La fortaleza de la Teja y la alquería de Gaimón. Un hisn con alquería en los confines de Monda y Tolox
Francisco MARMOLEJO CANTOS y Diego J. SÁNCHEZ GUERRA. Asociación Arqueológica Coín.
19/10/13
Con este breve trabajo se pretende analizar el modelo de asentamiento rural andalusí en la zona de Sierra de las Nieves (Málaga), partiendo de su ocupación plena en alta época medieval y su abandono progresivo tras la caída del Califato.
LA FORTALEZA DE LA TEJA y LA ALQUERÍA DE GAIMÓN
Un hisn con alquería en los confines de Monda y Tolox
Francisco MARMOLEJO CANTOS
Diego J. SÁNCHEZ GUERRA
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Resumen
Con este breve trabajo se pretende analizar el modelo de asentamiento rural andalusí en la zona de Sierra de las Nieves, partiendo de su ocupación plena en alta época medieval y su abandono progresivo tras la caída del Califato. La escasa intromisión de otras culturas materiales hace del lugar un enclave privilegiado para el estudio de estas comunidades de primera etapa islámica, por ello planteamos diferentes hipótesis de trabajo para futuras actuaciones arqueológicas y abordamos las diversas maneras de relacionarse con el medio físico y su explotación, frente a las dificultades agrícolas que presentan las peridotitas.
En la confluencia de los términos municipales de Monda, Istán y Tolox, en el occidente malagueño, se han localizado diversos asentamientos con un horizonte cultural que abarca toda la Alta Edad Media. Más concretamente, en la cima del cerro de Los Castillejos de Puerto Verde, se conservan hasta hoy día las ruinas de un recinto fortificado casi inaccesible, con varios espacios de habitación en su interior, cobijando en su órbita una alquería abierta situada en las estribaciones de su vertiente meridional, a menor cota de altura y aprovechando los recursos hídricos de la cercana Fuente de La Sepultura.
Se trata de enclaves aislados y alejados de las principales vías de comunicación, pero con suficientes recursos para el establecimiento humano, tan sólo dificultado por la nula potencia agrícola de un sustrato litológico formado por peridotitas, con unos suelos muy pobres que condicionan la ubicación de los pastos y del espacio de huerta.
La división y organización territorial del occidente malagueño en alta época medieval es un aspecto apenas estudiado. Ni siquiera los límites de la cora de Rayya están claros, ignorándose hoy la situación geográfica de la mayoría de los husun ante la falta de investigación arqueológica. Es posible fundamentar que el mojón de Puerto Verde delimitaba la tierra de Málaga de la de Marbella en época bajomedieval, por tanto no habría inconveniente en integrar esta fortaleza y su alquería, ya deshabitadas, dentro de los límites malagueños. Cuestión distinta será delimitar con claridad las coras de Rayya y Algeciras en época califal, sin dejar de averiguar dónde quedaría la de Takurunna, lo cual no resulta nada claro.
En esta línea de trabajo, antes de entrar en otros aspectos, habrá que convenir que estamos ante un castillo de poblamiento que sirvió de refugio a sus habitantes y que vertebró el territorio al modo que lo hicieron los husun del levante peninsular. Dicho esto y a pesar de los parcos datos arqueológicos, no podemos pasar por alto que hacia el Norte se detectan sólo grandes alquerías altomedievales como la de Murta (Tolox), Porticate (Yunquera) o Jorox (Alozaina), y hacia el SE tan sólo los castillejos de la sierra litoral, verdadera frontera marítima, además de aquellos husun que evolucionaron a poblaciones modernas, tales como Coín y Monda, claramente rodeados por alquerías satélites y pequeños hábitat rurales dispersos.
Hasta el presente podemos decir que la alquería de Gaimón es la única asociada al castillo de la Teja, ninguna otra se ha podido documentar arqueológicamente en lo que debió ser su distrito castral. Si bien, en el entorno geográfico inmediato, en el partido de Chiribenítez, sabemos de la existencia de otro despoblado según consta por información del párroco de Monda a Medina Conde en el siglo XVIII. De lo que no cabe duda es que la zona estuvo bajo dominio de Ibn Hafsun, integrándose plenamente en la famosa revuelta que mantuvo en jaque al poder musulmán de Córdoba entre finales del siglo IX y principios del X.
A juzgar por los materiales arqueológicos observados en superficie, alquería y castillejo debieron convivir durante un buen tiempo; aunque a priori da la impresión que el castillejo fue anterior a la alquería y que ésta atrae a la población en época califal y taifas, acaso quedando sólo el recinto fortificado con alguna guarnición entre sus muros.
Creemos no equivocarnos al afirmar que el momento de abandono definitivo de la alquería es posterior al de los Castillejos. Con toda suerte de reservas, a falta de actuación arqueológica y de una investigación más profunda, la fortaleza pudo quedar abandonada hacia el siglo X-XI. Ello se deduce porque apenas se observa material cerámico vidriado, tan sólo algunos pequeños fragmentos melados con manganeso en el sector Norte del recinto, pero su presencia no es significativa y resulta meramente residual. Acaso nos hablan del inicio de un abandono progresivo anterior a esta etapa.
