La Toma de Granada fue más dura y brutal de lo que parecen contar los libros de Historia
14/10/06 .- Jesús Arias. Granada Hoy
Un documento inglés inédito hasta ahora revela que en Granada había 24.000 soldados cuando se rindió y que sus habitantes tuvieron que llegar a practicar el canibalismo para poder sobrevivir al asedio
La Toma de Granada fue más dura y brutal de lo que parecen contar los libros de Historia. Un nuevo documento, recientemente aparecido en Inglaterra, y contemporáneo de aquellos días, refiere con exactitud datos que hasta ahora se desconocían, como cuántas armas fueron requisadas tras la rendición de los granadinos, qué tipo de lujo existía en la ciudad o cómo la brutalidad del asedio cristiano terminó por hacer que muchos granadinos tuvieran que comerse sus caballos, perros y gatos "y a 260 cristianos que estaban allí en prisión". A Granada le costó cara su rendición.
El documento fue presentado el pasado 6 de octubre en Málaga, durante la celebración del XVIII Congreso de la Sociedad Española de Lengua y Literatura Inglesia Medieval. En ella, el ex rector de la Universidad de la Laguna y miembro del Centro de Estudios Medievales Renacentistas de esa misma institución, José Gómez Soliño, aportó un manuscrito escrito en inglés en el que se narra la rendición de la ciudad. El documento ofrece datos inéditos hasta ahora.
"El rey de España, el primer día de enero", reza el manuscrito, "hizo que los sarracenos le rindieran la ciudad de Granada, el año del Señor 1491. Y permitió a cada sarraceno tener solamente tantos de sus propios bienes como pudiera llevar a la espalda, excepto arneses, oro, plata y armas. Asímismo, cuando los cristianos entraron en la ciudad de Granada, encontraron allí 30.000 pares de brigantinas, de los que 6.000 pares estaban cubiertos con paño de oro y remaches dorados. Y se encontraron allí 22.000 espadas, de las que 10.000 eran doradas por ambos lados y cada una de ellas valía 30 chelines. Y se encontraron 4.000 pares completos de arneses blancos. Y se encontraron 22.000 ballestas con los accesorios correspondientes".
El manuscrito es obra de WilliamWydmondham, canónigo del priorato agustino de Kirkby Bellars, en Leicestershire. Lo había anotado en los márgenes de un libro como una acotación personal. Wydmondham, como muchas otras autoridades inglesas _–el mismísimo Arzobispo de Canterbury incluido–, había estado presente en una ceremonia de acción de gracias organizada en Londres con motivo de la rendición de Granada. Allí fue donde se informó de los detalles de la conquista de la ciudad.
El principio del manuscrito parece contener un gran error. La fecha. El 1 de enero de 1491. Pero Gómez Soliño lo aclara inmediatamente. "En el calendario inglés", explica, "el nuevo año no entraba el 1 de enero, sino el 25 de marzo, el Día de la Anunciación, de manera que, hasta ese día, seguía siendo 1491 mientras en Granada ya era 1492. Respecto a la fecha 1 de enero, ése fue el día en el que Fernando de Aragón hizo saber a sus tropas en Santa Fe que al día siguiente entrarían en Granada". "El manuscrito ofrece información de alguien, posiblemente un soldado o un mercader, estaba presente en Santa Fe".
¿Un inglés presente en Santa Fe? La respuesta es sí. Los Reyes Católicos se habían afanado durante años en conseguir que el papa Inocencio VIII declarara la guerra por la conquista de Granada en una Cruzada, con el fin de acceder a las riquezas y bienes de todos los monasterios europeos para su empresa. Al decretarse la Cruzada, reyes de toda Europa mandaron tropas para reforzar el ejército de los Reyes Católicos. De Inglaterra vino un tío de la mujer de Enrique VII, Edward Woodville, con un buen destacamento de soldados. Éstos estarían presentes en la arenga de Fernando el Católico del 1 de enero.
