Fin de la excavación en el Castillo de Lopera (Jaén)
10/12/11 .- http://diariojaen.es/
Surgió como alquería rural en el interior del alcázar en la época almohade y, cuando el ejército castellano conquistó la zona, se cristianizó hasta convertirse, en 1242, en pequeña iglesia rural que el fuego devoró un siglo después. Estos son los datos del último informe arqueológico realizado en el Castillo de Lopera.
El informe de las excavaciones arqueológicas fue presentado por el profesor de la Universidad de Jaén Juan Carlos Castillo Armenteros y documentan la existencia de una pequeña alquería rural de época almohade (siglos XII y XIII) que, tras ser conquistada por los ejércitos castellanos en 1240, se consolidó con su integración a las posesiones de la Orden Militar de Calatrava en 1242, e inmediatamente después se cristianizó, para lo cual se edificó una pequeña iglesia rural. Esta iglesia, de la que se conserva su nivel de cimentación, fue incendiada y destruida en torno a 1369, en el contexto del conflicto bélico que enfrentó al rey Pedro I y a su hermanastro el rey Enrique II Trastámara. El estudio de los restos permitió definir su planta y la técnica constructiva empleada para el levantamiento de sus muros. A esta fase también pertenecen los espacios y las estructuras de enterramiento que fueron descubiertos, tanto en el interior como en el exterior del alcázar.
Las investigaciones pusieron de manifiesto la reconstrucción de la primitiva iglesia, aunque adquirió un carácter militar. Se reforzó su planta con dos torres de gran tamaño situadas en sus pies y en su cabecera, las llamadas de Santa María y San Miguel. Con esta nueva función, la planta baja del edificio se dedicó al culto, mientras que la azotea se utilizó como patio de armas, desde el que se accedía directamente a las salas interiores de las torres y a los adarves amatacanados, un elemento poliorcético genuino y único entre los dispositivos defensivos conservados en las fortalezas medievales del Alto Guadalquivir. En esta segunda fase, los espacios funerarios quedan relegados básicamente al exterior, con inhumaciones en las inmediaciones de la iglesia fortificada y el interior se dedicó exclusivamente como zona de culto. Finalmente, entre los siglos XVII y XVIII, en el exterior de la fortaleza, se cultiva un amplio huerto que era irrigado con las aguas extraídas de una noria, lo que llevó a destruir y ocultar la mayor parte de las estructuras medievales de antaño. No obstante, el conjunto se vio alterado, en 1945, con la construcción de una gran bodega por su propietario, Alonso Sotomayor.
El informe de las excavaciones arqueológicas fue presentado por el profesor de la Universidad de Jaén Juan Carlos Castillo Armenteros y documentan la existencia de una pequeña alquería rural de época almohade (siglos XII y XIII) que, tras ser conquistada por los ejércitos castellanos en 1240, se consolidó con su integración a las posesiones de la Orden Militar de Calatrava en 1242, e inmediatamente después se cristianizó, para lo cual se edificó una pequeña iglesia rural. Esta iglesia, de la que se conserva su nivel de cimentación, fue incendiada y destruida en torno a 1369, en el contexto del conflicto bélico que enfrentó al rey Pedro I y a su hermanastro el rey Enrique II Trastámara. El estudio de los restos permitió definir su planta y la técnica constructiva empleada para el levantamiento de sus muros. A esta fase también pertenecen los espacios y las estructuras de enterramiento que fueron descubiertos, tanto en el interior como en el exterior del alcázar.
Las investigaciones pusieron de manifiesto la reconstrucción de la primitiva iglesia, aunque adquirió un carácter militar. Se reforzó su planta con dos torres de gran tamaño situadas en sus pies y en su cabecera, las llamadas de Santa María y San Miguel. Con esta nueva función, la planta baja del edificio se dedicó al culto, mientras que la azotea se utilizó como patio de armas, desde el que se accedía directamente a las salas interiores de las torres y a los adarves amatacanados, un elemento poliorcético genuino y único entre los dispositivos defensivos conservados en las fortalezas medievales del Alto Guadalquivir. En esta segunda fase, los espacios funerarios quedan relegados básicamente al exterior, con inhumaciones en las inmediaciones de la iglesia fortificada y el interior se dedicó exclusivamente como zona de culto. Finalmente, entre los siglos XVII y XVIII, en el exterior de la fortaleza, se cultiva un amplio huerto que era irrigado con las aguas extraídas de una noria, lo que llevó a destruir y ocultar la mayor parte de las estructuras medievales de antaño. No obstante, el conjunto se vio alterado, en 1945, con la construcción de una gran bodega por su propietario, Alonso Sotomayor.
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