Excavaciones en el valle de Benasque para conocer su pasado (Ribagorza, Aragón)
2/9/06 .- Pirineos.com
Más de cuatro años de excavaciones llevadas a cabo en el valle de Benasque (Comarca de la Ribagorza-Pirineo aragonés), para contribuir a la recuperación de la historia de Benasque están obtenido excelentes resultados sacando a la luz entre otras, piezas utilizadas por los primeros pireneistas, vestigios del paso de estos pioneros y sus primeras ascensiones al pico del Aneto.
Las excavaciones llevadas a cabo por un grupo de arqueólogos desde hace más de cuatro años, entre los que se encuentra un empresario de la zona interesado por conocer con detalle el pasado de Benasque, han sacado a la luz cosas tan interesantes como un crampón utilizado en una de las primeras ascensiones al Aneto, construcciones defensivas, refugios fronterizos y diversas estructuras relacionadas con la actividad del pastoreo.
Benasque y su entorno constituyen una zona privilegiada pues a lo largo de los siglos ha sido frontera, aduana y lugar de paso…A tan sólo cuatro kilómetros a la redonda de la zona donde se encuentra el antiguo hospital se han localizado 480 puntos de interés arqueológico.
El proyecto de investigación que se inició hace ya cuatro años con el fin de contribuir a la recuperación de la historia del valle de Benasque, se lleva a cabo en diferentes etapas y está ofreciendo excelentes resultados. Se trata de de una investigación pionera en España, pues la mayoría de las excavaciones arqueológicas se desarrollan a altitudes de más 1.800 metros.
El valle de los cinco hospitales
Desde el siglo XI, el principal paso del Pirineo aragonés ha sido el Somport, y el resto de los puertos, al menos uno por cada valle, se han considerado secundarios. Sin embargo, el valle de Benasque que tiene los puertos más altos, a unos 2.400 metros de altitud, se encuentra en la hipotética línea recta que une Zaragoza y Toulouse, y ello le hace ser un camino frecuentado desde época romana. Se tiene la sospecha que fue por los puertos de Benasque por donde traspasaron el Pirineo las tropas de Pedro II en 1213, para dirigirse hacia Muret.
Desde la Edad Media, los pasos de montaña han tenido una importancia capital; por ello, al pie de los puertos pirenaicos se crearon, a partir del siglo XI, establecimientos a los que se les llamaba hospitales porque prestaban ayuda al viajero, brindaban hospitalidad, confortaban los cuerpos exhaustos y también las almas (tenían siempre una pequeña capilla donde poder rezar).
Del primer hospital de Benasque se guarda documentación desde el siglo XII. Físicamente se ubicaba a pie de puerto, a unos 1.800 metros de altitud.
Se llamaba Hospital Viejo a un conjunto de ruinas que estaba 900 metros aguas arriba del Ésera, y que en realidad eran de los siglos XVI al XIX, lo que parece indicar que el edificio fue construido y mantenido por la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, y perdura hasta mediados del siglo XVI, en que cambia de ubicación. El segundo sucumbió a un alud en 1826, y fue sustituido por una cabaña, que puede considerarse el Tercer Hospital. Años más tarde, cuando se pudo reunir dinero, se construyó el Cuarto, que se inauguró en abril de 1840. Ya no servía el Puerto Viejo o de la Glera, sino el nuevo, el de Benasque. El problema que tuvo este Cuarto Hospital fueron los aludes. Sólo duró 29 años, porque fue destruido por completo en 1869. La ubicación actual es la quinta conocida.
Interesantes hallazgos......
Albert de Franqueville contó en un libro que, antes de iniciar el asalto a la cima, pasaron noche en el Hospital de Benasque. Es la época dorada del pirineísmo, en la que, procedentes de Luchón, comenzaban a pasar el puerto de Benasque gentes que ya no eran comerciantes ni peregrinos, sino pioneros del montañismo que querian ascender la cumbre del Aneto.
De aquella época los arqueólogos han encontrado un crampón, pieza metálica de hierro que se ajustaba a la planta del pie y que se utilizaba en las ascensiones
Aunque el crampón descubierto es el único que se ha recuperado hasta ahora en excavaciones arqueológicas, en una de las vitrinas del museo de Luchon se expone uno prácticamente igual que perteneció al guía Pierre Barrau, conquistador junto a Fréderic Parrot del pico de la Maladeta el 29 de septiembre de 1817.
Barrau murió en el glaciar de la Maladeta el 10 de agosto de 1824, al ceder un puente de nieve que él creía seguro, y precipitarse al fondo de la enorme grieta. Muchos años después, en 1931, otro guía luchonés, Louis Baten, encontró unos restos pertenecientes a un crampón, un fémur, vestimenta y calzado, que inmediatamente relacionó con el guía. Los restos fueron trasladados a Luchon donde se exponen en el museo de la localidad.
