Las pinturas de San Miguel de Liño
6/6/13 .- http://www.lne.es
El descubrimiento y restauración de un legado único
La Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Principado de Asturias, dirigida por doña Ana González y el director general de Patrimonio, don Adolfo Rodríguez Asensio, han promovido recientemente la restauración de las pinturas murales de la iglesia de San Miguel de Liño; labor que en estos momentos lleva a término don Jesús Puras Higueras, uno de los especialistas en restauración pictórica altomedieval de mayor proyección profesional. La decisión es realmente laudatoria y tendrá una trascendencia fundamental en la conservación de un programa pictórico como es el de la iglesia de Liño, en el que el estudio iconográfico de sus pinturas es clave para el conocimiento del arte medieval. Y es que debemos tener muy presente que la pintura mural asturiana es un unicum dentro del legado pictórico del siglo IX, pues no conservamos restos pictóricos de esta magnitud y de esta época en nuestro entorno artístico del occidente europeo. El carácter tan singular de estas pinturas es lo que les confiere su especial valor. No se trata de unos frescos que amplíen el cuadro de la pintura mural asturiana de la alta Edad Media de una forma meramente cuantitativa, sino que nos encontramos ante un género completamente nuevo de pintura mural, el cual, hasta que a principios del siglo pasado es descubierto por una pléyade de investigadores de la talla de José Amador de los Ríos (descubrimiento de la figura sedente en San Miguel de Liño en el año 1870), Fortunato de Selgas (descubrimiento y restauración de las pinturas murales de Santullano en el año 1912) y, más recientemente, Helmut Schlunk y Magín Berenguer, nos era conocido sólo por escasos restos, sumarias descripciones y una significativa carencia de contextualización histórico-artística.
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Es por eso por lo que las pinturas de San Miguel de Liño -y especialmente la imagen más extraordinaria de nuestro patrimonio pictórico altomedieval: la figura de un personaje tañendo un instrumento musical, un cordófono, y la representación de una figura entronizada- representan una imagen decisiva para comprender la aparición de la iconicidad en nuestro arte altomedieval así como un referente fundamental de los antecedentes de nuestra desconocida miniatura asturiana, y de la posterior evolución de la miniatura del siglo X y XI. Por ello su restauración, la recuperación y consolidación de su estratigrafía pictórica constituye una de las decisiones más acertadas e importantes de los últimos años, y no estamos ejerciendo ningún tipo de exageración, sino situándonos en la más absoluta de las objetividades. Hasta este momento las imágenes de San Miguel de Liño han estado en un riesgo extremo de desaparición ante el mal estado de su capa pictórica. Debemos tener presente que desde su descubrimiento en 1947 por Helmut Schlunk y Magín Berenguer nunca se habían restaurado, ni limpiado, ni habían tenido ningún tipo de tratamiento preventivo. Es más, se habían encalado los paramentos anexos a las pinturas en la década de los años cincuenta con la consiguiente aportación negativa de sales a las pinturas originales. Han pasado, pues, más de sesenta años de su descubrimiento y mil doscientos años desde su creación, para que una restauración tan necesaria, tan solicitada y en estos últimos años ya tan urgente, nos devuelva tan pequeño retazo pictórico, pero tan importante y universal legado para nuestro patrimonio histórico artístico.
Pero superado este sucinto exhorto, preciso es situarnos con perspectiva para apreciar la labor significativa de las figuras de Helmut Schlunk y Magín Berenguer en la recuperación del legado de la pintura altomedieval asturiana, y de forma especial en las imágenes de San Miguel de Liño.
La llegada a España de Helmut Schlunk en la década de los años cuarenta va a representar un avance extraordinario, como es suficientemente conocido, en el conocimiento sobre el arte asturiano y muy especialmente en la investigación de la pintura mural altomedieval de las iglesias asturianas, desconocida en aquellos años.
En noviembre de 1946 Helmut Schlunk recibe una ayuda financiera del Instituto de Estudios Asturianos para estudiar la pintura mural asturiana. José Fernández Buelta le sugiere que realice reproducciones en color de las pinturas proponiéndole para su realización al por aquellos años profesor de la Academia de Artes y Oficios de Oviedo don Magín Berenguer. En el verano de 1947 Schlunk estudia las iglesias asturianas documentándolas fotográficamente y realizando dibujos con la ayuda de Magín Berenguer, de quien alabará su excelente calidad como experto dibujante. Y será precisamente en el transcurso de sus estudios cuando ellos mismos descubran ocultos por la imprimación de las cales vertidas a los paramentos, los restos pictóricos de la nave sur de San Miguel de Liño: la figura del Músico junto a abundantes restos de pintura figurativa y decorativa.
