Egipto, Siria y Malí, puntos negros para el patrimonio cultural mundial
20/6/12 .- http://www.google.com/hostednews/
Egipto, Siria y Malí son tres de los puntos negros en el planeta para el patrimonio cultural, víctimas de un tráfico equiparable al de las drogas o del armamento que la Unesco quiere denunciar con una exposición de "tesoros encontrados", presentada este martes en París.
La muestra reúne unas 30 obras originales, desde el siglo IV antes de Cristo hasta el XVII, que fueron robadas y luego recuperadas por la policía italiana, una de las mejores del mundo en este campo, y entre las que figura una carta en latín de Cristóbal Colón desaparecida en una biblioteca de Italia en 1986 y hallada seis años después.
"No sólo nos preocupan las guerras sino situaciones como las de Siria, donde los bienes culturales están en peligro", explicó Alberto Deregibus, responsable de la unidad especializada de los Carabinieri y que colabora con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
En Egipto, en los días de la caída de Hosni Mubarak tras la revuelta popular, yacimientos arqueológicos tan importantes como las necrópolis de Saqqara y Abusir fueron saqueados, mientras que varios objetos del museo arqueológico de El Cairo fueron robados.
La situación también es preocupante en Siria, donde según la ONU existe el riesgo de una guerra civil entre partidarios y opositores al régimen de Bashar al Asad, o en el norte de Malí, donde se sitúa Tombuctú, patrimonio de la humanidad, una ciudad ahora en manos de grupos islamistas.
"Todavía ahora (más de un año después de la caída de Mubarak) la alarma continúa estando en Egipto. Y también en Siria y en Malí, que tiene tesoros inmensos, bibliotecas muy antiguas, preislámicas. Tombuctú está en peligro", explicó Alberto Deregibus.
El tráfico ilegal de bienes culturales podría representar entre 2.000 y 6.000 millones de dólares al año, según los estudios que maneja la UNESCO. El problema afecta especialmente a América Latina y a países como Perú o Ecuador, con un inmenso patrimonio arqueológico, con el obstáculo añadido de que las piezas muchas veces no están inventariadas.
Para muchos países latinoamericanos la convención para la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales, adoptada en 1970 y que ya firmaron 122 Estados, no es suficiente. Por eso estos días discuten en París maneras de reforzar la lucha contra este tráfico en la que muchas veces los Estados fracasan.
La muestra reúne unas 30 obras originales, desde el siglo IV antes de Cristo hasta el XVII, que fueron robadas y luego recuperadas por la policía italiana, una de las mejores del mundo en este campo, y entre las que figura una carta en latín de Cristóbal Colón desaparecida en una biblioteca de Italia en 1986 y hallada seis años después.
"No sólo nos preocupan las guerras sino situaciones como las de Siria, donde los bienes culturales están en peligro", explicó Alberto Deregibus, responsable de la unidad especializada de los Carabinieri y que colabora con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
En Egipto, en los días de la caída de Hosni Mubarak tras la revuelta popular, yacimientos arqueológicos tan importantes como las necrópolis de Saqqara y Abusir fueron saqueados, mientras que varios objetos del museo arqueológico de El Cairo fueron robados.
La situación también es preocupante en Siria, donde según la ONU existe el riesgo de una guerra civil entre partidarios y opositores al régimen de Bashar al Asad, o en el norte de Malí, donde se sitúa Tombuctú, patrimonio de la humanidad, una ciudad ahora en manos de grupos islamistas.
"Todavía ahora (más de un año después de la caída de Mubarak) la alarma continúa estando en Egipto. Y también en Siria y en Malí, que tiene tesoros inmensos, bibliotecas muy antiguas, preislámicas. Tombuctú está en peligro", explicó Alberto Deregibus.
El tráfico ilegal de bienes culturales podría representar entre 2.000 y 6.000 millones de dólares al año, según los estudios que maneja la UNESCO. El problema afecta especialmente a América Latina y a países como Perú o Ecuador, con un inmenso patrimonio arqueológico, con el obstáculo añadido de que las piezas muchas veces no están inventariadas.
Para muchos países latinoamericanos la convención para la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales, adoptada en 1970 y que ya firmaron 122 Estados, no es suficiente. Por eso estos días discuten en París maneras de reforzar la lucha contra este tráfico en la que muchas veces los Estados fracasan.
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