Está fuera de toda duda que tanto la alquería como el castillejo ya se encontraban deshabitados en época bajomedieval. Partiendo de un análisis comparativo y atendiendo a la cronología, se podría pensar que la alquería quizá obedezca al descenso de la población indígena, quedando el recinto fortificado como último refugio de sus habitantes.
Queda claro que la escasa intromisión de otras culturas materiales hace del lugar un enclave privilegiado para el estudio de estas comunidades de primera etapa islámica. De hecho, permite analizar el modelo de asentamiento rural andalusí en la Sierra de las Nieves, todavía por describir, partiendo de su ocupación plena en alta época medieval y su abandono progresivo tras la caída del Califato.
Fig. 1. Mapa del siglo XVIII del geógrafo Tomás López
La Fortaleza de la Teja
En el llamado cerro de los Castillejos de Puerto Verde, a unos mil metros de altura, en la divisoria entre los T. M. de Monda y Tolox, aún se conservan los cimientos de un potente recinto fortificado en altura tipo hisn de gran valor científico, histórico y patrimonial.
Es posible la identificación de este lugar echando mano del Libro de Apeo de Monda (siglo XVI) donde figura como Hasnalmenqueire (Hisn al-Menqueire), topónimo que da cuenta de su condición de fortaleza y en el que se advierte el sufijo -eire, que apunta a un probable origen romance.
Dada su naturaleza y funcionalidad, su ubicación en el cerro más elevado del lugar no es fortuita, por lo que posee una de las mejores vistas de la zona desde donde se domina estratégicamente tres importantes áreas, tres cruciales espacios en el pasado interconectados por veredas y senderos: todo el valle del Guadalhorce, Málaga y sus montes así como las tierras que se encuentran más allá de ella hasta la sierra de Tejeda-Almijara; todo el arco montañoso que conforma la zona Norte de la Sierra de las Nieves: sierra Real, sierra de la Nieve (con el estratégico paso del puerto de las Abejas, enlace entre la zona de Málaga y las tierras rondeñas), y las sierras Cabrilla y Prieta hasta la de Alcaparaín, muy próxima a Bobastro, junto a sus poblaciones adyacentes; y finalmente, aunque no por ello menos importante, hacia el Sur la sierra de Alpujata y de Albuqueria (donde existen otros castillejos que plantan cara al mar) y la zona litoral, pudiendo divisarse en días claros la línea de costa africana y la única puerta natural de entrada al Mediterráneo, el Estrecho de Gibraltar. El control estratégico del territorio es sencillamente espectacular y aunque no hay línea visual directa con la ciudad del rebelde, Bobastro, sí puede afirmarse que la hay con las fortalezas-puerta próximas a esta ciudad y con otros muchos asentamientos que formaron parte de la revuelta.
Sorprende cómo incluso en fotografía aérea es posible identificar con claridad el perímetro del castillejo de la Teja y los elementos que lo constituyen. Se trata de un rectángulo de 20 x 62 m aproximadamente con orientación norte-sur compuesto por muros de dos metros de espesor aviados en sillarejo en los que no se observa argamasa. Interiormente está compartimentado en dos sectores, uno Norte y otro Sur, separados por un muro divisorio hacia el centro del rectángulo. El espacio Norte posee cuatro potentes torreones de planta cuadrada en sus ángulos, con unos dos metros de lado.
En el flanco Oeste y adaptándose a las curvas de nivel, se localiza un lienzo de muralla que cerca el recinto principal aunque, debido a los escombros y derrumbes de éste, no se puede determinar con certeza su grosor. No obstante, puede verse claramente como envuelve las caras Sur (de forma escalonada) y Oeste, pero no así la Norte. Se diferencia del anterior por presentar un perímetro irregular y usar abundante cal en el mortero. En tal sentido, habrá de determinarse en un contexto estratigráfico si la construcción se hizo de una vez o fue realizada por fases en distintos momentos constructivos. No podemos tampoco pasar por alto que en algunas zonas y en paralelo a la muralla descrita, parece atisbarse los vestigios de un foso colmatado que envolvería parcial o totalmente esta fortificación, así como restos de un aljibe de medianas dimensiones.
Fig. 2. Imagen aérea de hisn al-Menqueire, perímetro de la estructura castral (fuente: SIGPAC)
En el interior del recinto aparecen conjuntos cerámicos de tradición indígena, junto a otras producciones de clara filiación islámica. En niveles superficiales no se observa la generalización de la serie ataifor y por ende de los vidriados, lo cual contrasta con los conjuntos cerámicos islámicos advertidos en la alquería, sobre los que habremos de volver.
Se advierten múltiples fragmentos de tejas digitadas con meandros, fragmentos decorados con cordones digitados, así como cerámica modelada a torno lento sin acabado alguno, con gruesos y abundantes desgrasantes. Muy escasamente aparece cerámica vidriada, tan sólo un melado con trazos de manganeso perteneciente a un ataifor.
La alquería de Gaimón
Situada en el paraje de Gaimón del T.M. de Monda y atravesada por un corta-fuegos, junto al lugar denominado la Sepultura, la alquería se recuesta a media ladera a una altitud aproximada de 800 msnm, conservando aún algunos restos estructurales que han aflorado parcialmente a la superficie, merced al trabajo de las máquinas que mantienen el corta-fuegos.
