El barrancs tancats. L’ordre pagès al Sud de Menorca en època andalusina (Segles X-XIII)
Miquel BARCELÓ y Félix RETAMERO (eds.).
El presente trabajo pretende completar los ya realizados por el mismo equipo en las islas de Mallorca y de Ibiza, ofreciendo así una visión completa de las Baleares
Editorial: Institut Menorquí d'Estudis
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M. BARCELÓ y F. RETAMERO (eds.), El barrancs tancats. L’ordre pagès al Sud de Menorca en època andalusina (Segles X-XIII). Maó, 2005, Institut Menorquí d’Estudis. 296 p.
Un eslabón en la ya larga cadena de estudios sobre espacios irrigados andalusíes realizado por el equipo del Profesor Miquel Barceló, catedrático de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Barcelona. En el presente caso sirve para completar los trabajos realizados por el mismo en las islas de Mallorca y de Ibiza, con lo que tenemos una visión muy completa de las Baleares. Así se han convertido en materia privilegiada en la investigación sobre la agricultura y el «orden campesino» de época andalusí, sin olvidar lo que supuso la conquista.
Hay que resaltar que la dedicación de Barceló y su grupo de investigadores, algunos ya avezados, como F. Retamero, coeditor de esta publicación, y Helena Kirchner, han hecho posible un análisis minucioso del mundo agrícola de al-Andalus, gracias a lo que ellos mismos denominan «arqueología hidráulica», pero que quizás habría que extenderla en su practica y noción e insertarla en la ya productiva y experimentada «arqueología del paisaje». Por eso sabemos cómo era la organizaciones de base de los asentamientos rurales de los siglos X al XIII.
Este libro en concreto se introduce con una aportación muy fina e inteligente de M. Barceló, en la que insiste en la necesidad de considerar sujeto histórico a los campesinos andalusíes e insistir en la acción de la presión y conquista feudal. Pero al mismo tiempo insiste en la realidad investigada, comparándola con la analizada en otros puntos , sobre todo de las Baleares.
Profundiza de manera minuciosa en ella F. Retamero, quien estudia concretamente cuatro barrancos del S menorquín: Algendar, Trebalúger, los de Binigaus y Son Boter, y el de Cala en Porter. A continuación Joaquim Sánchez nos ofrece un trabajo poco común sobre las piedras de molino manual y las zonas de extracción, con un catálogo que permitirá con el tiempo hacer tipologías, incluyendo un apartado reducido, pero interesante sobre las técnicas de molienda.
Para terminar los estudios encontramos unas conclusiones que F. Retamero titula «Les mesures de la supervivència», que les sirven para subrayar cómo la extensiones irrigadas son pequeñas, lo que forma parte de la estrategia de los campesinos andalusíes para mantener su orden e impedir el surgimiento de señores en su seno o venidos de fuera. Es lo que se percibe cuando se produjo la replique montre conquista feudal que supuso de manera evidente una nueva gestión de las tierras cultivadas por irrigación y que trajo claros desajustes en el sistema. Se llegó a desarrollar la ganadería en los espacios vacíos, que eran esenciales para el mantenimiento de los sistemas irrigados, y eso produjo desajustes, rompiendo el orden campesino.
En suma, un libro importante que esperemos que tenga la atención que merece, aunque nos tememos que puede seguir siendo ignorado un esfuerzo sostenido de unos investigadores que a veces sólo encuentran una crítica nunca explícita y menos escrita.
Un eslabón en la ya larga cadena de estudios sobre espacios irrigados andalusíes realizado por el equipo del Profesor Miquel Barceló, catedrático de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Barcelona. En el presente caso sirve para completar los trabajos realizados por el mismo en las islas de Mallorca y de Ibiza, con lo que tenemos una visión muy completa de las Baleares. Así se han convertido en materia privilegiada en la investigación sobre la agricultura y el «orden campesino» de época andalusí, sin olvidar lo que supuso la conquista.
Hay que resaltar que la dedicación de Barceló y su grupo de investigadores, algunos ya avezados, como F. Retamero, coeditor de esta publicación, y Helena Kirchner, han hecho posible un análisis minucioso del mundo agrícola de al-Andalus, gracias a lo que ellos mismos denominan «arqueología hidráulica», pero que quizás habría que extenderla en su practica y noción e insertarla en la ya productiva y experimentada «arqueología del paisaje». Por eso sabemos cómo era la organizaciones de base de los asentamientos rurales de los siglos X al XIII.
Este libro en concreto se introduce con una aportación muy fina e inteligente de M. Barceló, en la que insiste en la necesidad de considerar sujeto histórico a los campesinos andalusíes e insistir en la acción de la presión y conquista feudal. Pero al mismo tiempo insiste en la realidad investigada, comparándola con la analizada en otros puntos , sobre todo de las Baleares.
Profundiza de manera minuciosa en ella F. Retamero, quien estudia concretamente cuatro barrancos del S menorquín: Algendar, Trebalúger, los de Binigaus y Son Boter, y el de Cala en Porter. A continuación Joaquim Sánchez nos ofrece un trabajo poco común sobre las piedras de molino manual y las zonas de extracción, con un catálogo que permitirá con el tiempo hacer tipologías, incluyendo un apartado reducido, pero interesante sobre las técnicas de molienda.
Para terminar los estudios encontramos unas conclusiones que F. Retamero titula «Les mesures de la supervivència», que les sirven para subrayar cómo la extensiones irrigadas son pequeñas, lo que forma parte de la estrategia de los campesinos andalusíes para mantener su orden e impedir el surgimiento de señores en su seno o venidos de fuera. Es lo que se percibe cuando se produjo la replique montre conquista feudal que supuso de manera evidente una nueva gestión de las tierras cultivadas por irrigación y que trajo claros desajustes en el sistema. Se llegó a desarrollar la ganadería en los espacios vacíos, que eran esenciales para el mantenimiento de los sistemas irrigados, y eso produjo desajustes, rompiendo el orden campesino.
En suma, un libro importante que esperemos que tenga la atención que merece, aunque nos tememos que puede seguir siendo ignorado un esfuerzo sostenido de unos investigadores que a veces sólo encuentran una crítica nunca explícita y menos escrita.