'La necrópolis de Puertollano’ regala la historia de una excavación (Ciudad Real)
10/12/13 .- http://apapclm.es/
'La necrópolis de Puertollano’ regala la historia de una excavación (Ciudad Real)
Testigo del descubrimiento de uno de los enterramientos de la época tardorromana-visigoda más numerosos encontrados en la provincia allá por el año 1978 y como participante de la excavación de “urgencia” que motivó el hallazgo antes de su destrucción en una época en la que la ley de patrimonio no estaba lo suficiente definida para paralizar cualquier tipo de obras, regala un documento histórico que se suma a los ya bastantes estudios sobre la arqueología de Puertollano y su comarca. El historiador puertollanense y técnico conservador en el Museo López Villaseñor de Ciudad Real, José González Ortiz, presenta ‘La necrópolis de Puertollano’, un texto que recuerda los acontecimientos vividos durante la excavación desarrollada en terrenos de Enpetrol del 17 al 21 de marzo de 1978 y que expone la relevancia del hallazgo.
Aunque ya existían documentos antiguos que hablaban de “caminos viejos de las sepulturas” y de la “loma de la sepultura”, José González Ortiz comenta que sin duda “el encuentro de la necrópolis” fue de manera fortuita, al igual que el resto de los puntos arqueológicos localizados por toda la ciudad; de manera que el día en que la empresa Agroman empezó a remover este terreno para una futura fábrica de asfalto nadie pensó, según añadió, “que iban a aparecer tumbas”. El puertollanense señala que “como trabajador del museo provincial -cuando Rafael García Serrano era director- fue grande mi sorpresa el día que recibimos una llamada de Puertollano que nos hablaba del encuentro de unas piedras grandes y raras, y vasijas y huesos repartidos por todas partes”, a pesar de que González Ortiz era un experto en la arqueología de toda la comarca.
En unos años en los que un hallazgo arqueológico no implicaba la paralización de cualquier obra y que se acotara el espacio, la excavación de urgencia comandada durante una semana por José González Ortiz fue la única oportunidad de conocer las características de esta necrópolis, situada después de estudio en la época tardoromana-visigoda. Desde el Museo Villaseñor, González Ortiz explica que “sabemos que es de estos años por el ritual de enterramiento, donde la cabecera de los cadáveres estaba situada hacia poniente y los pies en dirección al levante”. Una vasija situada a la altura de la cabeza de los muertos completaba esta tradición funeraria en unos siglos en los que, según explica el historiador, “todavía había enterramientos paganos porque sería en la época visigoda donde ya encontramos unos habitantes cristianizados en la zona -lo que convertiría el conjunto de tumbas en un cementerio o campo santo-” y en los que las tradicionales incineraciones romanas ya no eran habituales.
Sin duda la capacidad de esta necrópolis con una veintena de tumbas localizadas, algunas de ellas colectivas con el encuentro de familias enteras que incluían desde los bisabuelos hasta los nietos, hizo desde el primer momento especial a este hallazgo arqueológico en toda la provincia, según explica José González Ortiz, “ya que el conjunto de descubrimientos de esta época siempre ha sido de una o varias tumbas situadas de manera aislada”. De hecho, la ciudad minera cuenta con enterramientos localizados en el cerro Orusco en el entorno del río Ojailén a tres kilómetros de Puertollano, y en la actual calle Goya, con la localización de tres o cuatro tumbas de la época romana.
Sin más hallazgos encontrados en los alrededores, José González Ortiz explica sin embargo que el encuentro de esta necrópolis lleva a pensar en la posible existencia de un asentamiento de la época en la zona, ya que, “toda población tenía su espacio dedicado en la muerte”; y de hecho se arriesga al expresar que es posible que “el pueblo tardo romano-visigodo se encuentre debajo de las escombreras residuales de la segunda fábrica de procesamiento de pizarra situada al lado de la necrópolis”. El historiador comenta que “ausencia de una población no tendría sentido” después de encontrar esqueletos de individuos de diferentes edades, entre ellos, según añade, “el de un niño de seis a ocho años y de gente mayor con dientes desgastados”, además de un curioso esqueleto con “una costilla mal soldada”.
