La última frontera de Al-Andalus: Las Peñas de los Gitanos (Montefrío, Granada)

14/10/12 .- http://www.ideal.es/


Se trata de un paraje arqueológico abandonado a su suerte a pesar de ser BIC, con dólmenes, poblados visigodos y varias necrópolis


Una formación geológica de grandes tajos de roca caliza, llanos aterrazados y abrigos naturales, son la línea divisoria entre las mesetas del centro de la península, las sierras de Córdoba y Jaén, con el gran valle de la vega de Granada y el macizo de Sierra Nevada. Son las Peñas de los Gitanos, en el municipio de Montefrío, un espacio natural cargado de historia que sirvió de frontera desde el neolítico hasta el final de la dinastía nazarí, y que desde hace 6.000 años se utiliza como refugio para el ganado y fuente de riqueza vegetal. Un territorio que se extiende a lo largo de seis kilómetros y en el que se encuentran enterramientos prehistóricos con dólmenes bien conservados, varias necrópolis de la Edad del Bronce y del Cobre , y poblados romano-visigodos, con restos de ocupaciones de todas las épocas, desde el neolítico hasta ahora, ya que tras la Guerra Civil fue ocupada por grupos de familias de etnia gitana que vivieron allí de forma permanente.
A pesar de su riqueza histórica, ambiental y etnográfica, todo el conjunto, que hace unos años fue propuesto como Monumento Natural, sin conseguir la nominación, se encuentra en un lamentable estado de abandono, sin que la Junta de Andalucía, la responsable de la conservación de espacios arqueológicos, haya hecho intervención alguna, a pesar de ser Bien de Interés Cultural desde 1996.
Al margen de la situación de degradación patrimonial que padece, se trata de uno de los parajes de mayor interés paisajístico de la provincia de Granada y un ecosistema en el que aún pueden observarse bosquetes de encinas y quejigos, matorral mediterráneo, zonas de dehesa, cuevas y roquedos. Un territorio que merece ser recorrido con atención.

Junto a Montefrío

Se encuentra a cinco kilómetros de distancia de la localidad de Montefrío, junto a la carretera que enlaza esta población con Íllora. La mejor forma de acceder desde Granada es a través de la carretera de Córdoba hasta Puerto Lope, desde donde se gira a la izquierda en dirección a Montefrío. A pocos kilómetros se encuentra la zona de las peñas.
Hay dos formas de conocer este paraje. La más utilizada es la visita a los dólmenes, una zona que se encuentra en el interior de una finca privada y que posee programas de visitas guiadas a precios asequibles, que hay que concertar con antelación, y otra zona, que accede al interior del territorio y a las peñas, que aunque en gran parte es de propiedad privada, es de libre acceso, además de ser la que permite contemplar necrópolis, poblados y espacios naturales. Esta segunda opción parte de un carril que se encuentra en la carretera hacia Montefrío una vez pasadas las peñas (la referencia es que hay una parada de autobús en su confluencia). Este carril puede hacerse en coche, aunque es preferible iniciar el camino a pie desde ese mismo punto, ya que a poco menos de 200 metros, se encuentra la necrópolis del Castellón, un conjunto de alrededor de un centenar de tumbas de procedencia altomedieval y visigoda, con dataciones que van desde el siglo VII al X. Esta necrópolis se encuentra vallada con una alambrada y en buen estado de conservación. Da una idea de lo que se puede encontrar en un recorrido por las peñas.
Un poco más adelante, junto un gran cortijo, parte una vereda a la derecha que, entre piedras y cuevas, lleva hasta los restos del poblado del Castellón, del que solo quedan las bases y muretes de piedra sobre las que se construían, con barro, y elementos vegetales, las casas de sus pobladores. «Este es un lugar especial, donde todo el que viene se queda extrañado de la proximidad que hay entre unas casas y otras, pero era así como construían sus aldeas», dice Rafaela Arco Gracia, que hace la función de guarda y guía de estos parajes, y que junto a Juana Cano y Rosendo Muñoz, muestran un camino serpenteante entre rocas y abrigos naturales. Conocen la historia y lo que ha ocurrido en las peñas desde hace años, y saben del abandono al que ha sido sometido. «Estaría bien que la gente conociese lo que hay aquí, y sobre todo que supieran valorarlo. El pueblo tiene una gran riqueza histórica y natural que podía ser un aliciente más, porque Montefrío es ya un sitio que merece la pena visitar, pero si le añades las peñas, aún mejor», comentan.

