La arqueología en Catalunya, una profesión regida por la precariedad

11/8/15 .- www.diagonalperiodico.net

La arqueología en Catalunya, una profesión regida por la precariedad

El sector de las excavaciones arqueológicas da trabajo a unas 500 personas en toda Catalunya. Los estragos de la crisis económica y el incumplimiento del convenio colectivo han afectado duramente el oficio.


Películas como las de Indiana Jones o programas de televisión más recientes como Bajo Tierra –protagonizado por Eudald Carbonell– han convertido la arqueología en una de las disciplinas más idealizadas por el gran público, que lo asocia con aventuras y paisajes bucólicos muy alejados de la realidad. Más allá de los yacimientos y los grandes hallazgos arqueológicos que difunden los medios de comunicación, en Catalunya, casi no se ha puesto sobre la mesa la situación de extrema precariedad que sufren muchas de las personas empleadas en el sector.

Mientras los trabajos de investigación en centros de investigación y en las universidades son más bien reducidos, el grueso de personas que se dedican a la arqueología en Catalunya lo hacen a través de excavaciones preventivas y de emergencia. Se trata de intervenciones puntuales y gestionadas fuera del ámbito académico. Se llevan a cabo cuando se descubren restos materiales con valor histórico durante los procesos de reforma urbanística o de construcción de obra pública y privada. El esfuerzo de picar entre piedras con el ruido de la obra de fondo, alrededor de máquinas retroexcavadoras que perforan el suelo y cerca de estructuras metálicas y paredes prefabricadas de hormigón se acerca más a la imagen real de la gente que trabaja en el mundo de la arqueología a día de hoy.

La ​externalización de las instituciones catalanas

En cuestión de poco más de dos décadas, la situación laboral de estas profesionales ha variado considerablemente en Catalunya. En los años noventa, cuando las excavaciones se regularon por ley, la Generalitat contrataba directamente el personal experto que se encargaba de las intervenciones de urgencia y de la investigación de los yacimientos que aparecían. Sin embargo, muy pronto, la administración derivó una parte del proceso en manos privadas. Así nacieron las primeras empresas especializadas en las tareas arqueológicas que, en un principio, desarrollaba el gobierno catalán.

Esta llegada de entidades privadas no repercutió positivamente en los derechos laborales de la mayoría de personas que trabajaban en este ámbito. Durante años, muchas arqueólogas fueron empleadas en unas condiciones que estaban por debajo de los mínimos: algunas empresas que no cumplían ni con las normativas más básicas que establece el Estatuto de los Trabajadores. "El sector de la arqueología no se reguló hasta casi el año 2008. Fueron necesarios años de protesta de los trabajadores para conseguirlo", explica Lolo Quesada, arqueólogo con una larga experiencia como militante sindical de la CGT.

Desregulación hasta el establecimiento del convenio laboral

En 2007, CCOO lideró la meta de conseguir el primer Convenio Colectivo del Sector de la Arqueología y la Paleontología de Catalunya. El texto recogía algunas de las demandas más básicas de las trabajadoras en las excavaciones de urgencia: un salario que llegara al menos los 1.000 euros para todas las trabajadoras del sector, la regulación de las horas de descanso y la jornada laboral según los baremos generales y el establecimiento de unas condiciones de higiene y de seguridad válidas en las intervenciones arqueológicas.

Ahora bien, aunque algunas arqueólogas vieron el acuerdo como un pacto excepcional sin precedentes –sólo tiene validez en Catalunya y no hay ninguno parecido al resto de territorios del Estado–, muchas creyeron que las condiciones que se arrancaron de la patronal formada por las principales empresas de arqueología eran muy escasas. "En la época de la firma del convenio, cuando todavía había vacas gordas, los profesionales obtuvieron una serie de derechos que les aseguraba unas condiciones de trabajo mínimas que antes no tenían garantizadas. Sin embargo, la negociación se hizo con unas miras muy bajas: se pactaron sólo unos acuerdos de mínimos cuando, en realidad, se habría podido llegar mucho más allá ", comenta un arqueólogo veterano que no quiere revelar su identidad por evitar que se le cierren puertas profesionales.

