La UB abre al público su yacimiento arqueológico en el Raval (Barcelona)
7/7/15 .- http://www.lavanguardia.com/
La UB abre al público su yacimiento arqueológico en el Raval (Barcelona)
Los barceloneses podrán visitar los restos de un importante taller de alfarería donde acaba de aparecer un molino de barro, hasta ahora el hallazgo más importante de la excavación
El Consell de Cent de Barcelona ha prohibido a los alfareros de la calle Tallers que tiren la arcilla sobrante de su actividad a la vía pública ante la reiterada queja de los vecinos. El encabezamiento de esta noticia puede resultar un poco extraño, a no ser que hagamos un viaje por el tiempo hasta la Edad Media, cuando esta vía ubicada inicialmente fuera de las murallas de la ciudad era un auténtico hervidero de talleres, sobre todo de alfarería, lo que obligó a la máxima institución barcelonesa a poner un poco de orden.
Las tiendas de música, piercings y tatuajes que ahora abundan en esta antigua calle gremial y su entorno poco sospechan su origen e historia (también fue el primer lugar de burdeles del Raval y acogió la primera fábrica de vapor de la industrialización y la primera revuelta laboral contra las máquinas). Para divulgar parte de la historia de esta zona, la Universitat de Barcelona (UB) ha decidido abrir al público el yacimiento arqueológico que desde hace dos años están excavando los alumnos del Grado de Arqueología en uno de los espacios interiores de las facultades de Geografía e Historia y de Filosofía en la calle Montalegre, correspondiente al taller de alfarería de uno de los artesanos más afamados del siglo XIX, Antoni Tarrés.
Los futuros arqueológos son los encargados de explicar y mostrar sus descubrimientos a los barceloneses que acuden a las visitas guiadas organizadas este viernes y el que viene. “El objetivo es enseñar a los vecinos la memoria histórica del barrio, concienciar y sensibilizar a la sociedad sobre la importancia del patrimonio arqueológico. Si no se conoce, no se puede querer, respetar y hacerlo respetar”, explica Josep Maria Gurt, catedrático de Arqueología de la UB.
Además, estas jornadas de puertas abiertas servirán para “hacer difusión de la arqueología y mostrar cómo trabajan los arqueólogos”, añade. Por este motivo, los visitantes también se adentrarán en las entrañas del laboratorio arqueológico y pisarán los terrenos de la excavación. Para los que no puedan acudir a la cita, se intalará una lona explicativa ante el solar con códigos QR que permitirán ampliar la información, que también se puede encontrar en un nuevo espacio del portal La UB Divulga.”Hemos creado una nueva marca, ArqueUB, para difundir la arqueología”, señala el catedrático.
“No hay ninguna universidad que dentro de su propio campus tenga un espacio donde poder hacer prácticas reales de arqueología, es uno de los grandes activos de la UB”, presume Gurt. Unos treinta alumnos divididos en dos turnos de quince días son los encargados de ir desenterrando el patrimonio histórico de la parcela universitaria. La campaña, de un mes para no interferir en horarios de clase, se encuentra justo a la mitad, aunque ya ha logrado grandes resultados.
El gran hallazgo de la campaña
“Cuando nos dimos cuenta de lo que era, saltamos de alegría”, exclama Tamar Zamora, estudiante de cuarto año de arqueología, cuando recuerda el momento más emotivo de la presente campaña de excavaciones. “Estábamos barriendo y encontramos piedra”, relata Albert García, futuro arqueólogo de cuarto año. “Primero pensamos que era pavimento pero luego nos dimos cuenta de que se trataba de un molino de prensa de barro”, sigue explicando. “Ha sido nuestro primer descubrimiento como arqueólogos, fue tan emocionante que nos hicimos todos una foto”, recuerda Zamora.
Jacinto Sánchez, director de la excavación, añade que, de momento, este es el hallazgo más importante de los dos años de campañas. “¿Qué hace un molino en un taller de ceramista?”, pregunta antes de responderse a sí mismo. “Tiene relación con la purificación de la arcilla, para que el grano fuese más fino”. No en vano, Tarrés era considerado uno de los alfareros más importantes de la ciudad premodernista. “Hacía un trabajo delicado, decoraba fachadas de edificios y elaboraba elementos escultóricos en terracota”, recuerda. “Se conocen pocos molinos de estas características y aún menos que estén tan bien conservados”, analiza Gurt antes de dictaminar que se trata de “un hallazgo muy interesante que todavía se encuentra en fase de descubrimiento”. “Tenemos que llegar hasta el suelo donde el animal debía dar vueltas para moler el barro”, explica otro alumno, Fran Calero.
Del siglo XIV al XIX
Cuando se edificaron las facultades de la UB en la calle Montalegre en 2006, ya se detectaron testimonios arqueológicos de manera continuada desde el siglo XIV, momento en que empieza a poblarse esta zona extramuros de la la ciudad. Las excavaciones están desenterrando por ahora los restos del taller de Tarrés, que tenía tres grandes hornos todavía por recuperar, el molino y un gran depósito, a modo de piscina, donde se hacía la arcilla, hallado también este año. “Probablemente nos encontramos ante una secuencia de diferentes instalaciones dedicadas a la alfarería que datan del siglo XIV al XIX, es decir, que van de la época medieval al premodernismo”, explica Gurt. “Pero pasarán varias generaciones de futuros arqueólogos por este yacimiento antes de llegar a ver la primera etapa”, augura risueño.
