En el Banquillo: La depredación arqueológica

12/2/07 .- Abc.es

En una brillante y exhaustiva investigación, la Guardia Civil ha recuperado 300.000 piezas arqueológicas expoliadas en diversos puntos de Andalucía y otras comunidades. El grueso de los arrestos y yacimientos desvalijados se encuentran en Sevilla


Cargos

Se acusa a la consejería y al ministerio de Cultura, a los buscatesoros, a los intermediarios que negocian con las piezas y a los coleccionistas que acceden al mercado ilegal de ser los responsables absolutos de la brutal depredación patrimonial de nuestros yacimientos.

Fiscal

La única alegría que nos ha dado esta investigación es el trabajo eficaz y serio de la Guardia Civil. Esa alegría no hay quien nos la quite. Esa y comprobar que, treinta años después, el patrimonio arqueológico andaluz y sevillano, provincia donde más yacimientos han sido saqueados, sigue existiendo. Trescientas mil piezas dan para montar dos o tres museos arqueológicos. Y han sido trescientas mil las piezas recobradas por los trabajos de investigación de la Guardia Civil. Ya les digo, treinta años después, las sucesivas capas históricas que se esconden bajo nuestra tierra, continúa dando frutos. Continúa existiendo.

Porque, al menos, y sin demorarnos en épocas anteriores, son treinta los años de expolio arqueológico sistemático que venimos viviendo. En la provincia hay cerca de cinco mil yacimientos registrados, la mayoría de ellos en espacios privados, a los que acceden, con nocturnidad y alevosía, los buscatesoros de nuestros pueblos. Todo un modus vivendi. Toda una manera de entender la existencia. Pese a que nuestro campo está subvencionado, a nadie le amarga el dulce paladar de una pieza romana a la que se le buscará salida en el mercado negro. Esos buscadores y los detectores de metales que usan para dar con las piezas son, en origen, la base donde se sustenta esta auténtica perversión cultural.

Las escopetas de caza necesitan licencias. Una máquina detectora de metales no. Usted puede ser denunciado por hacer arqueología sin estar facultado para ello. Pero no por usar la maquinita los fines de semana buscando sestercios en las lomas del Aljarafe. Y la administración no hace nada. Ni la autonómica ni la central que, ojo, tiene todas las competencias en materia de expolios. Da la impresión de que no se quiere acabar con ese modus vivendi, con esa economía del «tesorillo» del que viven muchos. Eso si. Se ejemplarizó con el caso Ricardo Marsal. Un buen tipo que lo único que hizo fue reunir en su casa, con ambiciones expositivas, las piezas que encontraba o adquiría. Pero nunca jamás comerciar con ellas. Pido, pues, la condena absoluta para la cadena de responsabilidades que se engarza en esta auténtica piratería subterránea.

Defensa

No le voy a poner un pero al alegato del fiscal. Por una vez y sin que sirva de precedentes. Es más: creo que su exposición es una de las más sustanciadas que le recuerdo. Pero sí hay materia defendible en este caso. Claro que la hay. Y es mi obligación resaltarla. Pese al duro gesto de escepticismo que el señor fiscal acaba de regalarme. Hay materia defendible en esa cadena de despropósitos. Y no se extrañe de lo que mantengo y trato de explicarle.

Pese a que las máquinas detectoras de metales no necesiten licencias y una escopeta para matar zorzales si; pese a que las competencias en materia de expolio las siga monopolizando Madrid y nuestra comunidad tenga ahí poco que hacer; pese a que el pirateo arqueológico se haya convertido en un modus vivendi extra en muchas zonas de nuestros campos más tecnologizados, tengo que decirle bien alto que se han hecho cosas. Muchas. Tantas como, por ejemplo, no permitir como se permitía en España hace cien años, sacar piezas de incalculable valor arqueológico por el simple hecho de tener licencia para excavarlas.

Desde entonces acá se ha recorrido un largo y tortuoso camino. Sí, no se ría tan irónicamente, señor fiscal. Claro que ya era hora. Claro que cien años son muchos años y que dan para tener una ley patrimonial ajustada y actualizada. Y eso precisamente es lo que trato de decirle. Que el esfuerzo de nuestras administraciones, más allá de sus descoordinaciones puntuales, sigue valiendo y vale tanto como viene a demostrar la propia acción de la Guardia Civil recobrando más de trescientas mil piezas expoliadas. Existe el expolio. Es cierto que se vive y se negocia con él. Pero no es menos cierto que la capacidad para combatirlo es mayor y más efectivo. Ahí está la operación «Tertis» que la avala.

Es verdad que hay que hacer un esfuerzo y ajustar las leyes a la realidad. Es verdad que habría que hacer algo de una vez con las máquinas detectoras y contra el modelo de vida «busque un tesorillo y salga del ahogo». Pero tampoco es menos cierto que nuestro patrimonio puede vivir más tranquilo sabiendo el gran nivel profesional de los que lo custodian.

Sentencia

Se condenan a todas y cada una de las partes integrantes de esta cadena de despropósitos a que busquen, en las arenas del desierto, los dátiles de Almotamid, para que a los de las maquinitas se les vaya la afición, a los políticos se les avive su sensibilidad hacia el patrimonio y a los coleccionistas solo les de el bolsillo dinero para ventiladores

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