De la prehistoria a la Edad Media a través de los yacimientos de Bizkaia
31/7/16 .- http://eldia.es/
De la prehistoria a la Edad Media a través de los yacimientos de Bizkaia
Contar la historia de Bizkaia, desde la prehistoria hasta la Edad Media, a través de sus yacimientos arqueológicos es uno de los objetivos de la oferta cultural y turística de este territorio, que cuenta para ello con expertos dispuestos a explicar a los visitantes sus valores patrimoniales.
Las cuevas de Santimamiñe, fechadas en el Paleolítico Superior y declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; el yacimiento de Arrola, de la II Edad de Hierro; los yacimientos romanos de Forua y Trebisburu, y el castillo de Ereñozar, de la Edad Media, constituyen un conjunto que abarca un período cronológico muy amplio y que se ubica en la comarca de Urdaibai.
El jefe de servicio de Patrimonio Cultural de la Diputación Foral de Bizkaia, Andoni Iturbe, ha comentado a Efe que esta institución inició los trabajos en Urdaibai en 2004 y que después de más de una década se ha conformado un proyecto tanto de conservación del patrimonio cultural como de difusión de las excavaciones.
La oferta de visitas a los interesados se circunscribe a los meses de julio y agosto, y se trata de una "oportunidad única", según Iturbe, para conocer las conclusiones de las investigaciones por boca de los guías e incluso de los propios investigadores que trabajan en el lugar.
Iturbe ha avanzado que la comarca de Urdaibai es un "banco de pruebas importante" para un proyecto mayor, que tomaría forma a partir de 2017 y que consiste en ampliar esta oferta a otras partes del territorio y formar itinerarios arqueológicos en diferentes comarcas, y que se complementen unas a otras.
"Así ofreceríamos una visión global de la evolución de toda Bizkaia", ha dicho, y ha considerado que en el plazo de tres o cuatro años se podrá ofertar esa mirada al conjunto del territorio.
De momento y más a corto plazo, los planes en el ámbito arqueológico pasan por profundizar en la investigación sobre la necrópolis romana de Trebisburu, ubicada a 500 metros de altitud en una zona de monte del municipio de Bermeo.
Se trata de la única necrópolis de incineración descubierta hasta la fecha en Bizkaia, que se conoce desde la década de los 90 del siglo pasado y cuya excavación se inició en 2012. Este es el primer verano en el que se oferta para visitas.
El responsable de esta excavación, Juan José Cepeda, data dicha necrópolis en la época imperial romana, con uso desde el siglo I al III después de Cristo, según ha precisado.
Este yacimiento consta, hasta el momento, de doce mausoleos donde se depositaban las cenizas de los cadáveres después de incinerarlos en fosas, que ahora están cubiertas por carbones, tierra quemada y restos óseos.
El "reto", en este momento, es localizar el poblado que se cree que debió de existir en las cercanías, en un radio de entre 200 metros y un kilómetro, y que sería el lugar de residencia de, al menos, una docena de familias.
Cepeda ha afirmado que lo más relevante de esta excavación es que se ubica en una zona "atípica", en un lugar elevado y boscoso, y ha considerado que resultará "difícil" de localizar la población.
Precisamente, la situación contraria -poblado sin necrópolis- se vive unos kilómetros más abajo, en el cercano municipio de Forua, donde se excava un asentamiento romano desde 1982, que estuvo habitado del siglo I al IV después de Cristo.
La responsable de esta excavación, Ana Martínez Salcedo, ha indicado que el topónimo Forua procede del termino latino "forum", que era un sistema de implantación sobre el territorio impuesto por Roma.
En este caso concreto, el asentamiento estuvo motivado por la explotación del hierro de minas cercanas y de las canteras de carbonato cálcico de Ereño, también próximas al poblado.
La dimensión del yacimiento fue de cerca de 6 hectáreas, de las que se conserva la mitad, entre ellas los restos de edificios públicos localizados en el subsuelo de la iglesia de San Martín, y que se exhiben cubiertos por cristaleras.
Este asentamiento también se considera "atípico" porque no responde al ordenamiento de una ciudad romana, sino a una zona industrial, con talleres donde se forjaba el hierro, y "muy vinculada" al puerto fluvial, que se cree que tuvo que estar muy cerca, aunque en la actualidad solo hay una zona de características pantanosas.
