Nuevas investigaciones sobre el Castillo de Zamora

21/8/06 .- El Norte de Castilla

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La excavación en el Castillo corrobora el uso estratégico del emplazamiento desde, al menos, la Edad del Bronce


Quien haya visto el Castillo de Zamora hace tan solo un año no lo reconocería. Es como si la fortaleza hubiera crecido en el interior con el descubrimiento de todas las torres, portillos, puertas y escaleras que antes apenas se insinuaban a los ojos de los profanos. Cinco metros hacia abajo de excavación en la liza, la tierra de nadie entre dos muros defensivos, ha deparado hallazgos decisivos en unos pocos meses de trabajo que han cambiado completamente la imagen tradicional que se tenía del edificio, que ahora se revela como una construcción que tuvo que ser inexpugnable.

La actuación arqueológica, que concluirá en unos quince días según la previsión de los técnicos, ha puesto en evidencia que el proyecto presentado por el arquitecto Rafael Moneo para convertir el interior del Castillo en el futuro museo de arte contemporáneo Baltasar Lobo tendrá que ser replanteado.

LA FUNDACIÓN

Primeros pobladores

Hacha pulimentada

Los hallazgos realizados hasta el momento, que aún tienen que ser clasificados y estudiados, han corroborado el valor estratégico que tuvo este extremo del espigón rocoso para los primeros pobladores de Zamora desde mucho antes de que comenzara la construcción de la fortaleza medieval. Durante las excavaciones ya se ha llegado hasta las fosas fundacionales del Castillo, que «cortan» niveles estratigráficos de la Edad del Hierro.

Restos de cerámica y un hacha pulimentada son prueba de antigüedad y atestiguan que el mismo emplazamiento fue utilizado por los hombres desde la Edad del Bronce hasta los visigodos, y también en la Edad Moderna y Contemporánea. Fue defensa militar, prisión y, hoy, Escuela de Artes y Oficios. Al menos, hasta que los alumnos puedan trasladarse a la antigua Escuela de Magisterio, lo que seguramente no ocurrirá a principios del próximo curso dado el ritmo de las obras para adaptar este otro edificio a las necesidades de la enseñanza artística.

En la arquitectura del Castillo y en el subsuelo ha quedado constancia de todos estos usos y de las sucesivas transformaciones, no siempre respetuosas con el monumento. Después de retirar toneladas de tierra, sobre la roca viva del lado oeste de la fortaleza es donde se han intensificado los trabajos de las últimas semanas.

El arqueólogo Luis Alberto Villanueva, a pesar de que la lluvia de estos días ha convertido la liza en un lodazal, se afanaba en la limpieza de una de las dos tumbas cubiertas con lajas de pizarra, al pie de la torre central. Una de las sepulturas, ya al descubierto, presenta un esqueleto en muy buen estado de conservación. A ojo, comenta el especialista, la osamenta podría ser de época medieval, «aunque no sabremos hasta más adelante si perteneció a la Baja o Alta Edad Media». Tras el análisis, los huesos se pondrán a disposición del Museo de Zamora.

LA ÚLTIMA CATA

Una mirada al interior

Cimientos originales

Mientras se excava en los niveles más antiguos y anteriores al propio Castillo, se actúa también en las torres. Uno de los grandes descubrimientos ha sido, precisamente la exhumación de cinco de las ocho atalayas pentagonales, «con lo que se ha recuperado la planta original completa», explica Villanueva. Los obreros reponen hiladas de sillares que faltan en la parte superior y luego se consolidarán para protegerlas de los agentes externos con una capa de impermeabilización, «de manera que con los cambios de temperatura y las heladas no se rompa la piedra».

La inyección presupuestaria extraordinaria aprobada por el Ayuntamiento de Zamora en junio, de medio millón de euros sobre el presupuesto inicial de fondos Interreg, ha permitido a la empresa Rearasa continuar con los trabajos en la liza y también hacer una pequeña cata de cuatro metros por seis en el interior para recopilar más información sobre la estratigrafía y los paramentos internos del edificio, que son los originales, aunque bastante reformados.

En esta primera fase a punto de concluir solamente va a quedar pendiente de excavar un 10% del perímetro, que corresponde a los accesos y a una zona donde se acumula la infraestructura de suministro eléctrico, necesaria para el funcionamiento de la Escuela de Artes. El transformador y los cables atraviesan por lo que los arqueólogos creen que pudo ser en tiempos la principal puerta de acceso al Castillo, cegada como otras muchas y que, después de estos trabajos, serán liberadas.

La puerta de Santa Colomba, que mira al Duero y al barrio ribereño de Olivares, es la más grande y llamativa. «Fue sellada en el siglo XX, y seguramente fue uno de los elementos de la liza que más tarde se tapió», informa el arqueólogo. Junto a ella, numerosas marcas de cantero. Las firmas de los artesanos medievales que tallaron los sillares del Castillo de Zamora y que han conseguido su propósito: dejar constancia de su buen oficio por encima del tiempo.

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