Ciudadanos al rescate del patrimonio (Palencia)
9/7/13 .- http://www.diariopalentino.es
En los últimos años estamos asistiendo a una clara ascensión del movimiento social, de la intervención cívica a la búsqueda de soluciones para asuntos relacionados fundamentalmente con la gestión pública y la resolución de los inmensos problemas ligados al galope de la crisis.
A medida que una sociedad se moderniza va surgiendo con más potencia el fenómeno del asociacionismo. Un ejemplo de proliferación de este movimiento asociativo hace tiempo que se empezó a fraguar en el medio rural palentino. Hablamos de agrupaciones lanzadas al rescate del patrimonio cultural.
En un campo como el nuestro, tan cargado de historia, tan doblado de cultura y tan desprovisto de músculo, en ocasiones ocurren sucesos que nos hacen parar y recapacitar.
Recientemente una de las paredes adjuntas al Castillo de Belmonte se ha venido abajo y muchas han sido las voces que se han alzado. El patrimonio arquitectónico de esta tierra es inmenso, pero también diverso por muchos factores que conforman su composición.
Independientemente de los estilos y las épocas, ese legado cultural es heterogéneo en su propiedad, en su conformación administrativa y en su relación con sus vecinos. En ciertas ocasiones, son precisamente estos últimos quienes consiguen su salvación.
Los integrantes de la Asociación Amigos del Castillo de Belmonte de Campos, de la Asociación Cultural Social de la Villa de Paredes de Nava y de la Asociación Amigos del Castillo y Monumentos de Fuentes de Valdepero, luchan desde hace muchos años por salvar el patrimonio de su pueblo.
Sin que nadie se lo pidiera, se arrogaron esa responsabilidad, actuando de intermediarios entre los propietarios, ideando iniciativas para recaudar fondos o aportando dinero de sus bolsillos.
Estos colectivos no hablan de ideologías políticas ni de luchas partidistas, tan solo los une el interés por conservar el patrimonio que lleva coexistiendo con sus vidas desde generaciones y al que deben la identidad del pueblo.
En los tres casos analizados, comprobamos que este movimiento asociativo cuenta con unas singularidades que lo caracterizan. No han surgido como respuesta a una agresión urbanística o por un proceso de supuesto desarrollo, tal y como ha ocurrido en otros lugares de España. Encontramos conocidos ejemplos en las asociaciones sevillanas en defensa del patrimonio arqueológico ante la voracidad de proyectos de aparcamientos subterráneos o las plataformas en defensa del barrio histórico de Cabanya en la ciudad de Valencia.
Aquí han nacido ante el abandono, ante el silencio. Nadie pretende tirar una iglesia o un castillo para construir una torre de pisos. El monumento desaparece porque no quedan feligreses o vecinos que lo llenen, pero también porque no interesa. Pero al desaparecer las piedras se marcha mucho más.
Belmonte de Campos. Clara Eugenia Sahagún constituyó en 1998 la Asociación Amigos del Castillo de Belmonte de Campos «porque nos preocupaba su deterioro, ha sido el lugar de nuestra infancia, allí jugábamos y allí nos encontrábamos los jóvenes del pueblo», recuerda la presidenta de la Asociación, que ve cómo el Castillo se va desdibujando en el horizonte.
La fortaleza del siglo XV declarada monumento histórico-artístico en 1931, se encuentra incluida en la lista roja de la Asociación Hispania Nostra. Sus propietarios, por los motivos que sean, no acometen las oportunas medidas de conservación. El pasado mes de mayo un temporal de viento convirtió en escombros la pared que quedaba de la iglesia adyacente a la torre del Castillo.
Tras conversar con Clara Eugenia Sahagún, nos queda la duda de si las instituciones oficiales, tan sumidas en urgentes programas de ahorro, entienden de sentimientos que tienen que ver con la identidad de un lugar, con la historia y la cultura de verdad.
«Cuando veníamos de Rioseco y veíamos el Castillo se nos agitaba algo en el pecho. Ahora cuando llego a Belmonte, prefiero hacerlo por la otra carretera, no lo veo y así no me entra tanta tristeza», lamenta la presidenta.
