Castillos desde el aire (Álava)
24/1/09 .- http://www.elcorreodigital.com
Un libro muestra imágenes inéditas y espectaculares de las principales fortalezas alavesas fotografiadas desde un autogiro
Algunos libros aportan conocimiento. Otros, emocionan. Pero también los hay que descubren de repente un nuevo punto de vista a un paisaje trillado y repetido. Esa otra manera de ver es la que muestra el investigador irunés Iñaki Sagredo en su serie 'Navarra, castillos que defendieron el Reino', de la editorial Pamiela. Concretamente, los volúmenes primero y tercero -en breve se publicará el cuarto- que se dedican a la red de fortalezas de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, repasa el momento histórico en el que los reyes navarros extendían su dominio desde Aragón a Cantabria.
En el año 1200, Alfonso VIII de Castilla asedió la villa amurallada de Vitoria durante nueve largos meses. La capitulación de su guarnición navarra capitaneada por Martín Chipia cierra un capítulo de la enorme influencia del reino pamplonés en Álava durante los siglos XI y XII, que aún se mantendría en la zona sur de la provincia hasta el siglo XV. Recordar la presencia de los navarros por tierras alavesas en la época medieval es uno de los fundamentos de la publicación.
A vista de pájaro
Sagredo, a vista de pájaro y volando desde un pequeño y frágil autogiro, ha hecho una nueva aportación al estudio de los castillos alaveses. Concretamente, ha fotografíado y ha realizado fichas históricas y documentales y recreado 22 fortificaciones. Desde las más conocidas, estudiadas y visibles en el paisaje como Ocio, Portilla, Salinas, Astúlez o Arganzón hasta las más desconocidas como Corres, Lantarón, Buradón, Atauri o Toloño. En su conjunto formaban las líneas defensivas del Viejo Reino frente a su gran rival de la época, Castilla. «No decimos que todas esas atalayas las construyeron los navarros porque son lugares estratégicos y en casi todas se pueden encontrar indicios de ocupaciones anteriores. Pero sí queremos dejar constancia de que en un determinado momento de la historia las guarniciones eran navarras y que lo mismo ocurría en Vizcaya y Guipúzcoa, en La Rioja y parte de Aragón», explica Iñaki Sagredo. Pero además de aportar imágenes inéditas de una historia casi olvidada, la obra también explica cómo era la vida de los soldados, cómo estaban distribuidos los distintos habitáculos o cómo se comunicaban visualmente entre las fortificaciones.
«En realidad es una invitación a que la gente visite estos lugares y pueda interpretarlos con datos básicos», añade. Sagredo cita el asedio de Vitoria como un hecho importantísimo en la historia, pero despreciado por todos. «No creo que existan en el mundo medieval muchas ciudades que resistieran un asedio de casi un año sin trigo en sus graneros, pero nada se dice en los libros escolares», reivindica.
Faltan estudios
Historiadores y arqueólogos coinciden en señalar que todavía falta mucho por estudiar en el ámbito de los castillos. De hecho, el Departamento de Cultura del Gobierno vasco ha encomendado al equipo de la UPV que dirige el catedrático Agustín Azkarate un análisis pormenorizado de todas las fortalezas vascas de la época medieval. Este mismo equipo y otros han realizado ya investigaciones como la que se va a presentar pronto sobre el castillo y las murallas de Salinas de Añana, la villa que consiguió el primer fuero en el País Vaco, precisamente de manos de un rey de Pamplona y de Aragón, Alfonso I 'El Batallador'.
Una de las novedades que plantea la obra de Sagredo son las fotografías aéreas sobre las ruinas de algunos castillos de los que se tienen conocimiento documental, pero no hay vestigios. Es la primera vez que se documenta gráficamente, por ejemplo, el castillo de Corres, emplazado en la peña 'Castillo de los Moros', a tres kilómetros de la localidad. Sagredo lo recrea y documenta con detalle. Lo mismo hace con el de Zaitegi, que protege el paso de la Llanada hacia el Norte. El investigador lo sitúa en la actual ruina de la ermita de San Víctor, a la que se accede desde Letona. Sus muros de más de metro y medio hablan de una torre reutilizada posteriormente como ermita.
Otra aportación del libro es descubrir gracias al vuelo del autogiro la fortaleza de Lantarón, de la que no queda resto alguno a pesar de su indudable importancia histórica. Ubicada en el desfiladero de Sobrón, concretamente en la peña del Mazo, se han hallado vestigios de asentamiento por una necrópolis con 25 tumbas y una ermita.
También es muy poco habitual en los libros alaveses encontrar información sobre dónde se encontraba el castillo de Atauri, conquistado por los castellanos tras la caída de Vitoria en el año 1200. Iñaki Sagredo lo ubica en la ladera del monte El Fraile, junto a una vieja mina, aunque no quedan restos de muros ni fosos.
