Los arqueólogos hallan restos de un palacete rural en la alquería del Moro (Valencia)
16/3/05 .- Las Provincias/Paco Moreno - Valencia
Un horno de pan, la puerta de una capilla y almenas, entre los descubrimientos
Un auténtico palacete rural, quizá el mejor conservado de la ciudad según los expertos, ha sido el balance de la investigación arqueológica en la alquería del Moro, donde se prevé la apertura de una escuela taller del Ayuntamiento. La limpieza se ha encontrado con la puerta de una capilla, un horno y muros de tapial del siglo XIV.
La limpieza y primeras investigaciones de la alquería del Moro, situada junto al parque de Benicalap, han deparado agradables sorpresas a los arqueólogos. La puerta de una capilla, un horno de pan, muros de tapial del siglo XIV y hasta las almenas de una terraza que hubo en la primera planta constatan el hecho de que esta edificación fue un auténtico palacio rural, cuyos propietarios dominaban y ejercían su influencia en gran parte del territorio de su entorno, extramuros de la ciudad medieval.
El concejal de Empleo, José Luis Juan, visitó ayer el edificio, donde ya han desaparecido toneladas de escombros y basura, debido a que el palacio estuvo abandonado durante lustros, además de ocupado con frecuencia por indigentes.
Ahora, un recorrido por sus dependencias muestra una especie de retorno al pasado medieval y agrícola de Valencia. Como detalle del valor de los hallazgos, uno de los arqueólogos, Víctor Algarra, encontró en el suelo un documento de 1842, una factura por la cesión de unos terrenos durante cinco años.
Algarra, acompañado por la arqueóloga Pepa Pascual y el coordinador del proyecto, el arquitecto Juan José Galiano, explicaron al edil de Empleo el valor de lo encontrado. La previsión es que una escuela taller se haga cargo de la rehabilitación de la vivienda, aunque el edil dijo que los hallazgos patrimoniales “obligan a repensarlo todo”.
Nada más entrar, un arco de gran tamaño invita a pensar en un palacete, más que en la clásica imagen de la alquería como vivienda campesina. “Es un error muy común pensar esto, aunque en aquella época, estos palacetes eran auténticos centros de producción, con hornos de pan, huerta y campos de cultivo”.
Del horno queda la boca tapiada, aunque se pretende destapar esta entrada, lo mismo que el suelo de la habitación colindante, donde estaba el propio horno.
Desde el siglo XIV, de cuando han sido datados los muros de tapial más antiguos, el palacete fue reformado decenas de veces, por lo que los arqueólogos han tenido que descubrir las huellas de estas modificaciones, con las huellas de las vigas y paredes ya desaparecidas.
Huertos cercanos
Justo al lado de la alquería, subsiste el terreno del antigo huerto, que surtía a la despensa del palacete de todo lo necesario. En la actualidad, esos campos son propiedad privada, dado que el Consistorio sólo expropió la alquería.
El edificio está rodeado por varios caminos, que se suponen medievales y aparecen en planos antiguos de la ciudad, como uno francés de 1812. Ahora, uno de ellos está asfaltado, mientras que el otro separa la alquería del Moro de la alquería de Luna, una construcción también de cierto valor, aunque no será objeto de intervención en este proyecto municipal.
La puerta de la capilla, unos bancos para “festejar” y hasta los restos de una enorme chimenea completan los restos del palacete rural que ha sido toda una sorpresa para la escuela taller.
Un auténtico palacete rural, quizá el mejor conservado de la ciudad según los expertos, ha sido el balance de la investigación arqueológica en la alquería del Moro, donde se prevé la apertura de una escuela taller del Ayuntamiento. La limpieza se ha encontrado con la puerta de una capilla, un horno y muros de tapial del siglo XIV.
La limpieza y primeras investigaciones de la alquería del Moro, situada junto al parque de Benicalap, han deparado agradables sorpresas a los arqueólogos. La puerta de una capilla, un horno de pan, muros de tapial del siglo XIV y hasta las almenas de una terraza que hubo en la primera planta constatan el hecho de que esta edificación fue un auténtico palacio rural, cuyos propietarios dominaban y ejercían su influencia en gran parte del territorio de su entorno, extramuros de la ciudad medieval.
El concejal de Empleo, José Luis Juan, visitó ayer el edificio, donde ya han desaparecido toneladas de escombros y basura, debido a que el palacio estuvo abandonado durante lustros, además de ocupado con frecuencia por indigentes.
Ahora, un recorrido por sus dependencias muestra una especie de retorno al pasado medieval y agrícola de Valencia. Como detalle del valor de los hallazgos, uno de los arqueólogos, Víctor Algarra, encontró en el suelo un documento de 1842, una factura por la cesión de unos terrenos durante cinco años.
Algarra, acompañado por la arqueóloga Pepa Pascual y el coordinador del proyecto, el arquitecto Juan José Galiano, explicaron al edil de Empleo el valor de lo encontrado. La previsión es que una escuela taller se haga cargo de la rehabilitación de la vivienda, aunque el edil dijo que los hallazgos patrimoniales “obligan a repensarlo todo”.
Nada más entrar, un arco de gran tamaño invita a pensar en un palacete, más que en la clásica imagen de la alquería como vivienda campesina. “Es un error muy común pensar esto, aunque en aquella época, estos palacetes eran auténticos centros de producción, con hornos de pan, huerta y campos de cultivo”.
Del horno queda la boca tapiada, aunque se pretende destapar esta entrada, lo mismo que el suelo de la habitación colindante, donde estaba el propio horno.
Desde el siglo XIV, de cuando han sido datados los muros de tapial más antiguos, el palacete fue reformado decenas de veces, por lo que los arqueólogos han tenido que descubrir las huellas de estas modificaciones, con las huellas de las vigas y paredes ya desaparecidas.
Huertos cercanos
Justo al lado de la alquería, subsiste el terreno del antigo huerto, que surtía a la despensa del palacete de todo lo necesario. En la actualidad, esos campos son propiedad privada, dado que el Consistorio sólo expropió la alquería.
El edificio está rodeado por varios caminos, que se suponen medievales y aparecen en planos antiguos de la ciudad, como uno francés de 1812. Ahora, uno de ellos está asfaltado, mientras que el otro separa la alquería del Moro de la alquería de Luna, una construcción también de cierto valor, aunque no será objeto de intervención en este proyecto municipal.
La puerta de la capilla, unos bancos para “festejar” y hasta los restos de una enorme chimenea completan los restos del palacete rural que ha sido toda una sorpresa para la escuela taller.
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