La Atalaya de Los Casares y Monsalud ya no son ruinosos (Guadalajara)
28/2/12 .- http://eldiadigital.es
La organización Hispano Nostra ha retirado a dos monumentos de la ‘lista roja’ del patrimonio por su restauración, pero sigue habiendo otros 17 de la provincia de Guadalajara. En vías de abandonar el catálogo podría estar el Monasterio de Hita, en fase de rehabilitación. La iglesia de Villaescusa, pendiente del Plan del Románico, que ahora está paralizado.
Tras ser restaurados, dos tesoros patrimoniales de la provincia, La Atalaya de Los Casares, en Riba de Saelices y el Monasterio de Monsalud, en Córcoles, han sido retirados de la ‘lista roja’ del patrimonio que anualmente elabora la organización Hispano Nostra.
Se reducen así a 17 los monumentos en peligro de extinción con que cuenta la provincia Guadalajara. En la lista de denuncia, en apenas dos años, se habían sumado siete enclaves más en estado de ruina, alcanzando en 2010 las 19 localizaciones, algunas de ellas, Pelegrina, Trillo, La Riba de Saelices, Querencia, Traid, Villaviciosa de Tajuña o Tendilla.
En realidad, el aumento del número de monumentos ruinosos o abandonados no significa que haya más sino que el trabajo de catalogación de esta organización ha dado sus frutos: inicialmente comenzó con sólo siete puntos en la provincia y ha ido extendiendo su alarma sobre otros monumentos en los que inicialmente no se había fijado.
La Atalalaya es la única torre bereber que tiene la provincia. Se encontraba en ruina progresiva por el desprendimiento de sus sillares.
La Atalaya era la torre vigilante del valle en el antiguo poblado árabe que hubo en la ladera sobre la que se asienta la cueva del mismo nombre, declarada monumento nacional en 1934 y hoy yacimiento arqueológico. Esta torre presume de arquitectura singular, ya que posee planta cuadrada y entrada a gran altura, orientada al sur, sobre el acantilado y dos pisos con bóveda, que se comunicaban por una escalera hoy perdida. Según apunta Hispania Nostra, “en los alrededores del poblado se ha descubierto cerámica del siglo XI y alguna moneda árabe de la ceca de Zaragoza”.
La rehabilitación del antiguo Monasterio de Monsalud, en la pedanía sacedonense de Córcoles, ha supuesto salvar “uno de los más importantes monasterios cistercienses de toda Castilla”, según apunta esta organización especializada en patrimonio. Originario del siglo XII y “arruinado a partir de la Desamortización”, hoy es un enclave abierto al turista durante los fines de semana. Entre sus joyas, el claustro (s. XVI) o la bodega, de varias galerías, que conserva los huecos de las tinajas.
En vías de abandonar el catálogo rojo del patrimonio estaría el Monasterio de Sopetrán, en Hita, actualmente en rehabilitación. El patio central o gran claustro, conservado completo al menos en sus columnas y arcos, “es una auténtica joya del estilo renacentista aunque en su fase de manierismo desornamentado, herreriano y clasicista, propio de los comienzos del siglo XVII”, la describe Hispano Nostra.
La ‘paralización’ del Plan del Románico que prevé intervenir en 27 iglesias, ha dado al traste de momento con los planes de recuperación de la iglesia de la Asunción (s. XIII), en el desolado pueblo de Villaescusa de Palositos, que se encuentra en “estado lamentable... destejado, lleno de escombros y excrementos...y grietas que aumentan cada día”, señalan.
SOS de varios castillos
Hay monumentos cuyo futuro no se pinta en color. Es el caso del castillo de Galve (s. XV). La dificultad de este caso –y el de otros castillos– estriba en que está en manos privadas, por lo que su estado depende de su dueño. “Las restauraciones han sido violentas y puntuales”, denuncian. Como este, sin futuro están el Castillo de Torresaviñán, el Convento de San Francisco de Atienza, la Iglesia de Villaescusa de Palositos, el Monasterio de Retiendas, el de La Salceda, el de San Antonio en Mondéjar, el de Lupiana –pese a acoger bodas–, el de San Salvador de Pinilla en Jadraque, la iglesia de Querencia –con expolio, incluso– o la Casa Pintada, en Molina, cuyos frescos sobre Manila y Filipinas, han desaparecido prácticamente.