Uno de los puntos más controvertidos que incluyó el convenio fue el establecimiento de unas nuevas categorías laborales –director, técnico, oficial y auxiliar– que incorporaban jerarquías antes inexistentes entre las personas dedicadas al oficio. "Las divisiones relegaron la mayoría de arqueólogos a la condición de trabajador raso dentro del mundo de la obra, sin tener en cuenta su formación y su perfil científico", añade la misma persona.

Los estragos de la crisis del ladrillo

A partir del año 2000, la oferta de trabajo en el sector de la arqueología de urgencia aumentó con la extensión de la burbuja inmobiliaria. Sin embargo, el estallido de la crisis económica en 2008, el fin de la promoción de obra pública y la caída de la especulación urbanística provocaron un descalabro. "La arqueología fue un ámbito muy ligado al auge de la construcción que tuvo su época de oro entre 2000 y 2007. Actualmente, casi el 90% de las empresas especializadas en el sector han desaparecido, mientras que las pocas que han resistido son las que han desarrollado las prácticas más mafiosas de cara a los trabajadores ", lamenta Quesada.

La explosión del monstruo inmobiliario y el inicio de las dificultades económicas también convirtieron el acuerdo laboral que se había consensuado hacía bien poco en papel mojado. "El convenio, que era justo y de mínimos, pasó a incumplir de forma flagrante por parte de muchas empresas", remarca Patricia Aznar, trabajadora a la empresa de arqueología Codex. Militante de la CNT, también ha participado durante años en la mayoría de las luchas que reclamaban una mejora de las condiciones de las empleadas del sector. En su opinión, la administración pública no ha tenido el papel que le correspondía cuando se han cometido vulneraciones de los derechos de las arqueólogas. La primera entidad que señala como responsable de la desatención es el Servicio de Arqueología de la Generalidad de Catalunya, un órgano público con presencia en todo el territorio que supervisa los procesos de excavación y de investigación de todos los yacimientos catalanes. "El Servicio de Arqueología debería presionar para reivindicar las necesidades de profesionalización de las especialistas en la arqueología de emergencia y denunciar las irregularidades, pero nunca ha sido así", denuncia Aznar.

La situación en la actualidad

Desde el estallido de la crisis en 2008, lo que parecía una problemática coyuntural para el ámbito laboral arqueológico ha convertido en una realidad estructural. La falta de ofertas de trabajo y la vulnerabilidad que supone trabajar en el sector han hecho que muchas personas abandonen la profesión. Para la mayoría de ellas, sin embargo, buscar otro oficio no ha sido una tarea sencilla.

"La arqueología es un sector con mucha vocación. Muchas personas que han trabajado a lo largo de toda su vida profesional lo tienen muy difícil para encontrar otro trabajo. Cuando ha habido vulneraciones laborales por parte de algunas empresas, la plantilla lo ha aguantado todo por miedo a no poder trabajar en ningún otro lugar ", afirma PG, arqueólogo con un largo recorrido en el mundo de las intervenciones de urgencia. Según explica, "la calidad y la gestión del trabajo arqueológico podría ser mucho peor si no fuera por la vocación de muchas especialistas".

A estas alturas, las perspectivas laborales de las profesionales de la arqueología en un futuro próximo son poco esperanzadoras. "Actualmente, hay empresas que casi sólo contratan personas que trabajan como falsas autónomas para ahorrarse los costes de tener asalariados. Parece que esta será la tónica general a lo largo de los próximos años ", añade PG.

La cuestión del grado de Arqueología

Con la aplicación del plan Bolonia en las universidades catalanas, los estudios de arqueología quedaron desligados del programa de la licenciatura de Historia para pasar a formar parte de un grado propio de cuatro años de duración. Actualmente, ya hay muchas personas que han terminado la carrera y figuran como graduadas en arqueología, pero su título no les garantiza un puesto de trabajo.

Según el arqueólogo PG: "No hay capacidad para absorber dentro de la sociedad todo el volumen de gente que está estudiando arqueología. Las pocas personas que salen del grado y encuentran trabajo en el sector están contentísimas de cobrar poco para trabajar. La mayoría no saben nada del convenio y no se preocupan por si no cobran por la categoría que les corresponde. A mí me pasaba lo mismo cuando empecé a trabajar, pero, con el tiempo, te das de cómo funcionan las cosas ".

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