En el año 2010 un estudio del arquitecto Fernando Cobos encargado por la Junta, resalta la singularidad del Castillo de Belmonte señalando que «lo que le hace verdaderamente excepcional en Castilla y León y también en España es la genialidad y originalidad de la obra de Juan de Badajoz, el mozo, lo que hace más lamentable la pérdida de piezas bellísimas como las almenas de los parapetos o las gárgolas bajas con forma de águila».
En ese mismo estudio se apuntan las patologías que hacen mella en el edificio y las actuaciones que requiere el inmueble.
La presidenta de la Asociación de Belmonte de Campos señala que tras el reciente derrumbe «estamos retomando el tema de la cesión, los propietarios parecen ahora más receptivos, aunque quieren un proyecto claro de los usos que se le va a dar, pero el proyecto de futuro más claro es rehabilitarlo y conservarlo, no se puede caer una piedra más».
Fuentes de Valdepero. El majestuoso Castillo de Fuentes de Valdepero del siglo XV ha tenido más suerte en su devenir histórico. Totalmente rehabilitado y convertido en sede del Archivo Provincial, su estampa actual se explica gracias a la determinación de los vecinos de esta pequeña localidad de poco más de 200 habitantes que en el año 1993 decidieron poner fin al estado de ruina en el que se encontraba la fortaleza aglutinándose en torno a la Asociación Amigos del Castillo y Monumentos.
Veinte años más tarde y visto con la perspectiva que da el tiempo, la labor de la asociación y de los vecinos del pueblo ha sido ingente y de un mérito no suficientemente reconocido.
«El Castillo no tenía ningún uso, se encontraba abandonado, cerrado y en grave peligro de ruina, incluso los vecinos por propia iniciativa realizamos labores de limpieza, pero eso no era suficiente», recuerda Fernando Martín, miembro de la Asociación y alcalde de la localidad.
Desde el primer momento la Asociación se puso en contacto con los propietarios del Castillo que a principios de los noventa, eran la familia Pedrejón y el señor Cueto de Valladolid, entonces presidente de la Asociación Nacional de Amigos de los Castillos.
Alicia Simón, presidenta de la Asociación señala que se consiguió un primer derecho de compra, pero «ante la magnitud de la operación acordamos dirigirnos al entonces presidente de la Diputación, Jesús Mañueco, quien decidió que la Institución lo adquiriera para albergar el Archivo Provincial».
En 1995 la Diputación de Palencia pagó por el Castillo 50 millones de las antiguas pesetas. Fue el primer paso para su recuperación.
Las obras de rehabilitación no estuvieron exentas de dificultades, «los trabajos llegaron a estar parados 3 años, llegamos a temer que no se terminaran nunca», apunta Alicia Simón. Un total de 14 años duraron las obras, una reconstrucción financiada por la Junta de Castilla y León y por la Diputación, que concluyó en el año 2011.
La espectacularidad del Castillo es capaz de proyectar a quien lo contempla a tiempos, lances y mundos olvidados. Hoy en día se puede visitar todo el recinto de la Torre del Homenaje y la parte superior del Patio de Armas. Incluso es posible la celebración de bodas civiles en sus salones.
El Castillo del linaje de los Sarmiento agradecido por el esplendor recuperado le ha devuelto al pueblo el dinamismo del que carecía. La constitución de la Asociación hace ahora 20 años ha significado para el pueblo «todo un revulsivo, el deseo de recuperar el Castillo nos unió y nos hizo crear conciencia de la importancia de salvar el patrimonio. El tirón del Castillo es innegable, tenemos un turismo que antes no existía y que revierte en el pueblo», asegura satisfecho Fernando Martín.
El rescate de la fortaleza ha sido el gran hito del colectivo vecinal pero no el único. Los habitantes de Fuentes de Valdepero han sufragado con sus aportaciones y con el dinero conseguido por la asociación campañas para la rehabilitación de la iglesia de Nuestra Señora de la Antigua, la mejora de la ermita de San Pedro, así como la reconstrucción del arco de entrada que formaba parte de la muralla que circundaba la localidad.
Inmunes al desaliento, la representante de la Asociación, Alicia Simón, asegura que «hay mucho que hacer todavía». Actualmente, además de sus periódicas publicaciones buscan el modo de restaurar dos pequeños altares y el órgano del siglo XVIII.
Paredes de Nava. La fuerza y la inquebrantable voluntad demostrada por los fundadores e integrantes de la Asociación Cultural-Social Villa de Paredes de Nava es realmente un caso singular.
