El expolio arqueológico, un negocio más rentable que el tráfico de drogas
5/7/12 .- http://www.teinteresa.es
En España hay unos 6.000 aficionados a la detección de metales, monedas y piezas arqueológicas. La gran mayoría, el 80%, solo buscan en la playa. Pero hay ‘profesionales’ del saqueo que trabajan en grupo y saquean tumbas y construcciones de la época clásica y medieval. Una moneda de oro se vende por 90.000 euros en el mercado.
La gran devastación del patrimonio se produce bajo el mar. Hay más de 3.000 pecios en aguas españolas y los expertos sospechan que entre el 80% y 90% han sido expoliado. El Sussex, el navío británico que naufragó frente a Gibraltar, llevaba nueve toneladas de oro valoradas en la actualidad en 3,5 millones de euros.
Los expertos no están seguros de si la crisis puede animar el expolio arqueológico. Por un lado, es un negocio atractivo que puede aportar dinero rápido. Pero la clase media consumidora de antigüedades en España no tiene tanta liquidez para sus colecciones. El mercado está fuera y ahora hay competencia; el norte de África. Pero los arqueólogos advierten, con crisis o sin ella, el pillaje de piezas arqueológicas sigue siendo el principal motivo de degradación del patrimonio. También, un mercado tentador.
“El expolio arqueológico es más rentable que el tráfico de drogas. Naturalmente, el volumen de dinero no es comparable, pero el margen de beneficios es mayor. Además, es más fácil. En el control de un aeropuerto nadie te va a arrestar por llevar una pequeña escultura”. Quien habla es Ignacio Rodríguez Temiño, arqueólogo y autor del libro ‘Indianas Jones sin futuro. La lucha contra el expolio del patrimonio arqueológico’, donde repasa la historia de los saqueos en España, su incidencia y el tipo de expoliadores.
El pillaje de obras artísticas y el saqueo de tumbas románicas, construcciones fenicias o medievales han existido siempre. Pero el tiempo ha sofisticado la práctica. La introducción de los detectores de metales en España en los 70 animó la afición por las monedas y objetos arqueológicos (cerámica, esculturas clásicas, ajuares funerarios. Los primeros usuarios fueron militares estadounidenses de las bases de Morón (Sevilla) y Rota (Cádiz).
Ignacio Rodríguez, director del Conjunto Arqueológico de Carmona (Sevilla), cuenta que hay unos 6.000 personas que usan detectores de metales para buscar sus ‘tesoros’. La gran mayoría, el 80%, son ‘playeros’, es decir, que restringe su ámbito de actuación en primera línea de playa. Pero hay otros ‘amantes’ locales del arte que han sobrepasado la línea roja de la afición, animados por la afluencia de anticuarios, coleccionistas y grupos museísticos del extranjero. Entonces los llamados ‘piteros’ se convierten en los intermediarios de un negocio ilegal que les supone una mejora en su nivel de vida. Por ejemplo, una moneda de oro puede venderse por 90.000 euros.
Sevilla es la provincia con más ‘pillaje arqueológico’ y en los últimos años la Guardia Civil se ha incautado de más de medio millón de piezas. Pero también actúan en Córdoba, Jaén, en Soria, Teruel o Ávila.
Los expoliadores profesionales, un grupo organizado que utiliza el ‘kit perfecto’
Un detector de metales, una pica, cartografía y un cuadro software de detección de las piezas forman el kit perfecto del expoliador, que utilizan los profesionales, que trabajan en grupo.
Según cuenta Ignacio Rodríguez, el ‘modus operandi’ es el siguiente: se documentan durante un tiempo con libros, cartografía oficial, la información de expertos y de los agricultores a los que sondean, tras patearse el campo. Después, importan la tecnología. Y por último, la acción. Localizada la tumba o el yacimiento, se realiza la excavación, siempre por la noche y con la luz de los faros de un coche. El trabajo se distribuye en pequeños equipos de tres personas: dos cavan mientras otro vigila. Y hay rotaciones. El resultado, en dos noches se levanta una necrópolis con decenas de tumbas.
¿Cómo es el perfil del expoliador?
Luis Hernando Garrido, investigador del Museo Etnográfico de Castilla y León, diferencia entre los pequeños coleccionistas que se dedican a expoliar en su tiempo libre para aumentar su patrimonio, y los que quieren sacarse un dinero extra. “No son una mafia”, advierte, pero “no tienen conciencia del valor de una pieza arqueológica”.
