Analiza UNAM patrimonio arqueológico sin tocarlo
23/1/12 .- http://www.milenio.com
Se trata de un método no invasivo acelerador de partículas que permite estudiar a fondo los objetos sin dañarlos
Para caracterizar los materiales presentes en objetos considerados patrimonio histórico, el investigador José Luis Ruvalcaba Sil, del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se vale de un acelerador de partículas que evita el contacto directo con el objeto.
Se trata de un método no invasivo que permite estudiar a fondo este tipo de objetos sin dañarlos, a través de un modelo Tandem Pelletron, con un sistema como el desarrollado por Ruvalcaba, que proyecta un haz de protones, pero de manera externa, pues no todos los objetos arqueológicos pueden ser sometidos a las duras condiciones de una cámara al vacío.
La delicadeza de este equipo al momento de caracterizar materiales presentes en una reliquia, ha beneficiado al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), pues para este tipo de trabajos antes era preciso desprender un fragmento y practicarle pruebas, y ahora basta con un rayo que incida en la superficie del objeto, informó la UNAM, en un comunicado.
"Evitar al máximo cualquier contacto con el objeto podría sonar excesivo, pero no lo es, pues al tratarse de patrimonio histórico debemos observar todos los cuidados. De ahí que podemos estudiarlos pero jamás dañarlos, y esto es justamente lo que se hace aquí", apuntó Ruvalcaba Sil.
Por esta razón, el INAH ha confiado al universitario varios de sus hallazgos más importantes, como recientemente hizo con una máscara verde desenterrada del basamento de la Pirámide del Sol, la cual, se sospecha, podría revelar aspectos clave de la fundación de la mítica ciudad de Teotihuacán.
De acuerdo con Ruvalcaba Sil, no es la primera vez que colabora con el INAH y es que también ha trabajado con ellos en el caso de Chichen Itzá, el Templo Mayor y Monte Albán.
"Aunque nuestras labores resultan distintas, nuestros esfuerzos son complementarios. La multidisciplina es nodal para estudiar el patrimonio, porque si las preguntas sobrepasan los límites de la arqueología, a veces es bueno acudir a la física y la química para ver si tienen alguna respuesta", explicó.
Detalló que los materiales hablan y dicen mucho; por ejemplo, hay minerales que nos remiten a canteras particulares; otros delatan técnicas desarrolladas por ciertas culturas, y algunos son evidencia de las nociones que tenían los antiguos acerca de qué era valioso y qué resultaba fútil.
¿Estudiar o preservar?, para Ruvalcaba es un planteamiento válido, pero al mismo tiempo un falso dilema, pues considera que con los métodos adecuados es posible lograr ambas cosas.
Esta convicción fue la que lo llevó a Bélgica a especializarse en caracterización de materiales y dicha certeza fue la que lo hizo regresar para convertirse en el introductor de estos métodos en México.
Para hacer sus caracterizaciones, el acelerador "Pelletron del IF" fue modificado para proyectar un rayo de protones que, al incidir en una superficie, genere una emisión de rayos X particular para cada elemento ahí contenido; en este aspecto, el trabajo de Ruvalcaba se parece al de un detective que recoge huellas digitales para identificar a un individuo en concreto.
Esta técnica, llamada PIXE, es tan sensible que arroja información no sólo de los elementos mayores presentes en la pieza analizada, sino de otros que aparecen en cantidades menores y que reciben el nombre de "trazas", por ser una suerte de acta de nacimiento química y dar constancia de la fuente geológica de donde se extrajo la materia prima usada por los artesanos.
"El acelerador nos ayuda a tener certezas; por ejemplo, los expertos creían que los ojos de la máscara teotihuacana eran de oro, debido a que no habían perdido su brillo a dos mil años de distancia.
Sin embargo, nuestras lecturas detectaron un mineral compuesto por hierro, azufre y trazas de arsénico, es decir, pirita arsenical".
Para muchos, éste podría parecer un dato aislado y sin mayor trascendencia, "pero en realidad nos dice demasiado, pues más allá de señalar qué material se usó, también nos habla de las condiciones en las que permaneció enterrado este rostro de piedra".
Es importante mencionar que Ruvalcaba, junto con su equipo de trabajo, es el principal impulsor de la red ANDREAH (siglas de Análisis No Destructivo para el Estudio del Arte, la Arqueología y la Historia), que busca ser una alternativa para saber más de todo tipo de patrimonio, no sólo del prehispánico.
Como parte de esta iniciativa, aseguró, “hemos desarrollado equipo portátil, que nos permite salir del laboratorio e ir directamente a los museos o incluso a los sitios arqueológicos”.
Así, con este instrumental hemos analizado el Acta de Independencia de 1821, libros de coro del siglo XVII al XIX , de los acervos de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México y la de Puebla, pintura mural, y códices tanto precolombinos como coloniales, entre muchas otras cosas, detalló el profesor.
No obstante, también consideró que existen aún algunas limitantes para poder hacer más útil la movilidad de sus herramientas y es que el acelerador pesa tantas toneladas que sería imposible sacarlo del IF.
Ruvalcaba continúa en la busca de estrategias que le permitan deshacerse del ancla que representa el laboratorio, pues aunque concede que es una tecnología útil, a veces ata de manos.
"Porque, seamos honestos, hay objetos que no pueden ser trasladados y que deben estudiarse y conservarse. Hoy, nuestro reto es éste, desplazarnos hasta donde se requiera, hacer análisis, caracterizar materiales y ver qué más tiene nuestro patrimonio por decir", concluyó el experto con 15 años en su institución.
