El parque de las sorpresas (Zamora)
7/12/07 .- http://www.laopiniondezamora.es
RAFAEL ANGEL GARCÍA. Con las obras en el Castillo de Zamora estamos redescubriendo la ciudad. No cabe duda. La importancia de los hallazgos, todo lo que va apareciendo bajo metros cúbicos de tierras, asombra. Y confirma la excepcional fortaleza defensiva de esta plaza, comprendiendo ahora mucho mejor, si cabe, aquello de "la bien cercada". La campaña arqueológica está siendo rigurosa e incisiva. Gracias al arrojo de quienes, político y técnicos, han apostado sucesivas veces por nuevas fases de excavación que desentrañen nuestro pasado más lejano. ¡Enhorabuena! No es exagerado, pues, afirmar que estamos ante un momento histórico, el de reescribir a ciencia cierta los orígenes remotos de nuestra ciudad. En el Castillo las sorpresas afloran. Así, se adelantan las épocas de ocupación a las Edades del Bronce y del Hierro. Aparece la primitiva puerta de acceso al Castillo, situada a una cota inferior a la actual, escorada un poco más hacia el norte. Pronto será abierta, y es probable que desde ella se acceda a dependencias bajo el patio de armas. Suma y sigue. Se acaba de descubrir la capilla medieval del siglo XV. Sale a la luz también el arranque de un cubo que daría protección a la entrada al castillo desde el exterior del foso. En consecuencia, el paso hacia el interior del castillo estaba defendido por esta suerte de puerta fortificada. Las sorpresas no terminan. Hacia la zona más septentrional de los jardines, junto al foso, ha quedado al descubierto el extremo de lo que sería una necrópolis, con cierta seguridad la correspondiente a la iglesia de Santa Colomba, de ubicación exacta desconocida hasta la fecha. Pero, atención, estamos ya en el parque, y parece que éste no se va a tocar. Hace casi dos años me atrevía a plantear en esta misma columna ("El Castillo de Moneo", 28 de febrero de 2006, página 25) la oportunidad y conveniencia de extender las excavaciones arqueológicas del castillo a su contexto más inmediato: los jardines. Por la documentación que conservamos sabemos con seguridad que bajo este parque decimonónico se encuentran importantes construcciones defensivas pertenecientes a la fortaleza. La magnificencia de cuanto está sacando a la luz la arqueología hace aventurar la extrema importancia de lo que aún ocultan los jardines. No sólo las construcciones defensivas exteriores al foso de la fortaleza, sino también la propia iglesia de Santa Colomba, cerca de un metro de Catedral enterrada en su parte oeste y, lo que me parece más relevante aún, el entramado urbano del caserío que configuraba este sector de la Zamora antigua, indudable germen de la evolución urbana de nuestra ciudad, aún hoy prácticamente desconocido. Las sorpresas pueden ser todavía mayores. El arquitecto Francisco Somoza, responsable de la intervención en el Castillo, apuesta con insistencia por la necesidad de levantar los jardines, también desde el punto de vista técnico, y escrutar lo que esconden. No hacerlo, a pesar de su notable coste económico, supondría amputar la fábrica de la fortaleza que se extiende más allá del foso, desestimar su contexto, obviar el germen urbano de Zamora y, sobre todo, dar largas a algo que -sin ninguna duda- tarde o temprano la ciudad acabará por acometer.
El protagonismo de este espacio es inseparable del Castillo. De hecho, se va confirmando la excepcional potencia defensiva de nuestro Castillo como uno de los extraordinariamente inexpugnables comparativamente hablando. Es inexcusable, pues, dar continuidad a las excavaciones en el parque del Castillo, donde todo lo que aparezca podrá ser estudiado, y cuanto lo merezca se integrará en el conjunto del Castillo-Museo Baltasar Lobo. El museo, el castillo y la ciudad saldrán ganando. Es momento de dejarnos sorprender.
El protagonismo de este espacio es inseparable del Castillo. De hecho, se va confirmando la excepcional potencia defensiva de nuestro Castillo como uno de los extraordinariamente inexpugnables comparativamente hablando. Es inexcusable, pues, dar continuidad a las excavaciones en el parque del Castillo, donde todo lo que aparezca podrá ser estudiado, y cuanto lo merezca se integrará en el conjunto del Castillo-Museo Baltasar Lobo. El museo, el castillo y la ciudad saldrán ganando. Es momento de dejarnos sorprender.
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