Como dice el artículo 1 de sus Estatutos: «siendo la villa de Paredes de Nava importante desde el punto de vista histórico-artístico-cultural, un grupo de personas con inquietudes de este tipo y celoso de que el acontecer del pueblo no desmerezca de su pasado, sino que lo supere, crean una asociación que vele por todo lo relacionado con su historia, con su arte, con su cultura y también con el bienestar de sus gentes».
Contra todo pronóstico y cuando la propia Diócesis había dado por amortizadas las iglesias de San Martín y de San Juan, edificadas en el siglo XV y en un lamentable estado de ruina, un grupo de vecinos de Paredes decide no aceptar el triste destino que pesaba sobre los inmuebles, constituyéndose en asociación en 1985 con el único fin de salvar el patrimonio de su pueblo.
Ni el escepticismo ni los contratiempos consiguieron minar la determinación de los miembros del colectivo, y hoy 28 años más tarde, el presidente fundador de la Asociación, José Luis Nájera y el actual presidente, Faustino Antolín, nos refieren la ilusión y la valentía con la que afrontaron la empresa.
La Asociación echó a andar con el impulso de 17 personas a las que enseguida se fueron sumando muchas más, siendo más aún, las que colaboraban en cuantas rifas, sorteos, y suscripciones populares se organizaron.
El primer objetivo de la Asociación fue rescatar de la ruina la Iglesia de San Martín, como nos cuenta José Luis Nájera quien recuerda que «cuando hablamos con el Obispado, nos dijeron que tenían 200 iglesias, que sus presupuestos eran escasos y que priorizaban la conservación de las iglesias que tenían culto».
El desaliento no formaba parte del vocabulario de los integrantes de la Asociación que tras hablar con los responsables de las distintas Administraciones y comprobar que no obtenían más que buenas palabras, deciden asumir la propiedad de la iglesia en ruinas responsabilizándose de su rehabilitación mediante un documento de cesión por diez años acordado por el Obispado.
Una cesión que se prorrogó hasta los 25 años viendo que efectivamente los vecinos de Paredes lograban no sin esfuerzo reconstruir la edificación con sus propios medios y consiguiendo una subvención de la Diputación de Palencia de 800.000 pesetas.
«Se revolvía Roma con Santiago al objeto de sacar fondos porque esta ruina metía miedo y a base del trabajo personal de la gente se logró recuperar la iglesia para otros fines que no fueran el del culto», recuerda Faustino Antolín. De hecho, una vez rehabilitada parcialmente, en el año 2003, la Junta de Castilla y León acomete el proyecto para transformar la iglesia en lo que hoy es: el Centro de Interpretación de Tierra de Campos.
Cumplido el objetivo, la Asociación Cultural-Social Villa de Paredes, devuelve la cesión de la iglesia al Obispado para que éste a su vez la cediera al Ayuntamiento de la localidad. Tanto esfuerzo para que la Asociación vea ahora cómo la pasividad del Ayuntamiento de Paredes está acrecentando las goteras que desde hace meses se dibujan en la bóveda de San Martín. La desazón de los integrantes de la Asociación es comprensible al comprobar también cómo se ha desprendido parte de la pared externa de la iglesia y que «nadie hace nada para solventarlo».
Otro de los focos de actuación de la Asociación fue la torre mudéjar del siglo XVI de la iglesia de San Juan. Su derrumbe parcial hace unos diez años fue el detonante para que la Asociación se movilizara y decidiera enviar cientos de cartas «a toda la gente con raíces en Paredes desperdigada por el mundo, solicitando una aportación y respondiendo muchísima gente a la llamada», señala Faustino Antolín.
Se consiguieron 9 millones de pesetas con los que la Asociación logró realizar los trabajos de recuperación, unas obras que dejaron al descubierto, como si de un regalo de la providencia se tratara, la talla de una virgen románica del siglo XIII que restauró la Diputación y que actualmente se puede ver en el Centro de Interpretación de Tierra de Campos.
La labor emprendida por las Asociaciones de Fuentes de Valdepero, de Belmonte de Campos y de Paredes de Nava, es tan notable que se puede afirmar sin temor a caer en exageraciones que si gran parte del patrimonio de estas localidades sigue en pie se debe única y exclusivamente a los esfuerzos denodados de los integrantes de estos colectivos que no han dudado en colaborar con esfuerzo personal y económico en el RESCATE DE SU PATRIMONIO.
