Tribulaciones del románico leonés
9/3/14 .- http://www.diariodeleon.es/
Tribulaciones del románico leonés
Ángela Franco descubre cómo el Arqueológico Nacional recuperó los tesoros medievales de la provincia.
La Fundación Santa María La Real acaba de publicar las conclusiones del curso Las claves del Románico. La diáspora del románico hispano. De la protección al expolio. Una de las protagonistas de este ciclo fue la conservadora jefe del Museo Arqueológico Nacional, Ángela Franco, que basó su intervención en la colección de arte románico del museo. En su ponencia, la experta leonesa ofrece, por primera vez, las circunstancias de adquisición de todas las piezas, aportando datos imprescindibles para entender la salvación y recuperación para España de los tesoros de la colección. best replica watches
La investigación de Ángela Franco se abre con las ‘peripecias’ que las comisiones científicas desarrollaron para componer las preseas (joyas) del tesoro de San Isidoro y precisa que fue la comisión de Juan de Dios de la Rada y Juan de malibrán la que ingresó el conjunto más importante del arte románico procedente de León. Destaca Franco Mata que ingresaron en el MAN el Crucifijo de don Fernando y doña Sancha, la arqueta de las Bienaventuranzas, tres arquetas islámicas de plata y otra de madera, ébano y marfil.
Subraya la conservadora jefe del museo que una Maiestas Domini de la colección Larcade de París formó parte de la arqueta de las Bienaventuranzas. «Larcade era un renombrado anticuario de París, cuyo establecimiento estaba emplazado en Faubourg-Honoré 140. Negoció con obras procedentes de toda Europa», destaca la historiadora. Sostiene que la placa fue adquirida por Joseph Brummer, quien en 1945 subastó parte de su colección en Nueva York. «En ella fue subastada la placa, ya que no figura en el catálogo The Brummer Collection of Medieval Art Duke University Museum of Ar, de Caroline Bruzelius y Jill Meredith».
Sostiene además Ángela Franco que el MAN conserva un folio de la Maiestas Domini vendido por Ricardo Velázquez Bosco e ingresado el 3 de diciembre de 1874. «Fue adscrito a la Biblia de San Isidoro de 1162», precisa.
En cuanto al desaparecido monasterio benedictino de los santos Facundo y Primitivo de Sahagún, mantiene Ángela Franco que en 1907 fue depositado en el museo un capitel incompleto con el ángel Gabriel componente de una Anunciación en la que la imagen de la Virgen estaría labrada en la parte perdida y el Árbol de Jesé. «Perdida una gran parte del arte funerario, ha pervivido la cubierta del sepulcro de Alfonso Ansúrez, hijo del conde Pedro Ansúrez, ayo y consejero de Alfonso VI, y su esposa, doña Eilo, que ordenó ser enterrado en el monasterio», subraya la erudita, que pone el énfasis en el hecho de que el citado sepulcro fue visto colocado junto a un pilar del coro de la abadía, por Sandoval. Morales y Romualdo Escalona.
Las visicitudes del sepulcro fueron largas. Los incendios sufridos en los años 1812 y 1835 forzaron el desmontaje de varias piezas artísticas, ésta entre ellas. El sarcófago de mármol se perdió y tan sólo la cubierta fue trasladada al cementerio de la villa, colocada sobre la fosa de Manuel Guaza, donde fue vista por Gómez Moreno. «Cumplió dicha función hasta 1926, en que el anticuario de Madrid Emiliano Torres protagonizó el negocio de la venta a manos del cual recaló en el Fogg Museum, de la Universidad de Harvard», explica Franco Mata. En el Fogg Museum permaneció hasta 1932, en que regresó a España con destino al Arqueológico Nacional.