El caserío se situaba por encima de la Fuente de la Sepultura, a una distancia de apenas 320 metros. Se confirma con ello que la elección del lugar estuvo muy condicionada por la ubicación de este manantial, perenne y de escaso caudal, aunque suficiente para el abastecimiento humano. No resulta tan clara la ubicación de la necrópolis, que bien pudo emplazarse bajo el espacio de residencia, a juzgar por la situación de los topónimos alusivos a la fuente y casa de la Sepultura.
Se ha de considerar la gran extensión y concentración de material constructivo, lo que anima decididamente a elevar el yacimiento a la categoría de alquería. En tal sentido, presentamos aquí una breve descripción de las primeras observaciones realizadas sobre el terreno, en tanto que el yacimiento se encuentra todavía inédito y fuera de inventarios oficiales.
Los vestigios de mayor importancia son las estructuras descubiertas tras la apertura del corta-fuegos, sin pasar por alto la presencia de escoria de hierro, junto al material cerámico que posibilita su datación. Se pueden advertir en superficie estructuras de habitación a pesar del paso de las máquinas excavadoras a la hora de realizar el corta-fuegos y las labores de mantenimiento. Se observa también una pequeña área formada por una masa de piedras de origen geológico diverso, formando una especie de pavimento, que a nuestro entender puede tratarse de parte del empedrado de una era de tiempos recientes. Conviene tener presente que a ambos lados del corta-fuegos, en el área de dispersión del material cerámico, se concentra gran cantidad de mampuestos correspondientes a edificaciones, muchos desplazados por la acción de las máquinas.
Fig. 3. Muro divisorio del recinto principal
Es posible observar en superficie restos de escorias metálicas, muestra de que en el lugar se trabajaba el hierro, desarrollándose labores de extracción y transformación del mineral. En este contexto no debemos obviar que nos encontramos en una zona donde el sustrato geológico lo forman las peridotitas, rocas de origen ígneo muy ricas en metales pesados.
Se advierten conjuntos cerámicos de tradición indígena y un número relativamente alto de fragmentos vidriados melados de importación, con lo que podría trabajarse con la hipótesis de que se trataba de una población islamizada o en proceso de islamización. En superficie podemos apreciar grandes porcentajes de tejas y de otras piezas, la mayoría bizcochadas, predominando los fragmentos amorfos de cerámica común paleoandalusí con núcleos carentes de oxidación. En resumidas cuentas, se observan bases planas y bordes exvasados, con la siempre presencia de cordones digitados entre la escasa decoración.
El material cerámico vidriado que a simple vista puede observarse en el lugar es más abundante que en el castillejo de la Teja, destacamos aquí como indicadores: un fragmento de fondo con pared de ataifor de perfil esférico vidriado en melado claro; otro fragmento de ataifor con vidriado melado y trazos de manganeso en ambas caras; y por último un fragmento de pared de una pieza de forma cerrada, con vidriado exterior melado con trazos de manganeso, sin vidriar al interior.
Convendría tener presente el hallazgo de abundantes fragmentos cerámicos realizados a mano. Algunos parecen presentar un bruñido exterior, otros son fragmentos de paredes con decoración ungulada y gruesos desgrasantes. Destacar también la presencia de un fragmento de molino de mano para molturar cereal.
Fig. 4. Basamento de una de las torres en el sector Norte.
En lo tocante a su estado de conservación, llama la atención los daños que ha sufrido el yacimiento desde la apertura del corta-fuegos, agravado por las tareas periódicas de desbroce y enrasado. No obstante, pese al paso de las máquinas, no es descartable la presencia de niveles arqueológicos conservando cimentaciones, pavimentos, conducciones hídricas... Igual de preocupante se presentan los posibles ensanches y mejoras del camino de Istán a Tolox o el futuro deslinde de la Cañada Real del Mojón de Puerto Verde, que podría nuevamente alterar y destruir el registro arqueológico del asentamiento.
Referencias históricas
Carecemos de noticias precisas en texto andalusíes que hablen de nuestro enclave, si bien en principio son numerosos los testimonios que se conservan de época castellana hasta prácticamente nuestros días. Bien podemos deducir por el Libro de Apeo de Monda (siglo XVI) que la fortaleza de la Teja es conocida como Hasnalmenqueire, citándose además un arroyo de Almenque en el deslinde inédito de 1525.
Las fuentes documentales modernas nos hablan nuevamente de su existencia en el siglo XVIII. Es el caso del viajero alemán Carl Christoph Plüer, que nos deja el siguiente testimonio:
Fortaleza de la Teja, la cual aparece sobre el mapa, es una antigua fortaleza desmoronada, en ruinas, en la Sierra Real, donde los moros fortificaron un lugar donde tenazmente se defendieron.
Por si nos quedara alguna duda, otra fuente histórica donde se cita es el Suplemento al Diccionario de Medina Conde, de finales de esa centuria, que recoge el siguiente testimonio del párroco de Tolox: “Sobre aquel cerro, tambien llamado el castillejo, donde naze la fuente de la Teja, se rreconocen oy fragmentos de su muralla y foso (…)”.
