Una joya arqueológica entre andamios.Siyâsa, en Cieza (Murcia)
12/4/14 .- http://www.laverdad.es
Una joya arqueológica entre andamios.Siyâsa, en Cieza (Murcia)
Hace treinta y dos años el poblado islámico de Medina Siyâsa, en Cieza, todavía dormía bajo tierra. De su existencia solo daban alguna pista los muros derruidos del castillo árabe que aún hoy coronan el cerro de La Atalaya y los restos de muralla que asomaban por algunos puntos de su ladera. Ellos y la Historia eran los que permitían a los arqueólogos aventurar lo que podía esconderse bajo este enclave rocoso, ubicado en una posición estratégica; a unos 300 metros de altura y con una privilegiada vista al Valle de Ricote. Lo que quizá no imaginaron aquellos expertos era la gran riqueza arqueológica y el extraordinario estado de conservación con el que afloraría el asentamiento islámico, poblado por los árabes durante algo más de dos siglos y medio (XI-XIII) y abandonado por sus últimos habitantes en 1266, después de que éstos fueran expulsados por las tropas cristianas.
Medina Siyâsa se excavó en los primeros años de la década de los 80 bajo la dirección del arqueólogo Julio Navarro. A la luz salieron 19 casas árabes, perfectamente delineadas, en cuyas dependencias todavía se apreciaban canalizaciones, despensas, pozos ciegos y patios interiores. Con ellas surgieron más de doscientos arcos y pórticos -algunos de hasta cuatro metros de altura- que hoy son la mejor colección de decoración arquitectónica que se conserva en España de este periodo. No en vano, aglutina el 70% de la totalidad de los arcos domésticos procedentes del Al-Andalus encontrados en nuestro país. Dormidas quedan más de 700 casas, al menos una gran mezquita y miles de tumbas que, de momento, seguirán enterradas.
Desde su excavación entre 1982 y 1989, el yacimiento ha permanecido casi en el olvido. Sobre él, cuenta el responsable del Servicio de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Cieza y director del Museo Medina Siyâsa, Joaquín Salmerón, no se ha llevado a cabo ninguna actuación de envergadura más allá de los trabajos realizados durante las campañas de verano que anualmente ha acogido el yacimiento, y que, aunque han servido para ralentizar el deterioro de esta joya arqueológica, no han podido evitarlo. Los tres metros de altura con los que emergieron los muros de algunas de las casas enterradas en Medina Siyâsa están reducidos a la mitad, y las piedras que un día formaron parte de su estructura se han dado de bruces contra el suelo. Los cimientos de este entramado árabe llevan tres décadas a la intemperie, y la lluvia, el viento y el vandalismo -en 2003 el yacimiento sufrió importantes destrozos- «le han hecho mucho daño», apunta Salmerón; pero también la dejadez. En 2005, la Consejería de Cultura firmó un convenio con el Ayuntamiento de Cieza para la adecuación del yacimiento, pero los trabajos no se llegaron a ejecutar y ésta reinvirtió la partida económica reservada a este fin en el Consorcio Turístico del Cañón Almadenes, en el que figuran tanto la Comunidad como los ayuntamientos de Cieza y Calasparra.
Tres años después, en 2008, Cultura aprobó un nuevo convenio bajo el que se enmarcan las obras de consolidación que actualmente se están llevando a cabo en el antiguo asentamiento islámico. Los trabajos han tardado en llegar seis años desde este último acuerdo, y aunque lo han hecho con retraso, los andamios ya se dejan ver en Medina Siyâsa.