Algunos libros aportan conocimiento. Otros, emocionan. Pero también los hay que descubren de repente un nuevo punto de vista a un paisaje trillado y repetido. Esa otra manera de ver es la que muestra el investigador irunés Iñaki Sagredo en su serie 'Navarra, castillos que defendieron el Reino', de la editorial Pamiela. Concretamente, los volúmenes primero y tercero -en breve se publicará el cuarto- que se dedican a la red de fortalezas de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, repasa el momento histórico en el que los reyes navarros extendían su dominio desde Aragón a Cantabria.
En el año 1200, Alfonso VIII de Castilla asedió la villa amurallada de Vitoria durante nueve largos meses. La capitulación de su guarnición navarra capitaneada por Martín Chipia cierra un capítulo de la enorme influencia del reino pamplonés en Álava durante los siglos XI y XII, que aún se mantendría en la zona sur de la provincia hasta el siglo XV. Recordar la presencia de los navarros por tierras alavesas en la época medieval es uno de los fundamentos de la publicación.
A vista de pájaro
Sagredo, a vista de pájaro y volando desde un pequeño y frágil autogiro, ha hecho una nueva aportación al estudio de los castillos alaveses. Concretamente, ha fotografíado y ha realizado fichas históricas y documentales y recreado 22 fortificaciones. Desde las más conocidas, estudiadas y visibles en el paisaje como Ocio, Portilla, Salinas, Astúlez o Arganzón hasta las más desconocidas como Corres, Lantarón, Buradón, Atauri o Toloño. En su conjunto formaban las líneas defensivas del Viejo Reino frente a su gran rival de la época, Castilla. «No decimos que todas esas atalayas las construyeron los navarros porque son lugares estratégicos y en casi todas se pueden encontrar indicios de ocupaciones anteriores. Pero sí queremos dejar constancia de que en un determinado momento de la historia las guarniciones eran navarras y que lo mismo ocurría en Vizcaya y Guipúzcoa, en La Rioja y parte de Aragón», explica Iñaki Sagredo. Pero además de aportar imágenes inéditas de una historia casi olvidada, la obra también explica cómo era la vida de los soldados, cómo estaban distribuidos los distintos habitáculos o cómo se comunicaban visualmente entre las fortificaciones.
«En realidad es una invitación a que la gente visite estos lugares y pueda interpretarlos con datos básicos», añade. Sagredo cita el asedio de Vitoria como un hecho importantísimo en la historia, pero despreciado por todos. «No creo que existan en el mundo medieval muchas ciudades que resistieran un asedio de casi un año sin trigo en sus graneros, pero nada se dice en los libros escolares», reivindica.
Faltan estudios
Historiadores y arqueólogos coinciden en señalar que todavía falta mucho por estudiar en el ámbito de los castillos. De hecho, el Departamento de Cultura del Gobierno vasco ha encomendado al equipo de la UPV que dirige el catedrático Agustín Azkarate un análisis pormenorizado de todas las fortalezas vascas de la época medieval. Este mismo equipo y otros han realizado ya investigaciones como la que se va a presentar pronto sobre el castillo y las murallas de Salinas de Añana, la villa que consiguió el primer fuero en el País Vaco, precisamente de manos de un rey de Pamplona y de Aragón, Alfonso I 'El Batallador'.
Una de las novedades que plantea la obra de Sagredo son las fotografías aéreas sobre las ruinas de algunos castillos de los que se tienen conocimiento documental, pero no hay vestigios. Es la primera vez que se documenta gráficamente, por ejemplo, el castillo de Corres, emplazado en la peña 'Castillo de los Moros', a tres kilómetros de la localidad. Sagredo lo recrea y documenta con detalle. Lo mismo hace con el de Zaitegi, que protege el paso de la Llanada hacia el Norte. El investigador lo sitúa en la actual ruina de la ermita de San Víctor, a la que se accede desde Letona. Sus muros de más de metro y medio hablan de una torre reutilizada posteriormente como ermita.
Otra aportación del libro es descubrir gracias al vuelo del autogiro la fortaleza de Lantarón, de la que no queda resto alguno a pesar de su indudable importancia histórica. Ubicada en el desfiladero de Sobrón, concretamente en la peña del Mazo, se han hallado vestigios de asentamiento por una necrópolis con 25 tumbas y una ermita.
También es muy poco habitual en los libros alaveses encontrar información sobre dónde se encontraba el castillo de Atauri, conquistado por los castellanos tras la caída de Vitoria en el año 1200. Iñaki Sagredo lo ubica en la ladera del monte El Fraile, junto a una vieja mina, aunque no quedan restos de muros ni fosos.
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