Un año más tarde, Helmut Schlunk es consciente de la relevancia histórico-artística de la pintura mural asturiana y propone al IDEA que patrocine la publicación de un libro sobre la pintura mural asturiana de los siglos IX y X, que sería editado conjuntamente por Magín Berenguer y Helmut Schlunk. Ésta es una decisión absolutamente trascendente para el futuro del arte medieval en Asturias, y en el año 1949 el compromiso de subvencionar y editar la obra sobre «La pintura mural asturiana en la Alta Edad Media», obtiene el beneplácito de la Diputación Provincial de Asturias. Y en estos momentos don Paulino Vigón, don José María Comas y don Ignacio Alonso de Nora adquieren un papel impulsor fundamental. En 1957 la obra es publicada bajo el titulo: «La pintura mural asturiana de los siglos IX y X». Aun hoy es una obra excelentemente editada y plena de erudición, conocimiento y vigencia científica en la investigación.
Helmut Schlunk se propone estudiar las pinturas murales asturianas de los siglos IX y X realizando, simultáneamente, una reproducción exacta de su estado actual y, en su caso, su reconstitución, lo que en la práctica será un hecho y uno de los activos más importantes del estudio. Pero el estudio y redacción del texto presentaron al autor no pocos problemas, ya que se veía obligado casi en todas partes a «pisar tierra virgen». Asimismo, confiaba en que la discusión con sus colegas asturianos y expertos nacionales y extranjeros contribuiría a consolidar y afirmar sus conclusiones. Por otro lado, él mismo escribiría que seguramente la discusión y el debate posterior a la publicación de la obra permitiría progresos ulteriores en muchas cuestiones que quedaban abiertas.
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De la correspondencia mantenida entre Helmut Schlunk y otros investigadores se puede extraer un ajustado mapa del proceso de creación de la obra. Tanto los archivos particulares de Helmut Schlunk como los de Magín Berenguer conservan documentación que clarifica la ardua empresa de creación de su magna obra. El rico archivo de Helmut Schlunk que conserva el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid nos descubre a un hombre volcado en cuerpo y espíritu en una prolija investigación y en un meticuloso tratamiento de la información recogida con un objetivo fundamental: estudiar y ofrecer una conexión, así como el análisis tipológico y artístico de sus motivos decorativos y de sus antecedentes y su interpretación iconográfica.
La labor investigadora sobre nuestro arte asturiano y sobre su rico legado de pintura mural continúa, siguiendo los caminos abiertos por nuestros predecesores y abriendo otros nuevos; y la restauración de nuestro patrimonio histórico artístico avanza, ambas acordes con los tiempos sombríos que atravesamos; pero noticias como la restauración de las pinturas de San Miguel de Liño, o la restauración en curso del Apostolado de la Cámara Santa nos reconcilian con nuestra sensibilidad por aquello que ha forjado la identidad de nuestra historia y que de hecho nos definirá como futuro.
Lorenzo Arias Profesor de Historia del Arte Medieval de la Universidad de Oviedo y experto en Arte Medieval Asturiano
La Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Principado de Asturias, dirigida por doña Ana González y el director general de Patrimonio, don Adolfo Rodríguez Asensio, han promovido recientemente la restauración de las pinturas murales de la iglesia de San Miguel de Liño; labor que en estos momentos lleva a término don Jesús Puras Higueras, uno de los especialistas en restauración pictórica altomedieval de mayor proyección profesional. La decisión es realmente laudatoria y tendrá una trascendencia fundamental en la conservación de un programa pictórico como es el de la iglesia de Liño, en el que el estudio iconográfico de sus pinturas es clave para el conocimiento del arte medieval. Y es que debemos tener muy presente que la pintura mural asturiana es un unicum dentro del legado pictórico del siglo IX, pues no conservamos restos pictóricos de esta magnitud y de esta época en nuestro entorno artístico del occidente europeo. El carácter tan singular de estas pinturas es lo que les confiere su especial valor. No se trata de unos frescos que amplíen el cuadro de la pintura mural asturiana de la alta Edad Media de una forma meramente cuantitativa, sino que nos encontramos ante un género completamente nuevo de pintura mural, el cual, hasta que a principios del siglo pasado es descubierto por una pléyade de investigadores de la talla de José Amador de los Ríos (descubrimiento de la figura sedente en San Miguel de Liño en el año 1870), Fortunato de Selgas (descubrimiento y restauración de las pinturas murales de Santullano en el año 1912) y, más recientemente, Helmut Schlunk y Magín Berenguer, nos era conocido sólo por escasos restos, sumarias descripciones y una significativa carencia de contextualización histórico-artística.
