Cáceres: una punta de lanza almohade frente a los reinos cristianos
Samuel MÁRQUEZ BUENO y Pedro GURRIARÁN DAZA. Arqueólogo y Arquitecto.
El presente trabajo realiza un análisis pormenarizado de las defensas medievales de Cáceres, desde una perspectiva didáctica, deteniéndose en la organización, elementos y técnicas constructivas
Editorial: Diario HOY, Museo de Cáceres y PROGEMISA
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Torremochada, Redonda, Aire... nombres antiguos que suenan cuando hablamos del Cáceres de piedras y tapias. Quien recorra sus callejuelas, sorteando casonas nobles e iglesias, reconocerá sobre los tejados y abrazados a casas, algunos muros y torres que responden a esas denominaciones. Así, veremos que estas obras fortificadas, testimonio de un pasado militar, son abundantes e increíblemente bien conservadas.
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Decenas de torres y casi un kilómetro de murallas convierten al recinto defensivo de Cáceres en un referente obligado a la hora de aproximamos a las construcciones de este tipo que han sobrevivido en nuestro país desde la Edad Media. No obstante, peca este conjunto extremeño de un cierto carácter oculto, ya que, como hemos apuntado, permanece inserto dentro de la abigarrada trama urbana de su centro. Esta circunstancia evita su comprensión de conjunto. Otras causas de distinta índole han motivado su desconocimiento generalizado, como son, desgraciadamente, un cierto silencio científico vinculado a las pocas investigaciones serias realizadas, así como la incomprensible falta de trabajos arqueológicos en sus solares.
Nace este estudio de otro que publicado hace ya casi tres años, donde se buscaba ofrecer una puesta al día de lo que sabíamos sobre las murallas cacereñas, además de añadir una serie de informaciones ciertamente novedosas. En el presente trabajo los autores pretenden desarrollar aquellas opiniones con rigor, pero además desde un punto de vista divulgativo y asequible, con el nada despreciable interés de que cualquier persona tome conciencia de la importancia de estos monumentos y el valor tanto patrimonial como ciudadano que poseen. No se quiere abrumar con largas listas de batallas y asedios, más bien al contrario, se considera más interesante comentar cómo se construyen estas murallas y de qué están hechas, cuáles son sus elementos constituyentes, o, por ejemplo, quién las construyó.
También se adentran los autores en este trabajo en la cuestión de los orígenes de las murallas cacereñas. La obra que ha llegado a nuestros días es obra islámica, en concreto de periodo almohade. Se sabe que previamente ya existía algún tipo de construcción defensiva, incluso romana, pero la última fortificación conservada prácticamente hace tabla rasa con lo anterior para crear un recinto de nueva planta. Los almohadesimpulsaron la guerra santa y la refortificación de al-Andalus frente a los reinos cristianos que se mostraban cada vez más agresivos. Suyas son las imponentes defensas de Sevilla, ]erez de la Frontera o la propia alcazaba de Badajoz, todas ellas realizadas con la técnica del tapial, forma de construir que será característica de las grandes fortalezas almohades.
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Decenas de torres y casi un kilómetro de murallas convierten al recinto defensivo de Cáceres en un referente obligado a la hora de aproximamos a las construcciones de este tipo que han sobrevivido en nuestro país desde la Edad Media. No obstante, peca este conjunto extremeño de un cierto carácter oculto, ya que, como hemos apuntado, permanece inserto dentro de la abigarrada trama urbana de su centro. Esta circunstancia evita su comprensión de conjunto. Otras causas de distinta índole han motivado su desconocimiento generalizado, como son, desgraciadamente, un cierto silencio científico vinculado a las pocas investigaciones serias realizadas, así como la incomprensible falta de trabajos arqueológicos en sus solares.
Nace este estudio de otro que publicado hace ya casi tres años, donde se buscaba ofrecer una puesta al día de lo que sabíamos sobre las murallas cacereñas, además de añadir una serie de informaciones ciertamente novedosas. En el presente trabajo los autores pretenden desarrollar aquellas opiniones con rigor, pero además desde un punto de vista divulgativo y asequible, con el nada despreciable interés de que cualquier persona tome conciencia de la importancia de estos monumentos y el valor tanto patrimonial como ciudadano que poseen. No se quiere abrumar con largas listas de batallas y asedios, más bien al contrario, se considera más interesante comentar cómo se construyen estas murallas y de qué están hechas, cuáles son sus elementos constituyentes, o, por ejemplo, quién las construyó.
También se adentran los autores en este trabajo en la cuestión de los orígenes de las murallas cacereñas. La obra que ha llegado a nuestros días es obra islámica, en concreto de periodo almohade. Se sabe que previamente ya existía algún tipo de construcción defensiva, incluso romana, pero la última fortificación conservada prácticamente hace tabla rasa con lo anterior para crear un recinto de nueva planta. Los almohadesimpulsaron la guerra santa y la refortificación de al-Andalus frente a los reinos cristianos que se mostraban cada vez más agresivos. Suyas son las imponentes defensas de Sevilla, ]erez de la Frontera o la propia alcazaba de Badajoz, todas ellas realizadas con la técnica del tapial, forma de construir que será característica de las grandes fortalezas almohades.