La historia sigue en pie
Lo más curioso, lo que siempre perdurará, más allá de los restos o de que algún día desaparezcan de la ‘lista roja’ de Hispania Nostra, son las historias que guardan los edificios. Como la que hay entre las paredes del último monumento guadalajareño de la lista: la Casa de las Pinturas de Molina, construido por el que fuera virrey en Filipinas y gobernador, Fernando de Valdés y Tamón, tras abandonar su cargo y casarse con una joven molinesa. Su ‘nido de amor’ fue construido a partir de 1740. En él, nunca faltaron pinturas al fresco que inmortalizaban escenas de Manila y de las islas Filipinas. De los siete lienzos que había, sólo han llegado a nuestros días “pequeños retazos”.
El monasterio jerónimo de Santa Ana en Tendilla sufrío saqueos y ha sido “fuente de material de construcción”. De hecho, parte del mismo “está en los cimientos de una fábrica saliendo hacia Sacedón”, describe la asociación Hispania Nostra en su catálogo. Su retablo hoy se conserva fuera, en el Museo de Bellas Artes de Cincinati (USA). En Estados Unidos, también viajó “piedra a piedra” el Monasterio de Óvila, en Trillo, “después de que el Estado lo vendiera en 1928 a un particular por 3.000 pesetas de la época y éste a su vez, tres años más tarde, al millonario norteamericano William Randolph Hearst (Ciudadano Kane, en la película de Orson Welles)”, relatan.
En la formación del Monasterio de la Salceda, en Peñalver, en “ruina progresiva por abandono” tuvo mucho que ver, según la tradición, la aparición de la virgen a dos caballeros de la Orden de San Juan, sobre las ramas de un sauce, un día de tormenta. En torno a la ermita que se construyó por este motivo, el fraile Pedro de Villacreces comenzó un monasterio en 1366, un convento que cobró fama durante los siglos XVI y XVII, “allegó caudales y se remozó en sus construcciones”, llegando a ser un edificio “complejo, rico y curioso”. Fue incendiado en 1827 y desamortizado en 1835.
Hoy sólo quedan “algunos desmochados paredones y restos de las murallas”, explican en el catálogo patrimonial.
Tras ser restaurados, dos tesoros patrimoniales de la provincia, La Atalaya de Los Casares, en Riba de Saelices y el Monasterio de Monsalud, en Córcoles, han sido retirados de la ‘lista roja’ del patrimonio que anualmente elabora la organización Hispano Nostra.
Se reducen así a 17 los monumentos en peligro de extinción con que cuenta la provincia Guadalajara. En la lista de denuncia, en apenas dos años, se habían sumado siete enclaves más en estado de ruina, alcanzando en 2010 las 19 localizaciones, algunas de ellas, Pelegrina, Trillo, La Riba de Saelices, Querencia, Traid, Villaviciosa de Tajuña o Tendilla.
En realidad, el aumento del número de monumentos ruinosos o abandonados no significa que haya más sino que el trabajo de catalogación de esta organización ha dado sus frutos: inicialmente comenzó con sólo siete puntos en la provincia y ha ido extendiendo su alarma sobre otros monumentos en los que inicialmente no se había fijado.
La Atalalaya es la única torre bereber que tiene la provincia. Se encontraba en ruina progresiva por el desprendimiento de sus sillares.
La Atalaya era la torre vigilante del valle en el antiguo poblado árabe que hubo en la ladera sobre la que se asienta la cueva del mismo nombre, declarada monumento nacional en 1934 y hoy yacimiento arqueológico. Esta torre presume de arquitectura singular, ya que posee planta cuadrada y entrada a gran altura, orientada al sur, sobre el acantilado y dos pisos con bóveda, que se comunicaban por una escalera hoy perdida. Según apunta Hispania Nostra, “en los alrededores del poblado se ha descubierto cerámica del siglo XI y alguna moneda árabe de la ceca de Zaragoza”.
