Noticias de la Ibiza medieval

Noticias de la Ibiza medieval

Para saber cómo se vivía, los ajuares domésticos son una fuente de información impagable

Tradiciones. Saber cómo era la casa medieval ibicenca es más fácil que averiguarlo en las de Mallorca y Menorca porque los parámetros de nuestras viviendas más antiguas son inequívocamente orientales, cosa que no sucede en las otras islas. En cualquier caso, aquí no insistimos en sus rasgos –horizontalidad, cerramiento, construcción modular, medida humana, funcionalidad, etc– que se han repetido hasta el aburrimiento. Preferimos incidir en aspectos menos conocidos, caso del mobiliario, la cerámica y las herramientas.


A pesar de la importante huella que nos ha dejado la Ibiza árabe en infinidad de aspectos, arquitectura, cultivos, músicas, costumbres, gastronomía, etc., el universo medieval de nuestras islas es poco conocido y las aproximaciones que a él hacemos tienen que ser necesariamente prudentes. Hace algunos años, eminentes estudiosos del tema, Maria Barceló Crespí, Antoni Riera y Jaume Sastre Moll, sumaron esfuerzos en un ambicioso proyecto que tenía por objeto estudiar la vida cotidiana en la baja edad media en las Islas Baleares. Aquel proyecto ha dado hasta el momento dos excelentes monografías publicadas por el Institut d’Estudis Baleàrics, ‘Elements materials de la vida quotidiana a la Mallorca baixmedieval’ y ‘Alguns aspectes de la vida quotidiana a la Menorca medieval’. En teoría, por tanto, queda pendiente el trabajo que correspondería a la Ibiza islámica, pero es un vacío que ha cubierto con creces la aportación de Antoni Ferrer Abárzuza en ‘El Llibre de Mostassaf d’Eivissa. La vila d’Eivissa a la baixa edat mitjana’.

Tanto es así, que no creo que se pueda decir mucho más si nuestros archivos no descubren documentación notarial y testamentaria que complete la visión fragmentaria que todavía tenemos de aquellos tiempos oscuros. En cualquier caso, contamos también con la información arqueológica que aportan las piezas islámicas de nuestro museo y de algún otro trabajo hecho sobre plazas coetáneas a Yâbisa, caso de ‘La cerámica de Daniya. Alfares y ajuares domésticos de los siglos XII y XIII’. Toda esta documentación, siendo escasa, permite superar las meras conjeturas y describir en muchos aspectos la vida, tal como era, en la Ibiza medieval. El estudio correspondiente a Menorca, por ejemplo, aporta 12 inventarios de inmuebles del siglo XV que mantienen una valiosa información de siglos anteriores y permiten conocer no sólo las costumbres, los oficios y las actividades domésticas, sino los vínculos que mantuvieron en aquellos tiempos las tres islas. En Ibiza no tenemos nada parecido, pero los datos que aporta la Menorca medieval pueden servirnos porque, a fin de cuentas, los elementos y objetos utilizados en las casas, en el trabajo y en el ocio, eran los mismos.

Para empezar, cabe decir que los muebles de la casa islámica común o más humilde –los palacios de las élites son harina de otro costal– eran escasos y sencillos, mesas para comer y trabajar, bancos con o sin respaldo, con cajones en los que se guardaba la ropa y que se utilizaban como asiento (arquibancs), arcones, ajuelas o taburetes (escambells), perchas, cojines rellenos de palma o paja (astormies), estoras de esparto que también podían ser de boca o junquillo (alcatifas) cofres, camas, armarios y poco más. La silla que tan común es hoy fue un mueble que apareció después, en el siglo XIV, de manera que en la casa árabe sólo existía una guisa de pequeños asientos plegables, con pies de aspa.

Las herramientas exigirían una relación interminable porque estaban en función de los oficios. Por dar algún ejemplo, en la ciudad, en casa de un zapatero, podíamos encontrar –utilizando los mismos nombres que vienen en los documentos que se han conservado-, «dolsas de corretger e de listar per tallar cuiro i sola, formes, calsades, raspa, massetes, post, coltells, tisores, peus de ferro, rauradors», etc. Y un barbero salía del paso con «hun stoix de cuyro, rahons, stisores, pinta, mirall, coltella amb beyna, fulla i librell de terra».

Ajuares domésticos

Por la arqueología y por los inventarios sabemos que los elementos más comunes corresponden a los ajuares domésticos en los que encontramos, entre otros muchos objetos que pueden ser de cocina, para comer, para almacenar, de limpieza, para pesar y medir, de iluminacion, etc., ferros de foch, fogó, graelles, cernador de fust, pastera, sedassos per grassar i passar farina, senalla, surí, tahona, boxos de fust, morter de coura, pedra o fust, rallador, calderó de llautó, cassola de aram, panadera, giradora, grexonera, olles i levador, ampolles, cadaf d’estany o aram, culleres de fust, plats, pitxer d’astany o de terra, setrí, tallador, torcaboques, alfàbies, barrelets, bóta bladera, carratell vinader, cortarola, gerres, colador, graselet, marratxa, salsera, pots, buganter, cossis, cubells, ganadall, librell, rentamans, almut, alambí, ambut, balançes, calastró, colador, lànties, sistelles, panerets de canya o verduchs, sàrria, senalles, àspia, cardes, debanadora, fusos, torn de filar … Y así podríamos seguir con muchos otros objetos como redomas, orzas, marmitas, candiles, vasos, alcadafes, cazoletas, ataiforas, cántaras, tinajas, jofainas, anafes, bacines, cazuelas, arcaduces, etc. La lista sería interminable. A partir de aquí, si el lector acude al estudio al que hemos hecho referencia de Ferrer Abárzuza, completará el cuadro de oficios y costumbres, no en vano el Mostassaf, oficial de la Universidad, tenía como cometido hacer que se cumplieran –sancionando las infracciones que se cometieran– las pautas que regulaban los oficios, las transacciones en mercados, calles y plazas, de toda clase de productos en sus precios, medidas, pesos y fiscalidad, cuidándose incluso de la higiene del común y la buena convivencia de los ciudadanos. Todo ello nos permite, a partir de un documento de la época, tener una visión bastante completa de las actividades diarias y la vida de la sociedad ibicenca en de los siglos XIV y XV. No es poca cosa.