Para caracterizar los materiales presentes en objetos considerados patrimonio histórico, el investigador José Luis Ruvalcaba Sil, del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se vale de un acelerador de partículas que evita el contacto directo con el objeto.
Se trata de un método no invasivo que permite estudiar a fondo este tipo de objetos sin dañarlos, a través de un modelo Tandem Pelletron, con un sistema como el desarrollado por Ruvalcaba, que proyecta un haz de protones, pero de manera externa, pues no todos los objetos arqueológicos pueden ser sometidos a las duras condiciones de una cámara al vacío.
La delicadeza de este equipo al momento de caracterizar materiales presentes en una reliquia, ha beneficiado al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), pues para este tipo de trabajos antes era preciso desprender un fragmento y practicarle pruebas, y ahora basta con un rayo que incida en la superficie del objeto, informó la UNAM, en un comunicado.
"Evitar al máximo cualquier contacto con el objeto podría sonar excesivo, pero no lo es, pues al tratarse de patrimonio histórico debemos observar todos los cuidados. De ahí que podemos estudiarlos pero jamás dañarlos, y esto es justamente lo que se hace aquí", apuntó Ruvalcaba Sil.
Por esta razón, el INAH ha confiado al universitario varios de sus hallazgos más importantes, como recientemente hizo con una máscara verde desenterrada del basamento de la Pirámide del Sol, la cual, se sospecha, podría revelar aspectos clave de la fundación de la mítica ciudad de Teotihuacán.
De acuerdo con Ruvalcaba Sil, no es la primera vez que colabora con el INAH y es que también ha trabajado con ellos en el caso de Chichen Itzá, el Templo Mayor y Monte Albán.
"Aunque nuestras labores resultan distintas, nuestros esfuerzos son complementarios. La multidisciplina es nodal para estudiar el patrimonio, porque si las preguntas sobrepasan los límites de la arqueología, a veces es bueno acudir a la física y la química para ver si tienen alguna respuesta", explicó.
Detalló que los materiales hablan y dicen mucho; por ejemplo, hay minerales que nos remiten a canteras particulares; otros delatan técnicas desarrolladas por ciertas culturas, y algunos son evidencia de las nociones que tenían los antiguos acerca de qué era valioso y qué resultaba fútil.
¿Estudiar o preservar?, para Ruvalcaba es un planteamiento válido, pero al mismo tiempo un falso dilema, pues considera que con los métodos adecuados es posible lograr ambas cosas.
Esta convicción fue la que lo llevó a Bélgica a especializarse en caracterización de materiales y dicha certeza fue la que lo hizo regresar para convertirse en el introductor de estos métodos en México.
Para hacer sus caracterizaciones, el acelerador "Pelletron del IF" fue modificado para proyectar un rayo de protones que, al incidir en una superficie, genere una emisión de rayos X particular para cada elemento ahí contenido; en este aspecto, el trabajo de Ruvalcaba se parece al de un detective que recoge huellas digitales para identificar a un individuo en concreto.
Esta técnica, llamada PIXE, es tan sensible que arroja información no sólo de los elementos mayores presentes en la pieza analizada, sino de otros que aparecen en cantidades menores y que reciben el nombre de "trazas", por ser una suerte de acta de nacimiento química y dar constancia de la fuente geológica de donde se extrajo la materia prima usada por los artesanos.
"El acelerador nos ayuda a tener certezas; por ejemplo, los expertos creían que los ojos de la máscara teotihuacana eran de oro, debido a que no habían perdido su brillo a dos mil años de distancia.
Sin embargo, nuestras lecturas detectaron un mineral compuesto por hierro, azufre y trazas de arsénico, es decir, pirita arsenical".
Para muchos, éste podría parecer un dato aislado y sin mayor trascendencia, "pero en realidad nos dice demasiado, pues más allá de señalar qué material se usó, también nos habla de las condiciones en las que permaneció enterrado este rostro de piedra".
Es importante mencionar que Ruvalcaba, junto con su equipo de trabajo, es el principal impulsor de la red ANDREAH (siglas de Análisis No Destructivo para el Estudio del Arte, la Arqueología y la Historia), que busca ser una alternativa para saber más de todo tipo de patrimonio, no sólo del prehispánico.
Como parte de esta iniciativa, aseguró, “hemos desarrollado equipo portátil, que nos permite salir del laboratorio e ir directamente a los museos o incluso a los sitios arqueológicos”.
Así, con este instrumental hemos analizado el Acta de Independencia de 1821, libros de coro del siglo XVII al XIX , de los acervos de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México y la de Puebla, pintura mural, y códices tanto precolombinos como coloniales, entre muchas otras cosas, detalló el profesor.
No obstante, también consideró que existen aún algunas limitantes para poder hacer más útil la movilidad de sus herramientas y es que el acelerador pesa tantas toneladas que sería imposible sacarlo del IF.
Ruvalcaba continúa en la busca de estrategias que le permitan deshacerse del ancla que representa el laboratorio, pues aunque concede que es una tecnología útil, a veces ata de manos.
"Porque, seamos honestos, hay objetos que no pueden ser trasladados y que deben estudiarse y conservarse. Hoy, nuestro reto es éste, desplazarnos hasta donde se requiera, hacer análisis, caracterizar materiales y ver qué más tiene nuestro patrimonio por decir", concluyó el experto con 15 años en su institución.
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