Ermita prerrománica de Enterría: Alguien se ocupa ahora

En la ermita prerrománica de Enterría del ayuntamiento de Camaleño se ha encontrado parte de un altar de cronología visigoda y el hallazgo se debe al celo restaurador mostrado por el párroco de Tama, Don José Manuel Gutiérrez.

Refiere el descubridor que realizaba obras de mantenimiento en esa ermita y al retirar un grosero altar de piedra pegado a uno de los lienzos del ábside, apareció una piedra hueca cilíndrica de 1,10 metros de altura que identificaron, inicialmente, como un antiguo tenante de altar y que ya los expertos han catalogado de cronología visigoda. El descubrimiento es significativo pues en Cantabria únicamente se conocen hasta el momento dos piezas similares, una se encuentra en Arredondo en la ermita de San Juan de Socueva y otra en San Sebastián de Herrán, en la ermita de Monegro del ayuntamiento de Santillana del Mar. Los especialistas explican que esos tenantes forman parte de un altar prerrománico, como soporte o pilar del propio altar. El tenante esta vaciado y tiene un hueco por donde se depositan las reliquias.
He hablado telefónicamente con el párroco y en el tono de su voz y en sus palabras se transmitía la euforia del hallazgo y su trascendencia pues este puede vehicular y dar respuestas históricas explicando o ayudando a entender cómo llegan y por qué lugares entran en Cantabria las huestes mozárabes y visigodas en su afán de alejarse de las tropas africanas dominadoras de la península.
El 11 de marzo del 2008 escribíamos en este mismo periódico, otra tribuna que titulábamos: «La ermita prerrománica de Enterría, alguien se tiene que ocupar». En ella relatábamos cómo habíamos encontrado, en que estado se encontraba la ermita y, siguiendo a García Guinea, explicábamos que se trataba de una construcción prerrománica levantada, quizás, en los siglos X u XI. Dábamos referencias de su fábrica de buena mampostería con hileras de piedras casi paralelas, diferenciándose nítidamente un ábside, un cuerpo central y la espadaña. En el ábside cuadrado y más pequeño que el resto de la ermita, llamaba la atención una piedra labrada con un perfecto trenzado de tres cabos, similar a algunas que se ven en ciertas ermitas mozárabes, una diminuta ventana rasgada, semejante a una aspillera y arqueada en la parte superior, daba carácter al edificio y dejaba entrar algo de luz al interior en donde dos cuerpos bien diferenciados se correspondían con la volumetría externa, el más pequeño o ábside cobijaba el altar, y se accedía a él por un arco triunfal de medio punto que conservaba restos de pinturas decorativas muy rústicas entre gris y azul que representan un tallo en S.
Todo esto, a nuestro criterio, evidenciaba que probablemente estábamos ante una ermita que sobrepasaba los 1.000 años, una cronología muy poco abundante en nuestra Comunidad, y por tanto una de las escasas representaciones que existían en Cantabria de arquitectura religiosa prerrománica, similar a algunas iglesias asturianas. Es por ello que esta ermita debía protegerse y estudiarse.
Denunciábamos en esa tribuna su abandono, antesala de su pérdida y nos quejábamos con estas palabras: ¿Tan sobrados estamos de ermitas prerrománicas en Cantabria?, esto no sucede en los países de nuestro entorno. ¿Qué ha pasado en nuestra historia para que seamos así?. ¿Quién entiende que el tan necesario y protector Catálogo del Patrimonio de Cantabria, que patrocinaba la Consejería de Cultura, haya suspendido su edición y de los diez volúmenes previstos sólo se hayan publicado tres?. ¿Por qué en Cantabria despreciamos nuestro patrimonio?. ¿Qué ha sucedido para llegar a esta situación? ¿Quién o quienes somos los responsables?. ¿Todos tenemos la misma responsabilidad? Y terminábamos estas reflexiones con una súplica. Y .¿Nadie va a hacer nada?.
El párroco, D. José Manuel Gutiérrez, leyó este articulo e inmediatamente puso 'manos a la obra' iniciando un trabajo meritorio y solitario de rehabilitación que ha sido recompensado con ese importante hallazgo. Creemos que no debiera haber estado tan solo y probablemente habría agradecido contar con ayuda institucional cualificada, pero esto no ha sido así y como otras veces el tesón individual consigue buenos resultados.
Decíamos, en esa tribuna, que ese lugar era singular y lo continuamos creyendo ahora apoyados por el hallazgo visigodo. A pocos metros de la ermita se yergue hacia el cielo una torre defensiva, como se precisaba en aquellos tiempos belicosos, con sus aspilleras y sus anchos muros protectores. El tiempo la humilló hasta convertirla en humilde cuadra de ovejas, pero en sus lienzos sobrios y austeros todavía podemos, usando la imaginación, leer que cuando el medievo debutaba, llegarían algunos caballeros errantes y en ese lugar construirían la ermita y después levantarían su torre vinculada al linaje que desde entonces sería conocido como de Enterría, recordando ese lugar que, abrazado por el río Deva, les acogió.