Durante las excavaciones realizadas este año, se han hallado restos de un cuarto hospital, edificio que se mantuvo en uso entre 1840 y 1869, época en la que el Hospital de Benasque desempeñaba una doble función, como puesto avanzado de carabineros y como refugio de montaña, y en el que se han hallado vestigios de los primeros pirenistas.
Fue en ese periodo cuando llegaron los primeros montañeros; el francés Albert de Franqueville y el ruso Platon de Tchihatcheff, entre otros, quienes pusieron por primera vez el pie en la cima del Aneto el 20 de julio de 1842.
El edificio, de unos 35 por 8 metros, estaba dividido en su interior y compuesto de una gran sala de cocina y dormitorio, una estancia para el hospitalero y su familia, y otra para los carabineros.
Los trabajos se han centrado en un área de unos 100 metros cuadrados del edificio. Además, se ha descubierto que, rodeando los muros exteriores, había una curiosa y cuidada canalización de suelo empedrado y lateral de pizarra para evacuar las aguas. Han aparecido también monedas de los reinados de Fernando VII e Isabel II, restos de porcelana y seis fichas de dominó, en hueso y madera, que debieron usar los carabineros.
En cuanto a las excavaciones realizadas en un área de 16 metros cuadrados del Hospital Viejo, los trabajos realizados han permitido excavar la hospedería y la capilla románica. Una necrópolis hallada vinculada al edificio, confirma que una de las obligaciones de los hospitaleros, hasta los años 30 del siglo XX, era la de dar sepultura a los muertos en el camino. También se han localizado cerámicas de la Edad del Bronce/Edad del Hierro, y un molar de osezno en la Cova de la Ubaga.
Por otro lado, los sondeos realizados en la zona han puesto al descubierto el emplazamiento exacto de la antigua parroquia de San Martin que se menciona en documentación del siglo XI como monasterio, localizando la entrada del templo y su cabecera. La excavación ha permitido encontrar una iglesia de una sola nave, con ábside orientado al este, y una estancia con absidiolo, de unos 19 metros de longitud de portada a cabecera, 5 metros de anchura de nave, y 4 metros de profundidad de la estancia del absidiolo.
A más de 2.000 metros de altura, entre los puertos de la Glera y Port Vieilh, se han encontrado hasta 50 restos arqueológicos, en su mayoría recintos pastoriles, pertenecientes a los primeros pastores del Pirineo, así como una especie de cabaña de dos muros paralelos que facilitaba el ordeño del ganado con el objetivo de fabricar queso.
Las excavaciones llevadas a cabo por un grupo de arqueólogos desde hace más de cuatro años, entre los que se encuentra un empresario de la zona interesado por conocer con detalle el pasado de Benasque, han sacado a la luz cosas tan interesantes como un crampón utilizado en una de las primeras ascensiones al Aneto, construcciones defensivas, refugios fronterizos y diversas estructuras relacionadas con la actividad del pastoreo.
Benasque y su entorno constituyen una zona privilegiada pues a lo largo de los siglos ha sido frontera, aduana y lugar de paso…A tan sólo cuatro kilómetros a la redonda de la zona donde se encuentra el antiguo hospital se han localizado 480 puntos de interés arqueológico.
El proyecto de investigación que se inició hace ya cuatro años con el fin de contribuir a la recuperación de la historia del valle de Benasque, se lleva a cabo en diferentes etapas y está ofreciendo excelentes resultados. Se trata de de una investigación pionera en España, pues la mayoría de las excavaciones arqueológicas se desarrollan a altitudes de más 1.800 metros.
El valle de los cinco hospitales
Desde el siglo XI, el principal paso del Pirineo aragonés ha sido el Somport, y el resto de los puertos, al menos uno por cada valle, se han considerado secundarios. Sin embargo, el valle de Benasque que tiene los puertos más altos, a unos 2.400 metros de altitud, se encuentra en la hipotética línea recta que une Zaragoza y Toulouse, y ello le hace ser un camino frecuentado desde época romana. Se tiene la sospecha que fue por los puertos de Benasque por donde traspasaron el Pirineo las tropas de Pedro II en 1213, para dirigirse hacia Muret.
Desde la Edad Media, los pasos de montaña han tenido una importancia capital; por ello, al pie de los puertos pirenaicos se crearon, a partir del siglo XI, establecimientos a los que se les llamaba hospitales porque prestaban ayuda al viajero, brindaban hospitalidad, confortaban los cuerpos exhaustos y también las almas (tenían siempre una pequeña capilla donde poder rezar).
Del primer hospital de Benasque se guarda documentación desde el siglo XII. Físicamente se ubicaba a pie de puerto, a unos 1.800 metros de altitud.
