En memoria del profesor De Meulemeester
Jorge A. Eiroa Rodríguez. Universidad de Murcia.
18/1/09
En memoria del profesor De Meulemeester
Johnny De Meulemeester (Aalst, 1946-Gante 2009), arqueólogo e historiador, falleció el pasado sábado, 17 de enero, en el Hospital Universitario de Gante, después de una larga enfermedad y dejando tras de sí un vacío humano y profesional que será muy difícil cubrir. Aunque formado en el lejano mundo de las motas y las fortificaciones de madera de su Flandes natal, objeto de sus primeros trabajos como arqueólogo profesional y, más tarde, de su tesis doctoral (Universidad de Caen), pronto inició una intensa vinculación a la arqueología mediterránea que lo convertiría en una firma y una presencia familiar entre los medievalistas de España y Portugal. Profesor de Arqueología Medieval de la Universidad de Gante y durante muchos años responsable de las misiones arqueológicas de la Región de Valonia en el extranjero, completó su formación en distintos países, en algunos de los cuales generó estructuras de investigación casi permanentes y, en muchos casos, revulsivas, como el Comité Ruralia sobre Arqueología rural medieval, del que fue Presidente hasta su muerte. En especial, mantuvo una larga e intensa relación con la arqueología medieval española que llevaría hasta sus máximas consecuencias, desde las primeras excavaciones, tan decisivas, en el despoblado andalusí de Saltés (Huelva) y en el granero fortificado del Cabezo de la Cobertera (Murcia), hasta sus últimas intervenciones en el castillo de Blanca (Murcia), que tuve la fortuna de poder desarrollar a su lado, bajo el amparo de un ambicioso proyecto sobre el poblamiento medieval del valle de Ricote en el que tenía puestas muchas esperanzas. Sus trabajos de investigación, no sólo en los lugares mencionados sino en otros yacimientos como Cote (Sevilla) o Ammaia (Portugal), nos dejaron decisivas publicaciones, como los recientes artículos de balance que publicó la revista Antiquity (79, 2005) y que tanto eco tuvieron entre nosotros.
No obstante, por encima de los textos, el profesor De Meulemester dejó una huella más decisiva: puente de unión entre la Europa del Norte y el Mediterráneo, fue maestro y anfitrión de muchos investigadores españoles, que encontraron en su casa la biblioteca más accesible de Bélgica y que vieron en sus gestos y en sus actos la huella inconfundible de la generosidad. De ella y de su maestría son testigos muchos alumnos de las universidades españolas, que se formaron bajo su dirección en las excavaciones de la mota castral de Albon (Francia) o, muy especialmente, en la abadía cisterciense de Clairefontaine (Luxemburgo), a la que tantos años dedicó y en la que muchos de nosotros aprendimos realidades arqueológicas y humanas muy distintas a las que estábamos familiarizados. De vocación integradora, hizo suyas las tan gastadas ideas de la interdisciplinariedad y el trabajo en equipo y las puso en práctica en lugares tan dispares como Tulsk (Irlanda) o la isla de Pascua (Chile), en donde desarrolló proyectos arqueológicos que siempre trataron de superar las fronteras burocráticas y se convirtieron en escuelas de arqueología para estudiantes de toda Europa, convencido de que la investigación y la docencia eran dos variables indisociables, caras de una misma moneda. Las excavaciones en Aqaba (Jordania), el proyecto en el que centró sus últimos esfuerzos y el lugar al que le unían lazos más fuertes que la ciencia, son el último legado de un investigador inagotable.
Estas líneas son la garantía de que su memoria estará siempre presente entre sus discípulos y sus amigos, recordándonos la energía y la generosidad que deben presidir cada uno de nuestros actos cotidianos en la docencia, en la investigación y en la vida.
Jorge A. Eiroa Rodríguez
Johnny De Meulemeester (Aalst, 1946-Gante 2009), arqueólogo e historiador, falleció el pasado sábado, 17 de enero, en el Hospital Universitario de Gante, después de una larga enfermedad y dejando tras de sí un vacío humano y profesional que será muy difícil cubrir. Aunque formado en el lejano mundo de las motas y las fortificaciones de madera de su Flandes natal, objeto de sus primeros trabajos como arqueólogo profesional y, más tarde, de su tesis doctoral (Universidad de Caen), pronto inició una intensa vinculación a la arqueología mediterránea que lo convertiría en una firma y una presencia familiar entre los medievalistas de España y Portugal. Profesor de Arqueología Medieval de la Universidad de Gante y durante muchos años responsable de las misiones arqueológicas de la Región de Valonia en el extranjero, completó su formación en distintos países, en algunos de los cuales generó estructuras de investigación casi permanentes y, en muchos casos, revulsivas, como el Comité Ruralia sobre Arqueología rural medieval, del que fue Presidente hasta su muerte. En especial, mantuvo una larga e intensa relación con la arqueología medieval española que llevaría hasta sus máximas consecuencias, desde las primeras excavaciones, tan decisivas, en el despoblado andalusí de Saltés (Huelva) y en el granero fortificado del Cabezo de la Cobertera (Murcia), hasta sus últimas intervenciones en el castillo de Blanca (Murcia), que tuve la fortuna de poder desarrollar a su lado, bajo el amparo de un ambicioso proyecto sobre el poblamiento medieval del valle de Ricote en el que tenía puestas muchas esperanzas. Sus trabajos de investigación, no sólo en los lugares mencionados sino en otros yacimientos como Cote (Sevilla) o Ammaia (Portugal), nos dejaron decisivas publicaciones, como los recientes artículos de balance que publicó la revista Antiquity (79, 2005) y que tanto eco tuvieron entre nosotros.