Incluso los mapas y la cartografía antigua reflejan con claridad su existencia. En el mapa elaborado por el geógrafo Tomás López fechado en 1795 aparece nominado como Fortaleza de la Teja, situándola junto al monte de Gaimón y la fuente de la Alfaguara.
La última referencia histórica la trae el diccionario de Madoz, cuando describe que “en jurisdicción de Tolox y en la sierra que se describe, se encuentran los puertos de la Corona, las Golondrinas, Jaraon (sic. por Janón), Castillejos, donde están las ruinas de Calaluí (sic.) y un aljibe con senderos antiguos y medio borrados”.
Fig. 5. Primeras hiladas del recinto exterior y derrumbes del recinto principal
Captación de recursos
El área que tratamos se integra dentro del ámbito de las cordilleras Béticas en su vertiente más meridional. Nos encontramos en la cabecera de dos cuencas hidrográficas, la de los arroyos que vierten en Río Verde y la de los que desaguan en Río Grande. Una zona de alto valor ambiental, integrada en pleno Parque Natural de la Sierra de las Nieves, donde la toponimia menor concentra, en tan reducido espacio geográfico, nombres tan sugerentes como Los Bancales, La Sepultura y Los Castillejos.
Gaimón es hoy un partido rural del término municipal de Monda deslindado como dehesa en el siglo XVI. Gran parte del territorio comprendido entre los parajes de la Sepultura y Castillejos se presenta repoblado tras el incendio forestal de 1994, en el que quedaron arrasadas en torno a las 2.000 hectáreas y fallecieron dos efectivos atrapados en las tareas de extinción. La desaparición de la cubierta vegetal y la acusada pendiente se tradujo en la pérdida de los suelos, debido principalmente a la escorrentía que nunca logran absorber las peridotitas. Hoy va recuperándose el denso matorral y el paisaje se muestra cubierto por coníferas de repoblación, quedando las zonas más sombrías reservadas a jóvenes pinsapos que, pacientemente, van recolonizando el territorio.
Vinculado directamente con la alquería encontramos el pequeño espacio hidráulico de la fuente de la Sepultura, así como estrechos bancales en la cabecera de los arroyuelos que bajan del castillo. Se pueden distinguir varios espacios discontinuos dedicados al riego, encajonados al fondo del arroyo de Los Bancales y extendiéndose por la Loma de La Alberca. Ahora bien, el de mayor importancia es el arroyo de la Fuente de la Teja, que derivaba sus aguas para regar la zona hoy ocupada por las ruinas de la Majada de la Teja, con gruesos muros en piedra seca y enormes mampuestos y sillarejos. La antigua majada parece asentarse sobre primitivas terrazas de cultivo, aunque no queden vestigios de acequias o encaminamientos, ni estructuras hidráulicas, tan sólo se hace evidente la proximidad inmediata de la fuente de la Teja, así como un espacio aterrazado y abancalado con altos niveles de derrumbes.
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Fig. 6. Pinsapar de la Sepultura, junto a la alquería de Gaimón
El aprovechamiento ganadero de esta zona debe remontarse a época medieval, sin duda es anterior a 1538, fecha en la que se concede al concejo de Monda el monte de Gaimón para que pudiesen hacer dehesa boyal y poder criar ganados. La importancia económica que alcanzó la ganadería se aprecia hoy en el complejo nudo de vías pecuarias que se dan cita en Puerto Verde, paso natural para alcanzar la Serranía de Ronda. Dato que quizá nos esté indicando el papel estratégico de la fortaleza para el control y vigilancia de los caminos en época califal.
Causa extrañeza que, en antiguos protocolos notariales, hayamos podido localizar la Cañada Real de Puerto Verde atravesando de punta a punta todo el término de Coín, comunicando el Puerto de los Pescadores con el Puerto de Ojén, enlazando con la cañada del Rosal hasta llegar al mojón de Puerto Verde, donde confluyen los términos de Istán, Monda y Tolox. Desde aquí se bifurcan las vías, por la izquierda, hacia el Puerto de las Golondrinas, encrucijada de caminos, y por la derecha hacia la vereda del Camino de Istán, dirección Tolox, enlazando con la Vereda del Retamar y con la Vereda de Yunquera.
Vestigio de aquella primitiva red viaria se conservaba en el pago de Carreira citado en los apeos de Monda.
Entre los recursos minerales que se explotan, como decíamos, se observan abundantes fragmentos de escoria de hierro dentro de la misma alquería. La actividad pesquera en Río Verde tampoco debió ser una práctica marginal, pese a la proximidad de la costa mediterránea. No de otra suerte pervive en la toponimia menor un cerro llamado del Pescado, mencionado como atalaya en el deslinde de la dehesa de Gaimón del siglo XVI.
Sabemos que la zona vive un proceso de concentración poblacional en periodo altomedieval, iniciado probablemente antes de la irrupción del Islam. Queda claro que a lo largo de la Historia, por su aislamiento e inaccesibilidad, ha sido un lugar atractivo para huidos, disidentes, fugitivos, bandoleros y contrabandistas, maquis durante la Guerra Civil, estraperlistas y furtivos. Durante las revueltas moriscas fue lugar de refugio de los perseguidos y hogar de los monfíes, como testimonia Luis del Mármol Carvajal. Tradicionalmente ha sido un espacio para la disidencia. Siendo muy probable que esta función de refugio, bien conocida durante siglos, también se diera en su momento fundacional.