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Pero superado este sucinto exhorto, preciso es situarnos con perspectiva para apreciar la labor significativa de las figuras de Helmut Schlunk y Magín Berenguer en la recuperación del legado de la pintura altomedieval asturiana, y de forma especial en las imágenes de San Miguel de Liño.
La llegada a España de Helmut Schlunk en la década de los años cuarenta va a representar un avance extraordinario, como es suficientemente conocido, en el conocimiento sobre el arte asturiano y muy especialmente en la investigación de la pintura mural altomedieval de las iglesias asturianas, desconocida en aquellos años.
En noviembre de 1946 Helmut Schlunk recibe una ayuda financiera del Instituto de Estudios Asturianos para estudiar la pintura mural asturiana. José Fernández Buelta le sugiere que realice reproducciones en color de las pinturas proponiéndole para su realización al por aquellos años profesor de la Academia de Artes y Oficios de Oviedo don Magín Berenguer. En el verano de 1947 Schlunk estudia las iglesias asturianas documentándolas fotográficamente y realizando dibujos con la ayuda de Magín Berenguer, de quien alabará su excelente calidad como experto dibujante. Y será precisamente en el transcurso de sus estudios cuando ellos mismos descubran ocultos por la imprimación de las cales vertidas a los paramentos, los restos pictóricos de la nave sur de San Miguel de Liño: la figura del Músico junto a abundantes restos de pintura figurativa y decorativa.
Un año más tarde, Helmut Schlunk es consciente de la relevancia histórico-artística de la pintura mural asturiana y propone al IDEA que patrocine la publicación de un libro sobre la pintura mural asturiana de los siglos IX y X, que sería editado conjuntamente por Magín Berenguer y Helmut Schlunk. Ésta es una decisión absolutamente trascendente para el futuro del arte medieval en Asturias, y en el año 1949 el compromiso de subvencionar y editar la obra sobre «La pintura mural asturiana en la Alta Edad Media», obtiene el beneplácito de la Diputación Provincial de Asturias. Y en estos momentos don Paulino Vigón, don José María Comas y don Ignacio Alonso de Nora adquieren un papel impulsor fundamental. En 1957 la obra es publicada bajo el titulo: «La pintura mural asturiana de los siglos IX y X». Aun hoy es una obra excelentemente editada y plena de erudición, conocimiento y vigencia científica en la investigación.
Helmut Schlunk se propone estudiar las pinturas murales asturianas de los siglos IX y X realizando, simultáneamente, una reproducción exacta de su estado actual y, en su caso, su reconstitución, lo que en la práctica será un hecho y uno de los activos más importantes del estudio. Pero el estudio y redacción del texto presentaron al autor no pocos problemas, ya que se veía obligado casi en todas partes a «pisar tierra virgen». Asimismo, confiaba en que la discusión con sus colegas asturianos y expertos nacionales y extranjeros contribuiría a consolidar y afirmar sus conclusiones. Por otro lado, él mismo escribiría que seguramente la discusión y el debate posterior a la publicación de la obra permitiría progresos ulteriores en muchas cuestiones que quedaban abiertas.
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La labor investigadora sobre nuestro arte asturiano y sobre su rico legado de pintura mural continúa, siguiendo los caminos abiertos por nuestros predecesores y abriendo otros nuevos; y la restauración de nuestro patrimonio histórico artístico avanza, ambas acordes con los tiempos sombríos que atravesamos; pero noticias como la restauración de las pinturas de San Miguel de Liño, o la restauración en curso del Apostolado de la Cámara Santa nos reconcilian con nuestra sensibilidad por aquello que ha forjado la identidad de nuestra historia y que de hecho nos definirá como futuro.
Lorenzo Arias Profesor de Historia del Arte Medieval de la Universidad de Oviedo y experto en Arte Medieval Asturiano
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