Para Jaime Almansa, gerente de JAS Arqueología, la legislación sobre patrimonio arqueológico es prácticamente inexistente y esto genera sensación de impunidad entre los saqueadores. “Se supone que los yacimientos están protegidos, pero en la práctica hay zonas de descontrol donde el pillaje se da sin problemas”. Por ejemplo, en Madrid en los sitios no catalogados no existe una figura de protección. La multa por un expediente administrativo es de 500 euros.
El 90% de los pecios localizados han sido saqueados
Una dimensión mucho es la del expolio del patrimonio submarino. En España hay 3.000 pecios de naufragios y el 80% han sufrido un saqueo. Justamente, uno de los casos que estudia el libro de Rodríguez Temiño es el de Odissey, empresa de ‘cazatesoros’ que cotiza en Bolsa que en el año 2007 expolió unas catorce toneladas de monedas de plata y oro procedentes de la fragata 'Mercedes', un buque hundido en 1804 durante la batalla del Cabo de Santa María.
“En el caso Odyssey, España ha ganado porque ha sido resuelto en Estados Unidos. Allí, han bastado cinco años para agotar todo el recorrido judicial sobre la propiedad de lo extraído. Mientras, aquí el expolio, que lo lleva un juzgado español todavía no ha acabado la instrucción.
El cargamento de monedas de oro y plata que transportaba el buque tiene un valor en el mercado de hasta que 142,5 millones de euros, además de su papel histórico.
Xavier Nieto, director del Museo Nacional de Arqueología Subacuática – ARQUA, reconoce que el 90% de los yacimientos identificados han sufrido expolio y la mitad de ellos han perdido su valor como documento histórico. Se trata de los restos que se conocen por las cartas arqueológicas que se están realizando. Pero Nieto advierte de que "la mayor parte de patrimonio subacuático está por localizar y, por tanto, intacto".
El expolio organizado, el que practican grandes compañías que cotizan en los mercados es "espectacular, pero minoritario". Xavier Nieto sostiene que es mucho más grave y difícil de detectar la destrucción de patrimonio en el mar por el saqueo que se produce por hallazgos causales; por el azar de buceadores.
España protege sus aguas y ha avanzado las últimas tres décadas. Con el Plan Nacional de Patrimonio Subacuático la Administración cultural colabora con Defensa y las comunidades para proteger los yacimientos identificados y seguir elaborando en las cartas arqueológicas.
Nieto también elude hablar de valor económico de estos yacimientos. "Un barco hundido es un documento histórico único e irremplazable. Refleja la situación histórica del puerto de partida de la nave y del que no se alcanzó. Además, el barco, que es la máquina más compleja construida por el hombre hasta la aeronáutica, muestra la evolución tecnológica de la sociedad".
La gran devastación del patrimonio se produce bajo el mar. Hay más de 3.000 pecios en aguas españolas y los expertos sospechan que entre el 80% y 90% han sido expoliado. El Sussex, el navío británico que naufragó frente a Gibraltar, llevaba nueve toneladas de oro valoradas en la actualidad en 3,5 millones de euros.
Los expertos no están seguros de si la crisis puede animar el expolio arqueológico. Por un lado, es un negocio atractivo que puede aportar dinero rápido. Pero la clase media consumidora de antigüedades en España no tiene tanta liquidez para sus colecciones. El mercado está fuera y ahora hay competencia; el norte de África. Pero los arqueólogos advierten, con crisis o sin ella, el pillaje de piezas arqueológicas sigue siendo el principal motivo de degradación del patrimonio. También, un mercado tentador.
“El expolio arqueológico es más rentable que el tráfico de drogas. Naturalmente, el volumen de dinero no es comparable, pero el margen de beneficios es mayor. Además, es más fácil. En el control de un aeropuerto nadie te va a arrestar por llevar una pequeña escultura”. Quien habla es Ignacio Rodríguez Temiño, arqueólogo y autor del libro ‘Indianas Jones sin futuro. La lucha contra el expolio del patrimonio arqueológico’, donde repasa la historia de los saqueos en España, su incidencia y el tipo de expoliadores.
El pillaje de obras artísticas y el saqueo de tumbas románicas, construcciones fenicias o medievales han existido siempre. Pero el tiempo ha sofisticado la práctica. La introducción de los detectores de metales en España en los 70 animó la afición por las monedas y objetos arqueológicos (cerámica, esculturas clásicas, ajuares funerarios. Los primeros usuarios fueron militares estadounidenses de las bases de Morón (Sevilla) y Rota (Cádiz).