A medida que una sociedad se moderniza va surgiendo con más potencia el fenómeno del asociacionismo. Un ejemplo de proliferación de este movimiento asociativo hace tiempo que se empezó a fraguar en el medio rural palentino. Hablamos de agrupaciones lanzadas al rescate del patrimonio cultural.
En un campo como el nuestro, tan cargado de historia, tan doblado de cultura y tan desprovisto de músculo, en ocasiones ocurren sucesos que nos hacen parar y recapacitar.
Recientemente una de las paredes adjuntas al Castillo de Belmonte se ha venido abajo y muchas han sido las voces que se han alzado. El patrimonio arquitectónico de esta tierra es inmenso, pero también diverso por muchos factores que conforman su composición.
Independientemente de los estilos y las épocas, ese legado cultural es heterogéneo en su propiedad, en su conformación administrativa y en su relación con sus vecinos. En ciertas ocasiones, son precisamente estos últimos quienes consiguen su salvación.
Los integrantes de la Asociación Amigos del Castillo de Belmonte de Campos, de la Asociación Cultural Social de la Villa de Paredes de Nava y de la Asociación Amigos del Castillo y Monumentos de Fuentes de Valdepero, luchan desde hace muchos años por salvar el patrimonio de su pueblo.
Sin que nadie se lo pidiera, se arrogaron esa responsabilidad, actuando de intermediarios entre los propietarios, ideando iniciativas para recaudar fondos o aportando dinero de sus bolsillos.
Estos colectivos no hablan de ideologías políticas ni de luchas partidistas, tan solo los une el interés por conservar el patrimonio que lleva coexistiendo con sus vidas desde generaciones y al que deben la identidad del pueblo.
En los tres casos analizados, comprobamos que este movimiento asociativo cuenta con unas singularidades que lo caracterizan. No han surgido como respuesta a una agresión urbanística o por un proceso de supuesto desarrollo, tal y como ha ocurrido en otros lugares de España. Encontramos conocidos ejemplos en las asociaciones sevillanas en defensa del patrimonio arqueológico ante la voracidad de proyectos de aparcamientos subterráneos o las plataformas en defensa del barrio histórico de Cabanya en la ciudad de Valencia.
Aquí han nacido ante el abandono, ante el silencio. Nadie pretende tirar una iglesia o un castillo para construir una torre de pisos. El monumento desaparece porque no quedan feligreses o vecinos que lo llenen, pero también porque no interesa. Pero al desaparecer las piedras se marcha mucho más.
Belmonte de Campos. Clara Eugenia Sahagún constituyó en 1998 la Asociación Amigos del Castillo de Belmonte de Campos «porque nos preocupaba su deterioro, ha sido el lugar de nuestra infancia, allí jugábamos y allí nos encontrábamos los jóvenes del pueblo», recuerda la presidenta de la Asociación, que ve cómo el Castillo se va desdibujando en el horizonte.
La fortaleza del siglo XV declarada monumento histórico-artístico en 1931, se encuentra incluida en la lista roja de la Asociación Hispania Nostra. Sus propietarios, por los motivos que sean, no acometen las oportunas medidas de conservación. El pasado mes de mayo un temporal de viento convirtió en escombros la pared que quedaba de la iglesia adyacente a la torre del Castillo.
Tras conversar con Clara Eugenia Sahagún, nos queda la duda de si las instituciones oficiales, tan sumidas en urgentes programas de ahorro, entienden de sentimientos que tienen que ver con la identidad de un lugar, con la historia y la cultura de verdad.
«Cuando veníamos de Rioseco y veíamos el Castillo se nos agitaba algo en el pecho. Ahora cuando llego a Belmonte, prefiero hacerlo por la otra carretera, no lo veo y así no me entra tanta tristeza», lamenta la presidenta.
En el año 2010 un estudio del arquitecto Fernando Cobos encargado por la Junta, resalta la singularidad del Castillo de Belmonte señalando que «lo que le hace verdaderamente excepcional en Castilla y León y también en España es la genialidad y originalidad de la obra de Juan de Badajoz, el mozo, lo que hace más lamentable la pérdida de piezas bellísimas como las almenas de los parapetos o las gárgolas bajas con forma de águila».
