«El legado alfonsí en Ciudad Real fue pobre y muy reducido»
8/7/07 .- www.eldiadeciudadreal.com
- ENTREVISTA A JORGE SÁNCHEZ LILLO -
Autor de la obra 'Ciudad Real Medieval: Hipótesis sobre la pervivencia del legado alfonsí'
Amante de su ciudad, el historiador Jorge Sánchez se adentra con su último ensayo Ciudad Real Medieval: Hipótesis sobre la pervivencia del legado alfonsí en las raíces que dieron origen a Ciudad Real. Una obra en la que deja constancia de los resquicios que aún perduran en el tiempo 750 años después de su fundación.
—¿Por qué el legado alfonsí como tema central del ensayo?
—En primer lugar, porque Alfonso X El Sabio fue el fundador de la ciudad y en segundo, porque me parece un tema muy curioso del que hablar, a pesar de estar ya bastante trabajado por otros medievalistas anteriores a mí. El ensayoCiudad Real medieval: Hipótesis sobre la pervivencia del legado Alfonsí se divide en dos partes. En la primera de ellas centro la atención en todo aquello que en la actualidad puede ver a simple vista cualquier turista, mientras que en la segunda, mi mirada se dirige al trazado de la ciudad. Y es que si tienes un plano encima de la mesa y lo observas ves que el trazado de Ciudad Real tiene forma de corazón invertido, de almendra o de ovoide irregular. Eso fue lo que más me llamó la atención durante la investigación. Desde luego, y bajo mi punto de vista, no creo que éste sea un trazado caprichoso, sino que desde luego tiene un porqué según los criterios y documentos que he podido manejar.
—¿Y cuáles son esos criterios a los que se refiere?
—Mi teoría hipotética se basa en la argumentación de que la Puerta de Toledo está muy bien situada como eje central de la ciudad, en un ángulo que forma su Real Alcázar con la confluencia de dos caminos; que es la Puerta de Alarcos. Pero además, si tomas la Carta Puebla ves como ésta incorpora a la villa real ciertas aldeas que se encuentran a su alrededor como la aldea de Ciruela, de la cuál sale una conexión a la vía principal que digamos es el eje de la ciudad, esto es, calle Calatrava, calle Feria o calle Postas, por citar algunas, aunque con diferente nombre al que existen en la actualidad.
—Resulta curioso, pero una de las pocas cosas que no han cambiado para nada desde la época alfonsí en la capital ha sido el trazado de sus calles. Al menos a esa conclusión llega al final de su ensayo. ¿Qué opinión le merece?
—La verdad, así es. Después de 750 años de la fundación de la ciudad el trazado de las calles sigue siendo el mismo. Tan sólo unas pocas calles son de nueva apertura, el resto, sobre todo las principales, ya estaban ahí. Desde luego es un trazado que ha permanecido en el tiempo gracias a un sencillo engranaje, o mejor dicho, a la confluencia de varios caminos. Y es que como lo que hoy en día es Ciudad Real se encontraba en pleno corazón del territorio de la Orden de Calatrava, surgió la necesidad de levantar un asentamiento realengo en toda esta zona, con el fin de disponer de un lugar de descanso desde Toledo a Andalucía, ya que era un trayecto bastante largo en aquella época. Pero además, al no poder poblar Alarcos, se fijó esa encrucijada de caminos que ha permanecido hasta la actualidad. Lo cierto es que se trata de un legado que ha permanecido intacto con el paso de los años y del que no nos damos cuenta en muchas ocasiones.
—¿Y de donde surge esa vocación y curiosidad por los temas históricos no sólo de su ciudad, sino también de su provincia?
—Mi motivación comenzó a raíz de una exposición fotográfica que monté en la que se ponía de manifiesto que además de los célebres molinos de viento la provincia de Ciudad Real tenía otras muchas cosas. De esto hace ya más de 30 años y en ese tiempo, muchos investigadores y profesores han mostrado su inquietud por estos temas.
