La grandeza del arte rural

Paisaje románico (I). Recorrido por las iglesias alavesas que mejor guardan el primer estilo arquitectónico europeo

El románico es una seña de identidad alavesa y un elemento principal de su paisaje y de sus pueblos. «Es arte rural y pobre» frente al gótico, más urbano y espectacular propio de las villas, describen los profesores López de Ocáriz y Martínez de Salinas, pero «muy abundante. Son 240 templos y ermitas los que conservan restos de bóvedas, pilas bautismales, portadas o ventanales». Y tiene un valor incontestable. Es la primera manifestación arquitectónica que queda en pie tras la pura arqueología. Algunos edificios cumplen ya 900 años. En su mayoría son iglesias pequeñas.
Las aldeas, con recursos limitados, construyeron con mampostería en vez de sillería. Surgieron en un momento económico fuerte cuando Castilla le había ganado la partida a Navarra en el reparto territorial. Se levantaron con todas las influencias que llegan a un territorio marcado por las buenas comunicaciones, especialmente el camino de Santiago. Influencias clásicas, orientales, prerrománicas y cistercienses. Estilos muy variados.
Aunque la manera más completa de conocer el románico alavés es descubrir pueblo a pueblo y templo a templo, hemos elegido unas cuantas para obtener una idea general. Las presentamos en el suplemento de hoy y en el del próximo sábado.