Dos fases
Las tareas de conservación y reconstrucción del yacimiento empezó a materializarse el pasado mes de noviembre con el acondicionamiento de los accesos y el camino que conduce al poblado árabe, y con la instalación de una enorme grúa para acercar herramientas y materiales hasta el punto exacto de trabajo sin dañar el conjunto arqueológico. El proyecto, impulsado por el Ayuntamiento de Cieza, a través del Consorcio Turístico de Almadenes, y financiado en un 70% por la Comunidad, consta de dos fases y prevé en una primera actuación -presupuestada en 121.900 euros- la reconstrucción volumétrica de una de las casas, en concreto la número 6, cuya reproducción exacta se puede visitar en el Museo Medina Siyâsa de Cieza. Se trata, indica Salmerón, de la primera vivienda que se empezó a excavar y que «más daños ha experimentado a lo largo del tiempo». También es una de las más monumentales. De ella se conservan dos arcos de 3,95 metros de altura, de los que ahora, explica Salmerón, se van a hacer dos copias en piedra natural «que se colocarán en el balcón exterior de la edificación -con vistas al río Segura- para que el visitante pueda contemplar lo que hace más de setecientos años veían sus moradores». Pero antes se llevará a cabo el techado de la casa y la reconstrucción, desde arriba, de sus muros. Sobre el terreno que ocupa esta vivienda árabe ya se han anclado 22 micropilotes de dos metros de profundidad y diez centímetros de diámetro. De ellos emergen 22 vigas metálicas unidas en su parte superior por otras horizontales sobre las que se apoyará su cubierta, y de las que se descolgarán los muros que delimiten su superficie para evitar que éstos descansen sobre los restos originales. Ambos estarán separados por una distancia de escasos tres centímetros.
La segunda fase, cuyos trabajos está previsto que arranquen el próximo mes de mayo -aunque la fecha se podría retrasar en función de cómo avancen las obras en la casa nº 6-, comprende la instalación de una valla de protección a lo largo del perímetro del yacimiento, hasta ahora solo delimitado por la alambrada instalada en los años 80. Para esta segunda fase el presupuesto es mayor -cercano a los 270.000 euros, según apunta Salmerón- ya que, explica el director del museo ciezano, hay que llevar a cabo una excavación replicas cartier arqueológica sobre la línea de terreno en la que se va a instalar la valla, y esto conlleva «un proceso muy lento». Si estas dos primeras actuaciones resultan satisfactorias, fundamentalmente la primera, cuya puesta en marcha responde a un «proyecto pionero» que está llevando a cabo la empresa Azuche, la intención del Ayuntamiento es la reconstrucción, casa por casa, de todo el yacimiento. Para ello, el convenio firmado en 2008 establecía una subvención de 1,2 millones de euros, de la que procede la financiación de los trabajos que ahora se están realizando en el poblado islámico. Según Cultura, el resto del dinero -al que se deben sumar 500.000 euros comprometidos por el Ayuntamiento de Cieza- «se irá dando conforme se vayan ejecutando los proyectos», cuya fecha de finalización está fijada para 2017, que es cuando caduca el convenio suscrito en 2008.
Por ahora, las actuaciones que se realizarán en Siyâsa contemplan únicamente la restauración y consolidación de su entramado: «Realizar nuevas excavaciones sin haber consolidado las que se hicieron en los años 80 no tiene sentido», apunta Salmerón, quien explica que las únicas excavaciones que se han llevado a cabo desde aquella época han estado dirigidas a dibujar la figura de calles y plazas con el objetivo de acondicionar el yacimiento para las visitas turísticas, que el pasado año comprendieron el 30 % de las rutas guiadas realizadas en el municipio. De hecho, el próximo mes de septiembre, el conjunto arqueológico volverá a acoger una nueva campaña de excavación y limpieza de las calles árabes.
El viaje hasta Medina Siyâsa no solo da cuenta de la presencia hace más de setecientos años de los árabes en el entorno de Cieza, sino que además arroja luz acerca de sus costumbres y la organización de sus ciudades. También muestra al visitante algunas curiosidades como la intención de sus antiguos pobladores de volver a sus casas. Entre los muros que delimitan sus calles es fácil distinguir el tapiado de puertas y ventanas para proteger las viviendas de posibles vándalos, algo que muchas han conseguido incluso después de que el tiempo haya enterrado sus cimientos.