La historia de esta ‘devolución’ se descubrió muchos años después. Por entonces, se celebró ‘la generosidad de la institución norteamericana. Subraya Ángela Franco, por ejemplo, que el gesto fue reconocido por el Office international des Musées de la Sociedad de Naciones. «En la generosa documentación al respecto, que figura en el Museo madrileño, se menciona el término donación y donación generosa por parte del museo norteamericano. Legalmente no se trata de una donación, sino de una permuta, que debería de denominarse quijotesca, por el escandaloso número y calidad de piezas que en contrapartida se cedieron al Fogg Museum, entre ellas una de las tres columnas de Antealtares, que por entonces se custodiaban en el Museo Arqueológico Nacional, y uno de los capiteles, con el correspondiente cimacio, del claustro de Aguilar de Campoo», precisa la conservadora jefe del MAN.
Otra de las piezas de procedencia sahaguniana es el altorrelieve románico de la Virgen con el Niño que se descubrió en el siglo XIX al tapiar una ventana en la vecina iglesia de santo Tirso, a escasos metros de la cabecera de la iglesia monasterial, efectuándose el traslado tras la destrucción del arruinado monasterio. «Fue rescatado por Ricardo Vélázquez Bosco, que afirma lo vio en la parte exterior de la capilla de Sahagún», sostiene Franco Mata, que precisa que es de mármol y contemporáneo al relieve de la Maiestas Domini. José Luis Senra ha planteado la posibilidad de que el altorrelieve fuera realizado para la capilla de funcionalidad funeraria.
Los anticuarios
Uno de los puntos fundamentales de la investigación se refiere al papel que jugaron los anticuarios durante el siglo XX. Uno de los más conocidos en León fue Ignacio Martínez, relacionado con el comercio con Estados Unidos. Las investigaciones le han llevado a seguir sus movimientos para perpetrar expolios en el monasterio de las Dueñas, a cuatro kilómetros de Sahagún, que comenzaron en 1931. «El arco, compuesto por 79 sillares, fue desmontado con autorización del obispo de la diócesis, por el anticuario palentino Dionisio Martín y sus ayudante», explica la historiadora. No acaba ahí la relación entre Martínez y el obispo. Y es que una carta dirigida por el prelado de la Comisión Provincial de Monumentos, con fecha de 4 de mayo de 1931, da fe de la custodia en el palacio episcopal no sólo de su portada sino también de la techumbre del coro bajo. «A partir de ahí, los sucesivos movimientos se hallan en nebulosa hasta la adquisición del arco por parte del Estado, en 1945, con destino al Museo Arqueológico Nacional. «He recabado información de las religiosas sobre el arquitecto D. Arcadio Torbado. Sin embargo, no me parece que haya salido por esta vía. Manuel Gómez Moreno, en su Catálogo Monumental, describe con todo lujo de detalles la iglesia y las sucesivas etapas de la construcción. A través de su texto, se deduce que no vio el claustro, del que señala: ‘Dentro de clausura, dicen que una ala del claustro tiene arquitos de ladrillo, y en cuanto al Capítulo, no se me describió como cosa notable, contradiciendo esto los informes del señor Lampérez. Ello da pie para pensar que la extracción del arco pudo efectuarse entre el estudio de Lampérez y la redacción del catálogo de Gómez Moreno».
El arco conformaba la portada de la sala capitular, en el ala del claustro y se trata de un arco de medio punto, que alcanza una altura de 290 centímetros, 140 de luz y 86 de profundidad. A pea sobre cuatro columnas, con otros tantos capiteles en los que se representa una lucha de hombres con leones en actitudes agresivas, clavándoles en las fauces cuchillos, aves carniceras picándose, un animal cuadrúpedo que hace una cabriola, una figura desnuda de ballestero montando su arma, un jinete vestido montado en caballo ensillado con estribos y riendas.
El arco fue comprado por el Estado a Víctor Torres Martín en 1945 y durante la negociación, el director general de Bellas Artes confirma al MAN que el arco se encuentra depositado en el Palacio Episcopal de Astorga.
