La Junta de Andalucía se cepilla una almunia califal

10/1/12 .- http://lacolleja.org

Información y texto tomado de http://lacolleja.org. El artículista Manuel Harazem destaca el silencio mostrado por algunos proceres de la UCO que tanto critican la gestión de la Arqueología en otros casos.

Hace tiempo publiqué un post titulado De cuando en Córdoba hubo petróleo en el que sostenía que el oro negro de la arqueología, la excavación sistemática y puesta en valor del mayor yacimiento altomedieval del mundo –unos inmensos arrabales de una ciudad islámica del siglo X- podrían haber proporcionado a esta ciudad tan escasa en recursos la posesión y explotación de un parque arqueológico comparable por ejemplo al de Pompeya. Pero ese petróleo se fue arrojando tal como iba saliendo lenta pero sistemáticamente por el desagüe de la Historia mediante una concienzuda destrucción de todos y cada uno de los yacimientos que se iban descubriendo. La portentosa conjunción de la mayor colección de políticos sinverpollas y giligüenzas al oeste del Pedroches (1) fue la responsable de que la arqueología no fuera nunca un fin en si misma, una poderosa herramienta de crear riqueza, empleo y cultura, a pesar de que siempre las llevaran en la boca, sino que estuviese siempre supeditada a la especulación del suelo. Nunca se excavó porque sí, sino porque se necesitaba para ensocavar, remover y enladrillar innecesariamente las más de las veces el suelo plagado de restos, listos para ser destruidos. Pero algunos tuvimos esperanzas de que algunos de esos restos, al menos los más importantes, se salvarían. No ya con fines de explotación turístico-económica, sino por mera vergüenza cultural. No es que creyéramos a los políticos, esos seres esencialmente dignos de toda duda, que lo prometieron, es que pensábamos que había instrumentos legales para obligarlos. Y tal vez los hubiera. Pero en este país de muertos vivientes nadie, yo el primero, mueve el culo para salvar patrimonio histórico alguno en peligro. Bueno, casi nadie. Algunas voces hay. Porque como dice mi amigo J. da mucha, infinita, más pena y mueve más a la acción reivindicativa un trozo de playa salvajemente urbanizada que la no menos salvaje destrucción de los restos de nuestro pasado y nuestra historia, incluso los que podrían darnos de comer.



Estado del yacimiento en 2009 (foto Harazem)


Estado del yacimiento el 4 de enero de 2012 (foto Harazem)


Prácticamente todos los restos de calles, casas, mezquitas, fuentes, medersas, baños públicos de aquella ciudad del siglo X fueron minuciosamente pulverizados por las excavadoras de los perpetradores de esa colosal estafa llamada Burbuja Inmobiliaria y de la corrupción tal vez económica (para ello estarían los jueces), pero sobre todo moral, de los políticos de la Junta y del Ayuntamiento de Córdoba en los últimos años al servicio de los empresarios, empresarios que no tienen más culpa que la de dejarse llevar por su instinto depredador y su condición natural egoísta. Pero la almunia califal encontrada en las obras de construcción de un Instituto de Investigación anexo al Hospital Reina Sofía era tan importante, se conservaba tan bien y sobre todo, se encontraba en terrenos de titularidad pública que tuvimos esperanzas de que se salvara.

De hecho estaba prevista, se nos dijo, su integración en el edificio. Fueron declaraciones, eso sí, hechas en caliente y con la apertura bucal en posición rimbombante, de los políticos de la cultura de hace dos años.

En julio de este año (2011) todavía un diario local comentaba el costo total de las obras y apuntaba lo siguiente: Según consta en el BOE, los restos de la almunia árabe se integrarán en el edificio. Para ello se propone una estructura exenta de fachadas hasta la cota de planta primera. Al detalle, el proyecto del edificio se organizará para que las áreas más públicas del mismo se abran a la excavación. Además, la situación de la terraza incluida en el proyecto tiene vistas sobre los restos de la almunia. Debe ser un lapsus calami y en realidad lo que querían decir es se desintegrarán. Total y absolutamente desintegrados. Se la han cepillado por toda la cara. Las dos primeras son las fotos del hallazgo de 2009 y las segundas lo que había esta misma mañana.