Bibliografía
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Un hisn con alquería en los confines de Monda y Tolox
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Con este breve trabajo se pretende analizar el modelo de asentamiento rural andalusí en la zona de Sierra de las Nieves, partiendo de su ocupación plena en alta época medieval y su abandono progresivo tras la caída del Califato. La escasa intromisión de otras culturas materiales hace del lugar un enclave privilegiado para el estudio de estas comunidades de primera etapa islámica, por ello planteamos diferentes hipótesis de trabajo para futuras actuaciones arqueológicas y abordamos las diversas maneras de relacionarse con el medio físico y su explotación, frente a las dificultades agrícolas que presentan las peridotitas.
En la confluencia de los términos municipales de Monda, Istán y Tolox, en el occidente malagueño, se han localizado diversos asentamientos con un horizonte cultural que abarca toda la Alta Edad Media. Más concretamente, en la cima del cerro de Los Castillejos de Puerto Verde, se conservan hasta hoy día las ruinas de un recinto fortificado casi inaccesible, con varios espacios de habitación en su interior, cobijando en su órbita una alquería abierta situada en las estribaciones de su vertiente meridional, a menor cota de altura y aprovechando los recursos hídricos de la cercana Fuente de La Sepultura.
Se trata de enclaves aislados y alejados de las principales vías de comunicación, pero con suficientes recursos para el establecimiento humano, tan sólo dificultado por la nula potencia agrícola de un sustrato litológico formado por peridotitas, con unos suelos muy pobres que condicionan la ubicación de los pastos y del espacio de huerta.
La división y organización territorial del occidente malagueño en alta época medieval es un aspecto apenas estudiado. Ni siquiera los límites de la cora de Rayya están claros, ignorándose hoy la situación geográfica de la mayoría de los husun ante la falta de investigación arqueológica. Es posible fundamentar que el mojón de Puerto Verde delimitaba la tierra de Málaga de la de Marbella en época bajomedieval, por tanto no habría inconveniente en integrar esta fortaleza y su alquería, ya deshabitadas, dentro de los límites malagueños. Cuestión distinta será delimitar con claridad las coras de Rayya y Algeciras en época califal, sin dejar de averiguar dónde quedaría la de Takurunna, lo cual no resulta nada claro.
En esta línea de trabajo, antes de entrar en otros aspectos, habrá que convenir que estamos ante un castillo de poblamiento que sirvió de refugio a sus habitantes y que vertebró el territorio al modo que lo hicieron los husun del levante peninsular. Dicho esto y a pesar de los parcos datos arqueológicos, no podemos pasar por alto que hacia el Norte se detectan sólo grandes alquerías altomedievales como la de Murta (Tolox), Porticate (Yunquera) o Jorox (Alozaina), y hacia el SE tan sólo los castillejos de la sierra litoral, verdadera frontera marítima, además de aquellos husun que evolucionaron a poblaciones modernas, tales como Coín y Monda, claramente rodeados por alquerías satélites y pequeños hábitat rurales dispersos.
Hasta el presente podemos decir que la alquería de Gaimón es la única asociada al castillo de la Teja, ninguna otra se ha podido documentar arqueológicamente en lo que debió ser su distrito castral. Si bien, en el entorno geográfico inmediato, en el partido de Chiribenítez, sabemos de la existencia de otro despoblado según consta por información del párroco de Monda a Medina Conde en el siglo XVIII. De lo que no cabe duda es que la zona estuvo bajo dominio de Ibn Hafsun, integrándose plenamente en la famosa revuelta que mantuvo en jaque al poder musulmán de Córdoba entre finales del siglo IX y principios del X.
A juzgar por los materiales arqueológicos observados en superficie, alquería y castillejo debieron convivir durante un buen tiempo; aunque a priori da la impresión que el castillejo fue anterior a la alquería y que ésta atrae a la población en época califal y taifas, acaso quedando sólo el recinto fortificado con alguna guarnición entre sus muros.
Creemos no equivocarnos al afirmar que el momento de abandono definitivo de la alquería es posterior al de los Castillejos. Con toda suerte de reservas, a falta de actuación arqueológica y de una investigación más profunda, la fortaleza pudo quedar abandonada hacia el siglo X-XI. Ello se deduce porque apenas se observa material cerámico vidriado, tan sólo algunos pequeños fragmentos melados con manganeso en el sector Norte del recinto, pero su presencia no es significativa y resulta meramente residual. Acaso nos hablan del inicio de un abandono progresivo anterior a esta etapa.
Está fuera de toda duda que tanto la alquería como el castillejo ya se encontraban deshabitados en época bajomedieval. Partiendo de un análisis comparativo y atendiendo a la cronología, se podría pensar que la alquería quizá obedezca al descenso de la población indígena, quedando el recinto fortificado como último refugio de sus habitantes.