Para el siglo IV, decayó la actividad industrial y comenzó una nueva etapa, ligada a la agricultura, la ganadería y la vida rural.
Contar la historia de Bizkaia, desde la prehistoria hasta la Edad Media, a través de sus yacimientos arqueológicos es uno de los objetivos de la oferta cultural y turística de este territorio, que cuenta para ello con expertos dispuestos a explicar a los visitantes sus valores patrimoniales.
Las cuevas de Santimamiñe, fechadas en el Paleolítico Superior y declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; el yacimiento de Arrola, de la II Edad de Hierro; los yacimientos romanos de Forua y Trebisburu, y el castillo de Ereñozar, de la Edad Media, constituyen un conjunto que abarca un período cronológico muy amplio y que se ubica en la comarca de Urdaibai.
El jefe de servicio de Patrimonio Cultural de la Diputación Foral de Bizkaia, Andoni Iturbe, ha comentado a Efe que esta institución inició los trabajos en Urdaibai en 2004 y que después de más de una década se ha conformado un proyecto tanto de conservación del patrimonio cultural como de difusión de las excavaciones.
La oferta de visitas a los interesados se circunscribe a los meses de julio y agosto, y se trata de una "oportunidad única", según Iturbe, para conocer las conclusiones de las investigaciones por boca de los guías e incluso de los propios investigadores que trabajan en el lugar.
Iturbe ha avanzado que la comarca de Urdaibai es un "banco de pruebas importante" para un proyecto mayor, que tomaría forma a partir de 2017 y que consiste en ampliar esta oferta a otras partes del territorio y formar itinerarios arqueológicos en diferentes comarcas, y que se complementen unas a otras.
"Así ofreceríamos una visión global de la evolución de toda Bizkaia", ha dicho, y ha considerado que en el plazo de tres o cuatro años se podrá ofertar esa mirada al conjunto del territorio.
De momento y más a corto plazo, los planes en el ámbito arqueológico pasan por profundizar en la investigación sobre la necrópolis romana de Trebisburu, ubicada a 500 metros de altitud en una zona de monte del municipio de Bermeo.
Se trata de la única necrópolis de incineración descubierta hasta la fecha en Bizkaia, que se conoce desde la década de los 90 del siglo pasado y cuya excavación se inició en 2012. Este es el primer verano en el que se oferta para visitas.
El responsable de esta excavación, Juan José Cepeda, data dicha necrópolis en la época imperial romana, con uso desde el siglo I al III después de Cristo, según ha precisado.
Este yacimiento consta, hasta el momento, de doce mausoleos donde se depositaban las cenizas de los cadáveres después de incinerarlos en fosas, que ahora están cubiertas por carbones, tierra quemada y restos óseos.
El "reto", en este momento, es localizar el poblado que se cree que debió de existir en las cercanías, en un radio de entre 200 metros y un kilómetro, y que sería el lugar de residencia de, al menos, una docena de familias.
Cepeda ha afirmado que lo más relevante de esta excavación es que se ubica en una zona "atípica", en un lugar elevado y boscoso, y ha considerado que resultará "difícil" de localizar la población.
Precisamente, la situación contraria -poblado sin necrópolis- se vive unos kilómetros más abajo, en el cercano municipio de Forua, donde se excava un asentamiento romano desde 1982, que estuvo habitado del siglo I al IV después de Cristo.
La responsable de esta excavación, Ana Martínez Salcedo, ha indicado que el topónimo Forua procede del termino latino "forum", que era un sistema de implantación sobre el territorio impuesto por Roma.
En este caso concreto, el asentamiento estuvo motivado por la explotación del hierro de minas cercanas y de las canteras de carbonato cálcico de Ereño, también próximas al poblado.
La dimensión del yacimiento fue de cerca de 6 hectáreas, de las que se conserva la mitad, entre ellas los restos de edificios públicos localizados en el subsuelo de la iglesia de San Martín, y que se exhiben cubiertos por cristaleras.
Este asentamiento también se considera "atípico" porque no responde al ordenamiento de una ciudad romana, sino a una zona industrial, con talleres donde se forjaba el hierro, y "muy vinculada" al puerto fluvial, que se cree que tuvo que estar muy cerca, aunque en la actualidad solo hay una zona de características pantanosas.
Para el siglo IV, decayó la actividad industrial y comenzó una nueva etapa, ligada a la agricultura, la ganadería y la vida rural.
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