Ian Hodder: "La forma en que construimos el pasado siempre cambiará"
23/4/11 .- http://www.lavoz.com.ar/
Ian Hodder visitó Córdoba (Argentina). Revolucionó la disciplina al incluir interpretaciones no científicas y reflexionar sobre el impacto social de "crear" la historia.
Sudán, 1980. El arqueólogo inglés Ian Hodder (62) realizaba trabajos etnográficos en la tribu Nuba.
Una pregunta a los nativos cambió su perspectiva sobre la arqueología y revolucionó la disciplina en todo el mundo.
“Les pregunté por qué tiraban los huesos de cerdos y del ganado en lugares separados luego de comer”, recuerda.
–¿Qué le respondieron?
–Una compleja historia de por qué los cerdos se asocian a las mujeres y el ganado a los hombres, porque los primeros son sucios y los segundos limpios, entonces no se podían mezclar. Me di cuenta de que había un importante simbolismo social sobre la mujer que no podía explicar la arqueología sólo con los métodos y técnicas tradicionales. Necesitaba entender cómo las personas piensan.
Hodder es la figura más destacada de la arqueología actual. Estuvo esta semana participando como profesor del doctorado en Antropología que dicta que dicta la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
Su propuesta parte de una visión pospositivista de la ciencia. Pensar, por ejemplo, en por qué los investigadores hacen ciencia y qué impacto tiene en el resto de la sociedad. Involucrar a otros actores en el trabajo arqueológico.
–¿Por qué se hizo arqueólogo?
–Empecé a excavar desde muy chico, cuando tenía 15 años y me gustó mucho. Me gusta el entorno social y las cuestiones prácticas que tienen todas las excavaciones.
–¿Cuál es su principal aporte a la disciplina?
–Ayudar a persuadir a las personas de que hacer arqueología es un proceso social y político. Tenemos responsabilidades con el mundo, cuando hacemos nuestra tarea no es sólo una actividad científica y académica.
–¿Este compromiso está presente en otras ciencias?
–En Medicina cada día hay más investigadores interesados en conocer qué es lo que sienten los pacientes y en estudiar otras medicinas no occidentales. Todas las ciencias ahora reconocen que tienen que estar más cerca de la sociedad. Pero la arqueología tiene que hacerlo más, porque los arqueólogos producimos lugares, no sólo trabajamos en los laboratorios. Cuando excavamos creamos un lugar. No había nada antes en ese sitio, pero luego cavamos y encontramos paredes, construcciones y creamos museos.
–¿Cuál fue su primer hallazgo?
–El primer sitio donde trabajé fue una villa medieval en Inglaterra. Lo primero que encontré fueron cerámicas medievales. No fueron hallazgos relevantes.
–¿Se decepcionó?
–No, porque aun objetos que no son vistosos o bellos te hacen pensar y hay que interpretarlos. Siempre hay un rompecabezas intelectual que resolver, incluso si sólo se encuentran semillas o piedras. Aquellas cerámicas fueron fascinantes para mí.
Nueva arqueología
Hodder recuerda con precisión aquel clic que hizo en Sudán hace 30 años. A partir de allí comenzó a construir una nueva arqueología.
–¿Cuál es su propuesta arqueológica?
–Ha cambiado con el tiempo, pero el argumento principal es que el pasado es construido por el presente. La forma en que construimos el pasado siempre cambiará, por lo que tenemos responsabilidades sociales para interpretar ese pasado y debemos utilizar técnicas y procedimientos que tengan en cuenta las diferentes perspectivas y comunidades actuales. Es una propuesta anclada en el pospositivismo. No sólo tenemos que hacer ciencia, sino que debemos reflexionar por qué hacemos ciencia y qué impacto tiene en otras personas.
–¿Esta propuesta pospositivista puede aplicarse a otras ciencias?
–Todas las ciencias sociales están atravesando una situación similar. Algunos lo llaman posmodernismo o posestructuralismo. En las ciencias naturales también hay una reacción contra el positivismo. Muchas personas piensan que el trabajo científico no sólo puede basarse en el positivismo. Muchos físicos piensan que la verdad puede ser relativa.
–¿Pero el relativismo no aparta a la ciencia de su objetivo, la búsqueda de la verdad?
