Abamia: alerta amarilla en el templo símbolo
16/12/07 .- http://www.lne.es
La restauración de la iglesia bajomedieval próxima a Corao, vinculada a la primera Monarquía asturiana, provoca el levantamiento popular al ser cubierta por estuco
Corao (Cangas de Onís),
J. MORÁN
A nueve kilómetros del corazón del Principado, Covadonga, y a ocho de Cangas de Onís -primera capital del Reino de Asturias, siglo VIII-, se alza la iglesia de Santa Eulalia de Abamia, convertida ahora mismo en motivo de alzamiento por parte de vecinos de Corao que rechazan de plano el proceso de restauración de un templo que consideran, ante todo, «un símbolo», según afirma Francisco Pantín, secretario de la Asociación Cultural «Abamia», principal ariete encauzador del descontento popular.
Hasta el presente, simbólica, pero discreta, la iglesia de Abamia ha sido el centro de un lugar de paz entre montes y dos tejos centenarios. Hoy es lugar de desconsuelo: «Hay vecinos que suben a ver cómo ha quedado y bajan llorando», agrega Pantín.
Lo que ha turbado a los pobladores de Corao es que Santa Eulalia luce hoy envuelta en una capa de estuco -argamasa de cal y arena- de color ocre-amarillo. Es el «impermeable» que dicho templo pudo tener en sus orígenes, y cuyos restos en los muros del templo ha detectado el restaurador Jesús Puras mediante análisis.
La impermeabilización de Abamia con estuco de dicho color está en boca de todo el entorno. «¿Visteis "lo amarillo"?», comentaba esta semana la hostelera Rosita Morán, de Benia de Onís. En las retinas de Corao y alrededores permanece la imagen de una iglesia con la piedra vista, del mismo modo que en el término Abamia confluyen tradiciones primordiales asturianas.
Una de esas tradiciones atribuye al rey Pelayo la orden de construir esta iglesia «como fundación monasterial», dejó escrito Magín Berenguer. Siglos después, el obispo Pelayo deja constancia en su «Libro de los Testamentos» que el homónimo rey yace junto a su esposa, Gaudiosa, en Santa Eulalia de Velamio. Se trate o no de una interpolación en dicho texto, el dato prueba que una tradición muy arraigada habla de sendos enterramientos, los cuales fueron removidos posteriormente para trasladar los restos del matrimonio a Covadonga, en tiempos de Alfonso X, según narra otro hilo del pasado.
Sobre aquel templo de Pelayo y Gaudiosa se levanta desde época bajomedieval la actual iglesia, pero para Pantín y otras gentes de Corao también resuenan estratos inferiores del subsuelo, donde fueron hallados «enterramiento medievales y restos vadinienses y romanos». Ello, más la proximidad de un posible «campo dolménico», agrega Pantín, remontan Abamia al poblamiento prerromano, a una antigüedad en la que algo sagrado o misterioso se reverenciaba.
Sin embargo, la polémica por la restauración de Abamia con estuco amarillo enfrenta también a los defensores del «templo símbolo» con otras premisas parcialmente desmitologizadoras del lugar. Jesús Puras, licenciado en Bellas Artes y restaurador, saca en primer lugar Abamia de la franja románica: «No es un templo románico, sino bajomedieval, del siglo XV, con pinturas murales del siglo XVI en un primer estrato, y barrocas, en un un segundo».
Puras no le le niega «valor histórico artístico al edificio, pero no una singularidad excepcional, pues es de la misma traza, momento, factura y puede que taller que San Acisclo de Pendueles, Santa Eulalia de Onís, Santa Eulalia de Puertas, Santa María de Llás o Santa María de Cangas de Onís».
Se trata, agrega, de «un edificio rural, popular, pero reconozco su valor emocional, y los encantos de su ubicación idílica y que en el concejo tienen interés en revalorizarlo». En cuanto a los elementos de la tradición que la vinculan a la primera Monarquía asturiana, Jesús Puras afirma: «Yo sí creo que existieron Pelayo y Gaudiosa, y que pudieron haber estado enterrados en otra estructura previa, pero fueron trasladados a Covadonga antes de que se construyera la actual iglesia». Un estudio arqueológico, actualmente en proceso, indicará pistas de interpretación para la Abamia del XV, con una ocupación anterior, posiblemente del siglo XIII, y con un sustrato de necrópolis medieval del siglo IX, o anterior. La ocupación romana, en el mismo lugar o en el entorno, y la antigua presencia de dólmenes también son objeto de análisis. Y ya dentro del templo, los vecinos de Corao piden que no se toquen las que consideran tumbas de Pelayo y Gaudiosa, que Puras propone colocar junto al muro oeste, sobre unas estructuras metálicas. «Estamos hablando de lápidas, y una de ellas puede ser de un clérigo, un cruzado, o monje, y la otra labrada en el siglo XIX con el nombre de Gaudiosa».