La rehabilitación del antiguo Monasterio de Monsalud, en la pedanía sacedonense de Córcoles, ha supuesto salvar “uno de los más importantes monasterios cistercienses de toda Castilla”, según apunta esta organización especializada en patrimonio. Originario del siglo XII y “arruinado a partir de la Desamortización”, hoy es un enclave abierto al turista durante los fines de semana. Entre sus joyas, el claustro (s. XVI) o la bodega, de varias galerías, que conserva los huecos de las tinajas.
En vías de abandonar el catálogo rojo del patrimonio estaría el Monasterio de Sopetrán, en Hita, actualmente en rehabilitación. El patio central o gran claustro, conservado completo al menos en sus columnas y arcos, “es una auténtica joya del estilo renacentista aunque en su fase de manierismo desornamentado, herreriano y clasicista, propio de los comienzos del siglo XVII”, la describe Hispano Nostra.
La ‘paralización’ del Plan del Románico que prevé intervenir en 27 iglesias, ha dado al traste de momento con los planes de recuperación de la iglesia de la Asunción (s. XIII), en el desolado pueblo de Villaescusa de Palositos, que se encuentra en “estado lamentable... destejado, lleno de escombros y excrementos...y grietas que aumentan cada día”, señalan.
SOS de varios castillos
Hay monumentos cuyo futuro no se pinta en color. Es el caso del castillo de Galve (s. XV). La dificultad de este caso –y el de otros castillos– estriba en que está en manos privadas, por lo que su estado depende de su dueño. “Las restauraciones han sido violentas y puntuales”, denuncian. Como este, sin futuro están el Castillo de Torresaviñán, el Convento de San Francisco de Atienza, la Iglesia de Villaescusa de Palositos, el Monasterio de Retiendas, el de La Salceda, el de San Antonio en Mondéjar, el de Lupiana –pese a acoger bodas–, el de San Salvador de Pinilla en Jadraque, la iglesia de Querencia –con expolio, incluso– o la Casa Pintada, en Molina, cuyos frescos sobre Manila y Filipinas, han desaparecido prácticamente.
La historia sigue en pie
Lo más curioso, lo que siempre perdurará, más allá de los restos o de que algún día desaparezcan de la ‘lista roja’ de Hispania Nostra, son las historias que guardan los edificios. Como la que hay entre las paredes del último monumento guadalajareño de la lista: la Casa de las Pinturas de Molina, construido por el que fuera virrey en Filipinas y gobernador, Fernando de Valdés y Tamón, tras abandonar su cargo y casarse con una joven molinesa. Su ‘nido de amor’ fue construido a partir de 1740. En él, nunca faltaron pinturas al fresco que inmortalizaban escenas de Manila y de las islas Filipinas. De los siete lienzos que había, sólo han llegado a nuestros días “pequeños retazos”.
El monasterio jerónimo de Santa Ana en Tendilla sufrío saqueos y ha sido “fuente de material de construcción”. De hecho, parte del mismo “está en los cimientos de una fábrica saliendo hacia Sacedón”, describe la asociación Hispania Nostra en su catálogo. Su retablo hoy se conserva fuera, en el Museo de Bellas Artes de Cincinati (USA). En Estados Unidos, también viajó “piedra a piedra” el Monasterio de Óvila, en Trillo, “después de que el Estado lo vendiera en 1928 a un particular por 3.000 pesetas de la época y éste a su vez, tres años más tarde, al millonario norteamericano William Randolph Hearst (Ciudadano Kane, en la película de Orson Welles)”, relatan.
En la formación del Monasterio de la Salceda, en Peñalver, en “ruina progresiva por abandono” tuvo mucho que ver, según la tradición, la aparición de la virgen a dos caballeros de la Orden de San Juan, sobre las ramas de un sauce, un día de tormenta. En torno a la ermita que se construyó por este motivo, el fraile Pedro de Villacreces comenzó un monasterio en 1366, un convento que cobró fama durante los siglos XVI y XVII, “allegó caudales y se remozó en sus construcciones”, llegando a ser un edificio “complejo, rico y curioso”. Fue incendiado en 1827 y desamortizado en 1835.
Hoy sólo quedan “algunos desmochados paredones y restos de las murallas”, explican en el catálogo patrimonial.
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