El tesoro de Guarrazar se reunifica
22/4/07 .- Abc.es
TOLEDO. Será una de las exposiciones estrellas en la capital de Castilla-La Mancha en 2008. Por primera vez desde que se descubrió en Guadamur en 1858, el tesoro visigodo de Guarrazar volverá a agruparse. Actualmente, sus valiosas piezas de oro -coronas, cadenas y cruces- están repartidas por el Museo de Cluny de París, el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y la Armería Real, también en Madrid. «Será una exposición a lo grande», según fuentes cercanas a la organización.
El museo francés ya ha dado el visto bueno a que sus coronas viajen a Toledo. Tampoco el Arqueológico y la Armería Real han puesto inconvenientes. Con toda seguridad un museo de la capital regional, el de Santa Cruz, será el lugar elegido para tan rutilante acontecimiento, aunque no hay fecha. Precisamente en este museo está abierta al público desde principios de año la exposición «Hispania Gothorum. San Ildefonso y el reino visigodo en Toledo», la muestra más visitada de todas las que ha organizado la Junta para conmemorar el IV Centenario de la novela «Don Quijote».
Según cuenta la historia, en el 711 después de Cristo, cuando los árabes invadieron Hispania, parte de las ricas coronas que adornaban las iglesias visigodas de Toledo fueron escondidas en el cementerio de Guarrazar, en el término de Guadamur.
Hasta el 24 de agosto de 1858 nadie supo de ese tesoro. Esa tarde, después de una gran tormenta que arrastró las tierras, el matrimonio formado por María Pérez y Francisco Morales, naturales de Guadamur, hallaron en un antiguo cementerio un pequeño nicho que escondía coronas, cruces de oro y otros objetos litúrgicos. Por la noche y de manera sigilosa, la pareja trasladó las piezas a su casa sin que nadie lo supiera. O al menos es lo que creían. Pero desconocían que habían levantado las sospechas de un labrador vecino, Domingo de la Cruz, que al día siguiente fue a curiosear al camposanto. Tuvo la fortuna de encontrar otra fosa, también repleta de piezas de oro, junto al nicho descubierto por el matrimonio. E hizo la misma operación: las escondió en su casa, en sendas tinajas de barro, «su» tesoro.
Unos y otros vendieron en las joyerías de Toledo buena parte de las piezas, aunque antes las trocearon para despistar. Pero cuenta la historia que un diamantista, José Navarro, experto en la materia, recuperó algunos de los fragmentos y además compró en Guadamur las piezas que todavía no habían pasado a terceras personas. Fueron vendidas en Francia, expuestas en el museo de Cluny, y las autoridades españolas las reclamaron, pero sin éxito. Paralelamente, se realizaron excavaciones en las Huertas de Guarrazar, donde salió a la luz una pequeña iglesia visigoda.
Dos años después, el campesino Domingo de la Cruz entregó a la reina Isabel II parte de las coronas que no había vendido y que había tenido escondidas -dicen que por temor- en una tinaja. Fue recompensado por ello con una pensión vitalicia y el pago del valor tasado de las preseas que entregó.
Un edificio rehabilitado
En 1945 se recuperaron parte de las coronas que estaban en Francia, pero hasta 2008 -con motivo del 150 aniversario de su descubrimiento- no se producirá el acontecimiento que muchos vecinos de Guadamur esperan desde hace años: ver juntas todas las piezas que el matrimonio y el labrador se llevaron a casa a escondidas.
En 1976 se hizo una reproducción del tesoro y las piezas están colocadas en la ermita de Nuestra Señora de la Natividad de Guadamur.
Precisamente hoy en Guadamur (12.30 horas) se inaugurará el Centro de Interpretación del Tesoro de Guarrazar, ubicado en el edificio de las antiguas escuelas, que ha sido debidamente restaurado con una inversión que ronda los 60.000 euros. El visitante, que deberá pedir hora en el Ayuntamiento, encontrará reproducciones de tres coronas, una recreación de un altar visigodo y una maqueta de las ruinas que se descubrieron cuando se hizo la primera excavación, además de varios paneles que explican la historia de los visigodos y del afamado tesoro.
El museo francés ya ha dado el visto bueno a que sus coronas viajen a Toledo. Tampoco el Arqueológico y la Armería Real han puesto inconvenientes. Con toda seguridad un museo de la capital regional, el de Santa Cruz, será el lugar elegido para tan rutilante acontecimiento, aunque no hay fecha. Precisamente en este museo está abierta al público desde principios de año la exposición «Hispania Gothorum. San Ildefonso y el reino visigodo en Toledo», la muestra más visitada de todas las que ha organizado la Junta para conmemorar el IV Centenario de la novela «Don Quijote».
Según cuenta la historia, en el 711 después de Cristo, cuando los árabes invadieron Hispania, parte de las ricas coronas que adornaban las iglesias visigodas de Toledo fueron escondidas en el cementerio de Guarrazar, en el término de Guadamur.
Hasta el 24 de agosto de 1858 nadie supo de ese tesoro. Esa tarde, después de una gran tormenta que arrastró las tierras, el matrimonio formado por María Pérez y Francisco Morales, naturales de Guadamur, hallaron en un antiguo cementerio un pequeño nicho que escondía coronas, cruces de oro y otros objetos litúrgicos. Por la noche y de manera sigilosa, la pareja trasladó las piezas a su casa sin que nadie lo supiera. O al menos es lo que creían. Pero desconocían que habían levantado las sospechas de un labrador vecino, Domingo de la Cruz, que al día siguiente fue a curiosear al camposanto. Tuvo la fortuna de encontrar otra fosa, también repleta de piezas de oro, junto al nicho descubierto por el matrimonio. E hizo la misma operación: las escondió en su casa, en sendas tinajas de barro, «su» tesoro.
Unos y otros vendieron en las joyerías de Toledo buena parte de las piezas, aunque antes las trocearon para despistar. Pero cuenta la historia que un diamantista, José Navarro, experto en la materia, recuperó algunos de los fragmentos y además compró en Guadamur las piezas que todavía no habían pasado a terceras personas. Fueron vendidas en Francia, expuestas en el museo de Cluny, y las autoridades españolas las reclamaron, pero sin éxito. Paralelamente, se realizaron excavaciones en las Huertas de Guarrazar, donde salió a la luz una pequeña iglesia visigoda.
Dos años después, el campesino Domingo de la Cruz entregó a la reina Isabel II parte de las coronas que no había vendido y que había tenido escondidas -dicen que por temor- en una tinaja. Fue recompensado por ello con una pensión vitalicia y el pago del valor tasado de las preseas que entregó.
Un edificio rehabilitado
En 1945 se recuperaron parte de las coronas que estaban en Francia, pero hasta 2008 -con motivo del 150 aniversario de su descubrimiento- no se producirá el acontecimiento que muchos vecinos de Guadamur esperan desde hace años: ver juntas todas las piezas que el matrimonio y el labrador se llevaron a casa a escondidas.
En 1976 se hizo una reproducción del tesoro y las piezas están colocadas en la ermita de Nuestra Señora de la Natividad de Guadamur.
Precisamente hoy en Guadamur (12.30 horas) se inaugurará el Centro de Interpretación del Tesoro de Guarrazar, ubicado en el edificio de las antiguas escuelas, que ha sido debidamente restaurado con una inversión que ronda los 60.000 euros. El visitante, que deberá pedir hora en el Ayuntamiento, encontrará reproducciones de tres coronas, una recreación de un altar visigodo y una maqueta de las ruinas que se descubrieron cuando se hizo la primera excavación, además de varios paneles que explican la historia de los visigodos y del afamado tesoro.
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