Cerro del Castillejo

Las peñas tienen dos grandes formaciones, la del Castellón, en la que se encuentran el poblado visigodo y las necrópolis y otra, separa por una garganta, que forma el cerro del Castillejo, donde hay más poblados, restos de la Edad del Bronce, y formaciones geológicas espectaculares.
El carril desde el cortijo del Castellón, sigue hacia las paredes de las peñas, continua bajo ellas, en dirección hacia la carretera que se ve a lo lejos. El camino discurre bajo los tajos, que se sitúan a la izquierda, hasta ascender a una pequeña llanura aterrazada que tiene una bifurcación. Los dos son válidos, se pueden recorrer de forma circular para empezar por uno y volver por el otro.
A la izquierda, la llanura acaba en un espectacular circo rocoso, con paredes pobladas de encinas y matorral, y una gran alberca. Era el lugar elegido por un empresario del sector de la hostelería que, en los años sesenta, quiso construir un gran parador de turismo, que después se iba a incluir en la red de Paradores Nacionales, pero el proyecto nunca llegó a iniciarse. Solo se replicas relojes construyó el aljibe. Junto a esa construcción, perfectamente camuflada con su entorno, la vegetación se hace la dueña del paisaje, con gran cantidad de especies, entre las que se encuentran plantas escasas y difíciles de ver, como las hierbas piojeras (Delphinium staphisagria), cargadas de florecillas de un azul intenso.
La biodiversidad se hace patente, el refugio de las rocas y la gran cantidad de vegetación favorece la presencia de invertebrados, muchas especies de mariposas, reptiles, aves y mamíferos. Es territorio de rapaces, de bandos de golondrinas y aviones roqueros, de pinzones, bisbitas, tarabillas, currucas y palomas bravías. Es también hábitat de zorros, de los que aseguran que cada vez hay más, ginetas, ratones de campo, gato montés, tejones, garduñas y comadrejas. Los buitres sobrevuelan las peñas porque encuentran restos de ganado y cadáveres de pequeños animales.
Al fondo de ese circo entre tajos, una vereda estrecha y recóndita, entre troncos y ramas de quejigos, con suelo de pedregal, discurre entre grandes formaciones rocosas hasta un punto que conectaría con el camino que lleva hacia la plataforma más baja.
En la primera bifurcación, el camino de la derecha lleva hacia un interesante complejo arqueológico, llamado de los Castillejos, con elementos romanos y de la Edad del Cobre, y el lugar donde se encuentran las mejores vistas de las peñas de Montefrío. En este recorrido se encuentran los restos de una muralla romana, en los que se observan hendiduras entre piedra y piedra, que servían para verter plomo fundido y que, al enfriarse, se convertían en sólidas grapas de unión entre los bloques pétreos. Un poco más arriba de la muralla, hay otra necrópolis, en este caso de la edad del Cobre, además de una excavación arqueológica, que profundiza en la tierra, y que está protegida por una caseta techada y cerrada.
Desde el cerro de los Castillejos se aprecia, bajo las peñas, el lugar donde se encuentra un campo de dólmenes, que forman parte de la visita que hay que concentrar de forma previa y no está abierta a todos los públicos.
Las Peñas de los Gitanos eran el paso natural desde el que se entraba en la Vega de Granada y en los últimos años de la presencia árabe en Al-Andalus fue la última frontera de los nazaríes, que llegaron a hacerse fuertes en las peñas y en la localidad de Montefrío hasta que claudicaron frente a las tropas cristianas.
Llama la atención que en el inicio del complejo de los Castillejos aún se encuentra el cartel de recinto arqueológico que colocó la Junta de Andalucía cuando la consejería de Cultura llevaba unida la de Medio Ambiente, hace tres décadas. Después de las excavaciones de realizadas por la UGR, no se ha hecho nada, ni siquiera se ha cambiado el cartel.

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