Ignacio Rodríguez, director del Conjunto Arqueológico de Carmona (Sevilla), cuenta que hay unos 6.000 personas que usan detectores de metales para buscar sus ‘tesoros’. La gran mayoría, el 80%, son ‘playeros’, es decir, que restringe su ámbito de actuación en primera línea de playa. Pero hay otros ‘amantes’ locales del arte que han sobrepasado la línea roja de la afición, animados por la afluencia de anticuarios, coleccionistas y grupos museísticos del extranjero. Entonces los llamados ‘piteros’ se convierten en los intermediarios de un negocio ilegal que les supone una mejora en su nivel de vida. Por ejemplo, una moneda de oro puede venderse por 90.000 euros.
Sevilla es la provincia con más ‘pillaje arqueológico’ y en los últimos años la Guardia Civil se ha incautado de más de medio millón de piezas. Pero también actúan en Córdoba, Jaén, en Soria, Teruel o Ávila.
Los expoliadores profesionales, un grupo organizado que utiliza el ‘kit perfecto’
Un detector de metales, una pica, cartografía y un cuadro software de detección de las piezas forman el kit perfecto del expoliador, que utilizan los profesionales, que trabajan en grupo.
Según cuenta Ignacio Rodríguez, el ‘modus operandi’ es el siguiente: se documentan durante un tiempo con libros, cartografía oficial, la información de expertos y de los agricultores a los que sondean, tras patearse el campo. Después, importan la tecnología. Y por último, la acción. Localizada la tumba o el yacimiento, se realiza la excavación, siempre por la noche y con la luz de los faros de un coche. El trabajo se distribuye en pequeños equipos de tres personas: dos cavan mientras otro vigila. Y hay rotaciones. El resultado, en dos noches se levanta una necrópolis con decenas de tumbas.
¿Cómo es el perfil del expoliador?
Luis Hernando Garrido, investigador del Museo Etnográfico de Castilla y León, diferencia entre los pequeños coleccionistas que se dedican a expoliar en su tiempo libre para aumentar su patrimonio, y los que quieren sacarse un dinero extra. “No son una mafia”, advierte, pero “no tienen conciencia del valor de una pieza arqueológica”.
Para Jaime Almansa, gerente de JAS Arqueología, la legislación sobre patrimonio arqueológico es prácticamente inexistente y esto genera sensación de impunidad entre los saqueadores. “Se supone que los yacimientos están protegidos, pero en la práctica hay zonas de descontrol donde el pillaje se da sin problemas”. Por ejemplo, en Madrid en los sitios no catalogados no existe una figura de protección. La multa por un expediente administrativo es de 500 euros.
El 90% de los pecios localizados han sido saqueados
Una dimensión mucho es la del expolio del patrimonio submarino. En España hay 3.000 pecios de naufragios y el 80% han sufrido un saqueo. Justamente, uno de los casos que estudia el libro de Rodríguez Temiño es el de Odissey, empresa de ‘cazatesoros’ que cotiza en Bolsa que en el año 2007 expolió unas catorce toneladas de monedas de plata y oro procedentes de la fragata 'Mercedes', un buque hundido en 1804 durante la batalla del Cabo de Santa María.
“En el caso Odyssey, España ha ganado porque ha sido resuelto en Estados Unidos. Allí, han bastado cinco años para agotar todo el recorrido judicial sobre la propiedad de lo extraído. Mientras, aquí el expolio, que lo lleva un juzgado español todavía no ha acabado la instrucción.
El cargamento de monedas de oro y plata que transportaba el buque tiene un valor en el mercado de hasta que 142,5 millones de euros, además de su papel histórico.
Xavier Nieto, director del Museo Nacional de Arqueología Subacuática – ARQUA, reconoce que el 90% de los yacimientos identificados han sufrido expolio y la mitad de ellos han perdido su valor como documento histórico. Se trata de los restos que se conocen por las cartas arqueológicas que se están realizando. Pero Nieto advierte de que "la mayor parte de patrimonio subacuático está por localizar y, por tanto, intacto".
El expolio organizado, el que practican grandes compañías que cotizan en los mercados es "espectacular, pero minoritario". Xavier Nieto sostiene que es mucho más grave y difícil de detectar la destrucción de patrimonio en el mar por el saqueo que se produce por hallazgos causales; por el azar de buceadores.
España protege sus aguas y ha avanzado las últimas tres décadas. Con el Plan Nacional de Patrimonio Subacuático la Administración cultural colabora con Defensa y las comunidades para proteger los yacimientos identificados y seguir elaborando en las cartas arqueológicas.
Nieto también elude hablar de valor económico de estos yacimientos. "Un barco hundido es un documento histórico único e irremplazable. Refleja la situación histórica del puerto de partida de la nave y del que no se alcanzó. Además, el barco, que es la máquina más compleja construida por el hombre hasta la aeronáutica, muestra la evolución tecnológica de la sociedad".
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