Huellas de visigodos en Sant Pau del Camp (Barcelona)
28/1/17 .- http://www.lavanguardia.com/
Huellas de visigodos en Sant Pau del Camp (Barcelona)
La iglesia conserva dos capiteles que se cree fueron reutilizados de un templo anterior y que serían los únicos restos visigóticos visibles en la ciudad fuera de los museos
Sant Pau del Camp es una de las joyas arquitectónicas más desconocidas entre los barceloneses. No en vano, se trata del vestigio románico más importante de la ciudad y cuyo origen es todavía incierto. Se sabe que el antiguo monasterio fue destruido durante el saqueo de Almanzor del año 985 y existen indicios de que ya existía un edificio religioso anterior en el siglo VIII. Así lo corroborarían recientes hallazgos arqueológicos y elementos visigóticos que sobreviven en la fachada principal.
En efecto, en Sant Pau del Camp pueden admirarse los que con casi toda seguridad son los únicos vestigios visigodos visibles de Barcelona, al margen, claro está, de los que pueden visitarse en las exposiciones y excavaciones del Museu d’Història de la Ciutat. Se trata de dos capiteles encajados sobre dos columnas de la puerta de la iglesia, único elemento del antiguo monasterio que ha llegado hasta nuestros días. Estos habrían sido reutilizados del templo anterior, así como dos piedras sostenidas por los citados capiteles con signos solares.
La presencia de los visigodos en Barcelona se remonta al año 415, cuando el rey Ataúlfo, aliado de los romanos, se instala para luchar contra otros pueblos bárbaros. Pero abandonan en seguida la ciudad tras el asesinato ese mismo año del monarca. La verdadera ocupación deberá esperar hasta el año 470. Los visigodos trasladaron incluso de Narbona a Barcelona la capital de su reino entre el 531 y el 572, cuando pasó a ser Toledo.
La fundación del Sant Pau del Camp post visigótico se atribuye al conde Guifré II, según consta en la lápida sepulcral que se conserva. Tras la destrucción de Almanzor, el monasterio benedictino no fue reconstruido hasta 1117, financiada por una familia barcelonesa cuyas urnas funerarias pueden contemplarse aún en el claustro, sin duda el elemento de mayor belleza del conjunto.
El monasterio fue el último refugio del gobierno de la Generalitat en 1714. Los franceses lo convirtieron en hospital militar durante la ocupación napoleónica. Fue incendiado durante una revuelta popular a mediados del siglo XIX y durante la Setmana Tràgica y la Guerra Civil. La desamortización de 1835 había puesto fin a la vida monástica en el recinto, que durante décadas fue utilizado como cuartel.
La iglesia, el claustro y la sala capitular han logrado llegar hasta nuestro días gracias a que en 1879 un grupo de intelectuales lograron declarar el conjunto monumento nacional.
La iglesia conserva dos capiteles que se cree fueron reutilizados de un templo anterior y que serían los únicos restos visigóticos visibles en la ciudad fuera de los museos
Sant Pau del Camp es una de las joyas arquitectónicas más desconocidas entre los barceloneses. No en vano, se trata del vestigio románico más importante de la ciudad y cuyo origen es todavía incierto. Se sabe que el antiguo monasterio fue destruido durante el saqueo de Almanzor del año 985 y existen indicios de que ya existía un edificio religioso anterior en el siglo VIII. Así lo corroborarían recientes hallazgos arqueológicos y elementos visigóticos que sobreviven en la fachada principal.
En efecto, en Sant Pau del Camp pueden admirarse los que con casi toda seguridad son los únicos vestigios visigodos visibles de Barcelona, al margen, claro está, de los que pueden visitarse en las exposiciones y excavaciones del Museu d’Història de la Ciutat. Se trata de dos capiteles encajados sobre dos columnas de la puerta de la iglesia, único elemento del antiguo monasterio que ha llegado hasta nuestros días. Estos habrían sido reutilizados del templo anterior, así como dos piedras sostenidas por los citados capiteles con signos solares.
La presencia de los visigodos en Barcelona se remonta al año 415, cuando el rey Ataúlfo, aliado de los romanos, se instala para luchar contra otros pueblos bárbaros. Pero abandonan en seguida la ciudad tras el asesinato ese mismo año del monarca. La verdadera ocupación deberá esperar hasta el año 470. Los visigodos trasladaron incluso de Narbona a Barcelona la capital de su reino entre el 531 y el 572, cuando pasó a ser Toledo.
La fundación del Sant Pau del Camp post visigótico se atribuye al conde Guifré II, según consta en la lápida sepulcral que se conserva. Tras la destrucción de Almanzor, el monasterio benedictino no fue reconstruido hasta 1117, financiada por una familia barcelonesa cuyas urnas funerarias pueden contemplarse aún en el claustro, sin duda el elemento de mayor belleza del conjunto.
El monasterio fue el último refugio del gobierno de la Generalitat en 1714. Los franceses lo convirtieron en hospital militar durante la ocupación napoleónica. Fue incendiado durante una revuelta popular a mediados del siglo XIX y durante la Setmana Tràgica y la Guerra Civil. La desamortización de 1835 había puesto fin a la vida monástica en el recinto, que durante décadas fue utilizado como cuartel.
La iglesia, el claustro y la sala capitular han logrado llegar hasta nuestro días gracias a que en 1879 un grupo de intelectuales lograron declarar el conjunto monumento nacional.
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