Al-Ándalus contra las distorsiones
13/10/13 .- http://www.eldiadecordoba.es
Alejandro García Sanjuán estudia la conquista islámica de la península en un ensayo publicado por la editorial Marcial Pons en el que señala los enfoques manipuladores que la han tergiversado.
Como todo hecho históricamente decisivo, la conquista islámica de la península ibérica ha sido un jugoso campo de juego para tergiversadores de diversa especie, objeto de férreas lecturas deformantes, manipulaciones interesadas y enfoques que en muchas ocasiones no han intentado explicar lo que ocurrió sino rebatir posturas previas desde una perspectiva rigurosamente ideológica. Esto llevó a Alejandro García Sanjuán, profesor titular de Historia Medieval de la Universidad de Huelva, a plantearse la escritura de un ensayo que delatara estas actitudes y aportara una visión basada en una nueva lectura de las fuentes históricas. El resultado es La conquista islámica de la península ibérica y la tergiversación del pasado, recién publicado por la editorial Marcial Pons.
Una obra que, según García Sanjuán, "parte de una crítica a la herencia historiográfica previa: no toda esa tradición anterior es criticable, pero hay muchos aspectos que debían ser replanteados". También contiene "nuevos enfoques y aproximaciones, hasta ahora ausentes de la historiografía académica, como la conexión de la conquista islámica con el proceso de origen del islam o la revisión en profundidad de los testimonios históricos, tanto literarios como arqueológicos, de los que disponemos en la actualidad para conocer el proceso de conquista". Se trata de un estudio de conjunto "elaborado desde premisas académicas pero con la intención de interesar a toda clase de público".
El experto identifica tres grandes "factores de distorsión" que han influido en el estudio de la conquista: "Por un lado, la idea de la conquista islámica como una catástrofe nacional, acuñada por el españolismo decimonónico. En segundo lugar, la negación de la conquista, que originariamente también parte del españolismo, aunque ha acabado encontrando acomodo en ámbitos muy distintos. Se trata de un fraude historiográfico acuñado por el seudohistoriador vasco Ignacio Olagüe y que ha encontrado difusión, sobre todo, en medios andalucistas y afines al islamismo. En tercer lugar, en la tradición árabe se ha mitificado la conquista al enfocarla como parte de la misión civilizadora del islam".
El catastrofismo es, por tanto, "la visión típica del nacionalismo españolista sobre la conquista". Y es que los historiadores del siglo XIX "estaban imbuidos de la idea de la continuidad de la nación española. Para ellos, en el año 711 se produjo una catástrofe nacional, pues la Hispania visigoda terminó debido a la acción de los conquistadores musulmanes. Este enfoque es anacrónico, pues, obviamente, en el año 711 no existe algo que podamos llamar nación española".
García Sanjuán aclara que existen testimonios históricos fiables sobre la conquista: "Este es un punto muy importante en el estudio, porque constituye uno de los argumentos favoritos de Olagüe y los negacionistas. En el libro se dedica amplio espacio al estudio de estas fuentes. Existen textos latinos que nos informan sobre la conquista elaborados en las décadas posteriores a la misma, tanto fuera como dentro de la península. Asimismo, existen textos árabes, que son algo más tardíos en su redacción que los latinos, pero ni mucho menos tanto como pretenden los negacionistas". Y tan importantes como los textos son las fuentes arqueológicas: "En primer lugar, las monedas que acuñaron los conquistadores a su llegada a la península, que imitan a las del norte de África, la zona de procedencia de los musulmanes. Estas monedas fueron acuñadas en los primeros años de la conquista y en ellas se menciona a Mahoma, el Enviado de Dios, lo que identifica a los conquistadores como seguidores del islam".
En el análisis de este hecho histórico, una de las preguntas clave es por qué triunfaron los conquistadores. Las causas, analiza el experto, son tanto internas como externas. "A comienzos del siglo VIII -explica- el islam es una fuerza pujante que desde el Próximo Oriente ha avanzado por toda la zona del norte de África, derrotando a los bizantinos y sometiendo a las tribus beréberes. La posibilidad de atravesar el Estrecho era sólo cuestión de tiempo, igual que también atacaron el sur de Italia y Sicilia, por ejemplo. La conquista de la península forma parte de un proceso histórico decisivo, la expansión del islam que siguió a la muerte de Mahoma en 632, ochenta años antes de la llegada a los musulmanes". Y, por otra parte, el reino visigodo de Toledo "estaba en una situación de inestabilidad política. Desde la muerte del rey Witiza a finales de 710 hubo una situación de intensa agitación. Es muy probable que la monarquía quedase dividida en dos bandos, uno de los cuales apoyaba al rey Rodrigo, mientras que en el cuadrante noroeste de la península se estableció un poder independiente en manos de otro soberano visigodo llamado Agila, al que apenas conocemos. La muerte de Rodrigo en el primer enfrentamiento con los musulmanes en 711 desarticuló por completo la monarquía visigoda. Sin rey no era posible gobernar el reino. Buena parte de la Iglesia y la aristocracia visigodas optaron por entenderse con los conquistadores para tratar de preservar sus privilegios. Obviamente en ese primer momento nadie sabía que los musulmanes acabarían apoderándose de la mayor parte del territorio". Así son las imprevisibles maniobras de la Historia.
