La arqueología digital se impone en el yacimiento
17/11/16 .- http://www.elcorreodeburgos.com/
La arqueología digital se impone en el yacimiento
Investigadores del Cenieh trabajan con equipos y ‘software’ Lidar para obtener modelos digitales de yacimientos o fósiles.
En un espacio rural ubicado en Basconcillos del Tozo llega un grupo de arqueólogos. Su objetivo: registrar la Cueva del Agua. No tienen su tradicional cubo, brocha y cincel. Están equipados con un drone. En concreto un modelo RPAS eBee RTK. Además trasladan otros equipos como una estación total de campo, GPS decimétricos o un escáner láser. No tienen un cuaderno de trabajo ni un lápiz para dibujar las coordenadas donde aparecen los fósiles o las piezas de industria lítica. Están pergeñados con un ordenador o memorias digitales para almacenar la información. Es la arqueología digital que se impone cada vez más. En Atapuerca empezaron utilizando los sistemas de almacenamiento de datos PDA hace ya algunos años y desde entonces no han hecho más que incluir tecnologías digitales que garantizan la pureza de datos y facilita el trabajo del arqueólogo.
En el laboratorio de cartografía digital y análisis 3D del CentroNacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) llevan esa tecnología digital a su máximo exponente. Mueven millones de datos por segundo para reconstruir cuevas arqueológicas, o miles de puntos digitales para recrear una pieza arqueológica. También realizan registros espaciales del terreno para conocer su evolución y la formación de los complejos que dan origen a esos espacios entre cuevas que, durante millones de años, se han colmatado de sedimento que guarda en su interior las huellas del pasado.
Uno de los últimos aparatos en llegar es un drone. Un «avión pequeño con tecnología Lidar que genera ortofotos del terreno, modelos digitales e imágenes con una gran precisión y calidad de datos», señala su piloto y técnico del laboratorio, Theodoros Karampaglidis. El equipo tiene una autonomía de 30 minutos de vuelo, aunque depende de las condiciones climáticas, y puede registrar un área de 10 kilómetros cuadrados. Aunque lo más importante es el software que tiene en su interior. «Tiene una simple cámara de fotos la diferencia es que está calibrada, se conecta al avión y hace las imágenes. Además está equipado con un GPS que te puede definir la ruta a seguir sobre un mapa de Google maps por ejemplo». Con este aparato se obtienen modelos digitales del yacimiento y su entorno que «nos permiten así reconocer y comprender la paleotopografía de la zona y realizar estudios de mayor calidad sobre la formación de determinado yacimiento». También les sirve para llevar a cabo cartografías geomorfológicas, estudios del karst como el de Atapuerca.
Usos que desde el Cenieh realizan en todos los yacimientos arqueológicos donde trabajan. Y es que las ortofotos permite «tener una imagen de la zona en dimensiones reales y así calcular áreas de cada sitio arqueológico , ver cómo han cambiado las zonas e incluso comparar datos de un año a otro en el mismo área lo que te permite estudios mucho más detallados».
Transformar en lenguaje digital un yacimiento tiene, además, otros elementos materiales. Por ejemplo los equipamientos topográficos como una estación total que permite «registrar y archivar los datos que obtenemos durante una excavación arqueológica». El sistema captura y registra datos espaciales de un yacimiento o de un objeto «estos datos se descargan ya directamente en formato digital con lo que tienes una base de datos brutal, muy bien registrada reduciendo así el fallo humano y reduciendo mucho los tiempos para el trabajo científico», relata Karampaglidis. Y es que estos equipos, de campo o de mano, obtienen datos que van de dos a tres centímetros mientras que un GPS normal alcanza los cinco metros. El secreto está, una vez más, en el software adaptado a las necesidades de exactitud del método científico de análisis que requieren en el ámbito de la arqueología espacial.
En exactitud es especialmente rico el escáner láser. El modelo de campo, el Cenieh tiene dos, tienen capacidad de registrar datos de 60.000 puntos por segundo con una de ellas y de hasta un millón de puntos con la segunda. El sistema Lidar lo que consigue es emitir un punto de láser y calcula el tiempo que tarda en encontrar un punto en el que se refleja y vuelve a la máquina otra vez. «Con este sistema podemos realizar y documentar la morfología del yacimiento y realizar una reconstrucción virtual, obtener modelos digitales o reconstrucciones tridimensionales», señala Theodoros Karampaglidis.
Desplegar todos estos aparatos alejan la visión idílica del arqueólogo del pasado porque, además de los hilos para definir las cuadrículas de un yacimiento, antes han pasado por él los responsables del equipo técnico de cartografía digital que despliega cables equipados por electrones por todo el yacimiento. De esta manera se realiza la toma de datos digitales de este espacio que, incluso, se puede reconstruir en 3D. «Con este tipo de sistemas es como si te llevaras el yacimiento al laboratorio», destacan. Para realizar estas cartografías digitales e imágenes para análisis geomorfológicos el laboratorio del Cenieh cuenta con equipamiento topográfico de precisión, como estaciones totales, sistemas GPS / GNSS, sistemas de fotogrametría y fotografía esférica, y escáneres láser de campo y laboratorio. Este equipamiento está acompañado por el hardware y software necesario para tratar y analizar los datos, como aplicaciones SIG, de teledetección y aplicaciones 3D.
Así que el arqueólogo de hoy no sólo se mueve entre millones de granos de sedimento sino que también se ha familiarizado con los millones de puntos y coordenadas que reconstruyen un sitio arqueológico.