Hace treinta y dos años el poblado islámico de Medina Siyâsa, en Cieza, todavía dormía bajo tierra. De su existencia solo daban alguna pista los muros derruidos del castillo árabe que aún hoy coronan el cerro de La Atalaya y los restos de muralla que asomaban por algunos puntos de su ladera. Ellos y la Historia eran los que permitían a los arqueólogos aventurar lo que podía esconderse bajo este enclave rocoso, ubicado en una posición estratégica; a unos 300 metros de altura y con una privilegiada vista al Valle de Ricote. Lo que quizá no imaginaron aquellos expertos era la gran riqueza arqueológica y el extraordinario estado de conservación con el que afloraría el asentamiento islámico, poblado por los árabes durante algo más de dos siglos y medio (XI-XIII) y abandonado por sus últimos habitantes en 1266, después de que éstos fueran expulsados por las tropas cristianas.
Medina Siyâsa se excavó en los primeros años de la década de los 80 bajo la dirección del arqueólogo Julio Navarro. A la luz salieron 19 casas árabes, perfectamente delineadas, en cuyas dependencias todavía se apreciaban canalizaciones, despensas, pozos ciegos y patios interiores. Con ellas surgieron más de doscientos arcos y pórticos -algunos de hasta cuatro metros de altura- que hoy son la mejor colección de decoración arquitectónica que se conserva en España de este periodo. No en vano, aglutina el 70% de la totalidad de los arcos domésticos procedentes del Al-Andalus encontrados en nuestro país. Dormidas quedan más de 700 casas, al menos una gran mezquita y miles de tumbas que, de momento, seguirán enterradas.
Desde su excavación entre 1982 y 1989, el yacimiento ha permanecido casi en el olvido. Sobre él, cuenta el responsable del Servicio de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Cieza y director del Museo Medina Siyâsa, Joaquín Salmerón, no se ha llevado a cabo ninguna actuación de envergadura más allá de los trabajos realizados durante las campañas de verano que anualmente ha acogido el yacimiento, y que, aunque han servido para ralentizar el deterioro de esta joya arqueológica, no han podido evitarlo. Los tres metros de altura con los que emergieron los muros de algunas de las casas enterradas en Medina Siyâsa están reducidos a la mitad, y las piedras que un día formaron parte de su estructura se han dado de bruces contra el suelo. Los cimientos de este entramado árabe llevan tres décadas a la intemperie, y la lluvia, el viento y el vandalismo -en 2003 el yacimiento sufrió importantes destrozos- «le han hecho mucho daño», apunta Salmerón; pero también la dejadez. En 2005, la Consejería de Cultura firmó un convenio con el Ayuntamiento de Cieza para la adecuación del yacimiento, pero los trabajos no se llegaron a ejecutar y ésta reinvirtió la partida económica reservada a este fin en el Consorcio Turístico del Cañón Almadenes, en el que figuran tanto la Comunidad como los ayuntamientos de Cieza y Calasparra.
Tres años después, en 2008, Cultura aprobó un nuevo convenio bajo el que se enmarcan las obras de consolidación que actualmente se están llevando a cabo en el antiguo asentamiento islámico. Los trabajos han tardado en llegar seis años desde este último acuerdo, y aunque lo han hecho con retraso, los andamios ya se dejan ver en Medina Siyâsa.
Dos fases
Las tareas de conservación y reconstrucción del yacimiento empezó a materializarse el pasado mes de noviembre con el acondicionamiento de los accesos y el camino que conduce al poblado árabe, y con la instalación de una enorme grúa para acercar herramientas y materiales hasta el punto exacto de trabajo sin dañar el conjunto arqueológico. El proyecto, impulsado por el Ayuntamiento de Cieza, a través del Consorcio Turístico de Almadenes, y financiado en un 70% por la Comunidad, consta de dos fases y prevé en una primera actuación -presupuestada en 121.900 euros- la reconstrucción volumétrica de una de las casas, en concreto la número 6, cuya reproducción exacta se puede visitar en el Museo Medina Siyâsa de Cieza. Se trata, indica Salmerón, de la primera vivienda que se empezó a excavar y que «más daños ha experimentado a lo largo del tiempo». También es una de las más monumentales. De ella se conservan dos arcos de 3,95 metros de altura, de los que ahora, explica Salmerón, se van a hacer dos copias en piedra natural «que se colocarán en el balcón exterior de la edificación -con vistas al río Segura- para que el visitante pueda contemplar lo que hace más de setecientos años veían sus moradores». Pero antes se llevará a cabo el techado de la casa y la reconstrucción, desde arriba, de sus muros. Sobre el terreno que ocupa esta vivienda árabe ya se han anclado 22 micropilotes de dos metros de profundidad y diez centímetros de diámetro. De ellos emergen 22 vigas metálicas unidas en su parte superior por otras horizontales sobre las que se apoyará su cubierta, y de las que se descolgarán los muros que delimiten su superficie para evitar que éstos descansen sobre los restos originales. Ambos estarán separados por una distancia de escasos tres centímetros.