En ese mismo estudio se apuntan las patologías que hacen mella en el edificio y las actuaciones que requiere el inmueble.
La presidenta de la Asociación de Belmonte de Campos señala que tras el reciente derrumbe «estamos retomando el tema de la cesión, los propietarios parecen ahora más receptivos, aunque quieren un proyecto claro de los usos que se le va a dar, pero el proyecto de futuro más claro es rehabilitarlo y conservarlo, no se puede caer una piedra más».
Fuentes de Valdepero. El majestuoso Castillo de Fuentes de Valdepero del siglo XV ha tenido más suerte en su devenir histórico. Totalmente rehabilitado y convertido en sede del Archivo Provincial, su estampa actual se explica gracias a la determinación de los vecinos de esta pequeña localidad de poco más de 200 habitantes que en el año 1993 decidieron poner fin al estado de ruina en el que se encontraba la fortaleza aglutinándose en torno a la Asociación Amigos del Castillo y Monumentos.
Veinte años más tarde y visto con la perspectiva que da el tiempo, la labor de la asociación y de los vecinos del pueblo ha sido ingente y de un mérito no suficientemente reconocido.
«El Castillo no tenía ningún uso, se encontraba abandonado, cerrado y en grave peligro de ruina, incluso los vecinos por propia iniciativa realizamos labores de limpieza, pero eso no era suficiente», recuerda Fernando Martín, miembro de la Asociación y alcalde de la localidad.
Desde el primer momento la Asociación se puso en contacto con los propietarios del Castillo que a principios de los noventa, eran la familia Pedrejón y el señor Cueto de Valladolid, entonces presidente de la Asociación Nacional de Amigos de los Castillos.
Alicia Simón, presidenta de la Asociación señala que se consiguió un primer derecho de compra, pero «ante la magnitud de la operación acordamos dirigirnos al entonces presidente de la Diputación, Jesús Mañueco, quien decidió que la Institución lo adquiriera para albergar el Archivo Provincial».
En 1995 la Diputación de Palencia pagó por el Castillo 50 millones de las antiguas pesetas. Fue el primer paso para su recuperación.
Las obras de rehabilitación no estuvieron exentas de dificultades, «los trabajos llegaron a estar parados 3 años, llegamos a temer que no se terminaran nunca», apunta Alicia Simón. Un total de 14 años duraron las obras, una reconstrucción financiada por la Junta de Castilla y León y por la Diputación, que concluyó en el año 2011.
La espectacularidad del Castillo es capaz de proyectar a quien lo contempla a tiempos, lances y mundos olvidados. Hoy en día se puede visitar todo el recinto de la Torre del Homenaje y la parte superior del Patio de Armas. Incluso es posible la celebración de bodas civiles en sus salones.
El Castillo del linaje de los Sarmiento agradecido por el esplendor recuperado le ha devuelto al pueblo el dinamismo del que carecía. La constitución de la Asociación hace ahora 20 años ha significado para el pueblo «todo un revulsivo, el deseo de recuperar el Castillo nos unió y nos hizo crear conciencia de la importancia de salvar el patrimonio. El tirón del Castillo es innegable, tenemos un turismo que antes no existía y que revierte en el pueblo», asegura satisfecho Fernando Martín.
El rescate de la fortaleza ha sido el gran hito del colectivo vecinal pero no el único. Los habitantes de Fuentes de Valdepero han sufragado con sus aportaciones y con el dinero conseguido por la asociación campañas para la rehabilitación de la iglesia de Nuestra Señora de la Antigua, la mejora de la ermita de San Pedro, así como la reconstrucción del arco de entrada que formaba parte de la muralla que circundaba la localidad.
Inmunes al desaliento, la representante de la Asociación, Alicia Simón, asegura que «hay mucho que hacer todavía». Actualmente, además de sus periódicas publicaciones buscan el modo de restaurar dos pequeños altares y el órgano del siglo XVIII.
Paredes de Nava. La fuerza y la inquebrantable voluntad demostrada por los fundadores e integrantes de la Asociación Cultural-Social Villa de Paredes de Nava es realmente un caso singular.