Investigadores del Cenieh trabajan con equipos y ‘software’ Lidar para obtener modelos digitales de yacimientos o fósiles.
En un espacio rural ubicado en Basconcillos del Tozo llega un grupo de arqueólogos. Su objetivo: registrar la Cueva del Agua. No tienen su tradicional cubo, brocha y cincel. Están equipados con un drone. En concreto un modelo RPAS eBee RTK. Además trasladan otros equipos como una estación total de campo, GPS decimétricos o un escáner láser. No tienen un cuaderno de trabajo ni un lápiz para dibujar las coordenadas donde aparecen los fósiles o las piezas de industria lítica. Están pergeñados con un ordenador o memorias digitales para almacenar la información. Es la arqueología digital que se impone cada vez más. En Atapuerca empezaron utilizando los sistemas de almacenamiento de datos PDA hace ya algunos años y desde entonces no han hecho más que incluir tecnologías digitales que garantizan la pureza de datos y facilita el trabajo del arqueólogo.
En el laboratorio de cartografía digital y análisis 3D del CentroNacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) llevan esa tecnología digital a su máximo exponente. Mueven millones de datos por segundo para reconstruir cuevas arqueológicas, o miles de puntos digitales para recrear una pieza arqueológica. También realizan registros espaciales del terreno para conocer su evolución y la formación de los complejos que dan origen a esos espacios entre cuevas que, durante millones de años, se han colmatado de sedimento que guarda en su interior las huellas del pasado.
Uno de los últimos aparatos en llegar es un drone. Un «avión pequeño con tecnología Lidar que genera ortofotos del terreno, modelos digitales e imágenes con una gran precisión y calidad de datos», señala su piloto y técnico del laboratorio, Theodoros Karampaglidis. El equipo tiene una autonomía de 30 minutos de vuelo, aunque depende de las condiciones climáticas, y puede registrar un área de 10 kilómetros cuadrados. Aunque lo más importante es el software que tiene en su interior. «Tiene una simple cámara de fotos la diferencia es que está calibrada, se conecta al avión y hace las imágenes. Además está equipado con un GPS que te puede definir la ruta a seguir sobre un mapa de Google maps por ejemplo». Con este aparato se obtienen modelos digitales del yacimiento y su entorno que «nos permiten así reconocer y comprender la paleotopografía de la zona y realizar estudios de mayor calidad sobre la formación de determinado yacimiento». También les sirve para llevar a cabo cartografías geomorfológicas, estudios del karst como el de Atapuerca.
Usos que desde el Cenieh realizan en todos los yacimientos arqueológicos donde trabajan. Y es que las ortofotos permite «tener una imagen de la zona en dimensiones reales y así calcular áreas de cada sitio arqueológico , ver cómo han cambiado las zonas e incluso comparar datos de un año a otro en el mismo área lo que te permite estudios mucho más detallados».
Transformar en lenguaje digital un yacimiento tiene, además, otros elementos materiales. Por ejemplo los equipamientos topográficos como una estación total que permite «registrar y archivar los datos que obtenemos durante una excavación arqueológica». El sistema captura y registra datos espaciales de un yacimiento o de un objeto «estos datos se descargan ya directamente en formato digital con lo que tienes una base de datos brutal, muy bien registrada reduciendo así el fallo humano y reduciendo mucho los tiempos para el trabajo científico», relata Karampaglidis. Y es que estos equipos, de campo o de mano, obtienen datos que van de dos a tres centímetros mientras que un GPS normal alcanza los cinco metros. El secreto está, una vez más, en el software adaptado a las necesidades de exactitud del método científico de análisis que requieren en el ámbito de la arqueología espacial.
En exactitud es especialmente rico el escáner láser. El modelo de campo, el Cenieh tiene dos, tienen capacidad de registrar datos de 60.000 puntos por segundo con una de ellas y de hasta un millón de puntos con la segunda. El sistema Lidar lo que consigue es emitir un punto de láser y calcula el tiempo que tarda en encontrar un punto en el que se refleja y vuelve a la máquina otra vez. «Con este sistema podemos realizar y documentar la morfología del yacimiento y realizar una reconstrucción virtual, obtener modelos digitales o reconstrucciones tridimensionales», señala Theodoros Karampaglidis.
Desplegar todos estos aparatos alejan la visión idílica del arqueólogo del pasado porque, además de los hilos para definir las cuadrículas de un yacimiento, antes han pasado por él los responsables del equipo técnico de cartografía digital que despliega cables equipados por electrones por todo el yacimiento. De esta manera se realiza la toma de datos digitales de este espacio que, incluso, se puede reconstruir en 3D. «Con este tipo de sistemas es como si te llevaras el yacimiento al laboratorio», destacan. Para realizar estas cartografías digitales e imágenes para análisis geomorfológicos el laboratorio del Cenieh cuenta con equipamiento topográfico de precisión, como estaciones totales, sistemas GPS / GNSS, sistemas de fotogrametría y fotografía esférica, y escáneres láser de campo y laboratorio. Este equipamiento está acompañado por el hardware y software necesario para tratar y analizar los datos, como aplicaciones SIG, de teledetección y aplicaciones 3D.
Así que el arqueólogo de hoy no sólo se mueve entre millones de granos de sedimento sino que también se ha familiarizado con los millones de puntos y coordenadas que reconstruyen un sitio arqueológico.
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