Se llamaba Hospital Viejo a un conjunto de ruinas que estaba 900 metros aguas arriba del Ésera, y que en realidad eran de los siglos XVI al XIX, lo que parece indicar que el edificio fue construido y mantenido por la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, y perdura hasta mediados del siglo XVI, en que cambia de ubicación. El segundo sucumbió a un alud en 1826, y fue sustituido por una cabaña, que puede considerarse el Tercer Hospital. Años más tarde, cuando se pudo reunir dinero, se construyó el Cuarto, que se inauguró en abril de 1840. Ya no servía el Puerto Viejo o de la Glera, sino el nuevo, el de Benasque. El problema que tuvo este Cuarto Hospital fueron los aludes. Sólo duró 29 años, porque fue destruido por completo en 1869. La ubicación actual es la quinta conocida.
Interesantes hallazgos......
Albert de Franqueville contó en un libro que, antes de iniciar el asalto a la cima, pasaron noche en el Hospital de Benasque. Es la época dorada del pirineísmo, en la que, procedentes de Luchón, comenzaban a pasar el puerto de Benasque gentes que ya no eran comerciantes ni peregrinos, sino pioneros del montañismo que querian ascender la cumbre del Aneto.
De aquella época los arqueólogos han encontrado un crampón, pieza metálica de hierro que se ajustaba a la planta del pie y que se utilizaba en las ascensiones
Aunque el crampón descubierto es el único que se ha recuperado hasta ahora en excavaciones arqueológicas, en una de las vitrinas del museo de Luchon se expone uno prácticamente igual que perteneció al guía Pierre Barrau, conquistador junto a Fréderic Parrot del pico de la Maladeta el 29 de septiembre de 1817.
Barrau murió en el glaciar de la Maladeta el 10 de agosto de 1824, al ceder un puente de nieve que él creía seguro, y precipitarse al fondo de la enorme grieta. Muchos años después, en 1931, otro guía luchonés, Louis Baten, encontró unos restos pertenecientes a un crampón, un fémur, vestimenta y calzado, que inmediatamente relacionó con el guía. Los restos fueron trasladados a Luchon donde se exponen en el museo de la localidad.
Durante las excavaciones realizadas este año, se han hallado restos de un cuarto hospital, edificio que se mantuvo en uso entre 1840 y 1869, época en la que el Hospital de Benasque desempeñaba una doble función, como puesto avanzado de carabineros y como refugio de montaña, y en el que se han hallado vestigios de los primeros pirenistas.
Fue en ese periodo cuando llegaron los primeros montañeros; el francés Albert de Franqueville y el ruso Platon de Tchihatcheff, entre otros, quienes pusieron por primera vez el pie en la cima del Aneto el 20 de julio de 1842.
El edificio, de unos 35 por 8 metros, estaba dividido en su interior y compuesto de una gran sala de cocina y dormitorio, una estancia para el hospitalero y su familia, y otra para los carabineros.
Los trabajos se han centrado en un área de unos 100 metros cuadrados del edificio. Además, se ha descubierto que, rodeando los muros exteriores, había una curiosa y cuidada canalización de suelo empedrado y lateral de pizarra para evacuar las aguas. Han aparecido también monedas de los reinados de Fernando VII e Isabel II, restos de porcelana y seis fichas de dominó, en hueso y madera, que debieron usar los carabineros.
En cuanto a las excavaciones realizadas en un área de 16 metros cuadrados del Hospital Viejo, los trabajos realizados han permitido excavar la hospedería y la capilla románica. Una necrópolis hallada vinculada al edificio, confirma que una de las obligaciones de los hospitaleros, hasta los años 30 del siglo XX, era la de dar sepultura a los muertos en el camino. También se han localizado cerámicas de la Edad del Bronce/Edad del Hierro, y un molar de osezno en la Cova de la Ubaga.
Por otro lado, los sondeos realizados en la zona han puesto al descubierto el emplazamiento exacto de la antigua parroquia de San Martin que se menciona en documentación del siglo XI como monasterio, localizando la entrada del templo y su cabecera. La excavación ha permitido encontrar una iglesia de una sola nave, con ábside orientado al este, y una estancia con absidiolo, de unos 19 metros de longitud de portada a cabecera, 5 metros de anchura de nave, y 4 metros de profundidad de la estancia del absidiolo.
A más de 2.000 metros de altura, entre los puertos de la Glera y Port Vieilh, se han encontrado hasta 50 restos arqueológicos, en su mayoría recintos pastoriles, pertenecientes a los primeros pastores del Pirineo, así como una especie de cabaña de dos muros paralelos que facilitaba el ordeño del ganado con el objetivo de fabricar queso.
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