Al principio Víctor Torres pidió 70.000 pesetas por el arco, cantidad que fue rebajándose por parte del Estado hasta la firma del acuerdo final, que se rubricó por 30.000 pesetas.
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Ángela Franco descubre cómo el Arqueológico Nacional recuperó los tesoros medievales de la provincia.
La Fundación Santa María La Real acaba de publicar las conclusiones del curso Las claves del Románico. La diáspora del románico hispano. De la protección al expolio. Una de las protagonistas de este ciclo fue la conservadora jefe del Museo Arqueológico Nacional, Ángela Franco, que basó su intervención en la colección de arte románico del museo. En su ponencia, la experta leonesa ofrece, por primera vez, las circunstancias de adquisición de todas las piezas, aportando datos imprescindibles para entender la salvación y recuperación para España de los tesoros de la colección. best replica watches
La investigación de Ángela Franco se abre con las ‘peripecias’ que las comisiones científicas desarrollaron para componer las preseas (joyas) del tesoro de San Isidoro y precisa que fue la comisión de Juan de Dios de la Rada y Juan de malibrán la que ingresó el conjunto más importante del arte románico procedente de León. Destaca Franco Mata que ingresaron en el MAN el Crucifijo de don Fernando y doña Sancha, la arqueta de las Bienaventuranzas, tres arquetas islámicas de plata y otra de madera, ébano y marfil.
Subraya la conservadora jefe del museo que una Maiestas Domini de la colección Larcade de París formó parte de la arqueta de las Bienaventuranzas. «Larcade era un renombrado anticuario de París, cuyo establecimiento estaba emplazado en Faubourg-Honoré 140. Negoció con obras procedentes de toda Europa», destaca la historiadora. Sostiene que la placa fue adquirida por Joseph Brummer, quien en 1945 subastó parte de su colección en Nueva York. «En ella fue subastada la placa, ya que no figura en el catálogo The Brummer Collection of Medieval Art Duke University Museum of Ar, de Caroline Bruzelius y Jill Meredith».
Sostiene además Ángela Franco que el MAN conserva un folio de la Maiestas Domini vendido por Ricardo Velázquez Bosco e ingresado el 3 de diciembre de 1874. «Fue adscrito a la Biblia de San Isidoro de 1162», precisa.
En cuanto al desaparecido monasterio benedictino de los santos Facundo y Primitivo de Sahagún, mantiene Ángela Franco que en 1907 fue depositado en el museo un capitel incompleto con el ángel Gabriel componente de una Anunciación en la que la imagen de la Virgen estaría labrada en la parte perdida y el Árbol de Jesé. «Perdida una gran parte del arte funerario, ha pervivido la cubierta del sepulcro de Alfonso Ansúrez, hijo del conde Pedro Ansúrez, ayo y consejero de Alfonso VI, y su esposa, doña Eilo, que ordenó ser enterrado en el monasterio», subraya la erudita, que pone el énfasis en el hecho de que el citado sepulcro fue visto colocado junto a un pilar del coro de la abadía, por Sandoval. Morales y Romualdo Escalona.
Las visicitudes del sepulcro fueron largas. Los incendios sufridos en los años 1812 y 1835 forzaron el desmontaje de varias piezas artísticas, ésta entre ellas. El sarcófago de mármol se perdió y tan sólo la cubierta fue trasladada al cementerio de la villa, colocada sobre la fosa de Manuel Guaza, donde fue vista por Gómez Moreno. «Cumplió dicha función hasta 1926, en que el anticuario de Madrid Emiliano Torres protagonizó el negocio de la venta a manos del cual recaló en el Fogg Museum, de la Universidad de Harvard», explica Franco Mata. En el Fogg Museum permaneció hasta 1932, en que regresó a España con destino al Arqueológico Nacional.