—Como amante de la historia de su ciudad, pero también como estudioso de la materia. ¿Qué siente al ver que gran parte del legado alfonsí se ha perdido?
—El legado alfonsí en Ciudad Real fue pobre y muy reducido, simplemente la Puerta de Toledo, el recinto amurallado y poco más. Lo cierto es que no sé si llegó a ver tanto una cosa como la otra, ya que Alfonso X murió en 1284, cuando la ciudad aún no estaba construida del todo. Yo siempre digo que una vez muerto el perro, se acabó la rabia, es decir, que una vez que fallece el rey, la ciudad se paraliza. De hecho, las primeras cuentas que aparecen para el recinto amurallado datan de 1292-1294, ya casi al final del S.XIII, y algo más tarde, a principios del S.XIV, a parece la inscripción de la Puerta de Toledo, lo que viene a demostrar que cuando se terminó o se inauguró el monumento, ya había fallecido su fundador.
—¿Considera que las instituciones de la ciudad podían haber hecho una mayor defensa de este legado?
—Pero no sólo del legado alfonsí, sino también del legado existente del siglo XVI y XVII.Recuerdo cuando paseaba por diferentes calles de la ciudad y contemplaba ciertas portadas blasonadas, así como algunos conventos y edificios de la época. Desde luego, claro que se podía haber recuperado bastantes edificios, ya que en Ciudad Real había muchas construcciones religiosas y civiles como el Convento del Espíritu Santo, la Torrecilla o el Convento de las Dominicas. Bajo mi punto de vista se debería haber consultado con gente especializada en la materia de la Universidad o del Colegio de Arquitectos para crear esta ciudad de nueva planta, con el único fin de haber creado antes un plan director que recogiese y canalizase todas las ideas.
—Para finalizar. ¿Tiene algún nuevo proyecto en mente sobre el que ya esté trabajando?
—Claro que sí. Actualmente tengo en mente un trabajo sobre el traslado del Castillo de Calatrava La Nueva a Calatrava La Vieja. Un trabajo de campo bastante complicado en el que trato de abordar de qué forma y en qué condiciones se hizo.
Autor de la obra 'Ciudad Real Medieval: Hipótesis sobre la pervivencia del legado alfonsí'
Amante de su ciudad, el historiador Jorge Sánchez se adentra con su último ensayo Ciudad Real Medieval: Hipótesis sobre la pervivencia del legado alfonsí en las raíces que dieron origen a Ciudad Real. Una obra en la que deja constancia de los resquicios que aún perduran en el tiempo 750 años después de su fundación.
—¿Por qué el legado alfonsí como tema central del ensayo?
—En primer lugar, porque Alfonso X El Sabio fue el fundador de la ciudad y en segundo, porque me parece un tema muy curioso del que hablar, a pesar de estar ya bastante trabajado por otros medievalistas anteriores a mí. El ensayoCiudad Real medieval: Hipótesis sobre la pervivencia del legado Alfonsí se divide en dos partes. En la primera de ellas centro la atención en todo aquello que en la actualidad puede ver a simple vista cualquier turista, mientras que en la segunda, mi mirada se dirige al trazado de la ciudad. Y es que si tienes un plano encima de la mesa y lo observas ves que el trazado de Ciudad Real tiene forma de corazón invertido, de almendra o de ovoide irregular. Eso fue lo que más me llamó la atención durante la investigación. Desde luego, y bajo mi punto de vista, no creo que éste sea un trazado caprichoso, sino que desde luego tiene un porqué según los criterios y documentos que he podido manejar.
—¿Y cuáles son esos criterios a los que se refiere?
—Mi teoría hipotética se basa en la argumentación de que la Puerta de Toledo está muy bien situada como eje central de la ciudad, en un ángulo que forma su Real Alcázar con la confluencia de dos caminos; que es la Puerta de Alarcos. Pero además, si tomas la Carta Puebla ves como ésta incorpora a la villa real ciertas aldeas que se encuentran a su alrededor como la aldea de Ciruela, de la cuál sale una conexión a la vía principal que digamos es el eje de la ciudad, esto es, calle Calatrava, calle Feria o calle Postas, por citar algunas, aunque con diferente nombre al que existen en la actualidad.