–Pocas personas son relativistas en la actualidad. Yo no lo soy. Pero es posible no ser ni relativista ni positivista.
Sudán, 1980. El arqueólogo inglés Ian Hodder (62) realizaba trabajos etnográficos en la tribu Nuba.
Una pregunta a los nativos cambió su perspectiva sobre la arqueología y revolucionó la disciplina en todo el mundo.
“Les pregunté por qué tiraban los huesos de cerdos y del ganado en lugares separados luego de comer”, recuerda.
–¿Qué le respondieron?
–Una compleja historia de por qué los cerdos se asocian a las mujeres y el ganado a los hombres, porque los primeros son sucios y los segundos limpios, entonces no se podían mezclar. Me di cuenta de que había un importante simbolismo social sobre la mujer que no podía explicar la arqueología sólo con los métodos y técnicas tradicionales. Necesitaba entender cómo las personas piensan.
Hodder es la figura más destacada de la arqueología actual. Estuvo esta semana participando como profesor del doctorado en Antropología que dicta que dicta la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
Su propuesta parte de una visión pospositivista de la ciencia. Pensar, por ejemplo, en por qué los investigadores hacen ciencia y qué impacto tiene en el resto de la sociedad. Involucrar a otros actores en el trabajo arqueológico.
–¿Por qué se hizo arqueólogo?
–Empecé a excavar desde muy chico, cuando tenía 15 años y me gustó mucho. Me gusta el entorno social y las cuestiones prácticas que tienen todas las excavaciones.
–¿Cuál es su principal aporte a la disciplina?
–Ayudar a persuadir a las personas de que hacer arqueología es un proceso social y político. Tenemos responsabilidades con el mundo, cuando hacemos nuestra tarea no es sólo una actividad científica y académica.
–¿Este compromiso está presente en otras ciencias?
–En Medicina cada día hay más investigadores interesados en conocer qué es lo que sienten los pacientes y en estudiar otras medicinas no occidentales. Todas las ciencias ahora reconocen que tienen que estar más cerca de la sociedad. Pero la arqueología tiene que hacerlo más, porque los arqueólogos producimos lugares, no sólo trabajamos en los laboratorios. Cuando excavamos creamos un lugar. No había nada antes en ese sitio, pero luego cavamos y encontramos paredes, construcciones y creamos museos.
–¿Cuál fue su primer hallazgo?
–El primer sitio donde trabajé fue una villa medieval en Inglaterra. Lo primero que encontré fueron cerámicas medievales. No fueron hallazgos relevantes.
–¿Se decepcionó?
–No, porque aun objetos que no son vistosos o bellos te hacen pensar y hay que interpretarlos. Siempre hay un rompecabezas intelectual que resolver, incluso si sólo se encuentran semillas o piedras. Aquellas cerámicas fueron fascinantes para mí.
Nueva arqueología
Hodder recuerda con precisión aquel clic que hizo en Sudán hace 30 años. A partir de allí comenzó a construir una nueva arqueología.
–¿Cuál es su propuesta arqueológica?
–Ha cambiado con el tiempo, pero el argumento principal es que el pasado es construido por el presente. La forma en que construimos el pasado siempre cambiará, por lo que tenemos responsabilidades sociales para interpretar ese pasado y debemos utilizar técnicas y procedimientos que tengan en cuenta las diferentes perspectivas y comunidades actuales. Es una propuesta anclada en el pospositivismo. No sólo tenemos que hacer ciencia, sino que debemos reflexionar por qué hacemos ciencia y qué impacto tiene en otras personas.
–¿Esta propuesta pospositivista puede aplicarse a otras ciencias?
–Todas las ciencias sociales están atravesando una situación similar. Algunos lo llaman posmodernismo o posestructuralismo. En las ciencias naturales también hay una reacción contra el positivismo. Muchas personas piensan que el trabajo científico no sólo puede basarse en el positivismo. Muchos físicos piensan que la verdad puede ser relativa.
–¿Pero el relativismo no aparta a la ciencia de su objetivo, la búsqueda de la verdad?
–Pocas personas son relativistas en la actualidad. Yo no lo soy. Pero es posible no ser ni relativista ni positivista.
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