Como todo hecho históricamente decisivo, la conquista islámica de la península ibérica ha sido un jugoso campo de juego para tergiversadores de diversa especie, objeto de férreas lecturas deformantes, manipulaciones interesadas y enfoques que en muchas ocasiones no han intentado explicar lo que ocurrió sino rebatir posturas previas desde una perspectiva rigurosamente ideológica. Esto llevó a Alejandro García Sanjuán, profesor titular de Historia Medieval de la Universidad de Huelva, a plantearse la escritura de un ensayo que delatara estas actitudes y aportara una visión basada en una nueva lectura de las fuentes históricas. El resultado es La conquista islámica de la península ibérica y la tergiversación del pasado, recién publicado por la editorial Marcial Pons.
Una obra que, según García Sanjuán, "parte de una crítica a la herencia historiográfica previa: no toda esa tradición anterior es criticable, pero hay muchos aspectos que debían ser replanteados". También contiene "nuevos enfoques y aproximaciones, hasta ahora ausentes de la historiografía académica, como la conexión de la conquista islámica con el proceso de origen del islam o la revisión en profundidad de los testimonios históricos, tanto literarios como arqueológicos, de los que disponemos en la actualidad para conocer el proceso de conquista". Se trata de un estudio de conjunto "elaborado desde premisas académicas pero con la intención de interesar a toda clase de público".
El experto identifica tres grandes "factores de distorsión" que han influido en el estudio de la conquista: "Por un lado, la idea de la conquista islámica como una catástrofe nacional, acuñada por el españolismo decimonónico. En segundo lugar, la negación de la conquista, que originariamente también parte del españolismo, aunque ha acabado encontrando acomodo en ámbitos muy distintos. Se trata de un fraude historiográfico acuñado por el seudohistoriador vasco Ignacio Olagüe y que ha encontrado difusión, sobre todo, en medios andalucistas y afines al islamismo. En tercer lugar, en la tradición árabe se ha mitificado la conquista al enfocarla como parte de la misión civilizadora del islam".
El catastrofismo es, por tanto, "la visión típica del nacionalismo españolista sobre la conquista". Y es que los historiadores del siglo XIX "estaban imbuidos de la idea de la continuidad de la nación española. Para ellos, en el año 711 se produjo una catástrofe nacional, pues la Hispania visigoda terminó debido a la acción de los conquistadores musulmanes. Este enfoque es anacrónico, pues, obviamente, en el año 711 no existe algo que podamos llamar nación española".
García Sanjuán aclara que existen testimonios históricos fiables sobre la conquista: "Este es un punto muy importante en el estudio, porque constituye uno de los argumentos favoritos de Olagüe y los negacionistas. En el libro se dedica amplio espacio al estudio de estas fuentes. Existen textos latinos que nos informan sobre la conquista elaborados en las décadas posteriores a la misma, tanto fuera como dentro de la península. Asimismo, existen textos árabes, que son algo más tardíos en su redacción que los latinos, pero ni mucho menos tanto como pretenden los negacionistas". Y tan importantes como los textos son las fuentes arqueológicas: "En primer lugar, las monedas que acuñaron los conquistadores a su llegada a la península, que imitan a las del norte de África, la zona de procedencia de los musulmanes. Estas monedas fueron acuñadas en los primeros años de la conquista y en ellas se menciona a Mahoma, el Enviado de Dios, lo que identifica a los conquistadores como seguidores del islam".
En el análisis de este hecho histórico, una de las preguntas clave es por qué triunfaron los conquistadores. Las causas, analiza el experto, son tanto internas como externas. "A comienzos del siglo VIII -explica- el islam es una fuerza pujante que desde el Próximo Oriente ha avanzado por toda la zona del norte de África, derrotando a los bizantinos y sometiendo a las tribus beréberes. La posibilidad de atravesar el Estrecho era sólo cuestión de tiempo, igual que también atacaron el sur de Italia y Sicilia, por ejemplo. La conquista de la península forma parte de un proceso histórico decisivo, la expansión del islam que siguió a la muerte de Mahoma en 632, ochenta años antes de la llegada a los musulmanes". Y, por otra parte, el reino visigodo de Toledo "estaba en una situación de inestabilidad política. Desde la muerte del rey Witiza a finales de 710 hubo una situación de intensa agitación. Es muy probable que la monarquía quedase dividida en dos bandos, uno de los cuales apoyaba al rey Rodrigo, mientras que en el cuadrante noroeste de la península se estableció un poder independiente en manos de otro soberano visigodo llamado Agila, al que apenas conocemos. La muerte de Rodrigo en el primer enfrentamiento con los musulmanes en 711 desarticuló por completo la monarquía visigoda. Sin rey no era posible gobernar el reino. Buena parte de la Iglesia y la aristocracia visigodas optaron por entenderse con los conquistadores para tratar de preservar sus privilegios. Obviamente en ese primer momento nadie sabía que los musulmanes acabarían apoderándose de la mayor parte del territorio". Así son las imprevisibles maniobras de la Historia.
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