—Resulta curioso, pero una de las pocas cosas que no han cambiado para nada desde la época alfonsí en la capital ha sido el trazado de sus calles. Al menos a esa conclusión llega al final de su ensayo. ¿Qué opinión le merece?
—La verdad, así es. Después de 750 años de la fundación de la ciudad el trazado de las calles sigue siendo el mismo. Tan sólo unas pocas calles son de nueva apertura, el resto, sobre todo las principales, ya estaban ahí. Desde luego es un trazado que ha permanecido en el tiempo gracias a un sencillo engranaje, o mejor dicho, a la confluencia de varios caminos. Y es que como lo que hoy en día es Ciudad Real se encontraba en pleno corazón del territorio de la Orden de Calatrava, surgió la necesidad de levantar un asentamiento realengo en toda esta zona, con el fin de disponer de un lugar de descanso desde Toledo a Andalucía, ya que era un trayecto bastante largo en aquella época. Pero además, al no poder poblar Alarcos, se fijó esa encrucijada de caminos que ha permanecido hasta la actualidad. Lo cierto es que se trata de un legado que ha permanecido intacto con el paso de los años y del que no nos damos cuenta en muchas ocasiones.
—¿Y de donde surge esa vocación y curiosidad por los temas históricos no sólo de su ciudad, sino también de su provincia?
—Mi motivación comenzó a raíz de una exposición fotográfica que monté en la que se ponía de manifiesto que además de los célebres molinos de viento la provincia de Ciudad Real tenía otras muchas cosas. De esto hace ya más de 30 años y en ese tiempo, muchos investigadores y profesores han mostrado su inquietud por estos temas.
—Como amante de la historia de su ciudad, pero también como estudioso de la materia. ¿Qué siente al ver que gran parte del legado alfonsí se ha perdido?
—El legado alfonsí en Ciudad Real fue pobre y muy reducido, simplemente la Puerta de Toledo, el recinto amurallado y poco más. Lo cierto es que no sé si llegó a ver tanto una cosa como la otra, ya que Alfonso X murió en 1284, cuando la ciudad aún no estaba construida del todo. Yo siempre digo que una vez muerto el perro, se acabó la rabia, es decir, que una vez que fallece el rey, la ciudad se paraliza. De hecho, las primeras cuentas que aparecen para el recinto amurallado datan de 1292-1294, ya casi al final del S.XIII, y algo más tarde, a principios del S.XIV, a parece la inscripción de la Puerta de Toledo, lo que viene a demostrar que cuando se terminó o se inauguró el monumento, ya había fallecido su fundador.
—¿Considera que las instituciones de la ciudad podían haber hecho una mayor defensa de este legado?
—Pero no sólo del legado alfonsí, sino también del legado existente del siglo XVI y XVII.Recuerdo cuando paseaba por diferentes calles de la ciudad y contemplaba ciertas portadas blasonadas, así como algunos conventos y edificios de la época. Desde luego, claro que se podía haber recuperado bastantes edificios, ya que en Ciudad Real había muchas construcciones religiosas y civiles como el Convento del Espíritu Santo, la Torrecilla o el Convento de las Dominicas. Bajo mi punto de vista se debería haber consultado con gente especializada en la materia de la Universidad o del Colegio de Arquitectos para crear esta ciudad de nueva planta, con el único fin de haber creado antes un plan director que recogiese y canalizase todas las ideas.
—Para finalizar. ¿Tiene algún nuevo proyecto en mente sobre el que ya esté trabajando?
—Claro que sí. Actualmente tengo en mente un trabajo sobre el traslado del Castillo de Calatrava La Nueva a Calatrava La Vieja. Un trabajo de campo bastante complicado en el que trato de abordar de qué forma y en qué condiciones se hizo.
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