No obstante, por encima de los textos, el profesor De Meulemester dejó una huella más decisiva: puente de unión entre la Europa del Norte y el Mediterráneo, fue maestro y anfitrión de muchos investigadores españoles, que encontraron en su casa la biblioteca más accesible de Bélgica y que vieron en sus gestos y en sus actos la huella inconfundible de la generosidad. De ella y de su maestría son testigos muchos alumnos de las universidades españolas, que se formaron bajo su dirección en las excavaciones de la mota castral de Albon (Francia) o, muy especialmente, en la abadía cisterciense de Clairefontaine (Luxemburgo), a la que tantos años dedicó y en la que muchos de nosotros aprendimos realidades arqueológicas y humanas muy distintas a las que estábamos familiarizados. De vocación integradora, hizo suyas las tan gastadas ideas de la interdisciplinariedad y el trabajo en equipo y las puso en práctica en lugares tan dispares como Tulsk (Irlanda) o la isla de Pascua (Chile), en donde desarrolló proyectos arqueológicos que siempre trataron de superar las fronteras burocráticas y se convirtieron en escuelas de arqueología para estudiantes de toda Europa, convencido de que la investigación y la docencia eran dos variables indisociables, caras de una misma moneda. Las excavaciones en Aqaba (Jordania), el proyecto en el que centró sus últimos esfuerzos y el lugar al que le unían lazos más fuertes que la ciencia, son el último legado de un investigador inagotable.
Estas líneas son la garantía de que su memoria estará siempre presente entre sus discípulos y sus amigos, recordándonos la energía y la generosidad que deben presidir cada uno de nuestros actos cotidianos en la docencia, en la investigación y en la vida.
Jorge A. Eiroa Rodríguez
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Comentarios
1
hola a todos
Que decir tiene que el conocer la noticia del fallecimiento de Johnny a sido un duro golpe, ya que cuando te despides de una persona nunca imaginas que no volveras a verla, ni aunque quieras. Pero las personas somos capaces de muchas cosas. Una de ellas, es poder retener recuerdos, experiencias y todas esas cosas que hacen nuestro reruerdo imperecedero. Johnny era de esas personas que asi lo hacian, siempre dejan huella. Y esta huella, como muy bien ha expresado Jorge Eiroa ha sido tanto en el plano emocional como cientifico, una persona que todo aquello que le vi realizar en una excavación arqueológica, lo vivio con la misma intensidad, que otros momentos de relación más personal.
La obra de profesional de Johnny, no solo se circunscribio a hacer ciencia, sino también ha la formación de futuros arqueologos, algo que por los resultados, también se le dio muy bién. Pero en una excavación con Johnny, la formación no solo era arqueologica, sino que, dejandose llevar, Johnny te transmitia una formación humana de incalculable valor.
Para finalizar, le doy las gracias a Jorge por darme la oportunidad de poder conocer a Johnny, entre otras muchas cosas. A Johnny, le doy las gracias por otras muchas cosas, como dejarme excavar con el brazo izquierdo, descubrirme la "Jupiler", por abrirme las puertas de Gante y de su casa, por sus bromas, por sus conversaciones, por mostrarme que excavar con lluvia no es tan dificil y si la cosa se complica, con un "¡¡¡merdeeeeee!!!" se veian las cosas de otra manera, por descubrirme el "pastis", y un largisimo etcetera. Gracias y hasta siempre.
gracias
hola a todos
Que decir tiene que el conocer la noticia del fallecimiento de Johnny a sido un duro golpe, ya que cuando te despides de una persona nunca imaginas que no volveras a verla, ni aunque quieras. Pero las personas somos capaces de muchas cosas. Una de ellas, es poder retener recuerdos, experiencias y todas esas cosas que hacen nuestro reruerdo imperecedero. Johnny era de esas personas que asi lo hacian, siempre dejan huella. Y esta huella, como muy bien ha expresado Jorge Eiroa ha sido tanto en el plano emocional como cientifico, una persona que todo aquello que le vi realizar en una excavación arqueológica, lo vivio con la misma intensidad, que otros momentos de relación más personal.
La obra de profesional de Johnny, no solo se circunscribio a hacer ciencia, sino también ha la formación de futuros arqueologos, algo que por los resultados, también se le dio muy bién. Pero en una excavación con Johnny, la formación no solo era arqueologica, sino que, dejandose llevar, Johnny te transmitia una formación humana de incalculable valor.
Para finalizar, le doy las gracias a Jorge por darme la oportunidad de poder conocer a Johnny, entre otras muchas cosas. A Johnny, le doy las gracias por otras muchas cosas, como dejarme excavar con el brazo izquierdo, descubrirme la "Jupiler", por abrirme las puertas de Gante y de su casa, por sus bromas, por sus conversaciones, por mostrarme que excavar con lluvia no es tan dificil y si la cosa se complica, con un "¡¡¡merdeeeeee!!!" se veian las cosas de otra manera, por descubrirme el "pastis", y un largisimo etcetera. Gracias y hasta siempre.
Comentario realizado por
Clemente López Sánchez.
4/2/09 9:32h
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