Queda claro que la escasa intromisión de otras culturas materiales hace del lugar un enclave privilegiado para el estudio de estas comunidades de primera etapa islámica. De hecho, permite analizar el modelo de asentamiento rural andalusí en la Sierra de las Nieves, todavía por describir, partiendo de su ocupación plena en alta época medieval y su abandono progresivo tras la caída del Califato.
Fig. 1. Mapa del siglo XVIII del geógrafo Tomás López
La Fortaleza de la Teja
En el llamado cerro de los Castillejos de Puerto Verde, a unos mil metros de altura, en la divisoria entre los T. M. de Monda y Tolox, aún se conservan los cimientos de un potente recinto fortificado en altura tipo hisn de gran valor científico, histórico y patrimonial.
Es posible la identificación de este lugar echando mano del Libro de Apeo de Monda (siglo XVI) donde figura como Hasnalmenqueire (Hisn al-Menqueire), topónimo que da cuenta de su condición de fortaleza y en el que se advierte el sufijo -eire, que apunta a un probable origen romance.
Dada su naturaleza y funcionalidad, su ubicación en el cerro más elevado del lugar no es fortuita, por lo que posee una de las mejores vistas de la zona desde donde se domina estratégicamente tres importantes áreas, tres cruciales espacios en el pasado interconectados por veredas y senderos: todo el valle del Guadalhorce, Málaga y sus montes así como las tierras que se encuentran más allá de ella hasta la sierra de Tejeda-Almijara; todo el arco montañoso que conforma la zona Norte de la Sierra de las Nieves: sierra Real, sierra de la Nieve (con el estratégico paso del puerto de las Abejas, enlace entre la zona de Málaga y las tierras rondeñas), y las sierras Cabrilla y Prieta hasta la de Alcaparaín, muy próxima a Bobastro, junto a sus poblaciones adyacentes; y finalmente, aunque no por ello menos importante, hacia el Sur la sierra de Alpujata y de Albuqueria (donde existen otros castillejos que plantan cara al mar) y la zona litoral, pudiendo divisarse en días claros la línea de costa africana y la única puerta natural de entrada al Mediterráneo, el Estrecho de Gibraltar. El control estratégico del territorio es sencillamente espectacular y aunque no hay línea visual directa con la ciudad del rebelde, Bobastro, sí puede afirmarse que la hay con las fortalezas-puerta próximas a esta ciudad y con otros muchos asentamientos que formaron parte de la revuelta.
Sorprende cómo incluso en fotografía aérea es posible identificar con claridad el perímetro del castillejo de la Teja y los elementos que lo constituyen. Se trata de un rectángulo de 20 x 62 m aproximadamente con orientación norte-sur compuesto por muros de dos metros de espesor aviados en sillarejo en los que no se observa argamasa. Interiormente está compartimentado en dos sectores, uno Norte y otro Sur, separados por un muro divisorio hacia el centro del rectángulo. El espacio Norte posee cuatro potentes torreones de planta cuadrada en sus ángulos, con unos dos metros de lado.
En el flanco Oeste y adaptándose a las curvas de nivel, se localiza un lienzo de muralla que cerca el recinto principal aunque, debido a los escombros y derrumbes de éste, no se puede determinar con certeza su grosor. No obstante, puede verse claramente como envuelve las caras Sur (de forma escalonada) y Oeste, pero no así la Norte. Se diferencia del anterior por presentar un perímetro irregular y usar abundante cal en el mortero. En tal sentido, habrá de determinarse en un contexto estratigráfico si la construcción se hizo de una vez o fue realizada por fases en distintos momentos constructivos. No podemos tampoco pasar por alto que en algunas zonas y en paralelo a la muralla descrita, parece atisbarse los vestigios de un foso colmatado que envolvería parcial o totalmente esta fortificación, así como restos de un aljibe de medianas dimensiones.
Fig. 2. Imagen aérea de hisn al-Menqueire, perímetro de la estructura castral (fuente: SIGPAC)
En el interior del recinto aparecen conjuntos cerámicos de tradición indígena, junto a otras producciones de clara filiación islámica. En niveles superficiales no se observa la generalización de la serie ataifor y por ende de los vidriados, lo cual contrasta con los conjuntos cerámicos islámicos advertidos en la alquería, sobre los que habremos de volver.
Se advierten múltiples fragmentos de tejas digitadas con meandros, fragmentos decorados con cordones digitados, así como cerámica modelada a torno lento sin acabado alguno, con gruesos y abundantes desgrasantes. Muy escasamente aparece cerámica vidriada, tan sólo un melado con trazos de manganeso perteneciente a un ataifor.
La alquería de Gaimón
Situada en el paraje de Gaimón del T.M. de Monda y atravesada por un corta-fuegos, junto al lugar denominado la Sepultura, la alquería se recuesta a media ladera a una altitud aproximada de 800 msnm, conservando aún algunos restos estructurales que han aflorado parcialmente a la superficie, merced al trabajo de las máquinas que mantienen el corta-fuegos.