El manuscrito echa por tierra teorías que se tenían por ciertas hasta ahora, como el hecho de que hubiera 70.000 soldados granadinos frente a los 56.000 cristianos. "Esa cifra no encajaba", explica Gómez Soliño, "porque, con esa superioridad, Boabdil habría salido a enfrentarse a ellos". Y es ahí cuando el documento arroja una nueva luz: "Había asimismo dentro de dicha ciudad en el momento de su rendición 24.000 personas entre la edad de 12 y 23 años, además de niños y viejos".
"Es decir", comenta el investigador, "personas en edad de combatir y cuya cifra, además, concuerda con el número de brigantinas (cotas de malla), espadas y ballestas". El número de 24.000 personas se refiere, en realidad, al de 24.000 soldados, es decir, casi la mitad de lo que suponía el ejército cristiano.
El detalle más escabroso del documento es el relato de episodios de canibalismo entre los granadinos ante el asedio de las tropas de Fernando el Católico. "Podría ser una exageración propagandística", admite Gómez Soliño, "pero, dada la exactitud de los demás datos, es algo que también debería tenerse en cuenta".
Granada llevaba varios años sometida a un asedio feroz por parte de las huestes cristianas. Cada año, Fernando el Católico ordenaba talar la Vega e incendiar los cultivos. Eso hacía estragos en la ciudad, que llegó a extremos de auténtica hambruna. Es ahí donde interviene el documento: "Antes de que rindieran la ciudad por falta de avituallamiento y de alimentos [los granadinos] se comieron todos sus caballos, perros y gatos y a 260 cristianos que estaban allí en prisión".
El Islam no sólo prohíbe el consumo de cerdo, animal al que se considera impuro, sino todos aquellos animales que "tengan garras" (es decir, que sean carnívoros). Por tanto, es muy chocante que los granadinos comiesen perros y gatos y que practicasen el canibalismo. "Sin embargo", explica Gómez Soliño, "la desesperación pudo ser tal que eso llegara realmente a suceder. Luego también hay otro dato: al entrar en la ciudad, el ejército de los Reyes Católicos hizo un recuento de los soldados que habían sido hechos prisioneros y, en teoría, debería haber en Granada más de 700, y no los menos de 500 que encontraron". No obstante, esa parte del documento es la que tiene más visos de propaganda al objeto de mostrar a los musulmanes como seres abominables. El relato de Wydmondham también menciona las enormes riquezas y maravillas que aún existían en Granada. "En el templo principal [la Gran Mezquita de Granada, sobre la que luego se edificaría la catedral] había 300 lámparas de oro y plata y cuatro asientos para el rey y la reina y otros señores. Y se registró gran abundancia de oro y plata, la cual el rey de España dejó allí para construir una iglesia de fe cristiana."
"Asimismo", continúa el manuscrito, "en uno de los castillos donde el rey y la reina de Granada se alojaban, las paredes del salón y de las habitaciones eran de alabastro, engastadas en muchos lugares con piedras preciosas. Se encontraron también grandes e innumerables riquezas y joyas".
La Toma de Granada, que coincidía con la caída de Constantinopla a manos de los musulmanes, tuvo una enorme repercusión en toda Europa, según Gómez Soliño. Eso hizo que se convocaran Te Deums y actos de Acción de Gracias en las principales capitales. La ceremonia que tuvo lugar en Londres, y que es la que se refleja en el manuscrito, tuvo lugar en la Plaza de la Cruz de San Pablo, delante de la catedral del mismo nombre, y en ella estuvieron presentes el obispo de Canterbury y los obispos de Londres y Chester, además del alcalde y los concejales londinenses. Todos sabían que acababa de rendirse una joya.
