La torre, emblema de poderío

20/4/10 .- http://www.lne.es

Los antecedentes de este tipo de construcciones, cuyos restos salpican la geografía asturiana, hay que buscarlos en las «turres», enclaves fortificados de época romana

Asturias no se caracteriza por conservar un rico legado constructivo medieval, si bien aún permanecen erguidos algunos ejemplos de extraordinario interés como sucede con las escasas torres que, en mejores o peores condiciones, salpican la geografía del Principado. En el volumen de «Arqueología medieval de Asturias» los arqueólogos Alejandro García e Iván Muñiz, penúltimo premio «Alfredo Quirós», dedican un capítulo a las torres y a las casas fuertes que aún mantienen en pie parte de su estructura.

El trabajo compendia los datos arqueológicos con las fuentes escritas para ofrecer una nueva mirada sobre el Medievo, una mirada que recoge no sólo las gestas de reyes y nobles, sino también los vestigios más modestos que dejan los siervos, los campesinos o el habitante de la ciudad. El libro, que se abre con un repaso de la arqueología medieval en Asturias, continúa revisando capítulos como los que se centran en los castillos, los palacios, los monasterios, las aldeas o la alimentación y el cuerpo en la Asturias medieval.

Elevando su figura sobre el conjunto rural, como sucede en el caso de Bandujo (Proaza), formando parte del perímetro de un castillo o imponiéndose sobre un altozano, la silueta de la torre habla de la presencia de un señor feudal.

Emblema de poderío, la torre es más que un mecanismo defensivo y su desarrollo en los siglos XIV y XV supera la visión tradicional que la asocia con un clima de inseguridad y de luchas nobiliarias. García y Muñiz la ven como «la prueba de madurez señorial y de su capacidad económica, una autoridad que estallará más tarde en las luchas por el territorio». El capítulo repasa desde los orígenes de la torre medieval hasta la evolución a la casa fuerte y el puente hacia los palacios de la Edad Moderna, incluyendo las torres altomedievales y los ejemplos de la etapa bajomedieval.

Todo indica que el origen de estos elevados edificios descansa en las «turres» de época romana, enclaves fortificados situados en posiciones estratégicas, vinculadas al control de vías de comunicación o villas. Más tarde van a aparecer en Asturias como elementos de protección de sedes regias, palacios o propiedades rurales. Por todo el territorio se han localizado restos del modelo altomedieval de planta cuadrangular, fábrica de mampostería y esbelto alzado que contrasta con la apariencia más robusta de los torreones bajomedievales. El testimonio más claro es la torre de la villa de Cornellana, perteneciente a la familia regia en el siglo X.

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