El caserío se situaba por encima de la Fuente de la Sepultura, a una distancia de apenas 320 metros. Se confirma con ello que la elección del lugar estuvo muy condicionada por la ubicación de este manantial, perenne y de escaso caudal, aunque suficiente para el abastecimiento humano. No resulta tan clara la ubicación de la necrópolis, que bien pudo emplazarse bajo el espacio de residencia, a juzgar por la situación de los topónimos alusivos a la fuente y casa de la Sepultura.
Se ha de considerar la gran extensión y concentración de material constructivo, lo que anima decididamente a elevar el yacimiento a la categoría de alquería. En tal sentido, presentamos aquí una breve descripción de las primeras observaciones realizadas sobre el terreno, en tanto que el yacimiento se encuentra todavía inédito y fuera de inventarios oficiales.
Los vestigios de mayor importancia son las estructuras descubiertas tras la apertura del corta-fuegos, sin pasar por alto la presencia de escoria de hierro, junto al material cerámico que posibilita su datación. Se pueden advertir en superficie estructuras de habitación a pesar del paso de las máquinas excavadoras a la hora de realizar el corta-fuegos y las labores de mantenimiento. Se observa también una pequeña área formada por una masa de piedras de origen geológico diverso, formando una especie de pavimento, que a nuestro entender puede tratarse de parte del empedrado de una era de tiempos recientes. Conviene tener presente que a ambos lados del corta-fuegos, en el área de dispersión del material cerámico, se concentra gran cantidad de mampuestos correspondientes a edificaciones, muchos desplazados por la acción de las máquinas.
Fig. 3. Muro divisorio del recinto principal
Es posible observar en superficie restos de escorias metálicas, muestra de que en el lugar se trabajaba el hierro, desarrollándose labores de extracción y transformación del mineral. En este contexto no debemos obviar que nos encontramos en una zona donde el sustrato geológico lo forman las peridotitas, rocas de origen ígneo muy ricas en metales pesados.
Se advierten conjuntos cerámicos de tradición indígena y un número relativamente alto de fragmentos vidriados melados de importación, con lo que podría trabajarse con la hipótesis de que se trataba de una población islamizada o en proceso de islamización. En superficie podemos apreciar grandes porcentajes de tejas y de otras piezas, la mayoría bizcochadas, predominando los fragmentos amorfos de cerámica común paleoandalusí con núcleos carentes de oxidación. En resumidas cuentas, se observan bases planas y bordes exvasados, con la siempre presencia de cordones digitados entre la escasa decoración.
El material cerámico vidriado que a simple vista puede observarse en el lugar es más abundante que en el castillejo de la Teja, destacamos aquí como indicadores: un fragmento de fondo con pared de ataifor de perfil esférico vidriado en melado claro; otro fragmento de ataifor con vidriado melado y trazos de manganeso en ambas caras; y por último un fragmento de pared de una pieza de forma cerrada, con vidriado exterior melado con trazos de manganeso, sin vidriar al interior.
Convendría tener presente el hallazgo de abundantes fragmentos cerámicos realizados a mano. Algunos parecen presentar un bruñido exterior, otros son fragmentos de paredes con decoración ungulada y gruesos desgrasantes. Destacar también la presencia de un fragmento de molino de mano para molturar cereal.
Fig. 4. Basamento de una de las torres en el sector Norte.
En lo tocante a su estado de conservación, llama la atención los daños que ha sufrido el yacimiento desde la apertura del corta-fuegos, agravado por las tareas periódicas de desbroce y enrasado. No obstante, pese al paso de las máquinas, no es descartable la presencia de niveles arqueológicos conservando cimentaciones, pavimentos, conducciones hídricas... Igual de preocupante se presentan los posibles ensanches y mejoras del camino de Istán a Tolox o el futuro deslinde de la Cañada Real del Mojón de Puerto Verde, que podría nuevamente alterar y destruir el registro arqueológico del asentamiento.
Referencias históricas
Carecemos de noticias precisas en texto andalusíes que hablen de nuestro enclave, si bien en principio son numerosos los testimonios que se conservan de época castellana hasta prácticamente nuestros días. Bien podemos deducir por el Libro de Apeo de Monda (siglo XVI) que la fortaleza de la Teja es conocida como Hasnalmenqueire, citándose además un arroyo de Almenque en el deslinde inédito de 1525.
Las fuentes documentales modernas nos hablan nuevamente de su existencia en el siglo XVIII. Es el caso del viajero alemán Carl Christoph Plüer, que nos deja el siguiente testimonio:
Fortaleza de la Teja, la cual aparece sobre el mapa, es una antigua fortaleza desmoronada, en ruinas, en la Sierra Real, donde los moros fortificaron un lugar donde tenazmente se defendieron.
Por si nos quedara alguna duda, otra fuente histórica donde se cita es el Suplemento al Diccionario de Medina Conde, de finales de esa centuria, que recoge el siguiente testimonio del párroco de Tolox: “Sobre aquel cerro, tambien llamado el castillejo, donde naze la fuente de la Teja, se rreconocen oy fragmentos de su muralla y foso (…)”.
Incluso los mapas y la cartografía antigua reflejan con claridad su existencia. En el mapa elaborado por el geógrafo Tomás López fechado en 1795 aparece nominado como Fortaleza de la Teja, situándola junto al monte de Gaimón y la fuente de la Alfaguara.