La Toma de Granada fue más dura y brutal de lo que parecen contar los libros de Historia. Un nuevo documento, recientemente aparecido en Inglaterra, y contemporáneo de aquellos días, refiere con exactitud datos que hasta ahora se desconocían, como cuántas armas fueron requisadas tras la rendición de los granadinos, qué tipo de lujo existía en la ciudad o cómo la brutalidad del asedio cristiano terminó por hacer que muchos granadinos tuvieran que comerse sus caballos, perros y gatos "y a 260 cristianos que estaban allí en prisión". A Granada le costó cara su rendición.
El documento fue presentado el pasado 6 de octubre en Málaga, durante la celebración del XVIII Congreso de la Sociedad Española de Lengua y Literatura Inglesia Medieval. En ella, el ex rector de la Universidad de la Laguna y miembro del Centro de Estudios Medievales Renacentistas de esa misma institución, José Gómez Soliño, aportó un manuscrito escrito en inglés en el que se narra la rendición de la ciudad. El documento ofrece datos inéditos hasta ahora.
"El rey de España, el primer día de enero", reza el manuscrito, "hizo que los sarracenos le rindieran la ciudad de Granada, el año del Señor 1491. Y permitió a cada sarraceno tener solamente tantos de sus propios bienes como pudiera llevar a la espalda, excepto arneses, oro, plata y armas. Asímismo, cuando los cristianos entraron en la ciudad de Granada, encontraron allí 30.000 pares de brigantinas, de los que 6.000 pares estaban cubiertos con paño de oro y remaches dorados. Y se encontraron allí 22.000 espadas, de las que 10.000 eran doradas por ambos lados y cada una de ellas valía 30 chelines. Y se encontraron 4.000 pares completos de arneses blancos. Y se encontraron 22.000 ballestas con los accesorios correspondientes".
El manuscrito es obra de WilliamWydmondham, canónigo del priorato agustino de Kirkby Bellars, en Leicestershire. Lo había anotado en los márgenes de un libro como una acotación personal. Wydmondham, como muchas otras autoridades inglesas _–el mismísimo Arzobispo de Canterbury incluido–, había estado presente en una ceremonia de acción de gracias organizada en Londres con motivo de la rendición de Granada. Allí fue donde se informó de los detalles de la conquista de la ciudad.
El principio del manuscrito parece contener un gran error. La fecha. El 1 de enero de 1491. Pero Gómez Soliño lo aclara inmediatamente. "En el calendario inglés", explica, "el nuevo año no entraba el 1 de enero, sino el 25 de marzo, el Día de la Anunciación, de manera que, hasta ese día, seguía siendo 1491 mientras en Granada ya era 1492. Respecto a la fecha 1 de enero, ése fue el día en el que Fernando de Aragón hizo saber a sus tropas en Santa Fe que al día siguiente entrarían en Granada". "El manuscrito ofrece información de alguien, posiblemente un soldado o un mercader, estaba presente en Santa Fe".
¿Un inglés presente en Santa Fe? La respuesta es sí. Los Reyes Católicos se habían afanado durante años en conseguir que el papa Inocencio VIII declarara la guerra por la conquista de Granada en una Cruzada, con el fin de acceder a las riquezas y bienes de todos los monasterios europeos para su empresa. Al decretarse la Cruzada, reyes de toda Europa mandaron tropas para reforzar el ejército de los Reyes Católicos. De Inglaterra vino un tío de la mujer de Enrique VII, Edward Woodville, con un buen destacamento de soldados. Éstos estarían presentes en la arenga de Fernando el Católico del 1 de enero.
El manuscrito echa por tierra teorías que se tenían por ciertas hasta ahora, como el hecho de que hubiera 70.000 soldados granadinos frente a los 56.000 cristianos. "Esa cifra no encajaba", explica Gómez Soliño, "porque, con esa superioridad, Boabdil habría salido a enfrentarse a ellos". Y es ahí cuando el documento arroja una nueva luz: "Había asimismo dentro de dicha ciudad en el momento de su rendición 24.000 personas entre la edad de 12 y 23 años, además de niños y viejos".