Tras treinta y cinco años desde el encuentro de este caso único en una provincia en la que nunca se había hallado una concentración tan amplia de enterramientos, José González Ortiz brinda de esta manera este documento a la historia para demostrar la importancia de la conservación y recuperación del pasado histórico y sobre todo para poner en valor los conocimientos adquiridos en el lugar. o
48 vasijas y 3 anillos
Entre los restos que la comitiva de la excavación dirigida por el Museo Provincial pudo recuperar a pesar del gran destrozo que sin ánimo de ello causaron las máquinas que trabajaban en la zona, José González Ortiz explica que “recuperamos ocho vasijas y tres anillos, ya mineralizados con el tiempo, de hierro, plata y cobre”. Las vasijas, que en la actualidad están conservadas en el Museo Provincial junto con trozos de otras, eran toscas, elaboradas a mano con los materiales de la zona y según las características de la época. Además, la dirección de la intervención arqueológica también desmontó uno de los enterramientos para su posterior estudio; que posteriormente se promocionó de manera educativa y pedagógica, según explica González Ortiz, “en el stand de Puertollano establecido en el Parque de Gasset durante la semana de la provincia organizada en 1989”. Tras pasar años en los patios de la Casa de Cultura de la ciudad minera, José González Ortiz confiesa que “el director del Museo Municipal de Puertollano, Raúl Menasalvas, rescató la tumba hasta instalarla en el actual Museo Etnográfico en 2012”. Por último, la expedición también recuperó un esqueleto completo para el estudio de los tipos antropológicos de la época.
Puertollano, puerto de paso y enclave de yacimientos únicos en toda la provincia
Como territorio de paso, “puerto” entre montañas desde la Meseta Central hasta las regiones andaluzas actuales, Puertollano resulta además un lugar privilegiado por el importante número de restos arqueológicos encontrados y sobre todo por la existencia de ejemplos procedentes de todas las culturas que han pasado por la Península Ibérica desde el Paleolítico hasta la actualidad. Al mando de la mayoría de las inspecciones arqueológicas que ha habido en la comarca en las últimas décadas, el puertollanense José González Ortiz comenta que “no existe comarca en la provincia con yacimientos arqueológicos tan abundantes en cuanto a piezas o restos humanos encontrados”, ni tampoco que acojan ejemplos en pocos kilómetros a la redonda del Paleolítico, la Edad de Bronce, la época ibero-romana, la época romana tardía y visigoda.
En una provincia en la que los yacimientos arqueológicos siempre han sido puntuales, con el hallazgo de sólo una tumba o unas flechas o espadas aisladas, y siempre fortuitos, el yacimiento de catorce espadas y puñales del siglo X antes de Cristo supuso una revolución para el mundo de la arqueología con la excavación impulsada por María Dolores Macarena Fernández. Tras señalar que el Museo Provincial de Ciudad Real expone en la actualidad el hallazgo, González Ortiz señaló que “nunca se habían encontrado en la región tal cantidad de espadas de la Edad de Bronce, todas ellas con lengua de carpa y mango de antena”, y pocos son los casos en toda España, de ahí su importancia.
Un objeto de lucha también fue el protagonista del hallazgo en el Cerro de San Sebastián de Puertollano hace ya más de un siglo, con la aparición de una espada plana de la Edad del Bronce, que hoy en día expone el Museo Arqueológico de Madrid. A este respecto, también han sido habituales los encuentros arqueológicos en los márgenes del río Ojailén, esta vez del Paleolítico -hace más de 40.000 años-, con el hallazgo de instrumentos y herramientas elaboradas con piedra tallada.
Asimismo, Puertollano tampoco le tiene nada que envidiar a las pinturas rupestres de Peña Escrita en Fuencaliente con la existencia de sucesivas representaciones de pinturas esquemáticas realizadas en el segundo milenio antes de Cristo en las cuevas de los cerros que rodean la ciudad minera. Elaboradas con oxido de hierro o grasas animales y pintadas con los dedos o con plumas, estas pinturas que ha hallado durante años mayoritariamente José González Ortiz en los cerros de El Chorrero, el Puente Natural, El Dolmen o el Peñón del águila, según señaló el arqueólogo, representan “figuras animales y humanas”.