Estado de los restos que se iban a integrar en 2009 (foto Harazem)


Los restos "des-integrados", 5 de enero de 2012 (foto Harazem)


Desde luego ha sido ensordecedor el griterío de las fuerzas culturales de esta ciudad, de los periodistas de himbestigación y los arqueólogos con tribuna, de los Murillo y los Vaquerizo, de los de la UCO-GMU, que según me cuentan han sido los que lo han excavado. Ensordecedoras sus protestas en la prensa desde donde de vez en cuando claman por el respeto y la concienciación en la conservación del patrimonio. Ensordecedora la de los miembros de la Hakademia de Nobles Caspas y Bellas Tretas. Las de los departamentos del ramo de la Facultad de Filosofía (y últimamente Ufología) y Letras. Y las de los hoteleros que viven exclusivamente del turismo.

Es por eso que suena atrozmente ridículo el kikirikeo que el nuevo gallo del corral de urbanismo del Ayuntamiento de Córdoba ha entonado desde el Acorazado ABC. Sacando pecho, ereccionando la cresta, este cantamañanas de encendida verborrea vuelve a soltarnos las mismas soplapolleces que llevan 30 años entonando sus predecesores acerca del inmenso potencial turístico de esta ciudad, de esencias inmarcesibles, crisol de pueblos, joyas escondidas, ¡¡¡un nuevo Tibet en el corazón de la península Ibérica!!! y otras pedorradas discursivas del kit habitual del implementaor cultural cordobita. Por el sueldazo que se lleva ya le vale desde luego derrochar blablableo inane. Pero por dignidad debería de callarse ya un poquito. Que ya apesta ese discurso que lleva podrido varios lustros. Y más después del empacho de la insoportable matraca de la Caspitalidad, que casi acaba con el más minúsculo átomo de sentido común en esta ciudad.

La paradoja más atroz es que el Instituto que van a edificar encima y que, desde luego, tanta falta hace, lleve para prestigiarse un nombre andalusi, después de haber sido construido sobre el arrasamiento de los restos de otro edificio en el que quién sabe si el propio Maimónides no pernoctó alguna vez.

ADDENDUM (7/1/2012):

A los dos días justos (¡qué casualidad, hombre!) de aparecer esta denuncia de la destrucción total y absoluta de una almunia califal, con más niveles estratigráficos que Medina Azahara, recién excavada y en unas inmejorables condiciones de ser conservada e integrada en un edificio público al que para más choteo se le ha endiñado el nombre de Maimónides, un sabio andalusí, aparece el señorito Plata, consejero de cultura de la Junta de Andalucía y responsable último, junto con su delegado provincial, de ese abominable crimen cultural, con su cara de nabo en vinagre, a regurgitarnos por enésima vez la soplapollez cíclica de su amor por Medina Azahara. Es como si tras la comilona de la destrucción de los restos nos eructara en la cara: qué bien ma queao y que bien ma sentao, gilipolla cordobeze. Da miedo las palabras que ha usado: todavía tiene que eclosionar. A mí suena a la promesa que hizo de que los restos de la almunia se iban a integrar. Visto el uso que hace de conceptos a saber a qué carajo le llama este tipo eclosionar.

Lo jodido es que a estos políticos vandaluses les queda nada para seguir destrozando. Porque los que vienen, y vendrán seguro, son infinitamente peores. Si aquellos son vándalos estos van a dejar a Atila a la altura de un niño de pecho. Al tiempo.

Notas

(1) Todos nos acordamos de la inefable delegada de cultura Mudarra y su teoría de la lucha de clases en la arqueología. Los arrabales orientales no se salvan, dijo, porque pertenecían a las clases menos acomodadas de la sociedad andalusi. Lo que nunca nos dijo la muy pillina fue la causa por la que no salvó tampoco los occidentales que eran las de los ricos. Otro delegado, cuando ya se había destrozado el palacio de Maximiano para construir una estación de AVE que podría haberse desplazado 500 mts más al norte, dijo con todo su morro que sólo se le había inferido un leve arañazo a un muro. Y Trigo, al que se le llegó a llamar Extherminio Trigo que organizó una campaña para desprestigiar la arqueología para evitar que se paralizase la destrucción del mismo palacio. Eso por no hablar de la visión que la prensa local proyecta sobre los restos arqueológicos, a los que tilda sistemáticamente de latosos, escollos, quebraderos de cabeza y cosas por el estilo. A los que defendemos que existe una conspiración perfectamente organizada en esta ciudad en contra de la arqueología para salvaguardar intereses muy concretos nos llaman arqueoconspiranoicos. Ya te digo…

Noticias relacionadas

Comenta la noticia desde Facebook

Comentarios

No hay comentarios.

Para escribir un comentario es necesario entrar (si ya es usuario registrado) o registrarse