La segunda fase, cuyos trabajos está previsto que arranquen el próximo mes de mayo -aunque la fecha se podría retrasar en función de cómo avancen las obras en la casa nº 6-, comprende la instalación de una valla de protección a lo largo del perímetro del yacimiento, hasta ahora solo delimitado por la alambrada instalada en los años 80. Para esta segunda fase el presupuesto es mayor -cercano a los 270.000 euros, según apunta Salmerón- ya que, explica el director del museo ciezano, hay que llevar a cabo una excavación replicas cartier arqueológica sobre la línea de terreno en la que se va a instalar la valla, y esto conlleva «un proceso muy lento». Si estas dos primeras actuaciones resultan satisfactorias, fundamentalmente la primera, cuya puesta en marcha responde a un «proyecto pionero» que está llevando a cabo la empresa Azuche, la intención del Ayuntamiento es la reconstrucción, casa por casa, de todo el yacimiento. Para ello, el convenio firmado en 2008 establecía una subvención de 1,2 millones de euros, de la que procede la financiación de los trabajos que ahora se están realizando en el poblado islámico. Según Cultura, el resto del dinero -al que se deben sumar 500.000 euros comprometidos por el Ayuntamiento de Cieza- «se irá dando conforme se vayan ejecutando los proyectos», cuya fecha de finalización está fijada para 2017, que es cuando caduca el convenio suscrito en 2008.
Por ahora, las actuaciones que se realizarán en Siyâsa contemplan únicamente la restauración y consolidación de su entramado: «Realizar nuevas excavaciones sin haber consolidado las que se hicieron en los años 80 no tiene sentido», apunta Salmerón, quien explica que las únicas excavaciones que se han llevado a cabo desde aquella época han estado dirigidas a dibujar la figura de calles y plazas con el objetivo de acondicionar el yacimiento para las visitas turísticas, que el pasado año comprendieron el 30 % de las rutas guiadas realizadas en el municipio. De hecho, el próximo mes de septiembre, el conjunto arqueológico volverá a acoger una nueva campaña de excavación y limpieza de las calles árabes.
El viaje hasta Medina Siyâsa no solo da cuenta de la presencia hace más de setecientos años de los árabes en el entorno de Cieza, sino que además arroja luz acerca de sus costumbres y la organización de sus ciudades. También muestra al visitante algunas curiosidades como la intención de sus antiguos pobladores de volver a sus casas. Entre los muros que delimitan sus calles es fácil distinguir el tapiado de puertas y ventanas para proteger las viviendas de posibles vándalos, algo que muchas han conseguido incluso después de que el tiempo haya enterrado sus cimientos.
Noticias relacionadas
- Siyâsa, la olvidada (Cieza, Murcia)
- Campo de Trabajo sobre arqueología en Siyasa (Cieza, Murcia)
- Investigadores marroquíes se interesan por el uso del agua en Siyâsa (Cieza, Murcia)
- Retorno a la Edad Media en Cieza (Murcia)
- Curso: Cristianos, moros y judíos en la España medieval (2-5 junio, Cieza, Murcia)
Comenta la noticia desde Facebook
Comentarios
No hay comentarios.
Para escribir un comentario es necesario entrar (si ya es usuario registrado) o registrarse