Testigo del descubrimiento de uno de los enterramientos de la época tardorromana-visigoda más numerosos encontrados en la provincia allá por el año 1978 y como participante de la excavación de “urgencia” que motivó el hallazgo antes de su destrucción en una época en la que la ley de patrimonio no estaba lo suficiente definida para paralizar cualquier tipo de obras, regala un documento histórico que se suma a los ya bastantes estudios sobre la arqueología de Puertollano y su comarca. El historiador puertollanense y técnico conservador en el Museo López Villaseñor de Ciudad Real, José González Ortiz, presenta ‘La necrópolis de Puertollano’, un texto que recuerda los acontecimientos vividos durante la excavación desarrollada en terrenos de Enpetrol del 17 al 21 de marzo de 1978 y que expone la relevancia del hallazgo.
Aunque ya existían documentos antiguos que hablaban de “caminos viejos de las sepulturas” y de la “loma de la sepultura”, José González Ortiz comenta que sin duda “el encuentro de la necrópolis” fue de manera fortuita, al igual que el resto de los puntos arqueológicos localizados por toda la ciudad; de manera que el día en que la empresa Agroman empezó a remover este terreno para una futura fábrica de asfalto nadie pensó, según añadió, “que iban a aparecer tumbas”. El puertollanense señala que “como trabajador del museo provincial -cuando Rafael García Serrano era director- fue grande mi sorpresa el día que recibimos una llamada de Puertollano que nos hablaba del encuentro de unas piedras grandes y raras, y vasijas y huesos repartidos por todas partes”, a pesar de que González Ortiz era un experto en la arqueología de toda la comarca.
En unos años en los que un hallazgo arqueológico no implicaba la paralización de cualquier obra y que se acotara el espacio, la excavación de urgencia comandada durante una semana por José González Ortiz fue la única oportunidad de conocer las características de esta necrópolis, situada después de estudio en la época tardoromana-visigoda. Desde el Museo Villaseñor, González Ortiz explica que “sabemos que es de estos años por el ritual de enterramiento, donde la cabecera de los cadáveres estaba situada hacia poniente y los pies en dirección al levante”. Una vasija situada a la altura de la cabeza de los muertos completaba esta tradición funeraria en unos siglos en los que, según explica el historiador, “todavía había enterramientos paganos porque sería en la época visigoda donde ya encontramos unos habitantes cristianizados en la zona -lo que convertiría el conjunto de tumbas en un cementerio o campo santo-” y en los que las tradicionales incineraciones romanas ya no eran habituales.
Sin duda la capacidad de esta necrópolis con una veintena de tumbas localizadas, algunas de ellas colectivas con el encuentro de familias enteras que incluían desde los bisabuelos hasta los nietos, hizo desde el primer momento especial a este hallazgo arqueológico en toda la provincia, según explica José González Ortiz, “ya que el conjunto de descubrimientos de esta época siempre ha sido de una o varias tumbas situadas de manera aislada”. De hecho, la ciudad minera cuenta con enterramientos localizados en el cerro Orusco en el entorno del río Ojailén a tres kilómetros de Puertollano, y en la actual calle Goya, con la localización de tres o cuatro tumbas de la época romana.
Sin más hallazgos encontrados en los alrededores, José González Ortiz explica sin embargo que el encuentro de esta necrópolis lleva a pensar en la posible existencia de un asentamiento de la época en la zona, ya que, “toda población tenía su espacio dedicado en la muerte”; y de hecho se arriesga al expresar que es posible que “el pueblo tardo romano-visigodo se encuentre debajo de las escombreras residuales de la segunda fábrica de procesamiento de pizarra situada al lado de la necrópolis”. El historiador comenta que “ausencia de una población no tendría sentido” después de encontrar esqueletos de individuos de diferentes edades, entre ellos, según añade, “el de un niño de seis a ocho años y de gente mayor con dientes desgastados”, además de un curioso esqueleto con “una costilla mal soldada”.