"Es decir", comenta el investigador, "personas en edad de combatir y cuya cifra, además, concuerda con el número de brigantinas (cotas de malla), espadas y ballestas". El número de 24.000 personas se refiere, en realidad, al de 24.000 soldados, es decir, casi la mitad de lo que suponía el ejército cristiano.
El detalle más escabroso del documento es el relato de episodios de canibalismo entre los granadinos ante el asedio de las tropas de Fernando el Católico. "Podría ser una exageración propagandística", admite Gómez Soliño, "pero, dada la exactitud de los demás datos, es algo que también debería tenerse en cuenta".
Granada llevaba varios años sometida a un asedio feroz por parte de las huestes cristianas. Cada año, Fernando el Católico ordenaba talar la Vega e incendiar los cultivos. Eso hacía estragos en la ciudad, que llegó a extremos de auténtica hambruna. Es ahí donde interviene el documento: "Antes de que rindieran la ciudad por falta de avituallamiento y de alimentos [los granadinos] se comieron todos sus caballos, perros y gatos y a 260 cristianos que estaban allí en prisión".
El Islam no sólo prohíbe el consumo de cerdo, animal al que se considera impuro, sino todos aquellos animales que "tengan garras" (es decir, que sean carnívoros). Por tanto, es muy chocante que los granadinos comiesen perros y gatos y que practicasen el canibalismo. "Sin embargo", explica Gómez Soliño, "la desesperación pudo ser tal que eso llegara realmente a suceder. Luego también hay otro dato: al entrar en la ciudad, el ejército de los Reyes Católicos hizo un recuento de los soldados que habían sido hechos prisioneros y, en teoría, debería haber en Granada más de 700, y no los menos de 500 que encontraron". No obstante, esa parte del documento es la que tiene más visos de propaganda al objeto de mostrar a los musulmanes como seres abominables. El relato de Wydmondham también menciona las enormes riquezas y maravillas que aún existían en Granada. "En el templo principal [la Gran Mezquita de Granada, sobre la que luego se edificaría la catedral] había 300 lámparas de oro y plata y cuatro asientos para el rey y la reina y otros señores. Y se registró gran abundancia de oro y plata, la cual el rey de España dejó allí para construir una iglesia de fe cristiana."
"Asimismo", continúa el manuscrito, "en uno de los castillos donde el rey y la reina de Granada se alojaban, las paredes del salón y de las habitaciones eran de alabastro, engastadas en muchos lugares con piedras preciosas. Se encontraron también grandes e innumerables riquezas y joyas".
La Toma de Granada, que coincidía con la caída de Constantinopla a manos de los musulmanes, tuvo una enorme repercusión en toda Europa, según Gómez Soliño. Eso hizo que se convocaran Te Deums y actos de Acción de Gracias en las principales capitales. La ceremonia que tuvo lugar en Londres, y que es la que se refleja en el manuscrito, tuvo lugar en la Plaza de la Cruz de San Pablo, delante de la catedral del mismo nombre, y en ella estuvieron presentes el obispo de Canterbury y los obispos de Londres y Chester, además del alcalde y los concejales londinenses. Todos sabían que acababa de rendirse una joya.
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Comentarios
1
No termina de parecerme oportuna la forma de dar la noticia:lo que el investigador aporta es un documento, no la prueba definitiva de que el hecho ocurrió como lo narra.
Yo personalmente no creo que fuera como lo cuenta el documento y un investigador debiera ser prudente a la hora de hacer conjeturas del calado de las que describe.
prudencia
No termina de parecerme oportuna la forma de dar la noticia:lo que el investigador aporta es un documento, no la prueba definitiva de que el hecho ocurrió como lo narra.
Yo personalmente no creo que fuera como lo cuenta el documento y un investigador debiera ser prudente a la hora de hacer conjeturas del calado de las que describe.
Comentario realizado por
yebala.
15/10/06 4:33h