Como dice el artículo 1 de sus Estatutos: «siendo la villa de Paredes de Nava importante desde el punto de vista histórico-artístico-cultural, un grupo de personas con inquietudes de este tipo y celoso de que el acontecer del pueblo no desmerezca de su pasado, sino que lo supere, crean una asociación que vele por todo lo relacionado con su historia, con su arte, con su cultura y también con el bienestar de sus gentes».
Contra todo pronóstico y cuando la propia Diócesis había dado por amortizadas las iglesias de San Martín y de San Juan, edificadas en el siglo XV y en un lamentable estado de ruina, un grupo de vecinos de Paredes decide no aceptar el triste destino que pesaba sobre los inmuebles, constituyéndose en asociación en 1985 con el único fin de salvar el patrimonio de su pueblo.
Ni el escepticismo ni los contratiempos consiguieron minar la determinación de los miembros del colectivo, y hoy 28 años más tarde, el presidente fundador de la Asociación, José Luis Nájera y el actual presidente, Faustino Antolín, nos refieren la ilusión y la valentía con la que afrontaron la empresa.
La Asociación echó a andar con el impulso de 17 personas a las que enseguida se fueron sumando muchas más, siendo más aún, las que colaboraban en cuantas rifas, sorteos, y suscripciones populares se organizaron.
El primer objetivo de la Asociación fue rescatar de la ruina la Iglesia de San Martín, como nos cuenta José Luis Nájera quien recuerda que «cuando hablamos con el Obispado, nos dijeron que tenían 200 iglesias, que sus presupuestos eran escasos y que priorizaban la conservación de las iglesias que tenían culto».
El desaliento no formaba parte del vocabulario de los integrantes de la Asociación que tras hablar con los responsables de las distintas Administraciones y comprobar que no obtenían más que buenas palabras, deciden asumir la propiedad de la iglesia en ruinas responsabilizándose de su rehabilitación mediante un documento de cesión por diez años acordado por el Obispado.
Una cesión que se prorrogó hasta los 25 años viendo que efectivamente los vecinos de Paredes lograban no sin esfuerzo reconstruir la edificación con sus propios medios y consiguiendo una subvención de la Diputación de Palencia de 800.000 pesetas.
«Se revolvía Roma con Santiago al objeto de sacar fondos porque esta ruina metía miedo y a base del trabajo personal de la gente se logró recuperar la iglesia para otros fines que no fueran el del culto», recuerda Faustino Antolín. De hecho, una vez rehabilitada parcialmente, en el año 2003, la Junta de Castilla y León acomete el proyecto para transformar la iglesia en lo que hoy es: el Centro de Interpretación de Tierra de Campos.
Cumplido el objetivo, la Asociación Cultural-Social Villa de Paredes, devuelve la cesión de la iglesia al Obispado para que éste a su vez la cediera al Ayuntamiento de la localidad. Tanto esfuerzo para que la Asociación vea ahora cómo la pasividad del Ayuntamiento de Paredes está acrecentando las goteras que desde hace meses se dibujan en la bóveda de San Martín. La desazón de los integrantes de la Asociación es comprensible al comprobar también cómo se ha desprendido parte de la pared externa de la iglesia y que «nadie hace nada para solventarlo».
Otro de los focos de actuación de la Asociación fue la torre mudéjar del siglo XVI de la iglesia de San Juan. Su derrumbe parcial hace unos diez años fue el detonante para que la Asociación se movilizara y decidiera enviar cientos de cartas «a toda la gente con raíces en Paredes desperdigada por el mundo, solicitando una aportación y respondiendo muchísima gente a la llamada», señala Faustino Antolín.
Se consiguieron 9 millones de pesetas con los que la Asociación logró realizar los trabajos de recuperación, unas obras que dejaron al descubierto, como si de un regalo de la providencia se tratara, la talla de una virgen románica del siglo XIII que restauró la Diputación y que actualmente se puede ver en el Centro de Interpretación de Tierra de Campos.
La labor emprendida por las Asociaciones de Fuentes de Valdepero, de Belmonte de Campos y de Paredes de Nava, es tan notable que se puede afirmar sin temor a caer en exageraciones que si gran parte del patrimonio de estas localidades sigue en pie se debe única y exclusivamente a los esfuerzos denodados de los integrantes de estos colectivos que no han dudado en colaborar con esfuerzo personal y económico en el RESCATE DE SU PATRIMONIO.
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