La juez no ve delitos en el expolio de 1.000 monedas del castillo de Santueri (Mallorca)
4/12/04 .- El País/Andreu Manresa
El escándalo cultural del expolio arqueológico de 1.000 monedas históricas del yacimiento del castillo de Santueri, de Felanitx, en Mallorca, ha sido archivado por la juez Rosa María Mas, que no ve ilícitos penales ni dolo para juzgar por delitos de daños y contrabando al médico suizo Rupert Spillmann. En más de 40 actuaciones en cinco años, Spillmann rastreó, sin permiso oficial ni control científico y con detector de metañes, las 4,2 hectáreas de las fortaleza.
Su "tesoro" está formado por un millar de monedas y piezas metálicas de épocas vándala, bizantina. islámica, medieval cristiana y moderna, que documentarán el contexto europeo y mediterráneo anterior a las conquistas medieval, árabe y catalana de Mallorca. La colección lleva dos años intervenida judicialmente y el investigado ha editadio un estudio particular sobre ella.
El auto de sobreseimiento indica que "ciertamente, en este estudio se aprecia el interés puramente científico y sin afán de lucro". El médico, defendido por Marta Rosell, fue denunciado por la policía, el Ministerio de Cultura y la fiscalía, tras divulgarse el asunto en El País en febrero de 2002. Entonces Spillmann retornó a Mallorca sus hallazgos y los entregó a través de un mediador. La juez dice que el rastreador pensó actuar legalmente. El PP se personó en la causa, que vio delictiva y un "asunto vergonzoso", pero al ganar las elecciones baleares desistió.
La juez lamenta que "ha devenido imposible" hallar un perito arqueólogo para valorar el material y reseña que ninguna prueba induce a pensar que se haya dañado en el entorno arqueológico. La policía no rastreó de inmediato Santueri y el propietario del castillo no denunció a Spillmann. El arqueólogo oficial Gabriel Pons y su compañero Jaume Cardell declararon que el ex acusado sólo tocaba "la primera capa de tierra", que el detector no era negativo y destacaron que su método"era riguroso y científico". La juez observa que los testigos "se exponían a alguna más que probable sanción" si reconocían que autorizaron la exportación.
Confianza
La directora del Museo de Mallorca, Joana Maria Palou, negoció con el médico suizo el retorno y la exhibición del "tesoro", y su antecesor, Guillem Rosselló, conoció al furtivo, pero lo esquivó. Nadie lo denunció.
La juez dice en el auto de sobreseimiento que el médico suizo creyó contar con autorización para sacar las piezas para limpiar y estudiar en Suiza, amparado en "la ausencia de control motivada por la confianza que generó en los arqueólogos".
Rupert Spillmann prestó para su estudio al profesor Lutz Ilisch, de la Universidad de Tubinga (Alemania), las piezas sacadas de España. El instituto Alemán de Arqueología de Madrid preparó con Tilo Ulbert trabajos en Santueri para determinar las migraciones al sur de los llamados vándalos, pero tras alzarse el caso se desmarcó del aficionado.
Maite Orfila, de la Universidad e Granada, y Francesc Tuset, de la Universidad de Barcelona, tenían previsto efectuar sondeos complementarios en Santueri.
Su "tesoro" está formado por un millar de monedas y piezas metálicas de épocas vándala, bizantina. islámica, medieval cristiana y moderna, que documentarán el contexto europeo y mediterráneo anterior a las conquistas medieval, árabe y catalana de Mallorca. La colección lleva dos años intervenida judicialmente y el investigado ha editadio un estudio particular sobre ella.
El auto de sobreseimiento indica que "ciertamente, en este estudio se aprecia el interés puramente científico y sin afán de lucro". El médico, defendido por Marta Rosell, fue denunciado por la policía, el Ministerio de Cultura y la fiscalía, tras divulgarse el asunto en El País en febrero de 2002. Entonces Spillmann retornó a Mallorca sus hallazgos y los entregó a través de un mediador. La juez dice que el rastreador pensó actuar legalmente. El PP se personó en la causa, que vio delictiva y un "asunto vergonzoso", pero al ganar las elecciones baleares desistió.
La juez lamenta que "ha devenido imposible" hallar un perito arqueólogo para valorar el material y reseña que ninguna prueba induce a pensar que se haya dañado en el entorno arqueológico. La policía no rastreó de inmediato Santueri y el propietario del castillo no denunció a Spillmann. El arqueólogo oficial Gabriel Pons y su compañero Jaume Cardell declararon que el ex acusado sólo tocaba "la primera capa de tierra", que el detector no era negativo y destacaron que su método"era riguroso y científico". La juez observa que los testigos "se exponían a alguna más que probable sanción" si reconocían que autorizaron la exportación.
Confianza
La directora del Museo de Mallorca, Joana Maria Palou, negoció con el médico suizo el retorno y la exhibición del "tesoro", y su antecesor, Guillem Rosselló, conoció al furtivo, pero lo esquivó. Nadie lo denunció.
La juez dice en el auto de sobreseimiento que el médico suizo creyó contar con autorización para sacar las piezas para limpiar y estudiar en Suiza, amparado en "la ausencia de control motivada por la confianza que generó en los arqueólogos".
Rupert Spillmann prestó para su estudio al profesor Lutz Ilisch, de la Universidad de Tubinga (Alemania), las piezas sacadas de España. El instituto Alemán de Arqueología de Madrid preparó con Tilo Ulbert trabajos en Santueri para determinar las migraciones al sur de los llamados vándalos, pero tras alzarse el caso se desmarcó del aficionado.
Maite Orfila, de la Universidad e Granada, y Francesc Tuset, de la Universidad de Barcelona, tenían previsto efectuar sondeos complementarios en Santueri.
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