La muralla noiesa, al descubierto (Noia, Barbanza, Galicia)

Diversas excavaciones sacaron a la luz partes del muro medieval

Noia era en la Edad Media una villa amurallada. A lo largo de varias excavaciones, los arqueólogos consiguieron sacar a la luz algunos tramos de aquella antigua fortificación. Tal día como hoy, en el 2000, La Voz informaba de una de esas intervenciones, en concreto la tercera, que llevaron a cabo Lola Gil Agra y Manuela Pérez Mato. Su trabajo dejó al descubierto un trozo de muro de 2,30 metros de ancho y tres de longitud.

Aquella no fue la última excavación realizada en los alrededores de la localidad noiesa, ni mucho menos. De hecho, en noviembre del 2001, un sondeo permitía desenterrar un nuevo tramo situado en la confluencia de los malecones, cuya longitud se situaba también entorno a los tres metros.

Solo unos meses después, un equipo de arqueólogos retomó los trabajos y dejó al descubierto nuevos restos de una muralla que, según los especialistas, fue derribada en el siglo XIX porque chocaba con el concepto de modernidad urbanística que empezaba a irrumpir en aquel entonces. De hecho, está constatado que incluso en 1960 se construyó un edificio de cuatro plantas sobre el valioso muro.

Mientras los arqueólogos desenterraban el preciado tesoro, en Noia se abría un arduo debate sobre la idoneidad de poner en valor estos restos. A día de hoy, algunos tramos sí están conservados e incluso se muestran a través de vitrinas en algún negocio de la villa. Otros, sin embargo, se esconden bajo la maleza en fincas privadas.

Lo que sí tiene visos de ser objeto de un plan de musealización es el acueducto medieval que en su día formó parte de la muralla. El Concello ya tiene en su poder los permisos necesarios para poner en valor dos tramos, de un metro cada uno, situados en el cruce de las calles Rodríguez Cadarso y Porta da Vila. La idea es colocar las piezas sobre unos soportes de acero que estarán anclados al pavimento de la calle.