Tras treinta y cinco años desde el encuentro de este caso único en una provincia en la que nunca se había hallado una concentración tan amplia de enterramientos, José González Ortiz brinda de esta manera este documento a la historia para demostrar la importancia de la conservación y recuperación del pasado histórico y sobre todo para poner en valor los conocimientos adquiridos en el lugar. o
48 vasijas y 3 anillos
Entre los restos que la comitiva de la excavación dirigida por el Museo Provincial pudo recuperar a pesar del gran destrozo que sin ánimo de ello causaron las máquinas que trabajaban en la zona, José González Ortiz explica que “recuperamos ocho vasijas y tres anillos, ya mineralizados con el tiempo, de hierro, plata y cobre”. Las vasijas, que en la actualidad están conservadas en el Museo Provincial junto con trozos de otras, eran toscas, elaboradas a mano con los materiales de la zona y según las características de la época. Además, la dirección de la intervención arqueológica también desmontó uno de los enterramientos para su posterior estudio; que posteriormente se promocionó de manera educativa y pedagógica, según explica González Ortiz, “en el stand de Puertollano establecido en el Parque de Gasset durante la semana de la provincia organizada en 1989”. Tras pasar años en los patios de la Casa de Cultura de la ciudad minera, José González Ortiz confiesa que “el director del Museo Municipal de Puertollano, Raúl Menasalvas, rescató la tumba hasta instalarla en el actual Museo Etnográfico en 2012”. Por último, la expedición también recuperó un esqueleto completo para el estudio de los tipos antropológicos de la época.
Puertollano, puerto de paso y enclave de yacimientos únicos en toda la provincia
Como territorio de paso, “puerto” entre montañas desde la Meseta Central hasta las regiones andaluzas actuales, Puertollano resulta además un lugar privilegiado por el importante número de restos arqueológicos encontrados y sobre todo por la existencia de ejemplos procedentes de todas las culturas que han pasado por la Península Ibérica desde el Paleolítico hasta la actualidad. Al mando de la mayoría de las inspecciones arqueológicas que ha habido en la comarca en las últimas décadas, el puertollanense José González Ortiz comenta que “no existe comarca en la provincia con yacimientos arqueológicos tan abundantes en cuanto a piezas o restos humanos encontrados”, ni tampoco que acojan ejemplos en pocos kilómetros a la redonda del Paleolítico, la Edad de Bronce, la época ibero-romana, la época romana tardía y visigoda.
En una provincia en la que los yacimientos arqueológicos siempre han sido puntuales, con el hallazgo de sólo una tumba o unas flechas o espadas aisladas, y siempre fortuitos, el yacimiento de catorce espadas y puñales del siglo X antes de Cristo supuso una revolución para el mundo de la arqueología con la excavación impulsada por María Dolores Macarena Fernández. Tras señalar que el Museo Provincial de Ciudad Real expone en la actualidad el hallazgo, González Ortiz señaló que “nunca se habían encontrado en la región tal cantidad de espadas de la Edad de Bronce, todas ellas con lengua de carpa y mango de antena”, y pocos son los casos en toda España, de ahí su importancia.
Un objeto de lucha también fue el protagonista del hallazgo en el Cerro de San Sebastián de Puertollano hace ya más de un siglo, con la aparición de una espada plana de la Edad del Bronce, que hoy en día expone el Museo Arqueológico de Madrid. A este respecto, también han sido habituales los encuentros arqueológicos en los márgenes del río Ojailén, esta vez del Paleolítico -hace más de 40.000 años-, con el hallazgo de instrumentos y herramientas elaboradas con piedra tallada.
Asimismo, Puertollano tampoco le tiene nada que envidiar a las pinturas rupestres de Peña Escrita en Fuencaliente con la existencia de sucesivas representaciones de pinturas esquemáticas realizadas en el segundo milenio antes de Cristo en las cuevas de los cerros que rodean la ciudad minera. Elaboradas con oxido de hierro o grasas animales y pintadas con los dedos o con plumas, estas pinturas que ha hallado durante años mayoritariamente José González Ortiz en los cerros de El Chorrero, el Puente Natural, El Dolmen o el Peñón del águila, según señaló el arqueólogo, representan “figuras animales y humanas”.
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