de un segundo almacén de grano del siglo XIV. Y de un tamaño considerable, que es lo primero que llama la atención: unos 23 metros de largo por 13 de ancho y 12 de altura, lo que dibuja una planta algo así como la mitad del almudín conocido.
El hallazgo abre nuevas vías de investigación sobre el comercio y la distribución del trigo en la Edad Media, tarea controlada por la Administración pública dada la importancia de esta materia prima y su escasez en el Mediterráneo. Así pues, ¿existió no sólo un almudín central?, ¿fue el de la calle del Mar una alhóndiga provisional —se sabe que hubo alguna otra— hasta que el grande adquirió toda su potencia en el siglo XV?, ¿era un almacén de un gremio?
El tiempo y una investigación histórica más profunda deben dar respuesta a lo que ahora son incógnitas nacidas de los descubrimientos en el subsuelo. Por lo pronto, lo que se sabe es que en la documentación antigua el edificio de lo que fue luego el palacio del barón de Vallvert aparece citado como un almacén de granos, como apunta la arqueóloga responsable de la excavación, Paloma Berrocal. Las evidencias arqueológicas indican que la construcción se ejecutó en el siglo XIV y los documentos revelan asimismo que en 1573 el Gremi de Barreters (los sombrereros eran los propietarios entonces) lo vendieron a la iglesia anexa (la del Pouet de Sant Vicent). Para entonces debía estar ya en desuso, porque los restos muestran que el inmueble se compartimentó de otra manera y se cegaron los arcos.
Justo unos años antes (1571) se tiene constancia de la finalización de una de las reformas importantes del almudín de la ciudad, que adquiriría ya una gran trascendencia en la vida de la ciudad hasta el siglo XIX. Así, una posibilidad es que durante el siglo XV se viviera un período de transición con varios almacenes funcionando al tiempo en la urbe, hasta que la distribución del grano se centralizó de forma total en el gran edificio levantado sobre el antiguo alcázar musulmán.
Tres graneros musulmanes
Se sabe que en época islámica hubo tres alhóndigas en funcionamiento (una en lo que hoy es el Palacio Arzobispal, otra en la calle de Tejedores y otra en el entorno de la actual vía de Santa Teresa) y que a mediados del siglo XIV —ya en etapa cristiana—funcionaba un «Almodí Vell» junto a las carnicerías de la ciudad (la plaza Redonda de ahora).
Según algunos historiadores del siglo XIX —los cita Inmaculada Aguilar en un estudio publicado por la reforma del gran almudín—, había otros graneros que no estaban en edificios cerrados, sino que eran más bien pórticos. Así hasta que a finales del XIV o principios del XV empieza a operar, según algunas de estas referencias, el almudín central, aunque posiblemente no a toda potencia, ya que en 1455 se decide su ampliación y adquiere ya su planta actual.
Dos naves con pasos diáfanos
En el caso del almacén de la calle del Mar —no existían referencias hasta ahora— está claro que no se trata de un simple pórtico. Como explica Berrocal, la planta es la de un edificio distribuido a lo largo de dos naves longitudinales, con pasos diáfanos en su interior a través de amplios vanos, lo que sugiere un trasiego grande de materias.
El inmueble debía tener dos o tres plantas además del bajo —se han documentado muros que alcanzan hasta 12 metros— con «escaleras livianas, tolvas y poleas», explica la arqueóloga, con las que se subiría y bajaría el grano en función de las necesidades de la parroquia (la estructura menor en que se dividía la ciudad).
La nave del este (junto a la iglesia del Pouet de Sant Vicent) serviría para el aprovisionamiento y almacenamiento del cereal hasta su distribución. La nave del oeste sería la de acceso, con una entrada —han aparecido dos grandes arcos cegados— por lo que hoy es un edificio de viviendas y que en el siglo XIV tuvo que ser una calle, apunta Berrocal.
El trigo era un bien esencial en la Edad Media. Su detallada reglamentación no se limitó a los tiempos de crisis y escasez, sino que en el momento de esplendor económica de la ciudad en pleno siglo XV la necesidad del grano era también muy alta. Incluso se llegaron a dar ayudas económicas a quienes se comprometieran a traerlo a la ciudad. En el almudín se organizaba, así, la venta de trigo, la reserva para el municipio, la regulación de precios, el préstamo de semillas, la distribución de harina o el crédito para los agricultores.
En este panorama de un comercio tan regulado hay que encajar ahora la aparición del nuevo almudín de Vallvert. Para la arqueóloga Paloma Berrocal, debieron existir posiblemente más almacenes y quizás «hay algún otro ahora bajo las capas del tiempo». Por ahora, son sólo hipótesis. El tiempo y la investigación dirán si la Valencia medieval fue distinta de lo que se pensaba hasta ahora.
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