La erosión del terreno pone en peligro la necrópolis medieval musulmana de Galera (Granada).

En un talud afloran entre cinco y diez sepulturas con restos de la época nazarí, que corren serio riesgo de desaparecer



Empleados de la Caja Rural exponen sus obras artísticas
Es curioso que la última de las necrópolis que se crearon en el término municipal de Galera, la correspondiente al período musulmán, sea la que tenga más probabilidades de desaparecer, según se puede deducir de las circunstancias que concurren en ella.

La configuración del terreno en donde se encuentra -tierras de cultivo pertenecientes a la vega, elevadas sobre el nivel de la carretera que pasa debajo- hace que las propias labores agrarias y sobre todo la erosión, propicien una desaparición progresiva de los restos que allí se encuentran enterrados.

En la actualidad, por ejemplo, es posible observar aflorando en el talud que hay sobre la carretera entre cinco y diez sepulturas (entre ellas se aprecian los restos de un cráneo) que en el transcurso de muy poco tiempo desaparecerán, tal y como ha venido sucediendo en las últimas décadas con otras ya perdidas.

Justamente en el flanco septentrional de este espacio, se está levantando un grupo de viviendas tras haber descartado con sondeos previos la presencia de enterramientos. No es el caso de la zona en cuestión, cuyas tumbas son evidentes y para ello basta con mirar al suelo. ¿No cabe el peligro de que en un futuro no muy lejano este sector arqueológico caiga bajo el punto de mira de alguna constructora?

El área que ocupa se halla en las inmediaciones de la actual población, al borde de la carretera de Granada. Se trata de una extensión de dimensiones indeterminadas al no haberse realizado hasta ahora estudio alguno. No obstante, se puede afirmar que el límite sur puede tener una longitud de trescientos metros aproximadamente, mientras que la anchura puede alcanzar unos doscientos.

Desconocida

En contra de lo sucedido con otras áreas arqueológicas en Galera -yacimientos argáricos, necrópolis ibérica o los incipientes hallazgos funerarios romanos en el cerro del Real- ésta es completamente desconocida al no haberse interesado nadie por ella. Sin embargo, la importancia de estos restos es definitiva en la historia no sólo de la localidad, sino de la misma comarca, que fue entre los siglos XI y XIV tierra fronteriza entre el reino cristiano de Murcia y el nazarí granadino.

De ese tiempo sólo quedan visibles en el territorio municipal algunas atalayas y este cementerio, donde sin duda alguna están sepultados -siguiendo el conocido ritual musulmán de orientación hacia la Meca- protagonistas de aquellos azarosos episodios que configuran la historia nacional.

No parece tener sentido, al menos global, el que se estén promocionando por las administraciones local, provincial y autonómica los otros yacimientos -con excavaciones de gran envergadura en algún caso- y se ignore por completo éste. Sería muy difícil igualar la oferta turística de Galera en donde se podría hacer un recorrido de casi cuatro mil años de historia a través de los rituales funerarios, si hubiese voluntad de excavarlos y ponerlos en valor.