Corao (Cangas de Onís),
J. MORÁN
A nueve kilómetros del corazón del Principado, Covadonga, y a ocho de Cangas de Onís -primera capital del Reino de Asturias, siglo VIII-, se alza la iglesia de Santa Eulalia de Abamia, convertida ahora mismo en motivo de alzamiento por parte de vecinos de Corao que rechazan de plano el proceso de restauración de un templo que consideran, ante todo, «un símbolo», según afirma Francisco Pantín, secretario de la Asociación Cultural «Abamia», principal ariete encauzador del descontento popular.
Hasta el presente, simbólica, pero discreta, la iglesia de Abamia ha sido el centro de un lugar de paz entre montes y dos tejos centenarios. Hoy es lugar de desconsuelo: «Hay vecinos que suben a ver cómo ha quedado y bajan llorando», agrega Pantín.
Lo que ha turbado a los pobladores de Corao es que Santa Eulalia luce hoy envuelta en una capa de estuco -argamasa de cal y arena- de color ocre-amarillo. Es el «impermeable» que dicho templo pudo tener en sus orígenes, y cuyos restos en los muros del templo ha detectado el restaurador Jesús Puras mediante análisis.
La impermeabilización de Abamia con estuco de dicho color está en boca de todo el entorno. «¿Visteis "lo amarillo"?», comentaba esta semana la hostelera Rosita Morán, de Benia de Onís. En las retinas de Corao y alrededores permanece la imagen de una iglesia con la piedra vista, del mismo modo que en el término Abamia confluyen tradiciones primordiales asturianas.
Una de esas tradiciones atribuye al rey Pelayo la orden de construir esta iglesia «como fundación monasterial», dejó escrito Magín Berenguer. Siglos después, el obispo Pelayo deja constancia en su «Libro de los Testamentos» que el homónimo rey yace junto a su esposa, Gaudiosa, en Santa Eulalia de Velamio. Se trate o no de una interpolación en dicho texto, el dato prueba que una tradición muy arraigada habla de sendos enterramientos, los cuales fueron removidos posteriormente para trasladar los restos del matrimonio a Covadonga, en tiempos de Alfonso X, según narra otro hilo del pasado.
Sobre aquel templo de Pelayo y Gaudiosa se levanta desde época bajomedieval la actual iglesia, pero para Pantín y otras gentes de Corao también resuenan estratos inferiores del subsuelo, donde fueron hallados «enterramiento medievales y restos vadinienses y romanos». Ello, más la proximidad de un posible «campo dolménico», agrega Pantín, remontan Abamia al poblamiento prerromano, a una antigüedad en la que algo sagrado o misterioso se reverenciaba.
Sin embargo, la polémica por la restauración de Abamia con estuco amarillo enfrenta también a los defensores del «templo símbolo» con otras premisas parcialmente desmitologizadoras del lugar. Jesús Puras, licenciado en Bellas Artes y restaurador, saca en primer lugar Abamia de la franja románica: «No es un templo románico, sino bajomedieval, del siglo XV, con pinturas murales del siglo XVI en un primer estrato, y barrocas, en un un segundo».
Puras no le le niega «valor histórico artístico al edificio, pero no una singularidad excepcional, pues es de la misma traza, momento, factura y puede que taller que San Acisclo de Pendueles, Santa Eulalia de Onís, Santa Eulalia de Puertas, Santa María de Llás o Santa María de Cangas de Onís».
Se trata, agrega, de «un edificio rural, popular, pero reconozco su valor emocional, y los encantos de su ubicación idílica y que en el concejo tienen interés en revalorizarlo». En cuanto a los elementos de la tradición que la vinculan a la primera Monarquía asturiana, Jesús Puras afirma: «Yo sí creo que existieron Pelayo y Gaudiosa, y que pudieron haber estado enterrados en otra estructura previa, pero fueron trasladados a Covadonga antes de que se construyera la actual iglesia». Un estudio arqueológico, actualmente en proceso, indicará pistas de interpretación para la Abamia del XV, con una ocupación anterior, posiblemente del siglo XIII, y con un sustrato de necrópolis medieval del siglo IX, o anterior. La ocupación romana, en el mismo lugar o en el entorno, y la antigua presencia de dólmenes también son objeto de análisis. Y ya dentro del templo, los vecinos de Corao piden que no se toquen las que consideran tumbas de Pelayo y Gaudiosa, que Puras propone colocar junto al muro oeste, sobre unas estructuras metálicas. «Estamos hablando de lápidas, y una de ellas puede ser de un clérigo, un cruzado, o monje, y la otra labrada en el siglo XIX con el nombre de Gaudiosa».
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