Caja Madrid asumirá la restauración de Santa Clara (Córdoba) como museo vivo del patrimonio local.

El Ayuntamiento espera cerrar en breve más de 45 años de desidia y abandono con el monumento que aglutina vestigios bizantinos, califales, mudéjares y barrocos


El convento de Santa Clara, joya patrimonial de Córdoba, puede tener sus días de abandono contados. La Fundación Caja Madrid ha alcanzado un principio de acuerdo con el Ayuntamiento para acometer la restauración de este enclave situado entre las calles Rey Heredia y Obispo Osio como monumento que aglutina vestigios bizantinos, califales, mudéjares y barrocos y símbolo del paso de civilizaciones por la capital.

Según ha podido confirmar ABC de fuentes municipales de toda solvencia, la fundación sociocultural de la segunda entidad de ahorros de España ha puesto a trabajar ya a varios técnicos propios que han girado visita a Córdoba para examinar el estado que presenta el viejo convento (en tiempos basílica bizantina y mezquita).

El Plan Especial de Protección del Casco califica de «muy mala» su conservación y deja la puerta abierta a la reimplantación de algunos elementos existentes. Este monumento cuenta, entre otros aspectos de interés, con uno de los cuatro alminares que quedan en Córdoba de un pasado califal en el que cohabitaron más de trescientas mezquitas.

La promotora municipal Vimcorsa está elaborando un anteproyecto de actuación tomando como punto de partida el que elaboró hacia 1993 el arquitecto Arturo Ramírez, que enfocó su uso como un centro de interpretación del patrimonio religioso. Aquel estudio embarrancó, como otras iniciativas que intentaron sacarse adelante desde que en 1960 adquiriera el inmueble el Ayuntamiento.

La idea del equipo de gobierno local pasa ahora por «respetar todo lo que haya» para «hacer visitable el enclave y explicar la historia de la ciudad» a través de él, señalan estas fuentes. El edificio está incluido en el Catálogo de Bienes de Interés Cultural (BIC) de la Junta de Andalucía. Ya en julio pasado, a instancias del PSOE, el Pleno se pronunció al respecto de impulsar la rehabilitación de Santa Clara como un futuro equipamiento de la candidatura a la Capitalidad Cultural.

Aunque no hay nada firmado de manera oficial, tanto la Fundación Caja Madrid como el Ayuntamiento tienen casi cerrado el convenio por el que es muy probable que sea la entidad la que afronte el montante total de la restauración. De momento, no existe una cantidad específica, sólo la referencia que marca el Plan Especial del Casco y que cifra en unos 2 millones de euros la reforma. No obstante, las fuentes técnicas consultadas creen que el presupuesto final no diferirá mucho de esa cantidad. Una vez que termine su trabajo Vimcorsa, Caja Madrid hará público su compromiso.


Intentos en vano

Junto a la vieja basílica y mezquita se encuentra un colegio que está integrado en la parcela de casi 2.000 metros cuadrados que ocupa todo el convento de Santa Clara. En 2001, cuando el PSOE cogobernaba con IU y José Mellado ostentaba la Gerencia de Urbanismo, se planteó a la Universidad de Córdoba la posibilidad de ceder esta parte de la parcela destinada a uso educativo para el traslado de algunas facultades y dejar el grueso monumental para un centro de estudios árabes, judíos y cristianos.

Fue uno de los diversos intentos por rescatar a Santa Clara que, por otro lado, fue centro neurálgico de uno de los episodios más recordados en el foro político local. Bajo el mandato de Julio Anguita, se planteó ceder a una asociación cultural musulmana el edificio para su reapertura como lugar de culto y estudio islámico. Esta idea enconó las relaciones con el entonces obispo de Córdoba, José Antonio Infantes Florido. Tampoco prosperó.

Recientemente, el Obispado planteó a Rosa Aguilar la posibilidad de adquirir Santa Clara a través de una permuta con propiedades eclesiásticas en la ciudad. El objetivo del anterior obispo Javier Martínez era convertir el viejo convento de franciscanas en un Instituto Internacional de Intercambio Cristiano e Islámico, además de trasladar parte del Archivo Histórico Diocesano. La regidora rechazo nuevamente la oferta, mientras que las señas de abandono eran cada vez más palpables.