Los restauradores proponen acristalar parte del foso de las torres de Quart (Valencia)

26/5/05 .- Levante- El Mercantil Valenciano/H. García

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Las 132 marcas de proyectil localizadas en el monumento se conservarán como parte de su historia


Un equipo multidisciplinar formado por arquitectos, restauradores, geofísicos, químicos, historiadores y hasta un militar, se encargará de la limpieza y consolidación de las Torres de Quart, una intervención que el monumento gótico pedía a gritos y que el consistorio tenía pendiente desde hace años.


El Ayuntamiento de Valencia, cuya concejal de Cultura, Mª José Alcón, visitó ayer las torres, ha confiado la dirección del «lavado de cara» de las torres al subdirector del Forum Unesco y profesor de arquitectura de la Universidad Politécnica, Manuel Ramírez, y el catedrático Javier Benlloch. Ambos se encargan también de la limpieza de la Lonja. Los restauradores ya han realizado los estudios de diagnóstico previos y están redactando el proyecto de limpieza que comenzará el año próximo. La actuación tiene un presupuesto de dos millones de euros y se incluye en las obras de embellecimiento de la Copa del América.

La fase previa de diagnóstico ya ha deparado a los restauradores algunas sorpresas. En concreto, el estudio con el georradar ha permitido localizar en Guillem de Castro el antiguo foso defensivo de las torres. Ramírez anunció ayer que plantearán al consistorio la posibilidad de hacer dos catas arqueológicas en zonas donde no afecte al tráfico. La idea es recuperar algun tramo del foso y dejarlo a la vista colocando un pavimento acristalado. El foso de las Torres de Serrano también se recuperó durante su restauración, si bien se optó por no cubrirlo.

Ramírez declaró que «la filosofía de la intervención es similar a la aplicada en la Lonja», declarada Patrimonio de la Humanidad, esto es, una «limpieza respetuosa» con las huellas y la pátina de historia del monumento. «Se trata de conservar al máximo y restaurar sólo si hay problemas estructurales». Una parte destacada de esa historia que se mantendrá son las marcas de los cañonazos de los conflictos bélicos sufridos por las torres, una de las principales puertas fortificadas de acceso a la ciudad. Los expertos han localizado 132 marcas de bolaño de medio y gran calibre, muchas de ellas producidas en la Guerra de la Independencia, durante el asedio a la ciudad del ejercito francés, que tenía sus baterías instaladas en el Jardín Botánico.

El coronel y director del Museo Militar, Adán García, asesorará a los restauradores en el análisis y documentación de los proyectiles y las marcas de la piedra.

La utilización del georradar también ha permitido descubrir que algunas troneras originales han sido cegadas. En las torres también hay restos de intervenciones anteriores no del todo ortodoxas, como el enlucido hace una década de una de las salas abovedadas. Ramírez aseguró que en general el estado de las torres es «óptimo» y destacó que los muros de piedra de Godella del monumento incluso conservan la labra gótica sin abujardar original.

Las torres, construidas hace 562 años por Francesc Baldomar, que trabajó para Pere Compte en la Lonja, tienen 6.000 m2 de superficie y miden 34 metros de altura, uno más que las Torres de Serrano. La limpieza de éstas generó cierta polémica por la utilización de métodos de limpieza de la piedra considerados por algunos demasiado agresivos.

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