La última referencia histórica la trae el diccionario de Madoz, cuando describe que “en jurisdicción de Tolox y en la sierra que se describe, se encuentran los puertos de la Corona, las Golondrinas, Jaraon (sic. por Janón), Castillejos, donde están las ruinas de Calaluí (sic.) y un aljibe con senderos antiguos y medio borrados”.
Fig. 5. Primeras hiladas del recinto exterior y derrumbes del recinto principal
Captación de recursos
El área que tratamos se integra dentro del ámbito de las cordilleras Béticas en su vertiente más meridional. Nos encontramos en la cabecera de dos cuencas hidrográficas, la de los arroyos que vierten en Río Verde y la de los que desaguan en Río Grande. Una zona de alto valor ambiental, integrada en pleno Parque Natural de la Sierra de las Nieves, donde la toponimia menor concentra, en tan reducido espacio geográfico, nombres tan sugerentes como Los Bancales, La Sepultura y Los Castillejos.
Gaimón es hoy un partido rural del término municipal de Monda deslindado como dehesa en el siglo XVI. Gran parte del territorio comprendido entre los parajes de la Sepultura y Castillejos se presenta repoblado tras el incendio forestal de 1994, en el que quedaron arrasadas en torno a las 2.000 hectáreas y fallecieron dos efectivos atrapados en las tareas de extinción. La desaparición de la cubierta vegetal y la acusada pendiente se tradujo en la pérdida de los suelos, debido principalmente a la escorrentía que nunca logran absorber las peridotitas. Hoy va recuperándose el denso matorral y el paisaje se muestra cubierto por coníferas de repoblación, quedando las zonas más sombrías reservadas a jóvenes pinsapos que, pacientemente, van recolonizando el territorio.
Vinculado directamente con la alquería encontramos el pequeño espacio hidráulico de la fuente de la Sepultura, así como estrechos bancales en la cabecera de los arroyuelos que bajan del castillo. Se pueden distinguir varios espacios discontinuos dedicados al riego, encajonados al fondo del arroyo de Los Bancales y extendiéndose por la Loma de La Alberca. Ahora bien, el de mayor importancia es el arroyo de la Fuente de la Teja, que derivaba sus aguas para regar la zona hoy ocupada por las ruinas de la Majada de la Teja, con gruesos muros en piedra seca y enormes mampuestos y sillarejos. La antigua majada parece asentarse sobre primitivas terrazas de cultivo, aunque no queden vestigios de acequias o encaminamientos, ni estructuras hidráulicas, tan sólo se hace evidente la proximidad inmediata de la fuente de la Teja, así como un espacio aterrazado y abancalado con altos niveles de derrumbes.
Audemars Piguet Replica
Fig. 6. Pinsapar de la Sepultura, junto a la alquería de Gaimón
El aprovechamiento ganadero de esta zona debe remontarse a época medieval, sin duda es anterior a 1538, fecha en la que se concede al concejo de Monda el monte de Gaimón para que pudiesen hacer dehesa boyal y poder criar ganados. La importancia económica que alcanzó la ganadería se aprecia hoy en el complejo nudo de vías pecuarias que se dan cita en Puerto Verde, paso natural para alcanzar la Serranía de Ronda. Dato que quizá nos esté indicando el papel estratégico de la fortaleza para el control y vigilancia de los caminos en época califal.
Causa extrañeza que, en antiguos protocolos notariales, hayamos podido localizar la Cañada Real de Puerto Verde atravesando de punta a punta todo el término de Coín, comunicando el Puerto de los Pescadores con el Puerto de Ojén, enlazando con la cañada del Rosal hasta llegar al mojón de Puerto Verde, donde confluyen los términos de Istán, Monda y Tolox. Desde aquí se bifurcan las vías, por la izquierda, hacia el Puerto de las Golondrinas, encrucijada de caminos, y por la derecha hacia la vereda del Camino de Istán, dirección Tolox, enlazando con la Vereda del Retamar y con la Vereda de Yunquera.
Vestigio de aquella primitiva red viaria se conservaba en el pago de Carreira citado en los apeos de Monda.
Entre los recursos minerales que se explotan, como decíamos, se observan abundantes fragmentos de escoria de hierro dentro de la misma alquería. La actividad pesquera en Río Verde tampoco debió ser una práctica marginal, pese a la proximidad de la costa mediterránea. No de otra suerte pervive en la toponimia menor un cerro llamado del Pescado, mencionado como atalaya en el deslinde de la dehesa de Gaimón del siglo XVI.
Sabemos que la zona vive un proceso de concentración poblacional en periodo altomedieval, iniciado probablemente antes de la irrupción del Islam. Queda claro que a lo largo de la Historia, por su aislamiento e inaccesibilidad, ha sido un lugar atractivo para huidos, disidentes, fugitivos, bandoleros y contrabandistas, maquis durante la Guerra Civil, estraperlistas y furtivos. Durante las revueltas moriscas fue lugar de refugio de los perseguidos y hogar de los monfíes, como testimonia Luis del Mármol Carvajal. Tradicionalmente ha sido un espacio para la disidencia. Siendo muy probable que esta función de refugio, bien conocida durante siglos, también se diera en su momento fundacional.
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