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Los barceloneses podrán visitar los restos de un importante taller de alfarería donde acaba de aparecer un molino de barro, hasta ahora el hallazgo más importante de la excavación
El Consell de Cent de Barcelona ha prohibido a los alfareros de la calle Tallers que tiren la arcilla sobrante de su actividad a la vía pública ante la reiterada queja de los vecinos. El encabezamiento de esta noticia puede resultar un poco extraño, a no ser que hagamos un viaje por el tiempo hasta la Edad Media, cuando esta vía ubicada inicialmente fuera de las murallas de la ciudad era un auténtico hervidero de talleres, sobre todo de alfarería, lo que obligó a la máxima institución barcelonesa a poner un poco de orden.
Las tiendas de música, piercings y tatuajes que ahora abundan en esta antigua calle gremial y su entorno poco sospechan su origen e historia (también fue el primer lugar de burdeles del Raval y acogió la primera fábrica de vapor de la industrialización y la primera revuelta laboral contra las máquinas). Para divulgar parte de la historia de esta zona, la Universitat de Barcelona (UB) ha decidido abrir al público el yacimiento arqueológico que desde hace dos años están excavando los alumnos del Grado de Arqueología en uno de los espacios interiores de las facultades de Geografía e Historia y de Filosofía en la calle Montalegre, correspondiente al taller de alfarería de uno de los artesanos más afamados del siglo XIX, Antoni Tarrés.
Los futuros arqueológos son los encargados de explicar y mostrar sus descubrimientos a los barceloneses que acuden a las visitas guiadas organizadas este viernes y el que viene. “El objetivo es enseñar a los vecinos la memoria histórica del barrio, concienciar y sensibilizar a la sociedad sobre la importancia del patrimonio arqueológico. Si no se conoce, no se puede querer, respetar y hacerlo respetar”, explica Josep Maria Gurt, catedrático de Arqueología de la UB.
Además, estas jornadas de puertas abiertas servirán para “hacer difusión de la arqueología y mostrar cómo trabajan los arqueólogos”, añade. Por este motivo, los visitantes también se adentrarán en las entrañas del laboratorio arqueológico y pisarán los terrenos de la excavación. Para los que no puedan acudir a la cita, se intalará una lona explicativa ante el solar con códigos QR que permitirán ampliar la información, que también se puede encontrar en un nuevo espacio del portal La UB Divulga.”Hemos creado una nueva marca, ArqueUB, para difundir la arqueología”, señala el catedrático.
“No hay ninguna universidad que dentro de su propio campus tenga un espacio donde poder hacer prácticas reales de arqueología, es uno de los grandes activos de la UB”, presume Gurt. Unos treinta alumnos divididos en dos turnos de quince días son los encargados de ir desenterrando el patrimonio histórico de la parcela universitaria. La campaña, de un mes para no interferir en horarios de clase, se encuentra justo a la mitad, aunque ya ha logrado grandes resultados.
El gran hallazgo de la campaña
“Cuando nos dimos cuenta de lo que era, saltamos de alegría”, exclama Tamar Zamora, estudiante de cuarto año de arqueología, cuando recuerda el momento más emotivo de la presente campaña de excavaciones. “Estábamos barriendo y encontramos piedra”, relata Albert García, futuro arqueólogo de cuarto año. “Primero pensamos que era pavimento pero luego nos dimos cuenta de que se trataba de un molino de prensa de barro”, sigue explicando. “Ha sido nuestro primer descubrimiento como arqueólogos, fue tan emocionante que nos hicimos todos una foto”, recuerda Zamora.
Jacinto Sánchez, director de la excavación, añade que, de momento, este es el hallazgo más importante de los dos años de campañas. “¿Qué hace un molino en un taller de ceramista?”, pregunta antes de responderse a sí mismo. “Tiene relación con la purificación de la arcilla, para que el grano fuese más fino”. No en vano, Tarrés era considerado uno de los alfareros más importantes de la ciudad premodernista. “Hacía un trabajo delicado, decoraba fachadas de edificios y elaboraba elementos escultóricos en terracota”, recuerda. “Se conocen pocos molinos de estas características y aún menos que estén tan bien conservados”, analiza Gurt antes de dictaminar que se trata de “un hallazgo muy interesante que todavía se encuentra en fase de descubrimiento”. “Tenemos que llegar hasta el suelo donde el animal debía dar vueltas para moler el barro”, explica otro alumno, Fran Calero.
Del siglo XIV al XIX
Cuando se edificaron las facultades de la UB en la calle Montalegre en 2006, ya se detectaron testimonios arqueológicos de manera continuada desde el siglo XIV, momento en que empieza a poblarse esta zona extramuros de la la ciudad. Las excavaciones están desenterrando por ahora los restos del taller de Tarrés, que tenía tres grandes hornos todavía por recuperar, el molino y un gran depósito, a modo de piscina, donde se hacía la arcilla, hallado también este año. “Probablemente nos encontramos ante una secuencia de diferentes instalaciones dedicadas a la alfarería que datan del siglo XIV al XIX, es decir, que van de la época medieval al premodernismo”, explica Gurt. “Pero pasarán varias generaciones de futuros arqueólogos por este yacimiento antes de llegar a ver la primera etapa”, augura risueño.
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