La historia de esta ‘devolución’ se descubrió muchos años después. Por entonces, se celebró ‘la generosidad de la institución norteamericana. Subraya Ángela Franco, por ejemplo, que el gesto fue reconocido por el Office international des Musées de la Sociedad de Naciones. «En la generosa documentación al respecto, que figura en el Museo madrileño, se menciona el término donación y donación generosa por parte del museo norteamericano. Legalmente no se trata de una donación, sino de una permuta, que debería de denominarse quijotesca, por el escandaloso número y calidad de piezas que en contrapartida se cedieron al Fogg Museum, entre ellas una de las tres columnas de Antealtares, que por entonces se custodiaban en el Museo Arqueológico Nacional, y uno de los capiteles, con el correspondiente cimacio, del claustro de Aguilar de Campoo», precisa la conservadora jefe del MAN.
Otra de las piezas de procedencia sahaguniana es el altorrelieve románico de la Virgen con el Niño que se descubrió en el siglo XIX al tapiar una ventana en la vecina iglesia de santo Tirso, a escasos metros de la cabecera de la iglesia monasterial, efectuándose el traslado tras la destrucción del arruinado monasterio. «Fue rescatado por Ricardo Vélázquez Bosco, que afirma lo vio en la parte exterior de la capilla de Sahagún», sostiene Franco Mata, que precisa que es de mármol y contemporáneo al relieve de la Maiestas Domini. José Luis Senra ha planteado la posibilidad de que el altorrelieve fuera realizado para la capilla de funcionalidad funeraria.
Los anticuarios
Uno de los puntos fundamentales de la investigación se refiere al papel que jugaron los anticuarios durante el siglo XX. Uno de los más conocidos en León fue Ignacio Martínez, relacionado con el comercio con Estados Unidos. Las investigaciones le han llevado a seguir sus movimientos para perpetrar expolios en el monasterio de las Dueñas, a cuatro kilómetros de Sahagún, que comenzaron en 1931. «El arco, compuesto por 79 sillares, fue desmontado con autorización del obispo de la diócesis, por el anticuario palentino Dionisio Martín y sus ayudante», explica la historiadora. No acaba ahí la relación entre Martínez y el obispo. Y es que una carta dirigida por el prelado de la Comisión Provincial de Monumentos, con fecha de 4 de mayo de 1931, da fe de la custodia en el palacio episcopal no sólo de su portada sino también de la techumbre del coro bajo. «A partir de ahí, los sucesivos movimientos se hallan en nebulosa hasta la adquisición del arco por parte del Estado, en 1945, con destino al Museo Arqueológico Nacional. «He recabado información de las religiosas sobre el arquitecto D. Arcadio Torbado. Sin embargo, no me parece que haya salido por esta vía. Manuel Gómez Moreno, en su Catálogo Monumental, describe con todo lujo de detalles la iglesia y las sucesivas etapas de la construcción. A través de su texto, se deduce que no vio el claustro, del que señala: ‘Dentro de clausura, dicen que una ala del claustro tiene arquitos de ladrillo, y en cuanto al Capítulo, no se me describió como cosa notable, contradiciendo esto los informes del señor Lampérez. Ello da pie para pensar que la extracción del arco pudo efectuarse entre el estudio de Lampérez y la redacción del catálogo de Gómez Moreno».
El arco conformaba la portada de la sala capitular, en el ala del claustro y se trata de un arco de medio punto, que alcanza una altura de 290 centímetros, 140 de luz y 86 de profundidad. A pea sobre cuatro columnas, con otros tantos capiteles en los que se representa una lucha de hombres con leones en actitudes agresivas, clavándoles en las fauces cuchillos, aves carniceras picándose, un animal cuadrúpedo que hace una cabriola, una figura desnuda de ballestero montando su arma, un jinete vestido montado en caballo ensillado con estribos y riendas.
El arco fue comprado por el Estado a Víctor Torres Martín en 1945 y durante la negociación, el director general de Bellas Artes confirma al MAN que el arco se encuentra depositado en el Palacio Episcopal de Astorga.
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